El Espejo:

Capítulo I: El sueño

Llegó después de las nueve de la noche, acomodó su carro en el garaje y caminó hacia la puerta de su casa. Sinceramente no le extrañó ver el buzón lleno, seguramente esas cartas ya llevaban varios días de estar ahí. Las recogió y entró.

—Hinata, ya llegué— fue lo primero que dijo, al tirar su chaqueta sobre el sofá.

—Estoy duchándome Naruto. Bajo enseguida—Le respondió una voz dulce y calma.

El joven se estiró perezosamente y luego se sentó cómodamente en el sofá para comenzar a revisar la correspondencia.

-Carta del banco… para Hinata, carta de Hiashi… Hinata, carta de mamá y papá, ¡Yo!- Abrió con cuidado el sobre y leyó la carta:

Querido hijo:

Gracias por regalarnos esta cuarta luna de miel, papá y yo la estamos pasando de maravilla. Definitivamente Hawái tiene playas de ensueño.

He tenido que correr a un par de mujeres, pero todo bien. Nos has hecho mucha falta, pero nuestras noches compensan tu ausencia.

Un abrazo, Mamá

Pd: El tío Nagato quiere hablar contigo

Observó las fotos anexas, definitivamente sus padres se veían enamorados. Aunque… algo le pareció extraño, parecía que todas las fotos eran tomadas en lugares y horas diferentes. Y en cada una de ellas un extraño hombre demasiado encapuchado para estar en la playa, estaba detrás de ellos. El sujeto tenía el pelo… ¿canoso?

Ignoró eso y guardó las fotos en su bolsillo. Continuó revisando las cartas.

–Muchas cartas… para HinataSus ojos brillaron esperanzadamente al observar el último sobre— Un telegrama del trabajo, un telegrama para mí.

—Hinata! ¿Hace cuanto no revisas él correo?

—Aaaaa… bueno— la aludida había terminado su baño y se había parado detrás del rubio, mirándole un poco nerviosa.

Naruto se levantó velozmente del asiento y se colocó frente a ella mostrándole el telegrama.

—Pues no se… como cinco días o más.

—¿Cinco días? ¡Mierda! — abrió el telegrama y corrió hacia el cuarto tropezando en las escaleras debido a su velocidad.

Hinata meditó un momento y le siguió. Naruto se veía algo estresado, había tirado sus zapatos y su corbata a la cama y hablaba por teléfono. Hinata lo observó desde la puerta, y no dijo hasta que este terminó la llamada.

—Naruto-kun, ¿Qué ha pasado?

—Vamos a cenar, te cuento abajo.

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—Na… Naruto-kun, yo bueno…

—No digas nada Hinata-chan. Por favor, simplemente escúchame. Mañana temprano iré a buscar una casa al país del fuego, me han ofrecido trabajo allí y he aceptado. No voy a obligarte a venir conmigo— tomó de las manos a la pálida mujer y la miró amistosamente a los ojos haciendo que ella sonrojara— Tú decides que deseas hacer, no voy a obligarte a hacer algo que no quieres.

—Naruto-kun… yo etto…

—No te sientas presionada, pero sabemos que ya nuestros padres están grandecitos y alquilar la casa no será un problema. Inclusive tu hermana Hanabi podría habitarla.

Hinata no dijo nada, se limitó a mirarle, bien sabía que cuando Naruto tomaba una decisión, nunca daba marcha atrás.

—Hinata, yo… te quiero, eres mi mejor amiga y no quiero forzarte a nada. Nunca te haría daño.

—Yo también te quiero Naruto-kun e iré contigo a ese "país del fuego". Una secretaria como yo consigue trabajo en cualquier parte… y yo definitivamente no quiero dejarte solo.

El ojiazul le sonrió plenamente—Arigato Hinata-chan— le abrazó de manera tierna— descansa porque mañana salimos temprano.

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Al día siguiente, aun de madrugada, salieron de su casa. El viaje al país del fuego era largo y cansado, pero Naruto sabía que valdría la pena. Al fin tendría el trabajo que un joven que se había esforzado tanto como él, se merecía.

En los alrededores y el pueblo había varias casas. A Hinata le habían gustado unas cuantas bastante modernas y detalladas, eran viviendas bonitas, pero no era lo que Naruto buscaba. Algo le decía que ese no era su hogar, que ninguna de esas era la morada que buscaba.

Anduvieron largo rato hasta que algo llamó particularmente su atención y volteó sus hermosos ojos azules, para divisar a lo lejos, un enorme domicilio en una colina, totalmente solitario.

Introdujo su vehículo por la entrada del lugar y comenzó a admirar el paisaje. Le agradó ver el camino descuidado y el pasto sin recortar, para él esas eran, pistas de que la residencia que buscaba estaba deshabitada.

Se detuvo y leyó en vos alta el rótulo del portón: —Se alquila esta mansión— Marcó rápidamente el número indicado para adquirir información.

—¡Hola!, Soy Naruto Uzumaki y quiero saber por la casa que está alquilando.

—Buenas joven, pero creo que se ha equivocado, yo no alquilo ninguna casa— era una vos calmada y fría. Algo vanidosa sinceramente.

—¿A no? Bueno disculpe entonces— terminó la llamada y marcó nuevamente el número del cartel.

—¡Hola! Soy Naruto Uzumaki y quiero saber por la casa que está alquilando.

—Buenas joven, pero insisto yo no tengo ninguna casa— era el mismo sujeto de antes.

—¿Es usted otra vez? Estoy seguro de que no he marcado mal el número, así que ya déjese de tonterías y dígame cuánto cobra.

—Repito que no tengo ninguna casa.

—¿A no? ¿Y entonces como le llama a la que está en una colina. Justo en el país del fuego?

—Claro, mi antiguo hogar en el país del fuego.

—Ve que si tenía casas de alquiler, ahora dígame cuánto cobra.

—Eso no es una casa, es una mansión joven.

—Si como sea, sólo dígame cuánto cobra.

—¿Usted está casado?

Una cara de incomprensión se marcó en el rostro de Naruto— E bueno, ¿no cree que deberíamos conocernos primero señor?

—Que tarado. Créame no estoy interesado en usted, es solo que para vivir en mi mansión tiene que cumplir ciertos requisitos.

—A menos mal je, je, pues si es así. Le cuento que si, estoy casado.

—Hmm, ¿su esposa tiene hijos? ¿O está embarazada?

—No, claro que no, nada de eso

—¿Cuál es su nombre joven?

—Naruto Uzumaki, hijo de Minato Namikaze y Kushina Uzumaki.

—Minato Namikaze— dijo el extraño arrastrando las palabras— de acuerdo, estoy ahí en unos minutos.

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—Muy bien la casa está amueblada y el contrato firmado, estás son las llaves y está mi tarjeta- dijo extendiendo la mano hacia Naruto quien la tomó con precaución. Aún ese tipo le daba mala espina.

—Claro Itachi Uchiha— Tuvo que leer el nombre en la tarjeta debido a que se le olvidaba —Ya usted tiene mi número y creo que fue un placer hacer negocios con usted.

—Opino lo mismo, ahora pase adelante. No creo que la casa esté muy sucia, el antiguo inquilino se mudó hace poco— Itachi hizo un gesto con la mano indicándole que entrara a la vieja, pero cuidada mansión.

Naruto definitivamente no quería quitarle los ojos de encima, no se iba a voltear con ese tal Itachi ahí. La combinación camisa de vestir manga larga, color blanco, con las faldas afuera y unos dos o tres botones de los superiores abiertos, con un pantalón de vestir, pero algo ajustado, color negro y zapatos elegantes de un negro extremadamente brillante. No le gustaba. Y para mejorar la situación un cabello larguísimo recogido en una cola, con unos cuantos mechones en la cara. Le daban una pinta como de asesino. Y todo eso más unos anteojos extremadamente oscuros y un lujosísimo lamborghini gallardo color negro con los asientos en color rojo. Todas esas cosas le hacían ver como un maldito sicario.

—¿Qué tanto me ves? Vamos Naruto, entra.

Tuvo que obligar a su subconsciente a ignorar al tipo para andar varios pasos hasta quedar relativamente a medio metro de la puerta. Se detuvo por el único motivo de que el mayor de los tres presentes le habló:

—Oye Naruto, lo olvidaba, cualquier cosa rara que pasé avísame.

Naruto se volteó extrañado —¿A qué te refieres cuando dices cosa rara?— Pero ya era tarde, el aludido se había marchado en su auto.

—Hey, hey, Itachi— De nada sirvieron sus gritos, el Uchiha no le oyó.

—Rayos, que tipo tan raro y misterioso. ¿No crees Hinata?

—Definitivamente Naruto-kun, el sujeto tiene un semblante demasiado serio.

Naruto pensó unos momentos —mejor ignorémosle. ¿Te parece si entramos a explorar la casa?

—Hai— también asintió con la cabeza y atravesaron la puerta principal.

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El lugar era titánico. Una estructura de tres enormes pisos y totalmente poblada de habitaciones, con un bello balcón y bonitos jardines.

En los cuartos disponibles sólo había uno que poseía una litera para más de una persona. El tercer piso tenía tres enormes habitaciones, todas bajo llave y en él, último piso: una enorme biblioteca acompañada de una oficina.

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Definitivamente había sido un día cansado, aunque Itachi dijera lo contrario la casa estaba hecha un desastre. Lo único que quería Naruto era dormir y descansar.

Como se le antojaba un plato de ramen… Sus ojos se cerraron y comenzó a soñar:

"Se encontraba en un extraño pasillo, aparentemente no había nada aparte de una total oscuridad. Giró su cabeza como buscando una salida y entonces sus ojos se encontraron con unos tan negros como la habitación en la que estaba. Un hombre alto y extremadamente pálido le miraba de extraña manera.

¿Itachi?, ¿Eres tú?

El moreno caminó hasta quedar a escasos treinta centímetros. Entonces el Uzumaki notó que no era el dueño de su nueva morada.

El joven le miraba de una extraña manera, como pensativo y confundido al mismo tiempo. Naruto lo miró impresionado. Sus fracciones indicaban que era de una edad con el rubio, pero era un poco más alto. Traía puesta solamente una pantaloneta blanca. Dejando ver un bastante tonificado cuerpo

El más pequeño de ambos se cansó de mirarle y comenzó a hablar –Oye, ¿dónde estamos?

–…

¿Porqué no me contestas?

El moreno artículo algo con la boca y empezó a caminar en la dirección en que se encontraba el rubio. Le pasó a un lado y siguió caminando.

Hey idiota, ¿Quién diablos te crees? – Al ver que el azabache seguía sin contestarle le gritó lo que le pareció su peor insulto– Pareces el anormal de Itachi como se llame dattebayo

El recién insultado volvió su cuerpo totalmente (360) y le gritó algo, al ver que lo que decía no era audible, lo volvió a hacer y lo intentó varias veces más.

¿Eres mudo?

Como ya sabía que su voz no era oíble, tuvo que conformarse con fulminarlo con la mirada.

Hmp, veamos… si te molestaste tanto cuando te hable de Itachi. Supongo que pudo haber sido por tres cosas:

La primera, era tu novio– No pudo evitar soltar una carcajada La segundo, tu enemigo. Y la tercera, tu amigo, conocido y/o familiar. Indícame cual con tus dedos.

El azabache no podía creer que estuviera participando en esos juegos tan tontos, pero el baka ese parecía conocer a su hermano. Levantó tres dedos y lo miró acercarse.

Con que tú amigo, conocido o familiar– dijo casi con desilusión– Bueno… yo también conozco a Itachi.

Tal vez serviría de algo ese dobe allí, después de todo conocía a Itachi. Le hizo un gesto con la cabeza indicándole que lo siguiera. Naruto obedeció y siguió al conocido de Itachi.

Mi nombre es Naruto Uzumaki. —Comentó con una sonrisa

–…

Después de andar un rato, el panorama del lugar cambió, convirtiéndose en una acogedora, juvenil y masculina habitación. Cuando Naruto trató de ubicarse el otro chico lo jaló, dejándole frente a una cortina cerrada. El desconocido abrió la cortina y le mostró lo que pasaba afuera:

Tres chicos caminaban en dirección a un enorme portón negro con barrotes. Uno particularmente alto, otro con un cabello blanco con mechones azules y la tercera, la única mujer, con un cabello tan rojo como la sangre y un inusual corte.

Escuchó una suave y dulce voz provenir de abajo suyo –Chicos, ¿seguros que no quieren comer algo antes de irse? Están agotados, deben tener hambre.

No gracias señora Mikoto, estamos bien enserio

Miró a los tres jóvenes hasta que desaparecieron de su vista. Naruto trató de voltear para mirar al chico que estaba junto a él, pero este parecía haberse esfumado. Trató de hablar, pero se dio cuenta de que no tenía control de su cuerpo.

Se tocó los brazos comprobando lo sudado y pegajoso que estaba –Mamá voy a ducharme, luego bajo a cenar– La voz que salió de sus fauces, no era la propia. Era mucho más grave y vanidosa.

Como quieras corazón—respondieron dulcemente a lo dicho por el joven.

Sacó una ropa del closet y entró al baño de la habitación, se paró frente al espejo a mirarse el cutis antes de ducharse y entonces hasta ese momento Naruto se dio cuenta que en ese momento no era él, más bien era el joven pálido y de pelo negro que acababa de conocer.

Puso a llenar la bañera y se desvistió.

Una vez se hubo metido dentro comenzó lavar su cuerpo. Cuando al fin hubo terminado permaneció un poco más ahí para terminar de relajarse. Entonces escuchó fuertes golpes en la puerta de abajo.

Pensó que eran sus compañeros así que escuchó con atención. Los golpes sonaron nuevamente, pero esta vez con más desesperación aparentemente.

Tranquilos ya voy– Los pasos de la mujer que aparentemente era la madre del joven sonaron con rapidez, entonces. Un horrible grito provino de la garganta de la mujer, seguidamente un disparo se escuchó en el piso de abajo.

El terror se apoderó de si, salió de la bañera y sin secarse se puso un bóxer y una pantaloneta blanca. Escuchó pasos subiendo por las gradas al segundo piso. Luego la voz de su padre proviniendo del tercer piso y quien comenzaba a bajar.

Mikoto, Mikoto, ¿Qué pasa cie…?– luego, más disparos

Los intrusos abrieron el recinto de la par y comenzaron a revolcarlo.

Es ahora o nunca– El moreno abrió la puerta de su habitación y se encontró con algo que no deseaba haber visto: Su padre fulminado a balazos yacía muerto en el suelo frente a su cuarto. La cabeza le dio vueltas, las nauseas se apoderaron de sí.

Ahí está el más joven– dijo una voz de mujer.

Se volteó y aparentemente reconoció a una chica pelirroja. Corrió y bajó las escaleras y vio a su madre con un disparo en la garganta y sangrando a sobre manera.

Sa… Sasuke, cariño…

¡Mamá! – dijo con un dolor agudo en el pecho– ¿Qué hago?

Corre y escóndete, salva tu vida.

Ahí estás pequeño bastardo, vamos bebé Uchiha– La misma chica de antes le apuntaba con el dedo.

Naruto esta vez sí reconoció el lugar. Se encontraba en la mansión que recién había rentado. Exactamente en la sala, su cuerpo corrió y levantó la enorme alfombra que había en la habitación, dejando al descubierto una pequeña escotilla. El moreno era veloz y abrió la escotilla en segundos. Entonces saltó adentro…"

Un feo dolor le despertó. –Auch– Realmente le dolía el trasero. –Vaya sueño–. Se incorporó lentamente, sobándose el lugar afectado. – ¿En dónde diablos estoy, qué se hizo la cama? Y… ¿Porqué me duelen tanto las nalgas?– Entonces no pudo evitar abrir mucho los ojos. Lo único que podía visualizar desde el lugar donde estaba era un alto y delgado espejo. El espejo no era lo que le inquietaba. Sino lo que veía adentro:

El alto y pálido chico de su sueño le miraba con estupefacción. Uzumaki Naruto, caminó hasta quedar frente al moreno. Que seguía allí, igual de inmóvil que antes. Parpadeó para verificar que lo que veía era real, pero entonces el del espejo desapareció.

–Se veía tan real, tiene que ser un efecto del sueño– Miró para todos lados, como buscándolo, pero aún así no le encontró.

Revisó toda la estancia buscando un interruptor. Para ser sincero dio varias vueltas, hasta que al fin le encontró. Encendió la luz y observó que se encontraba en algo similar a un sótano. Tenía cajas revueltas, ropa, armas y pergaminos por todas partes.

Buscó la salida y seguidamente apagó la luz del recinto. Sinceramente no fue difícil de encontrar, pero salir, eso sí le resultó bastante difícil.

–A quien rayos se le habrá ocurrido hacer una escotilla que este tan alto como esta– dijo cuando al fin había logrado agarrarse de los bordes.

Salió algo furioso y pensando en su sueño. Para su error, no volteó a mirar el alto espejo. Donde un joven pálido y de un cabello tan negro como sus ojos, le miraba con desesperación, extendiendo una de sus manos hacia el rubio.

»–±–«

N/A: ¿Que les ha parecido?

Háganme lo saber, las críticas siempre son constructivas!

Itachi está muy ooc lo se, pero si me ha quedado algún otro también así, díganmelo para tratar de corregirlo... n.n

Gracias por leer la historia, lo digo de todo corazón! :3