Disclaimer: Ni el universo de Sherlock ni Star Trek me pertenecen, son ambos propiedad de sus respectivos creadores, Gene Rodenberry y Sir Arthur Conan Doyle y sus ahora, respectivos dueños.
Capítulo 1: solo sácalo
Alzó la manga de su camisa, cerró y abrió varias veces su puño izquierdo para visualizar mejor sus venas, satisfecho presionó el hypospray contra su piel y lo accionó.
La familiar sensación de la metamorfina entrando a presión por los poros de su piel nunca fue tan bienvenida.
Dando un suspiro Sherlock cayó sobre su cama, feliz de encontrarse de nuevo en su paraíso personal.
Un lugar donde dejaba caer todas sus barreras, donde su extraordinario cerebro quedaba apagado por fin y podía dedicarse a descansar y perderse en la mágica utopía de su imaginación alterada.
Solo que esta vez, las situaciones mostradas no eran perfectas ni las más deseadas, dado que volvía a la metamorfina huyendo de ellas.
Ahí estaba él, de pie junto a su padre, mientras este daba su consentimiento al almirante Marcus.
Su propia madre, manteniendo lejos a los doctores mientras su padre y el almirante insertaban en el reemplazador de fluidos sueros de diversos colores.
Y finalmente se vio a si mismo.
Un bebe recién nacido, pequeño, vulnerable, tembloroso a pesar de estar en una incubadora con la temperatura regulada.
El poco cabello que cubría su cabeza era negro y ondulado, sus manos pequeñas y frágiles, Sherlock, con la inmaterialidad selectiva que algunas veces se tiene en los sueños, tomó una de las manos del pequeño, a pesar de haber atravesado el cristal de la incubadora.
Cuando aquellos sueros llegaron a sus venas, el bebé despertó, revelando unos ojos algo más oscuros que los del detective, pero igual de fascinantes.
Y como ocurre solo en las pesadillas Sherlock pasó a ser un simple fantasma, a ser el mero espectador de ese horror injustificado.
Su yo más joven se agitaba convulso, sumido en el dolor que solo produce el cambio en las células, el cambio físico y genético acelerados por ese inhumano catalizador.
Quiso gritarles que se detuvieran.
Que le dolía.
Que una parte de el deseaba ser normal y no compartir nada con ese asesino, si siquiera una ínfima secuencia de ADN, así tuviera que renunciar a su trabajo de detective consultor, a sus habilidades únicas de deducción y observación.
Su madre y su padre observaban la escena protegidos por el escudo humano de la frialdad.
Marcus paseaba de acá para allá, revisando su tablet y comparándola con los datos que arrojaban los monitores.
Todos ajenos al atormentado espectador.
Con un grito Marcus arrojó su tablet y formateó el registro de los monitores, para luego salir iracundo por las puertas.
-¡es un fracaso!-gritó por el pasillo.
-pero vivirá.-contestó su padre viendo como un poco de color llegaba a las mejillas del bebe.-la familia tendrá otro heredero que ponga en alto el apellido Holmes.
Sherlock lanzó un alarido y se arrojó sobre su padre, mas sin embargo su puño solo lo atravesó.
¿Entonces por qué dolía como si hubiera echo blanco?
Se agitó, consciente de que pronto regresaría a la realidad, nunca la había ansiado tanto.
El bebe abrió los ojos, revelando el color actual que lucía el detective en los suyos.
Dando un grito Sherlock se forzó a abrir los ojos, los reales, pero no podía.
Solo fue conciente de una presencia a su lado y de unos brazos que le mantenían sujeto.
-Sherlock maldito Holmes.-gruñía la voz, dueña de esos brazos, sonando afectada a su diestra.-cálmate.-ordenó.
Pero Sherlock seguía agitado, necesitaba escapar de esa pesadilla, y solo lo lograría si abría los ojos, si lograba soltarse de esos brazos.
Porque solo querían regresarlo a esos oscuros recuerdos ¿no?
Siguió luchando contra los brazos hasta que uno de ellos lo abandonó. Casi enseguida escuchó un siseo y sintió una ligera molestia en el cuello.
Y regresó la tan ansiada lucidez.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue a John, algo borroso pero poco a poco la imagen se fue aclarando.
Ceño fruncido, esta molesto y preocupado, ojeras, no ha dormido, barba y camisa de dos días, y la inconfundible marca de un puñetazo, ¡oh! Así que ahí había echo blanco. Me dará un sermón a juzgar por los labios apretados.
Trató de incorporarse pero John lo tenía bien sujeto contra su cuerpo.
-al fin, no sabes que susto me diste, ¡dos días Sherlock Holmes!
-minucias...-pronunció con debilidad.
-minu...¡Dos dias!
-ya lo dijiste.-dijo el detective con hastío.
-estuviste perdido en la absurda fantasía de la droga durante dos días, ¿tienes idea de lo preocupado que estaba?
-es tu trabajo, eres doctor, debes preocuparte.-contestó Sherlock molesto, no era ninguna fantasía la de la droga, al menos no lo que había vivido recientemente.
-Sherlock dime qué esta pasando.-exigió John soltándolo por fin.
-nada relevante, solo me aburro.-respondió el detective sentándose.
-antes te aburrías y te dedicabas a explotar el laboratorio, a alterar el replicador, a dar vueltas en la silla de capitán, ¡habías dejado las drogas!
-hay que variar un poco, un cerebro como el mío se consume si no hay nada nuevo o diferente.-contestó bajándose de la cama y poniéndose de pie.
-lo único nuevo es la revelación de Khan.-presionó John.- ¿es eso?
-no se de que hablas.-espetó el detective yendo hacia la puerta.
-sabes que puedes hablar conmigo ¿no?-se ofreció John sin seguirlo.
-no te necesito.-y con esto el detective salió de la enfermería.
John se dejó caer en una silla cercana.
Todo estaba resultando ser tan complicado.
Sherlock se dirigió a su habitación, sacó un phaser y se dedicó a decorar la pared dibujando una carita sonriente con el potente láser.
No estaba precisamente feliz.
Tocó el violín, sacando desgarradoras notas del instrumento, caminó por sobre los muebles de su habitación, volvió a remarcar la carita feliz, tocó de nuevo y así durante lo que se consideraría la "noche" en la nave.
No quería cerrar los ojos de nuevo.
No quería volver a ver el pasado, volver a enfrentar toda esa locura.
Y se mantuvo a "dieta de sueño" durante una semana. Temeroso del momento cuando su cuerpo le traicionase y finalmente cayera dormido.
Porque cuando daba ligeras cabezadas, la imagen de esos asquerosos sueros entrando en su cuerpo invadía sus pupilas.
John y la señora Hudson observaban cada uno de sus movimientos, esperando que en uno de los tumbos que daba al caminar el detective diese contra el suelo.
Pero no ocurrió así.
Ocurrió en su camarote, al salir del baño, vestido con su raído pijama favorito, dispuesto a no dejar dormir a nadie en la nave.
Tropezó con uno de las tantas tablets que dejaba regadas por el suelo y cayó.
Y su cuerpo lo traicionó, le negó la energía necesaria para ponerse en pie.
Cerró los ojos derrotado.
Cuando los gritos empezaron, John salió corriendo de su camarote, la señora Hudson le esperaba solícita en la puerta de la habitación de Sherlock.
-entraré yo, vaya a descansar.-aconsejó Watson a la buena señora.
Cuando John entró consiguió a Sherlock tirado en el suelo, convertido en una especie de masa gimiente vestida con bata azul.
-Sherlock por dios santo...-exclamó el docto arrodillándose a su lado.- ¿qué sucede?
No obtuvo respuesta, así que John dio vuelta al detective para verle el rostro, parecía inmerso en una pesadilla, a juzgar por la fuerza con la que cerraba los ojos y como estos oscilaban bajo los parpados..
Terror, absoluto terror y trazas de algo más, ¿odio? ¿Dolor? Inundaban sus facciones.
-Sherlock, Sherlock estoy aquí, nada de lo que estas viviendo es real.-susurró John en el oído del detective, completamente roto por su estado, odiaba verle tan mal.
Oh, pero para Sherlock todo era muy real, ahora era el bebe, ahora sentía el pavor en carne propia, el ardor de aquellas asquerosas sustancias.
El solo deseaba morir.
Una esencia familiar llegó a su nariz.
John.
Estaba a salvo.
Despertó alterado, removiéndose y luchando con los brazos de John. Sin embargo estaba tan débil que se dejó arrastrar por este hasta la cama.
-descansa amigo.-le pidió John mientras le arropaba.
-quédate.-ordenó Sherlock, comprendiendo porque su pesadilla había acabado con la llegada de John.
-¿qué?
-quédate, no tendré pesadillas si estas cerca.-explicó el detective.
-bien.-accedió John quitándose las botas y mirando alrededor del cuarto en busca de un sillón donde dormir.
-¿cómo tengo que decírtelo? Duerme conmigo, en mi cama.-gruñó el detective entre dientes.
Bien, no era momento para su usual comentario de "no soy gay" después de todo lo hacía por ayudar a un amigo ¿no? y estaba perfectamente seguro que este era asexual y que el era un hetero declarado. Pensó John mientras abría las sábanas y acomodaba su cuerpo cerca del de Sherlock.
Este lo abrazó y enterró su rostro en el hueco entre el cuello y el hombro de John, cayendo dormido en segundos.
Esa noche no tuvo pesadillas.
N/A: no pude parar solo en un oneshot XD así que empecé este fic para sacar las ideas de mi mente y brindarles más detalles y explicaciones sobre "revelaciones inesperadas" a los lectores
Este fic esta dedicado a todos los que leyeron, dieron fav y dejaron reviews en la precuela de este fic
