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Título original: The Cowboy's Unofficial Guide to the Open Road
Autor: Agent Orange
Traducción: Miguel García - garcia.m (arroba) gmx (punto) net
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La Guía No Oficial de Viaje Para el Vaquero
Capítulo 1: You Turn the Screws [Como quien aprieta tornillos]
- o -
You kick the sand
You get the upper hand
Then you sell it to Japan
It's business like
You turn the screws
It's what you choose to do
[Vives a cuerpo de zar
Llevas las de ganar
De ahí lo vendes a Japón
Es hacer los negocios
Como quien aprieta tornillos
Es lo que eliges jugar]
- o -
Spike más de alguna vez en su vida había estado enrabiado. Más aún,
hubo veces en que hasta se hubiera atrevido a decir que estaba
enardecido de cólera. Enardecido de cólera. He ahí una frase que uno
no anda largando así como así. Cuesta muchísimo poner enardecida
de cólera a una persona. Pero ahora, mirando la caja vacía que tenía
en el refrigerador, descubrió que estaba varios grados más allá del
enardecimiento colérico. Estaba ya derechamente antropófago. Aspiró
hondo, intentando concentrar todas sus energías para no descuartizar
lo primero que se le cruzara por delante. Luego de recuperar algo de la
compostura, agarró la caja y salió a amplios trancos hasta el área de
estar.
—¿Ed? —preguntó.
—Faye fue —dijo la niña escuetamente, sin sacar la vista de su
computadora.
—¿Faye fue qué cosa? —preguntó él, algo irritado por haber sido
mandado al carajo por una chiquilla de trece años.
—¿Importa? —bostezó la niña. Luego dejó colgando hacia atrás la
cabeza, de modo tal que quedó mirando a Spike al revés. Vio la caja.
—Oooooh. Ahí sí que fue Faye-Faye.
Spike asintió en una manera que hizo a Ed sentir una repentina lástima
por la pobre Faye-Faye. Se las iban a dar.
—Gracias, Ed —dijo él con voz desabrida, y luego procedió a golpear
bruscamente la puerta del camarote de la susodicha mujer.
—Ya va, ya va —se quejó esta, abriendo de golpe la puerta, con la cara
embetunada de un mejunje verde y la cabeza envuelta en una toalla.
Spike se limitó a alzar la caja, en patente evidencia.
—Ah, eso. Bueno, qué quieres, me dio hambre. Demándame.
Él inspiró hondo otra vez y, luego, en una forma muy fría y metódica,
volteó la caja de modo tal de revelar la tapa. Escritas encima con letras
enormes estaban las palabras "Propiedad de Spike. NO COMER.
Infractores serán baleados".
Faye se encogió de hombros.
—La comida es tierra de nadie en esta nave, Spike. Ya sabes eso.
—Bostezó, aprontándose para darle un portazo en plena cara.
Él alargó un brazo fulminante para evitar que la puerta se cerrara, y la
volvió a abrir de un trancazo.
—Primero que todo —dijo, de manera tan fúnebre que hasta Faye casi
lo toma en serio—. No oses decirme las reglas de esta nave. Esta no
es tu nave. Tú eres una lapa tozuda que se pegó al fuselaje. Segundo
—masculló—, acabamos de cobrar una recompensa. Había un montón de
envases con comida ahí mismo donde estaba este. Tercero, resulta que
lo que tuviste la desfachatez de echarte por tu gaznate de alimaña son
los rollos primavera del local donde viví cuando niño. Son los mejores
rollos primavera de esta cagada de universo. No he consumido de estos
rollos primavera en diez años, y muy posiblemente jamás los voy a
consumir de nuevo, porque el tipo que los hizo está como a dos segundos
de un patatús coronario. Así que, para resumir, Faye, me arruinaste la
vida y te odio.
Cerró de un portazo. La última frase, la verdad sea dicha, carecía de
dignidad, pero estaba tan emputecido de rabia que era largar eso o
presentía que podía estrangularla hasta estrujarle la mismísima vida.
¿Acaso no tenía derecho de darse un simple placer en esta nave?
¿Uno y nada más? Lo único que quería era un rollo primavera, carajo.
Faye abrió la puerta y exclamó tras él:
—Pareces chiquillo, ¿sabías?
—¿Ah, *yo* soy el chiquillo? —le gritó él—. ¡Nunca, jamás nos salen
recompensas así de grandes! ¡Nunca vamos a tener tanta comida en
la nave otra vez, y de toda la cagazón de cosas del refri, te comiste la
única que te pedí que no te comieras, por la única y exclusiva razón de
ser una híper perra! ¡He visto asesinos seriales con más compasión que
tú! ¡No le tienes respeto a nadie en esta nave y me tienes hinchado!
—Ni que tú no te habrías comido mis rollos primavera.
—¿En este caso? No lo habría hecho.
—Mentiroso de mier... da.
Spike cerró los ojos un momento e imaginó lo satisfactorio que sería
conectar su puño con esa cara pintarrajeada y embadurnada de
guacamole.
—¿Sabes qué? —chilló Faye de repente, pelándose la máscara—. Me voy.
—No te preocupes. Voy a salir yo. Y cuando vuelva, más te vale que te
hayas ido, o reza por que esté hasta el culo de borracho.
- o -
Spike estaba hasta el culo de borracho. No hacía sino mirar el fondo de
su vaso pensando en sus rollos primavera. Debería habérselos comido
todos de un tirón, pero es que eran tan ricos. Uno no hace esas
cosas a la rápida. Y habiendo recién ido al supermercado. El Bebop.
Al supermercado. Era un suceso inaudito. No solo tenían un buen surtido
de comida, sino que hasta tenían brebajes y bocadillos. No entendía por
qué un piño de seres humanos decentes no le podían permitir comerse
unos míseros rollos primavera. Para todos los demás eran rollos primavera
y nada más. Pero para él era su infancia envuelta en una masa crujiente.
Por Dios, que estaba borracho.
—¿Eres Spike Spiegel? —preguntó alguien desde atrás.
Carajo. Estaba muy deprimido como para pelear. Y tenía un buen asiento,
justo frente al tiesto del maní. Sería una lástima perderlo.
—Sí —gorgoteó, y se atracó la boca con maní por una cosa de
principios—. ¿De parte de quién?
—¿Conoces a Faye Valentine?
—¿Qué, no será esa perra zángana, malagradecida, traga-rollos
primavera?
—Me imagino que sí.
—No me suena.
El hombre obviamente no tenía idea de qué pensar:
—Ehhm... ya. Bueno... Tengo un documento medio como "top secret"
o algo así, para ella. Nada más supe que tú...
—Ah, esa Faye Valentine. —Spike se enderezó y le arrebató el sobre de
las manos.
—El tipo dijo que no lo abriera —imploró el hombre, pero Spike ya iba a
tumbos por la calle, buscando luz adecuada para la lectura.
La nota decía que había un paquete para ella en la Tierra. Estaba muy
solicitada esta mujer últimamente. A tropezones emprendió el regreso al
área de estar del Bebop para ver a Faye haraganeando desparramada
en el sofá y limándose las uñas.
—Mira tú, estás borracho —observó ella con voz sin aliño—. Debe ser mi
día de suerte.
Él arrepolló la nota y se la tiró de modo de darle en plena frente. Luego
se desplomó al suelo como a nueve centímetros del televisor. No pudo
ver nada, pero la oyó emitir curiosos ruiditos, luego ponerse en pie
repentinamente y salir en picada a su cuarto.
—¿Qué pasó, Ed? —preguntó.
Al parecer la chiquilla no se había movido ni un centímetro desde que él
había salido:
—Faye puso caras raras y después se fue fuerte-fuerte a su cuarto.
—Suspiró—. ¿Qué pasa?
—No sé, ni me interesa —rezongó él, reptando hasta el sofá—. ¿Y Jet?
—Persona Jet dice que Persona Spike y Persona Faye lo tienen aburrido
cacareando como gallinas trastornadas. —Hizo un alto para reírse un
poquito—. Gallinas trastornadas —repitió—. Jet se fue a cortar arbolitos.
Dijo que fuera a avisarle a Jet cuando Spike y Faye-Faye se maten.
—Qué bonito.
Ed se dio una súbita voltereta hacia atrás, de modo que quedó patas
arriba sobre las manos y mirando de lleno la cara de Spike.
—¿Spike borracho?
—Poquito, sí.
—Faye lamentó lo de rollos primavera. Faye dijo que no sabía.
—Sí, pero no se dignó preguntar, ¿cierto? Y dudo que las palabras "lo
lamento" se le hayan colado por los labios.
Ed suspiró y volvió a enderezarse con otra voltereta.
—Cierto, cierto. Ed na' más quería parar cacareos. Pa' que dejen dormir.
Y con eso, Ed y Ein partieron a dormir..., donde fuera que dormían. Spike
bajó un pie al piso para aminorar su arremolinamiento. Mientras existiese
una Faye, existiría el cacareo.
