Capítulo 1
Y ella lo recordaba…
Parecía que había pasado tanto tiempo desde que lo había visto pero, sabía que no era así, sólo transcurrieron unos meses. Últimamente, recordaba cada razgo de su pícaro rostro y lo espigado de su cuerpo, pero estaba preocupada porque empezaba a olvidar esos pequeños detalles tan importantes de él, como el color de su voz, el aroma de su cabello y su tacto. Esto la mantenía un tanto ansiosa porque además sabía perfectamente que no podría verlo una vez más para contarle todo lo que le estaba pasando desde que se despidieran a medias en esa triste playa.
Y es que, lo que debía decirle era muy importante, de vida o muerte. Bueno, en realidad ella había "muerto" en el instante en que él desapareció de su vida, en el momento en que cruzó a un mundo paralelo e imposible de alcanzar por la TARDIS.
Ella creía que cosas como esa no sería una barrera para tan magnifica máquina pero, hasta los Señores del Tiempo tienen sus reglas. La verdad, es que todos los días esperaba alguna clase de milagro que le permitiera seguir adelante, sólo ansiaba con todo su corazón, aunque los separara una gran nada entre los mundos, él pudiera escuchar su grito de auxilio, su llamado suplicante y su corazón latiendo desbocado.
Recordaba el origen de todo, cuando la invitó a dar un paseo que cambiaría su vida, cuando le mostró que el universo, el tiempo y el espacio eran infinitos y que podía tenerlo al alcance de la mano, cuando le enseñó que la vida era más que trabajar en una simple tienda y vivir la rutina del día. Era casi imposible no sentir amor por tal hombre, aunque fuera un perfecto desconocido, es más, ni siquiera sabía su nombre y en su rostro se dibujaba una sonrisa al pensar en ello. Le había entregado su alma a un extraño. Es que, él es como el fuego, maravilloso, cálido, poderoso y seductor, pero si te quedas cerca demasiado tiempo, te quema y te abrasa el alma.
- Sólo quisiera dejar de sentir esto…- se repetía una y otra vez. – Ven por favor mi Doctor, tengo algo que decirte, debes saberlo… - susurraba al viento.
Jackie, su madre, casi siempre la observaba y la cuidaba, ella también estaba preocupada, lo que pasó después de haber presenciado esa fallida despedida, fue terrible. Veía que su niña iba perdiendo la voluntad de vivir cada día, no quería a nada ni a nadie, sólo anhelaba a aquel hombre que se había desvanecido ante sus ojos.
- Rose, ven conmigo, vamos de compras, aquí podemos darnos esos lujos, quizá veas algo que te interese, no puedes seguir así por el amor de Dios niña… - le decía cada vez que podía pero no conseguía nada, en el fondo sabía que la única solución era que él se apareciera "como por arte de magia" como solía hacerlo.
Pero Rose tenía casi siempre la mirada perdida, ni siquiera parecía ella misma, sólo era una sombra, como un fantasma de lo que quedó de aquella joven aventurera. Quería hacer algo pronto, antes de que todo avanzara y tuviera un final desastroso, tenía fe y creía ciegamente en que su Doctor no iba a renunciar a ella tan pronto.
