¡Hola! Bueno, otra historia, de -como habrán notado si han leído otra de mis historias- mi personaje favorito, Roxanne Weasley.
Disclaimer: personajes que no reconozcan NO son míos. La mayoría de los personajes que no reconozcan son personajes que me han prestado unas amigas que los usan en roler player.
Bueno, sin más aquí les dejo el primer capítulo ¡Disfruten!
En un edificio crema de una ajetreada calle en Londres, dos mujeres, una pelirroja y una castaña subían entre ellas unas maletas por las escaleras del mismo. Tenían suerte de que no hubiera nadie mirando, pues cualquiera se hubiera sorprendido de ver a dos jóvenes subiendo varias –muchas, para ser exacta- maletas y otros objetos hasta el quinto piso con un palo de madera. Sin embargo, ellas no parece estar extrañadas, como si levitar maletas fuese algo de hacer todos los días.
En realidad, Roxanne Weasley y Crystal Zabini no usan la magia con tanta frecuencia a menos que sea extremadamente necesario, como una plaga de doxys o el hecho de haberse mudado a un sexto piso en un edificio sin ascensor. Ambas mujeres piensan que los muggles son realmente idiotas.
Con un suspiro Roxanne hace un movimiento de varita y deja las maletas que ella venía levitando en el suelo. Ve la letra L sobre la puerta más cercana y saca la llave de su bolsillo. No quiere utilizar demasiada magia en un lugar tan poco mágico, si un muggle la descubre acabaría siendo juzgada en el Wizengamot por violar el Estatuto del Secreto.
Una vez abierta la puerta mete las maletas adentro y deja la puerta abierta para que su compañera pueda entrar las suyas y las demás cosas. Crystal cierra la puerta cuando termina y se queda mirando lo que será su nuevo hogar junto a Roxanne.
No es muy diferente al que tenían en Estados Unidos. Aunque las paredes de este solo le provocaban una tristeza horrible.
—Merlín, llevo dos minutos aquí y ya siento que me quiero suicidar. — Murmuró Crystal viendo el feo gris de las paredes. Roxanne soltó una risa.
—No empieces, Crys. Podemos pintarlo. —Replicó la pelirroja tomando una de las maletas y empujándola por el suelo hasta llegar a uno de los muebles.
Era una de las razones por las se habían decidido por este departamento, estaba amueblado y así no tenían que invertir tanto en muebles. Pues al mudarse a la prisa de Estados Unidos, huyendo, no es como si de verdad hubieran tenido el tiempo para cargar mucho con ellas además de su ropa y artículos personales. Roxanne sacude la cabeza, no quiere pensar en el por qué se fueron de Estados Unidos.
Crystal se dirige a uno de los dormitorios, que como el resto del piso, está cargado de una profunda apatía. Suspiró y puso una de las maletas sobre la cama, para empezar a desempacar. Roxanne por su parte, hacía lo mismo en su dormitorio. Lo más que se escuchaba era el sonido de las cremalleras abrirse y cerrarse o alguna queja en voz alta que hacía alguna de ellas.
Ambas mujeres tardan aproximadamente tres horas en vaciar todo de las maletas y colocar su ropa y calzado en los armarios, los que han tenido que limpiar. Esa había sido una de las quejas de Crystal. Crystal era buena quejándose y refunfuñando.
Cuando Roxanne termina va al dormitorio de Crystal y se sienta en la cama viendo como esta última guarda la última prenda de ropa. Ahora solo queda una maleta. Esta es de ambas. Contiene fotos y álbumes de los viejos tiempos cuando estaban en Londres. De Hogwarts. De ellas. De la familia. De Lorcan, de Lysander. Ninguna de las dos dice nada, pero la pregunta está hecha en silencio. ¿Van a abrir ese álbum?
Finalmente luego de una conversación de miradas, suben la maleta a la cama y la abren. Es simple hecho de abrirla hace que a ambas las recorra un escalofrío. Roxanne se mueve por la cama para quedar junto a Crystal.
Lo primero que sacan es un grueso álbum de fotos. Crystal suspira, temblando ligeramente. Roxanne recuesta su cabeza en el hombro de Crystal. Pueden colocarlo en la mesita sin mirarlo, y no sufrir. Pero antes de que Roxanne pueda decir la idea en voz alta Crystal ya ha abierto el álbum. Crystal cierra los ojos fuertemente y vuelve a abrirlos. Hace cerca de cuatro años que vieron esas fotos por última vez. El día que ambas decidieron que se marchaban.
El principio del álbum no es tan malo; ambas sonríen ampliamente mientras se observan a sí mismas desde que empezaron Hogwarts, que es donde se conocieron. Ambas chicas era una bomba y juntas eran como…algo peor. Desde los inicios de Hogwarts se conocieron y aquí estaban todos esos años después.
Es cuando empiezan las fotos en grupo que empiezan a sentirse mal. Fred, Lorcan, Lysander, Crystal y Roxanne. Vaya, era duro ver aquellas fotos de todos ellos riendo, juntos. A Roxanne le llama especial atención una foto donde Crystal sonreía y al segundo siguiente besaba la mejilla de Lysander, Roxanne echaba la cabeza hacia atrás en una carcajada cuando su hermano, Fred, y el otro gemelo, Lorcan, la cargaban. Ese había sido un buen día.
—¿Lo recuerdas? Ese día casi me mato por hacerme trepar al roble para buscar una pelota de papel. —Recordó Roxanne. Crystal rió tristemente, tenía lágrimas surcando sus ojos al igual que Roxanne.
—Me gusta recordarlo así, sonriendo. — Murmura Crystal con voz débil.
A partir de ahí ya apenas logran ver las fotografías con claridad. Crystal había comenzado a soltar lágrimas y consiguiente Roxanne había comenzado a llorar igual. En el álbum seguían fotos, Lysander y Crystal besándose, haciendo muecas, los gemelos juntos, con Fred, Roxanne y Crystal, Lorcan y Roxanne. En fin, cada cual tenía más de una foto de cada uno. Eran prácticamente inseparables antes de…lo que pasó.
A partir de ahí, las fotos escasean, porque nadie estaba de humor para hacerlas. Ninguna de las dos necesita fotos para recordar aquello.
Los ataques, todo lo malo que sucedía. El secuestro. Las torturas. Lysander defendiendo a ambas. Roxanne y Crystal escuchando como Lysander era torturado sin piedad. Las noches, y días, que pasaban dándose apoyo mutuo y cuidando de Lysander quien tenía la condición más delicada. Y al final, el rescate.
En ese punto, ninguna quiere recordar. Quieren detener los recuerdos, borrarlos. No necesitan hablar para saber que ambas ven lo mismo en sus recuerdos.
Una palabra. Un grito. Un hechizo. Una luz. Unas chicas abrazándose y lo próximo que ven es el cuerpo de un rubio yaciendo en el piso, inerte. Sin movimiento. Sin vida. Los gritos desgarradores de Crystal. La mirada de aquél mortífago cuando cruzó sus ojos con Roxanne. El escapando y a los pocos minutos todos llegando, pero demasiado tarde. Fred tomando a Roxanne en brazos. El círculo a través del cuerpo de Lysander. Crystal siendo llevada a rastras de ahí. El llanto de Lorcan. No hacía falta recordar más.
Roxanne cierra el álbum de golpe y lo tira a un lado. No debieron haberlo abierto nunca, pensó mientras abrazaba a Crystal intentando calmar los sollozos. Extrañamente el dolor la tranquiliza, el vacío de su corazón la reconforta, por alguna extraña razón. Como si dejara claro que antes ahí, hubo alguien, hubo algo que llenaba ese espacio.
Roxanne abre los ojos. Está tumbada en la cama en una posición realmente incómoda, con Crystal a su lado en posición fetal. Cuando se incorpora hace una mueca y se soba el cuello. Mira a su alrededor, desorientada por unos instantes. En el momento en que sus ojos se clavan en el álbum, que se ha caído al suelo, recuerda lo ocurrido. Deben de haberse quedado dormida de tanto llorar. Mira la maleta, en la que hay aún varias cajitas. En éstas se encuentran algunos regalos de Lysander para Crystal y otros de Roxanne. Aunque, sin que Crystal lo supiera, Roxanne conservaba un collar que Lorcan le había regalado. Escondido, en lo más recóndito de uno de sus cajones, allí estaba.
Con cuidado de no mirar el contenido de ninguna, las coloca en el armario. Recoge el álbum y lo guarda en el último cajón de la mesita. Suspira y mira a su mejor amiga acomodada en la cama con tranquilidad. Ya casi es de día. Genial, piensa. Han pasado su primera noche de vuelta en su país llorando. Pero tal vez eso era bueno. Al menos habían vaciado un poco, al regresar aquí los recuerdos serían mayores y fuertes. Sacude el cabello de Crystal, se vuelve, coge una toalla y entra en el baño, dispuesta a darse una ducha.
Cuando se termina de vestir, y maquillar los moretones de su cara para que no se vean a simple vista –pero es imposible taparlos por completo dado al claro tono de piel y lo oscuro de los moretones- se dirige a la cama donde Crystal duerme plácidamente y la levanta.
—Dormilona, tienes trabajo en una hora y media. —Le dice Roxanne cuando la ve estirarse y murmurar quejas inaudibles.
Crystal era sanadora en un hospital mágico en Estados Unidos, cerca de donde vivían y ya que Victoire era sanadora acá le había conseguido un puesto de sanadora de inmediato para que comenzara a trabajar. Las ventajas de una familia grande.
Crystal refunfuña y se va a la ducha dando pasos torpes y rascando su cuero cabelludo. Roxanne le informó que iría a hacer unos encargos ya que no tenían nada en el departamento y pues, tenía mucho que hacer. Una de las primeras cosas en su lista era ir a ver su hermano que, además de Crystal, era con la única persona que había mantenido contacto. Fred había ido a visitarlas varias veces a Estados Unidos.
Cuando llegó al Caldero Chorreante decidió que debería desayunar algo antes de ir ya que su hermano no la dejaría salir de la tienda en un buen rato después de que estuviera allí. No después de lo ocurrido. Roxanne volvió a sacudir la cabeza. ¿Cuál era su insistencia en pensar en aquello?
—Un café, por favor— Roxanne le sonríe a la nueva dueña del bar, a la que recuerda de sus años en Hogwarts como una Hufflepuff de dos años por debajo de ella, Crystal, Lorcan y L… y de Lorcan.
—¡¿Roxanne?! Vaya, cuánto tiempo. —comenta la chica, sonriendo— Tú y Crystal se esfumaron¿Dónde han estado?-pregunta con curiosidad, agitando su varita para hacer el café.
—Por ahí—Responde la pelirroja, sin querer entrar en detalles. Paga su café y se sienta en una mesa en un rincón a beber tranquilamente. Se siente bien ver caras conocidas después de tantos años entre extraños. Pero no saludó a ninguno, no es como si hubiera sido muy cercana a ellos.
Sin embargo, con lo que no cuenta es con una persona rubia que la abraza por detrás, casi consiguiendo que tire el café del susto.
—¡Dominique! —Exclama con sincera alegría, y se levanta para abrazar a su prima. Dominique de vez en cuando había sido parte de su grupo y la había dejado atrás al igual que el resto de la familia.
—¡Roxie! ¡Merlín, no sabes cuánto se te ha echado de menos!-exclama Dominique, feliz. Cuando se separan, se sientan de nuevo a la mesa-. ¿Dónde han estado? Sí, sé que te fuiste con Crystal. —Murmuró con un tono acusatorio que hizo a la pelirroja reír.
— Fuimos a Estados Unidos un tiempo. —
—Cuatro años. Podrías haber escrito, ¿sabes? —le reprocha su prima, apartándose el cabello rubio de la cara. —Bueno, ambas.
—Lo siento, estuve realmente ocupada. Y…pues Crys también. —Excusó a la morena que no se encontraba presente, pero estaba segura que a ella le tocaría lo suyo.
—¿Qué has hecho exactamente? —Cuestiona, cruzando los brazos bajo sus pechos.
—Pues he estado colaborando con el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos de los Estados Unidos. Cosas aburridas. —responde Roxanne con un ademán de la mano-. Pero cuéntame tú: ¿qué tal todo por aquí?
Dominique se muerde el labio.
—Pues… Reconstruimos Hogsmade mientras ustedes huían. —comenta. Roxanne siente una punzada de culpabilidad pero Dominique no le da tiempo de decir nada—: Frank trabaja en el Departamento de Misterios del ministerio.
—¡¿Siguen juntos?! —Pregunta Roxanne, asombrada.
—Pues claro—replica Dominique, ofendida. — De hecho…—Se levanta y se pega la túnica al cuerpo, dejando notar su vientre abultado. Roxanne ahoga un grito.
—¡¿Estás embarazada? — Casi gritó.
—Sí—responde Dominique.—Es una niña.—agrega en tono confidencial. Roxanne se levanta y abraza a su prima, feliz por la buena nueva.
—¿De cuánto estás? —Cuestiona.
—De siete meses. Probablemente nazca en agosto—Responde Dominique, y ambas se sientan de nuevo.
—¿Algo más? —
—Pues…— frunce el ceño, intentando recordar. —Bueno, Albus y Alice se casaron hará cosa de cinco meses…
—¿Cómo pueden seguir juntos? —Cuestiona Roxanne— ¡Se pasan el día discutiendo! —Exclama.
Dominique se encoge de hombros. Parece que no tiene respuesta a ese enigma.
—Bueno, como te iba diciendo.—continúa, molesta por la interrupción. Dominique sigue con esa molesta costumbre de no dejar de hablar y molestarse si la interrumpen. — Ted sigue en el Puddlemere United, y Victoire sigue en San Mungo de sanadora. No se le da mal. Más cosas… ¡Ah! tienes un montón de sobrinitos. —Añade adoptando un tono confidencial.—Son realmente encantadores—agrega, sonriendo. Roxanne alza la ceja. La Dominique que recordaba no aguantaba a los críos. Debe ser el embarazo, piensa.
Tras un rato de estar hablando Dominque indica que debe ir a encontrarse con Frank Longbottom y se va. Roxanne decide, de una vez y por todas, avisarle a su hermano que ha regresado.
Cuando abre la puerta de la tienda una risa avisa su llegaba y al mirar arriba ve que Fred a instalado algo en la puerta para que suene cuando alguien entra y sale. Sonríe al reconocer tan bien el lugar. Solo han cambiado unos pocos estantes y, por primera vez desde que llego, se siente en casa. Como hay gente en la tienda Roxanne se coloca unas gafas de sol que ocultan mucho más sus moretones.
Una chica morena joven que recuerda Roxanne de Hogwarts, solo haberla visto de pasada, y talvez haberle jugado un par de bromas ya que si mal no recuerda era prefecta. Pero no tenía idea de su nombre. ¿Qué hacía ahí? ¿Dónde estaba Louis? Se supone que era él quien le ayudaba con la tienda a Fred. Pero lo más importante ¿dónde estaba Fred?
Roxanne sin ningún tipo de permiso cruzó hacia el interior de las oficinas y subió las escaleras. La chica ni se dio cuenta de que Roxanne había pasado. Debería decirle a su hermano que bajo el cuidado de esa chica, le robaban la tienda entera. Cuando entró a la oficina Fred estaba sentado en el escritorio que era de su padre con unos papeles, suponía que de cuentas.
—¿Tienes un poco de tiempo para tu hermana? — Preguntó luego de casi un minuto de tiempo parada en la tienda.
Fred levanta la cabeza y ve a Roxanne parada de pie en la puerta de su oficina. Tarda unos segundos en salir de la impresión y sale de allí, llevándose el escritorio con su pierna pero ni siquiera se quejó.
—¡Merlín, ya estás aquí! —Murmura mientras la abraza, descolocándole las gafas. Cuando la suelta le quita las gafas y observa su rostro, acariciándolo con cariño. Casi no se notan tras el maquillaje, pero Fred, que saben que están allí, los nota. —¿Cómo lo llevas? —Pregunta y Roxanne asiente. No tienes ganas de hablar de ello. Fred sonríe y besa la frente de su hermana. —Ven, quiero presentarte a alguien. —Fred la haló por el brazo escaleras abajo. — ¡Cher, amor! —Llamó Fred.
La mujer que había visto poco antes estaba allí. Así que ese era su nombre, Cher. La novia de su hermano. Roxanne sonrió.
—¿Si? Oh. —La chica se sorprende al ver a una chica pelirroja junto al moreno. —¿Ella es..?
—¡Sisi! — Fred responde emocionado. —Ella es mi hermana, Roxanne, Cher. Cher, Roxanne. —Las presenta Fred señalando a cada una mientras decía el nombre.
—La famosa Cher. —Murmura Roxanne mientras se acerca para abrazarla. —¿Sabes? Todo el mundo piensa que los únicos que se ponen celosos cuando su hermanita tiene novio son los hermanos mayores. Pero se equivocan. Es mi hermano y lo es todo para mí. Si le haces algo…tengo muchas maneras de torturar. —Dijo la pelirroja con una sonrisa que la hacía ver sádica, manía que había adquirido de su amiga Crystal, quien solía hacer eso.
—¡Roxanne! —Se quejó Fred al escucharla. Roxanne rió.
—Es broma. —Dijo ella alzando las manos en paz. —Pero medio enserio. —Añadió luego haciendo a Cher reír.
Estuvo unas horas con su hermano y su cuñada hablando y atendiendo la tienda. Roxanne le pidió a Fred dinero muggle para no tener que ir a Gringgotts, eso sería una tortura. Fred le dio suficiente dinero muggle y ella prometió devolvérselo. Roxanne apenas iba saliendo de la tienda cuando, por mirar atrás un segundo, chocó contra algo duro y calló sobre sus glúteos.
Por un momento pensó que había sido una pared, pero luego se dio cuenta que era una persona. Se quedó pasmada al ver contra quien se había tropezado. De todas las personas en el mundo mágico, ¿tenía que tropezarse con él?
—¡Roxanne! —Exclama Lindsay Scamander quien se encontraba con su hermano Lorcan y una pequeña manta con algo envuelto en sus brazos.
Esa era la idea, piensa Roxanne.
—Bueno, yo de ti tampoco. —Comentó con una sonrisa, aun sentada en el suelo. Luego de mirarla por más tiempo del necesario Lorcan le extiende una mano a la pelirroja para ayudarla a levantarse.
Por un segundo Roxanne deseó no haber tomado la mano cuando se la ofreció, pues un corrientazo subió por la misma.
— ¿Estás bien? —Pregunta Lorcan hacia Roxanne y ella da un respingo. Merlín, como había extrañado esa voz. Se recriminó por su propio pensamiento ¿cómo podía pensar algo así? Era el hermano gemelo del novio fallecido de su mejor amiga.
—Sí. —Respondió cuando encontró sus cuerdas vocales.
— ¡Oh! Ibamos a casa, Lorcan cuidará a Drake por mí en lo que hago unos encargos. ¡Ven con nosotros! —Antes de que Roxanne pudiera negarse ya Lindsay estaba caminando. No podía decir que no. Lindsay era la misma Luna.
En poco tiempo estaban en la casa que, al aparecer, era de Lindsay. No sabía si Lorcan vivía allí pero lo dudaba y no iba a preguntar.
-¿Cuánto hace que has vuelto?-Pregunta la rubia, meciendo a su hijo.
-Volvimos ayer.-responde Roxanne. —Crystal regresó tambié. No he sabido casi nada de nadie en todo este tiempo. —Murmuró, mirando de reojo a Lorcan quien tenía sus manos en sus bolsillos. Por un momento no sabe si debió haber mencionado a Crystal.
—Oh, es genial que estén de vuelta. Quisiera ver a Crystal. —Murmuró Lindsay. — ¿Le dirías que quiero verla?
—¡Claro! —Respondió. —De hecho, está trabajando en San Mungo ahora. —Murmuró Roxanne.
Luego de unos minutos Lindsay se retiró de la casa no sin antes haberle dejado claro todas las cosas del bebé a Lorcan. Merlín, Lorcan seguía igual. Sus ojos azules, su cabello rubio. Todo. Ahora, Roxanne estaba a solas con Lorcan.
Antes de que pasara todo lo que pasó Crystal y eran pareja. Lorcan y Roxanne no eran nada, oficialmente. Roxanne y Lorcan se gustaban, todos lo sabían pero nadie decía nada. La única siempre era Crystal que le repetía a su mejor amiga que dejara de hacer de tonta y estuvieran juntos.
Ella y Lorcan habían compartido momentos. Bonitos momentos. Habían compartido besos, pero eso nadie lo sabía. Estaban, por llamarle de alguna forma, en una relación secreta. Relación que había acabado en el momento en el que Roxanne decidió irse con Crystal a Estados Unidos.
Luego de la muerte de Lysander a Crystal le pesaba ver la cara de Lorcan y luego el día después del entierro, de la nada, dijo que se iba a Estados Unidos. Roxanne, en el estado en que se encontraba su mejor amiga tomó la inmediata decisión de ir se con ella. Sin pensarlo, solo lo hizo. En realidad si lo pensó. Había ido a despedirse de Lorcan y él no había estado. Ella había roto su corazón y de paso, el del mejor hombre del mundo.
— Roxanne. —La llamó el rubio haciendo que Roxanne se estremeciera. Su nombre en la voz de Lorcan le causaba escalofríos. Merlín ¿ahora qué?
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