Hi, everyone! VampirezShepherd023 ha vuelto, ésta vez con el Puzzle9 del Yaoi Project. Mi segundo FanFic oficial, ésta vez, de una de mis series favoritas :D, Supernatural.

Espero les guste muuucho… y como el anterior, subiré un capítulo cada jueves (ésta vez, con mayor razón los jueves, XD).

Comosea, espero que les guste mucho.

Po cierto… Fantasy is the place who reality is not enough. Reality is the placwe for those who cannot imagine anything better

La frase es original y está protegida legalmente .

Bien… aquí va el primer capitulo :D

I.- "Firsts steps"

Dean abrió los ojos y se encontró a seis meses y un día de lo sucedido en el Cementerio Stull. Aún podía sentirlo en la carne y en el corazón. Seguí doliéndole, y lo peor… era que no había podido cumplir la segunda promesa que le había hecho a Sam,

La primera, había intentando romperla, pero otra cosa era que la estuviera cumpliendo por impotencia, eso era independiente. Había tratado por aquellos seis meses el traerle de vuelta, y nada.

Y tampoco había podido llevar una vida normal. Había vuelto con Lisa por un par de días, pero algo le decía que no debía hacer lo que hace unos días había pensado. Debía renunciar. Después comprendió que aquella no había sido ni su conciencia interior ni su ángel guardián, sino su tan brutal sentimiento de angustia.

Pero ya tenía una vida "solitaria" establecida en una especie de condominio de casas que Bobby le había ayudado a conseguir.

Y una especie de rutina a la que solía llamar "trabajo", pero era algo a lo que ni él estaba acostumbrado.

Se daba cuenta que ya ni las mujeres fáciles ni las botellas llenas de alcohol le satisfacían, aunque el desmayo por la cerveza le hacía olvidar su dolor por unos instantes.

Había planeado dejar totalmente atrás su vida como Cazador, porque no podía sobrellevar la culpa. Quería despertar un día y decir "se acabó aquello de cazar vampiros, hombres lobos, trickters, polimorfos demonios y…"

Ni siquiera se atrevía a decirlo en voz alta.

"… ángeles"

Los ángeles habían arruinado su vida.

Pero había un ángel en particular que era terco y seguía pareciendo en su vida.

— ¿Ahora qué sucede, Cass? —preguntaba, sin siquiera voltearse y darle la cara.

Simplemente, oír su odioso aleteo era algo ya insoportable.

—Pues… la verdad me tienes algo preocupado—

— ¿Ah, sí? —Ironizó— ¿Y eso por qué es? —

Mientras ambos hermanos Winchester estaban vivos, intentaron enseñarle a Castiel la mayoría de los términos o modismos que se usaran en la tierra. Hasta ahora, el ángel manejaba un amplio léxico de groserías, todo gracias a Dean, y lenguaje kinésico, gracias a Sam.

Pero el proxémico y cualquier cosa que fuera relacionada con ironías o sarcasmos, seguían igual.

—Dean… —sintió el humano, y pudo agregar el paso del ángel acercándose a su cama.

— ¡No te acerques! —le exclamó, ante lo cual, el ángel se detuvo de inmediato, extrañado, levantando ambos brazos.

— ¿Tienes algo mejor que hacer que seguir aquí? Creí que querías volver al cielo, ¿no? Que Dios te había dado alitas nuevas y que dirigirías el Cielo—

No sabía por qué, pero cada vez que Dean le preguntaba aquello, era un golpe para el ángel; se quedaba sin responder nada, no sabía cómo responder.

—Si te vas a quedar allí sin responder ninguna de mis preguntas, mejor te vas—

Castiel no supo qué decir; como siempre que el cazador le decía algo que le sacaba de quicio y le impedía pensar.

—Creí haberte dicho…—

—Sí sé lo que me dijiste. Que no querías tenerme aquí ¿Sigues molesto con migo? —

—No es que esté molesto, Cass… es que…—

—No has podido superar la muerte de Samuel—

Dean se detuvo un momento, y miró al ángel con un deje de desprecio. Aquella palabra; aquel nombre tan exquisito a sus oídos, siempre le rompía el corazón.

—Castiel, por favor, lárgate—mencionó.

—Dean, no me obligues…—murmuró.

El cazador se puso de pie y se acercó al ángel.

—Castiel, si no vas a hacer o a ser algo de provecho, mejor te largas—

—Perdona, Dean, olvido que no debo mencionarlo—

—Sólo… vete—

Dean suspiró y bufó, rindiéndose, ya que el ángel no se había movido.

—Como quieras, si vas a quedarte…—

—Intentaré…—suspiró el ángel.

Dean pasó a su lado y se escondió a la ducha; una ducha larga, y sin mucho sentido. Ocultaba tras aquel vidrio polarizado su pena por no haber podido salvar a Sam antes de que se lanzara. Ocultaba su vergüenza, y también su negación. No quería aceptarlo, pero Castiel tenía razón. Habían pasado tres meses, pero aún no quería dar por hecho de que Sam le había abandonado.

—Sigues mal, es algo que no quieres aceptar—comentó el ángel, apareciéndose, como siempre, en el momento y lugar que le place.

— Cass, ¿recuerdas el concepto "privacidad"? Te lo enseñamos hace un tiempo—

Dicho aquello, el ángel desapareció, y Dean pudo notar que estaba empezando a detestar, incluso, a quien le había salvado la vida.

—Sammy, desgraciado, te has llevado tu vida y de paso, la mía—susurró, saliendo de la ducha y cubriéndose con una toalla.

— ¿Vas a hablar ahora, Dean? —

Dean vio al ángel, que permanecía sentado en el sofá, con un tobillo en la otra pierna, afirmando los brazos y la cabeza. El cazador se quedó un momento alucinado, mirándole. Luego, sacudió la cabeza y avanzó.

— Muy bien, supongo que eres mi hombre de confianza y te has ganado tu minutito, dime exactamente, ¿qué quieres que te responda? —

— Primero que todo, admite que tienes un problema, que no puedes olvidar aún a Samuel y que eso te pone de mal humor, y no sólo con migo, sino que con el resto de la sociedad también. Cuando llama Bobby… tienes muecas de tanta tristeza… o de rabia…—

— ¿Por qué crees?, acabo de perder a mi hermano—

—Eso fue hace seis meses—

—Y aún no lo supero… y tampoco me veo en la gana de hacerlo—

—Siento que hay algo más ahí dentro, y no lo quieres decir—

Dean le miró un segundo. A ver si le gustaba lo que le iba a decir.

—Aunque te moleste, voy a decirte la verdad—susurró Dean.

—Lo prefiero así—

—Detesto a tu raza, Castiel. Ninguno de tus hermanos hizo algo para evitar que Sam se sacrificara—comenzó, rápidamente, a sollozar. Decir su nombre en voz alta siempre le quebraba— ¡Ninguno! Ni tú… Cass… no tuviste ni siquiera la decencia de… no lo sé, hacer algo para impedirlo—

—Supongo que recuerdas, Dean, que ¡me acababan de matar porque te di unos malditos cinco minutos! —se puso incluso de pie, quedando frente a frente, y bastante cerca de Dean.

Cada vez que el ángel se ponía hablar de forma tan grosera, o tenía un tono bastante alto de voz, Dean se petrificaba. Era algo que no se sabía hasta qué extremo podría llegar.

— ¡Habías revivido! —se quejó.

Por otro lado, a su guardián no le agradaba mucho la idea de que su protegido tuviera el corazón tan roto y llorara tan seguido. Había comenzado a sentir empatía, hace ya algún tiempo, y a decir verdad, las emociones humanas le sobrepasaban y agotaban mentalmente.

—Dean, por favor, trata de calmarte—

— ¡¿Feliz? ¡¿Era lo que querías saber? —

—Pues… feliz no estoy, pero sí era lo que quería saber… aunque en parte me desagrada… bastante—

No se dio ni cuenta, pero en medio de sus sollozos, Castiel estaba sobre él, rodeando su espalda con ambos brazos y con su mentón apoyado en la cabeza del cazador, moviendo ambas manos de arriba abajo en su espalda.

Dean cerró los ojos un momento, dejándose llevar por el cálido consuelo de parte del ángel, aunque unos segundos después, le empujó con violencia y se puso de pie, dando unos pasos hacia atrás, trastabillando.

— ¡¿Qué crees que haces? —

—Lo vi. Fue algo momentáneo… ¿te molestó? No lo pareció— —Además… mis hermanos dicen que la mejor cura contra cualquier enfermedad es un abrazo—

— ¡Pero yo no estoy enfermo! ¡Y no quiero que vuelvas a tocarme! —

El ángel pareció no comprender; ladeó un poco la cabeza, aún mirándole con ojos de interrogante.

—Castiel, por favor, lo único que necesito es estar solo—

— Entonces… ¿debo irme? —

—Si no te molesta—

—No me molesta, sólo…—

—Cass... —

El ángel le dedicó una sonrisa traviesa y luego desapareció, dejando la sensación de su aleteo en el viento y un extraño y paranormal vacío en el corazón de Dean, quien sólo se trasladó a su cuarto, a dejarse caer sobre su cama, y suspirar, mirando el cielo nublado y las ramas de los árboles llenas de hojas verdes a través de su ventana.

—Sammy, Sammy… ¿por qué tenías que irte tan pronto y dejarme tan desvalido? —

#####

Despertó sobre su cama, curiosamente acomodado. Pero se encontraba totalmente solo en aquella habitación. Era de tarde. Tal vez si salía un poco a la calle podría desconectarse de su vacío, aunque fuera por poco tiempo.

Había estacionado el Impala cerca de la plaza. Podía verlo, aún entre los árboles y las miles de personas que sonreían. Había empezado a lloviznar. Tendría que volver luego al condominio, aunque no quería. Mojarse un ratito no era mala idea. Además, tal vez la lluvia remojara sus ideas y sus pensamientos.

—Dean, vas a resfriarte—

Volteó con susto, y a su lado, pudo ver a Castiel, que miraba al frente, no a él, en la misma posición en la que le había descubierto al salir del baño. Luego le miró, se puso de pie y le cubrió con su chaqueta.

—Anda, volvamos a casa—insistió el ángel.

Dean levantó la mirada y le vio serio, estirando su mano. Decidió rendirse, así que suspiró y comenzó a caminar, preguntando de paso:

— ¿Sigues siendo mi guardián por obligación? —

Hubo un largo silencio.

—No. Yo decidí seguir cuidándote y quedarme aquí—

— ¿Y por qué decidiste seguir cuidando a alguien como yo? —preguntó, tomando con frío las solapas de la gabán.

—No lo sé. Debe ser ese fuerte lazo que nos une, el que te mencioné la otra vez y que tú me miraste raro—comentó el ángel, con cierto deje de tristeza en su mirada.

—Claro, ya recuerdo—torneó los ojos y sonrió, sacando de su bolsillo las llaves de su Impala—Anda, entra—

Antes de que pudiera darse cuenta, el ángel ya le miraba desde el asiento delantero.

Habían llegado a la entrada del condominio cuando se largó a llover, con bastante fuerza.

—Hazme el favor…—

No volteó; sabía que el ángel ya estaría del otro lado de la casa buscando lo que llamaban "botón" o "interruptor" y que hacía que se abriera la puerta.

— ¿Ya decidiste cuál es tu misión aquí en la tierra? —preguntó Dean, ya más calmado, intentando continuar la charla que no habían podido terminar en el auto.

—Hacerte feliz—volteó.

Dean le observó bastante confundido.

—Como sea, te veré mañana—

— ¿Te calmaste ya? —

—Bastante—mencionó, avanzando.

—Te veré mañana, entonces—

El cazador avanzó y se escondió en su cuarto; bastante cansado, se refugió en su cama, y se detuvo a pensar, mirando hacia el pequeño armario que tenía entre la cama y la pared. Lo que siempre le ponía triste, una foto de él y su querido Sammy, y otra, igualmente ambos, pero cuando eran más pequeños.

—No sé qué pensar, Sammy… ayúdame—