Skip Beat no me pertenece
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Capítulo 1:
Kyoko se encontraba en el Darumaya leyendo su libreto para las escenas que grabaría al día siguiente, cuando Okami-san tocó a la puerta.
-¿Kyoko-chan?-
-Dígame Okami-san-
-Tienes visita-
-¿Eh?-
Fuwa Sho entró altaneramente a su habitación y Okami-san se retiró.
-¿Sigues osando en venir Shoutaro?-le preguntó enojada.
-Yo hago lo que quiera-espetó.
-¿Y entonces qué es lo que quieres? Dilo de una vez para que te largues-
-Invitarte a cenar mañana-declaró como si nada.
-¿Eh?-Kyoko se quedó pensativa unos segundos para luego lanzar tremenda carcajada.
-¿De qué te ríes?-le preguntó él enojado.
-Qué broma tan ridícula es esa-
-No es ninguna broma. Vendré por ti mañana a las 8 y tienes que ir a menos que quieras que le diga a Tsuruga tus sentimientos por él-
Las alarmas de Kyoko se encendieron.
-¿Ah? ¿De qué estupidez hablas ahora?-intentó fingir, aunque no muy bien.
-¿Crees que no me he dado cuenta? No soy imbécil. Así que si no quieres que se lo diga y que te obligue a regresar a Kyoto, mañana cenarás conmigo-
Y se fue sin esperar una respuesta a cambio.
-Serás mía Kyoko-pensó sonriendo maliciosamente.
La habitación de Kyoko se encontraba bajo cero.
¿Cómo osaba ese imbécil a amenazarla? ¡Pero se desquitaría con él al día siguiente!
A las 8 en punto, Sho ya se encontraba fuera del Darumaya con una limusina.
-En verdad que eres excéntrico-le dijo Kyoko entrando en ella de mala gana.
Kyoko llevaba una blusa blanca de manga larga con botones al frente y una falda azul cielo de media campana que le llegaba justo arriba de la rodilla.
-Te ves bien-
Kyoko lo fulminó con la mirada.
-No gracias a ti-
-Huy, estás enojada-
-Obviamente, yo no quería venir-
-Te conviene, créeme-le dijo sonriendo, pero esa sonrisa le dio mala espina a Kyoko.
Sho la llevó a un restaurante francés donde se sintió totalmente fuera de lugar.
-Vamos a mi departamento-le ordenó cuando la cena concluyó.
-¿Qué? ¡Jamás!-
-¿Recuerdas que puedo decirle eso a Tsuruga, verdad?-la tenía entre sus manos.
-Grrrr-gruñó, más frustrada no podía estar.
Al llegar a dicho lugar, Kyoko entró al departamento de Sho y se sentó en el primer mueble que encontró sin darse cuenta que alguien los había visto entrar.
.
-Ren, ¿esa no es Kyoko-chan?-
-Sí, pero…ése…-
-¡Fuwa Sho!-gritó Yashiro-¿qué hace Kyoko-chan con Fuwa Sho? Y entrando a un departamento… ¿al de Fuwa?-
Ren tenía un mal presentimiento.
.
-¿Quieres un té?-le ofreció Sho a Kyoko.
-No gracias. No pretendas ser amable-
-Eres tan aburrida-
-Entonces, si soy tan aburrida, déjame ir-
-Aún no, además hay una razón por la que te traje aquí-
-¿Cuál?-
Sho se acercó a ella. Kyoko no sabía por qué pero la mirada que le mostraba le ponía los pelos de punta.
-¿Sho? ¿Qué haces?-
-Tú serás mía-sentenció.
Sho la tomó entre sus brazos y aunque ella pataleó, no la soltó.
Entró a su habitación y la lanzó a la cama sin delicadeza alguna.
-¡Oye!-pero no pudo quejarse más, Sho la agarró de los brazos con una solo mano y la sostenía contra la cama para que no se pudiera mover.
Intentó patearlo, pero sus piernas se volvieron prisioneras también.
-¡Estúpido! ¡Suéltame!-
-¡Cállate!-
Sho la besó para que dejara de gritar.
Kyoko más que molesta, ahora estaba aterrada; Sho tenía mucha fuerza y ella no podía quitárselo de encima por más que lo intentara.
Con su mano libre y sin dejar de besarla a la fuerza, comenzó a desabrochar uno a uno los botones de su blusa.
Kyoko dejó de poner resistencia, el miedo la había paralizado. El rubio al notar que ya no forcejeaba, soltó sus brazos para ocupar sus manos en mejores cosas.
-Tsuruga-san…-susurró Kyoko de repente, comenzando a llorar.
-Puedes gritar y llamarlo si quieres, pero él no vendrá-
Las manos de Sho se dirigieron ahora a su falda, para poder alzarla y acariciar sus piernas.
-¡Tsuruga-san! ¡Tsuruga-san!-comenzó a gritar Kyoko.
-Él no vendrá, esta noche eres solo mía-
.
-Ya pasaron diez minutos y Kyoko-chan no ha salido-decía Yashiro angustiado.
-Iré a buscarla-
-Pero Ren…-Yashiro sabía que él no se detendría hasta no ver a Kyoko sana y salva, así que lo dejó ir.
Ren entró apresurado al edificio, pero no sabía exactamente dónde se encontraban, hasta que escuchó su nombre a lo lejos.
-¡Me está llamando! ¡Kyoko está en peligro!-Ren corrió lo más rápido que pudo y entró al departamento de dónde salía su voz, entró a una habitación y lo que vio hizo que le hirviera la sangre.
-¡Bastardo! ¡¿Qué le haces a Kyoko?!-
Ren tomó al imbécil del cuello, lanzándolo contra la pared y lo golpeó en el estómago dejándolo sin aire.
-¡¿Qué haces tú aquí?!-le gritó el degenerado tosiendo.
Ren lo ignoró completamente y fue al lado de Kyoko. Tenía la blusa abierta y la falda levantada, además de los ojos llenos de lágrimas y con una expresión de pánico.
Le acomodó la falda, le abrochó la blusa y la peinó un poco.
-¿Kyoko?-la llamó-¿Kyoko, estás bien? Soy yo, Ren-
-¿Ren?-preguntó débilmente con la voz entrecortada.
-Sí, soy yo, vine a rescatarte-
Kyoko pareció darse cuenta de su presencia ahí y se lanzó a sus brazos.
-Tsuruga-san-Kyoko estaba llorando a mares.
-Shhh, tranquila-intentó tranquilizarla-ya estás bien, estoy aquí contigo-
La chica se aferró a su camisa y Ren la cargó para llevársela de ahí, no sin antes amenazar al causante de todo eso.
-No creas que esto se quedará así-
Ren salió del edificio y se dirigió a su auto con Kyoko entre sus brazos.
-¿Qué fue lo que le pasó?-le preguntó Yashiro al verlos.
-Larga historia, te cuento en el camino, vamos a mi departamento-
La ira en la voz de Ren era demasiado obvia.
-Ok…vamos-le respondió un poco asustado y poniéndose el cinturón de seguridad.
Ren le contó todo a su mánager, mientras consolaba a Kyoko.
Una vez que llegaron a su departamento, la recostó en su cama.
-Yashiro-san, por favor cuéntale todo al Presidente Lory y dile que mañana iré a hablar personalmente con él-
-Lo haré. También le informaré a los dueños del Darumaya que Kyoko-chan se quedará contigo-
-Es lo mejor, está aterrada-
-Me voy. Cuídala mucho, aunque sé que no hace falta que te lo diga-
-Gracias por todo-
Yashiro se fue para hablar con Lory y Ren notó que Kyoko se había quedado dormida después de tanto llorar. Se levantó con intenciones de ir a cambiarse o por lo menos lo intentó, ya que Kyoko tenía su dedo meñique bien sujeto.
-¿No quieres que me vaya? Está bien-
Ren se recostó junto a ella y le limpió el resto de las lágrimas de su rostro.
-No te lo perdonaré Fuwa-
.
Un par de horas después, Kyoko despertó gritando.
-¡Kyoko! ¿Qué pasa?-preguntó Ren alarmado.
-¿Tsuruga-san?-
-Sí, soy yo. ¿Qué te ocurre?-
-¿Dónde estamos?-preguntó confusa.
-En mi departamento-
-¿En el suyo?-
-Sí-
Ella respiro más tranquila.
-Kyoko, ¿me contarás qué fue lo que pasó?-Ren no quería hacerla recordar aquello pero era necesario-tal vez así pueda ayudarte-
Kyoko suspiró. Por una parte, necesitaba soltar todo lo que retenía de esa mala experiencia.
Le contó todo, excepto el cómo la chantajeó.
-Es un maldito…-dijo claramente furioso-debemos decírselo al Presidente Lory-
-¡¿Qué?! ¡No!-
-Tenemos que, ese tipo no se puede quedar sin castigo-
-Pero…-
-No te preocupes por tu imagen, podemos lograr que nadie lo sepa-
Kyoko lo miraba angustiada, pero aceptó.
Un rato después, fueron al Darumaya para que Kyoko se cambiara y de ahí se dirigieron a LME, para hablar con su jefe, quién apenas la vio, corrió a abrazarla.
-¡Mogami-kun!-le dijo llorando-¿No te pasó nada, verdad? ¿Ese degenerado no te lastimó? ¿Tu príncipe azul llegó a tiempo?-
-Presidente, gracias por su preocupación, estoy bien…pero ¿príncipe azul?-
-Sí, Ren llegó con su armadura blanca y su noble corcel para rescatarte del malvado villano-la posición de Lory era bien dramática, pero Kyoko no pudo evitar imaginarse a su sempai de esa manera.
-Bien hecho, Ren-aduló Lory.
-Obviamente no iba a permitir que la tocara, mucho menos a ella-
Kyoko sonrió por ese comentario.
-Ahora poniéndonos más serios-continuó Lory-ya hablé con el Presidente de Akatoki y tomará severas sanciones para ese tipo, yo me encargaré de que se cumpla su castigo, pero no te preocupes, nadie fuera de esta habitación lo sabrá-
-Gracias-
Ese día, ambos fueron a sus respectivos trabajos y Ren se ofreció a llevarla al Darumaya por la noche.
Ya estando en la puerta del restaurante.
-Entonces, espero poder verte mañana, Kyoko-
-Sí…-
-Kyoko tiene algo-pensaba Ren-ha estado muy callada y no me mira a los ojos-
-Bien…buenas noches-Ren se dio la vuelta y estaba a punto de entrar a su auto cuando Kyoko lo detuvo de la camisa.
-¿Kyoko?-
-Lo siento, pero…-
-¿Qué tienes?-le preguntó preocupado.
Ella estaba empezando a llorar nuevamente.
-¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?-
-Tengo miedo…-le susurró.
-En verdad voy a matar a Fuwa-pensaba Ren, quién tomó aire profundamente para no demostrar su enojo.
-¿Quieres quedarte unos días en mi departamento?-
Ella asintió entre esperanzada y avergonzada. Después de todo, le estaba pidiendo a su sempai irse a vivir con él, pero solo eso podría hacerla sentir segura en esos momentos.
-¿Puedo?-
-Por supuesto, yo te cuidaré. Pero, debemos hablar con los dueños del Darumaya-
-Yo lo haré-
-¿Segura?-
-Sí-
Un rato después, Kyoko salió con sus cosas, para poder irse al departamento de Ren.
Okami-san estaba muy preocupada por su seguridad y el Taisho prohibió la entrada de Sho al restaurante o si no su cuello sería testigo de lo afilados que sus cuchillos podían llegar a ser.
Una vez que llegaron, Ren ayudó a Kyoko a alojarse en el cuarto de huéspedes.
-Gracias por su hospitalidad y lamento las molestias-
-No te preocupes Kyoko, tu seguridad es lo primordial y me alegra que confíes en mí para poder ayudarte-
.
Los días pasaron tranquilamente. A Ren no le gustaba la razón por la que Kyoko se encontraba en su casa, pero siendo totalmente honesto, le encantaba tenerla cerca.
Kyoko se creía una total intrusa, pero Ren la hacía sentir en casa, no tenía ni la menor idea de cómo había tenido el valor para pedirle asilo y protección, pero ahora sentía que pertenecía a ese lugar.
Una semana después, la despistada de Kyoko se dio cuenta de algo que en su momento no le tomó nada de importancia.
-¡Tsuruga-san!-
-¿Eh?-le preguntó aturdido por su grito repentino.
-¿Desde cuándo me llama por mi nombre?-
-¿Acaso no te habías dado cuenta?-
-No…-
-Desde ese día te llamo así y como no pusiste objeción alguna…-
-Ah…-aceptó-¡pero espere! Ahora que recuerdo, mi ropa estaba…y usted… ¡Noooooo!-
Kyoko también acababa de darse cuenta que fue su sempai quién le puso la ropa de nuevo en su lugar.
-Sí Kyoko, yo te acomode la ropa-
-Pero…pero usted... ¡Me vio!-
-¿Por qué estás tan alterada? ¿Acaso estás más preocupada porque te vi así y no por lo que ese cabrón te hizo?-
Kyoko notó enseguida el tono de enojo en su voz.
-No me malentienda por favor. Lo de ese tipo me enoja demasiado y aún tengo miedo, pero el hecho de que usted me haya visto así me avergüenza…-
Un tierno sonrojo cubrió su rostro y logró que la ira de Ren se disipara.
-No tienes por qué avergonzarte, yo nunca me aprovecharía de la situación-
-Oh, eso lo sé muy bien. Usted no es como él. Usted es totalmente diferente-
-Me alegro que pienses así de mi-le contestó con una sonrisa.
Una semana más había pasado y Kyoko sentía que el amor que sentía por su sempai seguía creciendo sin poder detener su avance, por lo que ahora ya no quería irse de su lado. Se sentía tan a gusto y protegida.
Estaba siendo una egoísta y entrometida, pero solo quería tenerlo cerca, aunque fuere de esa manera. El amor definitivamente la estaba volviendo loca.
Ren estaba en las mismas, al fin tenía un buen motivo por el cual querer llegar a casa, sí, casa, al fin tenía un lugar al cual llamar hogar, pero a la vez se sentía culpable.
