Esta historia no tiene fines de lucro.
LEYENDAS UNA VIEJA HISTORIA
Había llegado el ocaso, los tonos cálidos comenzaron a invadir los cielos entre mezclándose con el negro que invocaba la llegada de la noche.
El momento era ese, pues como el día, las cosas siempre tienen un principio y un fin.
"Uno digno"
La silueta de un joven se diviso a lo alto de una colina, mientras el paisaje se envestía de sus cromas antinaturales, entre las sombras que parecían adueñarse del lugar. Él, sin embargo no estaba nervioso, la vida le había enseñado a enfrentarlo. Los retos, las victorias, las derrotas, el dolor y la alegría forjaron su carácter preparándolo para el momento final. ¿Cuántos recuerdos no existían en su memoria?, ¿Cuántas cosas que el mismo tiempo alcanzo a borrar?. Se dice que cada quien es el resultado de las experiencias, ¿Era ese el resultado de esa larga espera?
"Una sonrisa se ilumino en su rostro"
-Tal vez- Susurro al viento, mismo que acaricio su cabello dorado elevándolo levemente, jugueteando con la brisa perfumada de la noche.
-Debemos marcharnos- Aclaro encaminándose a su yegua, un hermoso animal de pelaje café rojizo, mismo que contrastaba con el blanco de su crin. Una última mirada hacia el valle fue lo último que sus ojos azulados captaron antes de emprender su camino.
-Volverás algún día- Pensó, iniciando su cabalgata.
-Volverás cuando el tiempo sea el correcto, cuando te necesiten una vez más- Prosiguió sin detenerse.
Ambos atravesaron el bosque dejando atrás toda una vida, la oscuridad se cernía con su peligrosidad advirtiendo el camino, pero no había manera de volver atrás. Simplemente era parte del destino. Uno que cumpliría en cada vida sin titubear.
-¿Qué es la vida en realidad?, ¿Por qué llegamos a este mundo?, ¿Por qué existimos?-
-¿Para cumplir sólo nuestros objetivos, amasar sueños, para pensar sólo en nosotros o para algo más? Quien dictamina lo que en realidad debe darse, lo que esta bien o mal, lo que debemos hacer, el papel que cada ser juega en esa interpretación conocida como existencia.
El camino llego a su fin, el silencio se hizo nuevamente presente, ocultando los miles de ojos que el bosque albergaba. La luna brillo a lo alto, reflejando los toques ahora platinados que el sol oculto mucho antes.
-Se esta haciendo tarde- Exclamo, pasando su mano por el pelaje de su montura. Ambos; jinete y corcel reiniciaron el viaje a un paso más lento, pero las horas no perdonaron su trote, presionado a los viajeros continuamente con el tic tac del tiempo. Epona lo sabía, entendía la necesidad de su acompañante por llegar a su destino. Sin previo aviso retomo velocidad, reiniciando su carrera, la yegua se esforzó por demostrar porque era ella una compañera digna de él.
La humedad del rocío se sintió a lo bajo, con las oleadas leves de la neblina que indicaba el avance de la noche. No podían esperar más.
"Un suspiro" "Ya es tiempo"
La estructura finalmente se diviso a lo lejos, él consiente de lo que sucedería bajo del corcel adelantándose levemente para acariciar su cabeza con lentitud, enfocando esos oscuros ojos grandes al hablarle.
-Se que estas cansada amiga mía, te has esforzado mucho para traerme hasta acá y lo agradezco, tu lealtad no tiene un límite y por ello estoy en deuda. El animal emitió un pequeño relincho comprendiendo las palabras de su "amigo". Él sin embargo desvió su atención sacando un vegetal fresco de una de sus bolsas, el cual le ofreció. Para después tomar sus armas acomodándolas en su espalda.
-El momento de despedirnos ha llegado amiga mía, aún hay mucha vida por delante y tanto por hacer, quiero que recuerdes esto cuando corras libre por esas praderas- Susurro abrazándola levemente antes de dar media vuelta para seguir su camino hacia el viejo templo.
-Márchate ahora Epona, es momento de volver a casa- Enuncio
La yegua sin embargo no se movió, observando la figura del hyliano desparecer en el interior de la estructura.
La luz de la luna se colaba por los grandes ventanales barrocos que enmarcaban el templo, las rocas ahora descuidadas parecían retomar su vigor de antaño, con las historias que las enmarcaban, leyendas, magia, muerte y vida. Todo contenido de las piedras; mismas que platicaban cada hecho con las formas que representaban.
Él joven llego al centro del lugar, deteniéndose al lado del altar. La forma desgastada de la trifuerza se veía retratada sobre el mismo.
-Ha sido una buena vida- Exclamo con toque de libertad que parecía no poseer, su rostro enfoco el mango de la espada, misma que apretó con ambas manos mientras se arrodillaba justo frente a la roca sagrada, los rayos de la luna avanzaron hacia la forma tallada coloreando de tonos claros la misma. El filo del arma giro hacia su dueño apuntando hacia su último blanco.
-No hay otra manera- Susurro para si cerrando los ojos.
-A ustedes vengo como fue escrito, yo el héroe del tiempo estoy aquí y me entrego como uno de los tesoros mas valiosos de mi gente- Comento
-Bendigan este mundo con mi sangre, y permitan a sus descendientes vivir en esta tierra sagrada- Prosiguió sin inmutarse. Repitiendo la petición a sus dioses.
-Por mi mundo, la tierra sagrada de Hyrule- Finalizo elevando el arma un poco para realizar el último movimiento.
-¡NOOO!- Un grito lleno de angustia invadió el templo, resonando con el eco de la soledad, era el grito de una joven quien a pesar de no haber recuperado del todo el aliento le llamaba desesperada, tratando de evitar tal catástrofe. Había llegado justo a tiempo, para detenerlo, ella no deseaba que eso sucediera, no lo permitiría. Por eso estaba ahí, por esa razón tan solo.
-¡Link!, ¡No lo hagas!, ¡Link!. –Llamo la mujer.
El joven al escuchar su nombre se detuvo volviendo su atención hacia ella. Esa muchacha de largo cabello rubio, él la conocía, ella había sido una de las causas por las que se había convertido en el héroe del tiempo. Esa túnica, con el símbolo, el símbolo de que adornaba la piedra. Era la nueva reina "Zelda".
Extrañado observo a los alrededores buscando tal vez a su guardia real, pero no había nadie ahí con excepción de ellos.
-Vino sola- Se dijo, -Es peligroso, más en esos nuevos tiempos-
-¿Por qué?- Quiso preguntar, pero ella negó adentrándose a la cúpula.
El eco de sus pasos se escuchaba por el lugar. Ella lo miro con tristeza antes de tomar una de sus manos.
-¿Por qué?, levanto la vista y ambos se miraron a los ojos. -Link solo quiero saber, ¿Por qué?.
-Era la única manera- Susurro él.
-Cuando leyeron la profecía sabía que debía haber otro método, sólo te pido tiempo para buscarlo, para… Las lágrimas invadieron sus ojos liberando impidiéndole continuar.
-¡Te lo dije!- Grito abrazándolo.
-Te lo dije- Repitió insegura. Él la envolvió en su abrazo consolándola, la quería pero ¿Cómo podía identificar ese cariño, ese amor?, ¿Lo que realmente era?.
"A veces cuando amas algo debes dejarlo ir"
-Link, llamo de nuevo la reina, se que tu siempre piensas primero en los demás, te preocupas por todos nosotros, por los habitantes de este reino; pero esa es mi responsabilidad no la tuya.
-Deja que yo sea quien lo decida- Confirmo la joven.
-Zelda,- contestó él, -Yo no quería preocuparte; a decir verdad yo solo quería hacer lo correcto, sabía que la única manera de lograrlo era esta, no podía permitir que todo por lo que hemos luchado se pierda por algo así.
Tampoco podía permitir que tu lo hicieras. La gente te necesita, necesitan alguien que los guíe. Tu eres la única persona que puede hacerlo, además eres mi amiga y se que habrías echo lo mismo por mí.
"Amiga"
-Link, yo no quiero perderte, eres él único con el que puedo hablar libremente, además el reino también necesita de ti, mas de lo que crees-Argumento la muchacha.
-Si pero, Hyrule puede desaparecer si no lo hago y no puedo permitir que eso suceda, no importa el pago. Ese es mi deber. Si he de morir por mi tierra, lo haré. Ya he aceptado mi destino.
Ella lo miro estupefacta, alejándose levemente sin perder de vista esos ojos azulados, tan profundos como el mismo océano, llenos de tanto conocimiento, experiencias…
-Pero yo no- Pensó ella sin decirlo.
Link sonrió con ternura pasando su mano por la mejilla de la joven, limpiando las lágrimas con suavidad.
–Hyrule esta llena de seres maravillosos, que serían capaces de dar su vida por esta tierra, es seguro que entre todos esos valientes seres hallaras un nuevo héroe, y yo, ya no seré...necesario.
-Así es Link, exclamo ella, por eso te necesitamos, el tiempo de aquel nuevo héroe no ha llegado, así que tu deber es proteger nuestra tierra- Afirmo la reina con un toque de desesperación.
-Querida Zelda, -dijo él mientras sostenía su mano. Está es la razón por la que estoy aquí, para cumplir con mi deber. -Cuando yo me vaya Hyrule renacerá como un nuevo mundo y su belleza regresará con el amanecer del nuevo día.
-Por favor protege esta tierra mientras yo este ausente, que el momento de mi regreso llegará.
-¡No!, no lo hagas- Grito ella
-Ya lo discutimos, no hay opción, dime ¿¡acaso existe otra razón, para no cumplir con mi deber!? – Exclamo él.
Zelda miro a Link mientras él retomaba su espada, ella sabía que la última oportunidad de hablar con él era ese instante o lo perdería para siempre, pero había algo en su interior, miedo tal vez, inseguridad…No entendía ese vacío que parecía crecer a cada instante, permitiendo que la duda le cegará observando tan sólo el sacrificio de su héroe para salvar el reino una vez más. Link sostuvo la empuñadura de su espada,
-Así debe ser, ese es mi deber- Repitió con seriedad.
-¡Te amo Zelda!-Susurró, pero no escucho respuesta a tal declaración.
-Link, yo te amo y no quiero perderte- Pensó la chica dando la vuelta antes de correr hacia la salida, -¿Por qué no le dejo saber lo que en realidad quería?, ¿Por qué?.
-Zelda, murmuró el joven, no llores más. Que el destino ha escrito que esto debía pasar, pero ante ti y ante los dioses hago un juramento.
-"Yo Link, conocido como el héroe del tiempo, juro protegerte, así como a esta tierra sagrada de Hyrule, no temo a la muerte, porque solo es un paso más que deberé cruzar en un sin fin de ocasiones, pero siempre volveré para salvaguardar tu bienestar y el de esta tierra, para estar a tu lado, aunque tu no me veas, yo jamás te abandonare, porque te amo. ¡Lo juro!- Finalizo el hyliano.
-Dios de dioses, ¿Por qué ahora?, ¿Por qué el destino me hace esto?. Pensó la mujer al escucharlo. -Si yo me arrepiento todos morirán pero…
-Lo siento amor mío, esto es por ti, vive y se feliz- Finalizo el joven de rasgos élficos. El arma brillo nuevamente y en unos segundos todo había terminado. El filo de la espada maestra, atravesó el cuerpo del guerrero sin dificultad. La sangre se derramo sobre el símbolo de piedra, esparciéndose como riachuelo dador de nueva vida, recubriendo las rocas como el sacrifio que fue.
Zelda grito, y lloró a su amado, quien había dado su vida por la gente de Hyrule, pero él había jurado y cumpliría, ella lo sabía.
De pie observo la escena sin palabras, arrepentimiento, enojo, ira, tristeza… No había nada, sólo el vacío constante, mismo que ella permitió crecer, tomando su decisión e incapaz de retractarse.
"Porque hay cosas que no podemos pensar demasiado, ni dudar al hacerlas"
-Aquí yace LINK, héroe del tiempo, quien sacrifico 7 años de su vida para salvar el reino de Hyrule, el mismo que defendió con valor hasta el final.
-Se ha ido, cumpliendo con su deber- Susurro la reina levantando levemente el cuerpo del guerrero caído, acomodándolo sobre la plataforma del altar, para después recoger la espada, misma que acomodó en su pecho, acompañándola del escudo para cubrir la herida. Las flechas y el arco reposaron a sus lados.
Con una ultima sonrisa, beso los labios de su amor -Te esperaré, te esperaré eternamente- Finalizo saliendo del templo para montar en su caballo, sin embargo antes de retirarse observo a la yegua la cual le miro, pero se negó a retirarse, manteniéndose de pie frente a la estructura, cual guardián incansable.
-Es tu decisión- Comento la reina marchándose.
El sol comenzó asomarse a lo alto y como lo había predicho, el campo se lleno de vida, tomando un reluciente verde, las flores brotaron por doquier acompañando la magia que invadía el ambiente; las aves cantaron nuevamente y los sonidos del bosque regresaron. La maldición de las sombras se marchaba, abriendo paso a un nuevo comienzo, él tenía razón. Un solo sacrificio rompería la maldición que recaía sobre ese reino.
Zelda cabalgo a través de los campos hacia su castillo sin mirar atrás. Atrás donde había dejado parte de su vida, a su amor verdadero. El mundo volvió a ser hermoso y pacífico, la tierra de Hyrule se había salvado, gracias a Link, quien le cuidaría.
Al pasar al lado de las casas del pueblo, la gente salía felizmente gritando de alegría, al fin su mundo había vuelto a ser tan hermoso como antes y todos corrían detrás de su reina.
-¡Viva la reina!, gritaban, -¡Viva Hyrule!, y ¡Viva nuestro héroe Link!. En ese momento Zelda entró al palacio e inmediatamente se cerraron las puertas, la gente continuaba gritando, pero ella opto por ignorarlo, irónico era ver la gran celebración que se daba en las calles a nombre de su héroe, mientras su corazón lloraba en su interior por la gran perdida que eso implicaba.
Zelda bajó de su caballo e inmediatamente se dirigió a su habitación, no estaba de humor para atender a nadie.
Quería estar sola, lo necesitaba.
Se sentía feliz por su pueblo pero triste por su amor. En ese momento su mas fiel consejero entró en la habitación, un hyliano de edad madura, con larga cabellera negra, y una túnica muy especial que lo caracterizaba como el sacerdote de la corte.
El viejo observo como ella no cesaba de llorar, por lo que optó por sentarse a su lado, los pliegues de la cama notaron el peso de él formando pequeñas arrugas poco visibles.
-Su majestad ¿Qué ocurre?- pregunto el consejero, -Acaso ¿Sucedió algo malo?-
Ella lo miró, sus ojos se veían hinchados por el llanto.
-Querido sacerdote, el reino esta en paz, pero temo que el precio ha sido demasiado alto- Murmuro la joven recuperando su compostura. Él hombre le dio ese breve espacio, consiente de las necesidades que podía tener, después de todo era un ser con sentimientos como todos antes de ser Reina.
-Todo es culpa mía, si yo no hubiera leído ese manuscrito en su presencia nada de esto había pasado. –Aclaro la mujer.
-Manuscrito, eso quiere decir que leíste el manuscrito de los dioses, entonces al joven Link... –Dedujo el consejero.
….
Hyrule, había caído en un momento de oscuridad, perdiendo su belleza poco a poco, la desesperación comenzó hacer presa de los habitantes del reino, quienes al ver sus cosechas perdidas y sus hogares dañados, se vieron asediados por el hambre, la enfermedad y el miedo.
Todos clamaban que los dioses los habían abandonado, perdiendo el interés por esa tierra legendaria. Zelda estaba desesperada necesitaba salvar a su pueblo, encontrar una respuesta; pues ahora no existía un enemigo responsable de tal situación, ni nadie a quien culpar; sólo la desdicha de la gente que cegada por el miedo comenzó actuar de manera diferente. Ella encontró una solución después de mucho tiempo de búsqueda.
En las viejas escrituras, mismas que mencionaban la única manera de recuperar la majestuosidad de ese reino. Debían ofrecer en sacrificio a su mas preciado tesoro. Al guardián de la trifuerza, Link sabía que ese ser era su reina, alguien a quien protegería sin importar el que, tal vez podría hacer algo, él vestía la trifuerza del coraje y como tal se ofreció en su lugar.
…..
-Fui al templo, descubrí lo que estaba planeando y salí para tratar de detenerlo, pero él no me lo permitió-Comento tratando de olvidar la escena tan desgarradora que su corazón conservaría por el resto de sus días.
El hombre le miro con seriedad, ahora entendía la razón, era tan obvio a sus ojos, con ese dolor oculto que su alma resguardaría eternamente, ella lo había perdido sin decirle, había elegido a la gente que bailaba alegre en sus calles a su propia felicidad y a la de él. A veces la vida era demasiado injusta y los sacrificios muy altos. En efecto el precio fue alto, pero su legado sería resguardado.
-Nada es en vano- Pensó escuchando nuevamente la voz de su gobernante.
-Link realizo un juramento antes de morir. El juro que me protegería y a la tierra de Hyrule, el juro ante los dioses querido sacerdote y yo se que lo hará, confío en él- Aclaro la reina. Antes de limpiarse las lagrimas del rostro, para sonreír nuevamente.
-Te estaré esperando LINK- Finalizo
….
FIN…
