By Cathain
Capitulo I.- Andromeda.
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Disclaimers: Harry Potter y su encantador universo le pertenecen a J.K Rowling.
Antes de empezar tengo que aclarar que este fanfic esta inspirado en 'Saña' de Joanne Distte, y me refiero mas que nada al estilo de fanfic, escribiré varias viñetas sobre Narcissa Malfoy, al contrario de Joanne, las mías tendrán un lazo que las unirá unas a otras irremediablemente, o es por lo menos lo que planeo. De hecho este fanfic será una colección de viñetas sobre Narcissa y el deseo, cada viñeta contendrá una pareja diferente. Comenzare con Andrómeda, luego Bellatrix, Regulus Black, Lucius Malfoy y terminare con Severus Snape.
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Quizás es solo el hecho de encontrarme fuera de mi casa, fuera de mi mundo. Es como si mi mente la llamase a gritos, aun cuando gritar es demasiado vulgar. Tomo un trago de mi té de jazmín antes de apartar la taza, finalmente estoy libre, libre de aquella jaula en la no sabia estaba atrapada. Lucius esta en Azkaban y yo estoy tomando el té en el mejor café muggle de Londres. Las ironías abundan en mi vida.
Por hoy solo quiero dejar que mi mente y mi cuerpo sean esclavos al servicio de mis deseos. Pero volvamos a ella, hace tanto tiempo que no la recordaba, mi querida hermana Andrómeda; Cuando aun era una niña que no sabia mucho del mundo mas allá de las paredes en las que estaba atrapado aun mi destino, cuando podía decir libremente que amaba a Andrómeda, mucho antes de que ella se marchara de casa.
Recuerdo especialmente cada atardecer en el que nos sentábamos en la parte mas alejada del jardín y mi hermana mayor peinaba mi largo cabello platinado con amor infinito y dulzura inquebrantable mientras tarareaba hermosas melodías. Esperaba todo el día por ese momento, hasta los regaños de mi madre los olvidaba fácilmente, entregándome al oculto placer de tener las manos de Andrómeda sobre mí, desplegando sus manos de dedos finos en suaves caricias que mas de una vez rozaban mi nuca. Sentía como miles de mariposas bailaban contentas en mi estomago.
Hasta que finalmente logre convencerla de que me permitiera hacer lo mismo con su largo cabello castaño, su cabello era distinto al mío, toda ella era tan distinta a mi, Andrómeda y Bellatrix se parecían mas que nada, lo único que variaba en ellas era su color de cabello y de ojos, mientras los de Bella eran malvas, los de ella eran casi dorados, como el ámbar expuesto al brillante sol del atardecer. Mientras Andrómeda jugaba a peinarme, yo jugaba a despeinarla y llenaba su larga cabellera de pequeñas flores que habían en nuestro jardín, las de la parte oculta, las que madre no conocía.
Y luego ambas nos recostábamos sobre la hierba y Andrómeda leía algún libro sobre distintas ciudades mágicas y no mágicas del mundo entero mientras yo dormitaba arrullada sobre su tono de voz sobrio y chispeante. Adoraba a mi hermana.
Cierto día, Andrómeda se marcho a Hogwarts, ciertamente madre y padre estuvieron bastante decepcionados de que no quedara en Slytherin sino en Ravenclaw. Tiempo después entendí que mi hermana mayor era demasiado inteligente y bondadosa como para quedar en Slytherin, no que Slytherin sea malo, esa fue mi casa, y considero que es la mejor, pero no era el destino de Andrómeda pertenecer a Slytherin, entonces no solo hubiese traicionado a su sangre al marcharse de casa.
Desde entonces nada fue igual, ni para ella, ni para ninguna. Para Bellatrix y para mi Andrómeda era nuestra heroína, no le temía a madre ni a padre.
Cuando Andrómeda volvió de Hogwarts era como si fuese otra. Todos sus ideales habían cambiado y con el paso de los años adquirieron un carácter más radical. Con cada año iba perdiendo poco a poco a ese ser que convirtió en maravillosos mis días de infancia, aquellos días en los que nuestra educación era cada vez más estricta; debiamos ser perfectas. Lo somos, cada una a nuestra manera, hasta Andrómeda que huyo de casa, se caso con un mago de dudosa procedencia y tuvo una hija llamada Nymphadora; Nombre de ninfa.
No espero que lo entienda nadie, ni siquiera yo lo entiendo, pero jamás dejare de amar a Andrómeda, así con la misma intensidad en que la odia Bellatrix por haberla traicionado. Pero puedo decir que a pesar de que mi hermana nos hubiese abandonado eso no significo nunca que nos hubiese olvidado, lo sé porque ella dejo una carta para mí, explicando todo lo que sentía y todo lo que lamentaba habernos tenido que dejar para continuar con su vida.
Quizás no lo entendí en el primer instante, tarde años en comprenderlo, así como tarde años en comprender que el despertar de mi deseo se desenvolvió en las manos de dedos finos y cálido amor con las que Andrómeda jugaba con mi cabello, o con las cuales me arrullaba en las noches cuando yo tenia alguna pesadilla demasiado horrorosa para poder escapar.
A veces me despierto en las noches con el susurro de alguna canción que Andrómeda hubiese cantado alguna vez para mí mientras me apretaba contra su pecho y acariciaba mi espalda.
Andrómeda que lo fue todo una vez y que ahora ya no es mas que una vulgar memoria.
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