Bueno, aquí os traigo el primer capítulo de la historia. Espero que os guste u que me dejéis muchos comentarios

El primer viaje en el Expreso de Hogwarts

Una gran limusina negra surcaba los cielos a gran velocidad. El reluciente negro destacaba como una pequeña estrella entre la asombrosa claridad del día, y a pesar de eso, ningún muggle sería capaz de percibir siquiera el ruido del motor gracias a los potentes hechizos de invisibilidad. Al fin, aterrizó en un pequeño callejón, haciendo que se desactivaran los conjuros y empezara a funcionar como cualquier otro coche de Londres a esa hora.

Faltando 10 minutos para las 11, aparcó en la entrada de le estación de King Cross, cuyo enorme reloj avisaba día tras día a muggles y magos de lo apunto que estaban de perder el tren.

Un enorme chófer, todo vestido de negro y cuyas amplias espaldas parecían querer desgarrar la tela en dos en cualquier momento, bajó del coche. A pesar de llevar unas enormes gafas de sol negras, se podía ver la línea de una cicatriz que iba de la mejilla a su boca, destacando sobre la piel más bien oscura del hombre. Con movimientos automáticos, más de un robot que de una persona, abrió la puerta trasera, ofreciendo su mano grande y curtida a la pequeña ocupante.

Una manita cubierta por unos finos guantes de encaje nacarado, aceptó la ayuda, bajando con gracia y elegancia del coche a pesar de no tener más de 11 años. Todos los muggles la miraban con atención, pues destacaba como un punto de luz en medio de la sombría y oscura ciudad. Su belleza arrebatadora, junto con su mirada felina y el aire inocente que la rodeaba, la hacía parecer casi irreal, etérea. Gran parte de su belleza se la debía a su sangre veela, herencia materna, además que el que no fuera inglesa le daba un mayor atractivo. Su piel parecía suave como la seda y delicada como el terciopelo, de un color melocotón muy suave y pálido, sin ningún tipo de imperfección. Su rostro era angelical, con rasgos cincelados con suavidad y feminidad, de pómulos altos y suaves, barbilla fina, nariz recta y delicada, cejas finas de un rubio oscuro levemente arqueadas y frente alta, coronado con unos grandes y almendrados ojos de un azul grisáceo metalizado, como si fuera mercurio líquido; cubiertos por millones de largas pestañas y unos labios carnosos de un rosa nacarado. Su pelo caía a ambos lados de su cara con la raya en el centro perfectamente trazada, largo y liso hasta casi la cintura, rubio oscuro.

Era alta para su edad y su cuerpo tenía una apariencia frágil y delicada, de hombros suaves, cuello de cisne, pechos pequeños poco notables, cintura estrechísima, caderas finas y piernas largas y torneadas. Iba cubierta con un vestido de encaje coral, de gasa, que caía hasta un palmo por encima de las rodillas, con escote redondo, tirantes gruesos y ajustado a la cintura. Sus brazos estaban cubiertos por una fina chaqueta gris perla con incrustaciones de pequeños cristales en los hombros y de botones dorados, a juego con un bonito gorro de lana gris y unos zapatos Oxford.

Se quedó de pie en la acera, dejando que la brisa balanceara suavemente sus cabellos y diera un tono rosado a sus mejillas, mientras el chófer sacaba del coche un enorme baúl marrón, con una placa dorada que rezaba "B.P" y una jaula dorada con una hermosa lechuza blanca de alas moteadas en negro y enormes ojos ambarinos que lo miraban todo curiosos.

La acompañó al interior de la estación, colocando sus cosas encima de un carrito.

¿Necesita algo más, Señorita?- preguntó respetuosamente el hombre, con una voz ronca u dura.

Ella como respuesta movió la cabeza negativamente y se giró, colocando sus manos en el mango y tirando del carrito hasta quedar quieta delante de una pared, justo entre los Andenes 9 y 10. Miró por última vez el billete dorado que llevaba entre las manos, guardándolo en la chaqueta, y con un poco de impulso salió disparada hacia la pared.

"PUM"

Un gran golpe resonó en la estación, pero los muggles parecían indiferentes a todo lo que pasaba, incluso a que hubiera dos niños tirados en el suelo.

¡Abraxas Malfoy!- gritó una chica que debía tener la misma edad que la primera, corriendo con otro carrito hacia ellos. Era hermosísima como un ángel, de apariencia sumamente frágil, como si pudiera romperse en cualquier momento. Era bajita pero esbelta y delgada. Su piel era muy pálida y parecía tan suave como el terciopelo. Sus rasgos eran aristocráticos, como de una princesa de cuento, con los pómulos altos y muy suaves, nariz recta levemente respingona, barbilla suave e infantil, ojos grandes y almendrados de color dorado con la raya del iris muy gruesa y negra y rodeados de cientos de largas pestañas negras, cejas delgadas y doradas, labios finos de color durazno, y unas graciosas pecas cubriendo sus mejillas rosadas y la nariz. Su pelo era de un rubio dorado, con mechones platinados intercalados, y caía ondulado sobre los hombros, un poco despeinado por la carrera, con un flequillo recto sobre su frente. Su cuerpo era menudo, con pechos casi inexistentes, cintura de avispa, caderas pequeñas y largas piernas esbeltas. Su vestido era de color tabaco, con un marrón apagado, con cuello de barco y manga corta, ajustado a la cintura con un fino cinturón dorado, cayendo un palmo por encima de las rodillas. A juego llevaba unas manoletinas marrones.- ¿Qué te ha estado repitiendo mamá tantas veces? Antes de cruzar tienes que mirar.- regañó al niño suavemente.

Abraxas Malfoy era idéntico a su hermana, a excepción de los ojos que eran de un azul verdoso con pequeñas motitas perla, de su pelo que aunque también llevaba flequillo lo tenía ladeado y era más corto, las pecas que él no tenía y que era más alto y robusto, con porte elegante. Vestía unos jeans con el bajo vuelto azules, una camiseta gris, una sudadera a rayas blancas y negras de cremallera y capucha y unas Converse negras nuevas.

Lo siento muchísimo- dijo la rubia más pequeña mientras le ofrecía su mano a la que estaba en el suelo- mi hermano es un idiota- siguió en tono confidente, como si su hermano no pudiera escuchar todo lo que decía.- Soy Evangeline Anne Malfoy y ese es mi hermano gemelo Abraxas. ¿Cómo te llamas?- preguntó con voz cantarina.

Blake Diane Prince- habló por primera vez. Su voz era cálida y fría a la vez, como si no supiera muy bien lo que quería expresar con ella. Era dulce y pausada.

No es por interrumpir hermanita, pero si no cruzamos ya, perderemos el tren.

Los tres niños, esta vez sí de uno en uno, pasaron al otro lado de la pared, apareciendo en el famoso Andén 9 y ¾. Se quedaron con la boca abierta al ver una locomotora de vapor, de color escarlata, silbando para meter prisa a los alumnos despistados que no habían entrado todavía. Justo en ese momento, apareció un rótulo en el que se leía "Expreso de Hogwarts, 11h". Subieron rápidamente, teniendo que pedir ayuda a un par de padres para meter dentro los baúles.

¿Vienes con nosotros a encontrar algún compartimento libre?- preguntó Evangeline, ofreciéndole su mano.

Claro- contestó Blake con una enorme sonrisa. Pronto esta desapareció de su cara al ver que sólo les quedaba por mirar un compartimento del último vagón y hasta entonces no habían visto ninguno vacío. Al abrirlo, tan solo encontraron a un chico de su edad leyendo un enorme libro. Tanto Blake como Evangeline se sonrojaron al verle. Era dolorosamente bello. Aunque estaba sentado, se notaba que era alto y aunque no era tan robusto como Abraxas, tampoco se quedaba muy atrás. Su tez era muy pálida, tanto como la de los gemelos. Sus facciones parecían esculpidas por ángeles, con rasgos aristocráticos y a pesar de su corta edad muy varoniles, con los pómulos altos, la mandíbula todavía un poco redondeada por la edad, nariz recta cubierta por pequeñas pecas, grandes ojos almendrados de color negro, brillantes cuando se volvió a mirarlos con curiosidad, pero oscuros y atragantes como los de una serpiente, y cubiertos por cientos de magníficas pestañas negras. Sus cejas eran finas y negras a pesar de que casi no se veían por el flequillo que caía sobre su frente con gracia, completamente liso y negro como el carbón, y llevaba el pelo corto. Sus labios atraían como un imán, de un rojo pálido, carnosos. Pero lo que más les llamó la atención fue el aro de plata que llevaba en el lóbulo. Ninguna de las dos había visto nunca a un chico llevando algo así.

Sus ropas, al contrario que las de los otros tres parecían gastadas, pero las había elegido tan bien que eso se podía pasar por alto. Llevaba unos pitillos negros algo desgastados, unas converse negras usadas y un jersey en tono crema. Los miró fijamente a los tres, como si estuviera analizándoles, deteniéndose sobre todo en Blake con curiosidad.

Podemos… ¿sentarnos?- preguntó Blake, pues la siempre habladora Evangeline parecía haberse cohibido ante la presencia del chico.

Haced lo que queráis.- se miraron entre sí ante su respuesta. Su voz era preciosa, sensual, y arrastraba a querer estar cientos de horas escuchándole. Al final subieron sus cosas a la parte de arriba y después se sentaron, quedando Abraxas al lado del chico, y Evangeline y Blake enfrente.

Soy Abraxas Wolfram Malfoy- dijo tendiéndole la mano. El desconocido le miró la mano, sin saber muy bien que pretendía hacer o si tendría algún truco para reírse de él. No era tan tonto como para no notar que había una diferencia de clases considerable.- Estréchala, hombre. Sólo me estoy presentando. No te voy a gastar una broma si es lo que esperas.- siguió aún con la mano tendida. El chico se sonrojó levemente, desviando la cabeza para que nadie más en ese compartimento lo notara y después de meditarlo durante otro minuto más, estrechó la mano del joven Malfoy.

Tom Marvolo Riddle.- dijo al fin estrechando su mano.

¿Riddle? No me suena. ¿No serás un sangre sucia no?- preguntó Abraxas entrecerrando los ojos.

¡Abraxas no seas desconsiderado!- le reprochó su hermano. Tom parecía perdido por la pregunta de Abraxas.

No.- dijo y desvió la mirada hacia la ventana.

Menos mal- contestó el otro de nuevo en tono jovial.- Esta es mi hermana Evangeline y ella es Blake.

El viaje iba pasando rápidamente entre charlas y risas, y consiguieron que el tan cerrado en sí mismo de Tom Riddle participara con ellos. A las 3 horas, los hermanos salieron del compartimento para ver a unos amigos suyos, dejando a Tom y Blake solos.

Blake se colocó a su lado y tomó su mano.

¿No sabes lo que significa sangre sucia verdad?- preguntó comprensiva. Tom solo se dedicó a mirarla intensamente a los ojos. Ella, para su sorpresa, no bajó en ningún momento la vista.- Te lo explicaré. Verás, hay cuatro clases de magos: por una parte están los Sangre Limpia, que son magos descendientes de una larga cadena de magos, sin que sus líneas familiares se hayan visto ensuciadas por muggles, aunque eso es mentira porque lo que hacen es esconderlos o tacharlos de sus árboles familiares. Además en su mayoría están relacionadas entre sí. Por otra parte están los Sangre Mestiza, que son magos que no nacieron de muggles, pero que tienen ancestros muggles, es decir, tienen familiares magos pero su ascendencia no es totalmente pura. También se consideran como Sangre mestiza los productos de uniones entre magos humanos y seres inteligentes o criaturas mágicas. Después tenemos a los Sangre Sucia que son magos que nacen de ambos padres muggles pero ellos no lo son. Estos magos son considerados como inferiores debido a su ascendencia. Generalmente, el término sangre sucia es considerado como una ofensa. Aunque al parecer es posible que hayan tenido un ancestro mago. Y por último están los Squibs que, a diferencia de los Sangre Sucia, nacen de familia maga pero que no poseen poderes mágicos.

Tom no respondió, pero asintió levemente con la cabeza. Después sacó el libro que había estado leyendo, "Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección" de Quentin Trimble.

Ese es el libro de Defensa Contra las Artes Oscuras de este año ¿verdad? – preguntó Blake sacándolo. - ¿Ya has leído algo? A mí me ha parecido muy interesante lo de los Trolls. Si lees "Hogwarts, una Historia", dice que en las mazmorras del castillo hay Trolls- dijo Blake emocionada.

Tom la escuchaba atento, sin perderse detalle de nada de lo que decía, hasta que oyeron pasos que venían del pasillo.

Por cierto, Tom, ¿tus padres son magos entonces?- Riddle pareció incomodarse por la pregunta.

Mi padre sí- dijo mirando de nuevo a la ventana. –Mi madre no sé. Padre nunca habla de ella.- La palabra padre pareció quedarse atascada en la boca de Tom, como si le costara pronunciarla.

Está bien, haremos una cosa- empezó Blake despacio.- Si alguien te pregunta, tus padres son ambos magos, pero de clase media por lo que tu apellido no es de renombre. Con que digas eso, estarás a salvo de las burlas y te ganarás el aprecio de un mayor número de gente.

Tom no había estado más sorprendido en su vida. Nadie había sido bueno con él nunca, ni mucho menos le había ayudado en algo. Sin embargo esa chica parecía hacerlo y sin que él se lo hubiera pedido.

Unos suaves golpes resonaron en el compartimento, y apenas unos segundos más tarde, una mujer algo regordeta entró, tirando con ella de un carrito lleno de dulces. Era como estar delante de la "Fábrica de Chocolate de Willy Wonka".

Blake vio como los ojos de Tom lo miraban todo como platos.

¿Queréis algo niños?- preguntó amablemente la mujer.

Tom desvió la mirada apenado, mientras a Blake le brillaban los ojos de emoción.

Pónganos todo el carrito- dijo sin dudarlo sacando un pequeño monedero de piel negro. Tom giró la cabeza tan rápido que se hizo daño al oírla. Unos minutos más tarde se quedaron solos, con una montaña de dulces apilada en los asientos.- Coge lo que quieras, no puedo comerme esto yo sola como comprenderás.

Tom se quedó mirando la montaña de dulces embelesado, sin moverse.

¿ Por qué no coges nada? Me vas a hacer sentir gorda. –Tom la miró incrédulo, repasándola de arriba abajo con sus inescrutables ojos negros.

Es que no sé que coger- confesó al final el chico.

Prueba las ranas de chocolate. Está buenísimas.- dijo cogiendo dos ranas de chocolate del montón.- Pero ten cuidado, si no te las comes rápido, saltan.- Tom abrió con curiosidad la cajita dorada, y entre sus dedos cogió la rana, que no paraba de moverse. Tom miró a Blake, inseguro. – Es sólo un hechizo, es puro chocolate, lo juro.

Tom se la comió, y quedó maravillado por el sabor tan dulce y refrescante del chocolate. Iba a tirar la cajita dorada cuando vio algo dentro.

¡Son cromos!- exclamó Tom con sorpresa.- ¡Me ha tocado Albus Dumbledore!- dijo tocándolo maravillado.

Yo lo tengo repetido 5 veces- soltó Blake. Iba a darle un nuevo mordisco a su rana de chocolate, cuando la voz de Tom la sorprendió de nuevo.

¡Ha desaparecido!- dijo mostrándole el hueco donde antes estaba el medio cuerpo de Albus Dumbledore.

Pues claro, ¿qué te esperabas? Seguro que tiene muchas cosas mejores que hacer que estar metido en una cajita.- dijo Blake con una sonrisa.

En eso estaban cuando volvieron los gemelos Malfoy, aunque esta vez traían a dos más con ellos. Eran un chico y una chica.

La chica era hermosísima, con un atractivo inigualable, que Blake sabía que sólo poseían los Black. Los Black eran conocidos por ser los mayores Don Juanes de todos los tiempos. Con un chasquido de sus dedos, tenían detrás a una tropa de chicos y chicas esperado tan solo por un roce o un halago.

Era fría y distante, aunque Blake supuso que lo que pasaba es que era muy tímida, y eso le creaba un aire de superioridad. Era más alta que Evangeline, pero menos que Blake, y su tez era tan pálida como la de los Malfoy's y con la misma apariencia aterciopelada. Su cara era perfecta, ovalada, con las facciones finísimas con los pómulos altos, barbilla suave, mejillas arreboladas que le daban un aire mágico a sus grandes y almendrados ojos tan negros como los de Tom rematados por un sin fin de larguísimas pestañas negras; nariz levemente respingona, unos labios con forma de corazón finos y rojizos y unas cejas finísimas y oscuras levemente arqueadas. Tenía un cuello esbelto que destacaba por los hermosos caireles que caían del recogido que llevaba. Su cabello era de color castaño, y parecía sumamente sedoso. Su cuerpo era muy fino y la elegancia sobresalía de cada uno de sus poros. Todavía no le había empezado a crecer el pecho, pero tenía cintura de avispa y caderas armoniosas a juego con un buen trasero para su edad y unas piernas largas y torneadas. Llevaba una falda a la cintura con estampados de color marrón con doble capa la de debajo de encaje y que llegaba poco menos de un palmo por encima de las rodillas combinada con una camisa vaquera remangada a la altura del codo y unos Oxford del color de la falda.

El chico era todo lo contrario a la chica. Era muy alto y su cuerpo estaba bien formado. Su piel era idéntica a la de la chica, y los rasgos eran muy similares, aunque los suyos eran más duros y muy varoniles. Sus ojos eran grandes y almendrados de un impactante azul cielo con un leve toque grisáceo, enmarcados por unas largas y negras pestañas que ya envidiarían muchas chicas y unas cejas finas y cuidadas; y su cabello era negro con reflejos azules con un corte muy similar al de Tom solo que un poco más largo. Llevaba unos vaqueros bajos con una cazadora militar color verde con muchos bolsillos y capucha y unas Converse grises a cuadros.

Tom, Blake; estos son nuestros mejores amigos, los primos Black. Ella es Afrodite y él Orión.- les presentó Evangeline.

Encantada preciosa- saludó Orión a Blake bajo la atenta mirada de Tom, besando con delicadeza y una lentitud pasmosa el dorso de la mano de la última. Afrodite solo hizo un pequeño gesto con la cabeza.

¡Queda menos de una hora para llegar a Hogwarts!- anunció un prefecto recorriendo los pasillos de todo el tren.- Deberíais poneros los uniformes- nos dijo con tono molesto al vernos sin ellos.

Los Black volvieron a su compartimento a cambiarse y los demás se turnaron primero chicos y después chicas. El uniforme de los chicos eran unos pantalones de vestir negros, un cinturón del mismo color de cuero, unos mocasines, una camisa blanca, una corbata del mismo color y una sencilla chaqueta negra. El de las chicas eran unas medias finas negras, unas bailarinas y una falda tableada del mismo color unos centímetros por encima de las rodillas, una camisa y una corbata blancas y una chaqueta negra. En menos de media hora estábamos todos cambiados y mirando por la ventana para poder contemplar el castillo. Unos minutos más tarde el tren se detuvo en la estación de un pequeño pueblecito solo mágico: Hogsmade. Era un pueblo muy bonito, cuyas casas parecían sacadas de cuentos de hadas, ya fuera por sus colores, su forma… Bajamos rápidamente mientras nuestro equipaje era recogido por elfos domésticos. Un hombre al que no se le distinguía muy bien la cara por culpa de la falta de luz indicó que le siguieran y así lo hicieron hasta estar ante un lago.

Subíos a los botes de 5 en 5, por favor.- El grupo de 6 se miró, indeciso. Sabían que uno de ellos tendría que ir en un bote con 4 personas desconocidas, pero ante la mirada de Tom, Blake prefirió ser ella.

Tranquilos, yo me buscaré otro bote.- le dijo con una pequeña sonrisa. Se subió en una barca hasta entonces vacía. En seguida otras tres personas, dos chicos y una chica, se subieron. Los dos chicos eran sumamente guapos, tanto que quitaban la respiración. El primero era alto y de aspecto ágil, con los rasgos marcados aunque en su mayoría todavía infantiles, con porte aristocrático: pómulos altos, nariz un poco respingona, ojos grandes y almendrados de color chocolate remarcados por largas pestañas oscuras, cejas oscuras finamente arqueadas y frente amplia cubierta levemente por unos cuantos mechones de cabello castaño claro casi rubio, que llevaba más bien largos y con un toque despeinado pero elegante. Su piel ere melocotón, de tacto suave. El segundo era alto también, más fuerte que el anterior, cosa que dejaba clara el uniforme. Sus rasgos eran marcados y muy varoniles, de aspecto de pertenecer a la nobleza, sumamente atractivos, con pómulos altos, nariz recta, barbilla marcada y elegante, ojos grandes y almendrados de color azabache con una profundidad que quitaba la respiración remarcados por cientos de pestañas, unas cejas negras perfectas y finamente arqueadas y un precioso cabello negro corto con flequillo sobre la frente, que contrastaba con su piel pálida y sedosa.

La chica también era alta y se notaba en sus atractivísimos rasgos que no era inglesa. Su actitud era desenfadada y por la confianza de sus movimientos parecía que también atrevida, lo que le daba mayor belleza. Sus rasgos son los típicos de cualquier modelo californiana. Cara ovalada, frente amplia, pómulos altos y suaves, nariz recta levemente respingona cubierta por pequeñas pecas al igual que sus mejillas, y cejas finas levemente arqueadas. Tiene unos grandes ojos almendrados de color gris azulado metalizado, enmarcados por largas y sedosas pestañas; y unos labios muy bien definidos en un corazón y carnosos. Su piel era de un tono melocotón y suave como la seda. Llevaba el pelo corto, a mitad del cuello, completamente liso de un color rubio rojizo y lo más sorprendente era que llevaba puesta una boina roja. Su cuerpo era fino pero ya se le marcaban los pechos, su cintura era finísima y su cadera armoniosa junto con unas piernas largas y esbeltas. Miraba fijamente sus uñas, pintadas de verde.

Soy Alycia Marie Yaxley y ellos son Evan Sean Rosier- dijo señalando al primero- y Charlus James Potter. Hemos ido los tres juntos en el viaje y te aseguro que te caerán bien.- me dijo con una sonrisa ladeada.

Yo soy B- su presentación se vio interrumpida por un chillido.

¡No puedo subig a un bote!- exclamó una chica, cuyo acento era claramente francés.- ¡Me da miedo el agua!

Estarás bien- masculló el profesor contrariado.- si no ya puedes darte la vuelta y volver por donde has venido.- Al oír esto, la chica se subió, pero en sus hermosos rasgos estaba reflejado el pánico. Tenía algo de herencia veela, siendo su cara como la de una muñeca, ovalada, de pómulos altos y suaves , con una nariz ni grande ni pequeña ligeramente respingona y una boca muy bonita, de labios bien definidos en un corazón, con una ligera elevación de las comisuras superiores. Los ojos grandes y almendrados, eran de color verde claro un poco grisáceo, enmarcados por pestañas espesas muy largas y de apariencia sedosa a conjunto con una finas cejas rubias; y el pelo rubio muy claro recogido en una coleta alta con la raya a un lado y dos mechones a ambos lados de su cara, enmarcándola. Era bastante alta, y en su cuerpo ya se percibían las primeras curvas. En seguida cerró los ojos, empezando a temblar.

¿Eres francesa?- preguntó Blake.

Sí, pego casi no tengo acento. Solo me sale cuando estoy enfadada o tengo pánico, como ahoga.- dijo con una bonita voz un poco insegura.

¿Cómo te llamas?

Gwendoline Elise Delacour. Pero prefiero sinceramente solo Gwen.

Yo soy Blake Diane Prince.- le dijo con una sonrisa y dándose ambas dos besos.

Te conozco. ¡Eres hija de Elladora Prince!

¿En serio?- preguntó Alycia- ¿Eres hija de una de las mayores diseñadoras y modelos del mundo? ¡Soy su fan número uno!- chilló a pleno pulmón.

Chicas mirad- dijeron Evan y Charlus. Situado en la punta de una alta montaña, se abría un impresionante castillo con muchas torres y torreones de piedra de un tono marrón muy claro con los tejados en un bonito azul, que en ese momento, en la oscuridad de la noche, parecía negro a excepción de los enormes ventanales, por donde se filtraba la luz del interior.

Atravesaron una cortina de hiedra que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Cruzaron un túnel oscuro que conduce justo por debajo del castillo, hasta llegar a un muelle subterráneo, donde treparon entre las rocas y los guijarros, subiendo por un pasadizo en la roca, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.

Subieron unos escalones de piedra que daban lugar a unas gigantescas puertas de roble, la entrada al castillo.