Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, yo solo quiero divertirme. Punto.
Advertencia: Claras insinuaciones de slash (yaoi), insultos del uno para el otro, creo que imperceptible insinuación Stingue... Mard quiere drogas, y darle su estilo de amor a Rogue.
Mariconadas estilo Mard Geer
Cheney.
Es lo único que viene a la mente de Mard. Y no es porque no puede pensar en nada más que en sus ojos, ni nada de esas mariconadas. Es porque a Mard la mirada de ese hijo de puta lo está hartando de verdad.
Y es que no deja de mirarlo. Mard sabe que está bien -bien- bueno, porque su destino es hacerse mierda, y seguir estando bueno.
Pero ese hijo de puta ya estaba abusando, y si quería seguir mirándolo (porque Mard estaba seguro de que sí), por lo menos que le diera algo a cambio. Que la belleza no es gratis.
Aunque Mard seguía prefiriendo que dejara de mirarlo.
—¿Qué?— espetó, ya harto.
—¿Qué de qué?
—¿Qué me miras?
—¿Ahora uno no puede mirar donde le de la gana?
Mard lo miró con deseos de asesinarlo con sus propias manos. Pero no lo haría. Y no daría razones del por qué, porque él era Mard Geer, y hacía lo que quería sin darle explicaciones a nadie. Punto.
La verdad es que le parecía extraño, eso era como un deja vú, porque misteriosamente así se conocieron con el hijo de puta.
—Por lo menos no a mi.
—No te miro a ti, vanidoso de mierda. Tú eres el que está en mi camino— replicó sin siquiera inmutarse.
—Tú eres el que se quedó ahí para que yo estuviera en el camino.
—Como si tuviera ganas de ver a otro hijo de puta.
—No tuviste suficiente con el rubito.
Rogue lo miró alzando una ceja.
—No me gusta compartir con otro hijo de puta.
Mard no le quitó la mirada de encima. Rogue era un maldito bastardo. Porque él lo decía, y punto.
—Te informo que no toco cosas sucias.
—Pero entonces tú serías una basura ahora.
—Es imposible que yo me convierta en basura.
—... Hoy no follas, Geer. Por ser incapaz de convertirte en basura.
El nombrado lo miró como si fuera un insecto que no sabe nada. Mirándolo con superioridad hasta por las narices.
—¿Y tú crees que eso me detiene, Cheney?— dijo.
Rogue frunció el ceño y soltó un gruñido. Hizo que se apartara con un manotazo, para que saliera de su vista, y para que así pudiera seguir mirando hacia allá, sin que tuviera que ver al desgraciado ese.
Mard entonces se sintió ligeramente enfadado, ya no podría mirar al hijo de puta porque ahora no podría echarle la culpa.
Ni tampoco iba a conseguir los sucios gramillos, por lo menos, por el momento. Jackal era un imbécil hijo de puta que se los daría por un precio elevado, y él odiaba a Jackal.
