El Potterverso pertenece a Rowling. Ignatius Prewett y Lucretia Black, también. Yo los tomo prestados para jugar con ellos.


Fuego azul

o-o-o

I

De un tiempo a esta parte, Ignatius ha añadido a su lista de aficiones –entre las que se encuentran diseñar tácticas de quidditch, interesarse por asuntos muggles y echar comida al calamar gigante– el observar a Lucretia Black.

No lo hace sólo porque Lucretia sea agradable de mirar, como le dijo sin una pizca de vergüenza la primera vez que hablaron, en la fiesta que se celebró en casa del padre de la Slytherin. Que también. Ignatius empieza a sospechar que los Black son una de esas familias que han dado con el secreto para transmitir el gen de la belleza a sus descendientes; y Lucretia, con su rostro algo pecoso, sus enormes y decididos ojos azules y su largo cabello negro, es un claro ejemplo del buen hacer de la genética.

Pero observarla no es sólo un placer para la vista. Ignatius siempre tiene una sonrisa burlona preparada cuando Lucretia se percata de su mirada y se gira, incómoda. Y el desdén, ardiendo y mezclándose con las ganas de fulminarlo, hace que el brillo de sus ojos sea adorable.

Claro que ella no le ha dicho nada. Siempre le dirige una mirada indignada y se aleja con sus amigas, pero no se acerca a Ignatius para que no la vean estar a tan poca distancia de un Gryffindor –o eso supone él– y mantener su dignidad. El caso es que el juego de miradas es divertido, por descontado, pero tras dos semanas así Ignatius empieza a echar de menos las palabras no intercambiadas. No es que Lucretia le guste, al menos no demasiado, y además es pequeña: apenas tiene catorce años, y él está en sexto y cumplió diecisiete primaveras en diciembre; pero lo que no se puede negar es que es guapa y tiene carácter y seguro que pueden estar bien durante un tiempo.

Si Lucretia se digna a dejar de fulminarlo con la mirada y mover ficha, claro.

—¿Se puede saber por qué no lo dejas de una vez?

Hablando de la Reina de Roma…

Ignatius estaba tan metido en su mundo que no se ha percatado de que Lucretia Black se acercaba a él. Sus amigas están a unos metros de ellos, y el joven escucha algunas risitas que hacen que se irrite un poco. Chicas. No hay quien las entienda.

—¿Dejar qué?—replica sin embargo, sonriendo con burla a los ojos azules que lo miran enfadados.

Lucretia suelta un gruñido nada propio de una dama.

—No te hagas el listillo conmigo, Prewett. Pensaba que intentar matarte con la mirada haría que lo pillases, pero se ve que eres cortito. Deja de mirarme.

—Oh, ¿te molesta?—Ignatius abre mucho sus ojos grises, fingiendo sorpresa. No lo consigue, aunque tampoco lo pretendía—. Nunca se me habría pasado por la cabeza, igual debería ser más observador—reflexiona, rascándose el cabello rubio.

—Por Merlín, eres el ser más pesado con que jamás me he encontrado—bufa Lucretia—. ¿Se puede saber para qué haces todo esto?

Una idea repentina ilumina la mente de Ignatius como un relámpago.

—Para que vengas conmigo a Hogsmeade.

Lucretia arquea las cejas, e Ignatius se obliga a que la aprensión no se refleje en nada de su postura.

—¡Eh, Lucretia!

Ignatius jamás ha hablado con la pelirroja que se acerca a ellos mirando a su amiga, pero le cae mal por su inoportunidad. Ella le dirige una mirada curiosa antes de centrarse en su amiga.

—¿Qué?

La pelirroja sonríe.

—Cassius Avery me ha dicho que te dé esto—le pasa un pergamino cuidadosamente doblado.

Lucretia lo desdobla y lee rápidamente lo que pone. Su rostro se ilumina a medida que avanza, al mismo ritmo que Ignatius siente un deseo cada vez más grande de darse media vuelta y alejarse de ahí.

—Guau—murmura Lucretia, sonriendo de oreja a oreja, cuando termina de leer—. Dile…—mira a Ignatius, que se sabe con las orejas coloradas como su hermano cuando se enfada y se siente ridículo—. Dile que sí. Bueno, no, yo se lo digo—se muerde el labio, y el joven comprende que, pese a sus esfuerzos, algo en su expresión ha traicionado sus sentimientos. Lucretia se encoge de hombros como para disculparse—. Me parece que no, Prewett, no acepto. Cassius me cae mejor que tú.

Lucretia se da media vuelta y se aleja con su amiga, dejando a Ignatius a solas con sus celos y un profundo odio hacia Cassius Avery.


Notas de la autora: Sé que Ignatius y Lucretia no son la pareja más popular del fandom, precisamente. De hecho, el pobre Ignatius ni siquiera aparece en la lista de personajes. Pero un reto del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black me hizo imaginar una historia para ellos -Segunda Guerra Mundial incluida-, historia que no cabía en el fic que presenté. Y tenía que escribirla.

Aclaro que esto no es un longfic como tal, pero tampoco viñetas sueltas. Es un extraño término medio.

Sé que no son Ron y Hermione y no tiran tanto, pero ¿me dejáis un review?