[The Loud House no me pertenece, no me lucro con esto ni nada por el más mínimo estilo.]
"El Lienzo"
Había algo que no estaba bien, pero no sabía el qué. Llevaba... ¿10 minutos? Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba contemplando aquélla pintura... Descartaba el que fuese arte abstracto, ¡Más bien! Descartaba el que esté buscando el tipo de arte que correspondía a la pintura. El tipo de arte no era el punto de todo esto. Esos 10 minutos perdidos eran por saber qué demonios había dibujado Lucy Loud en aquél lienzo.
- Esto... Esto... - Intentaba articular un mensaje con sentido pero su mirada se perdía en el lienzo, en aquél misterioso y enigmático lienzo.
- Lamento si no logras comprender esta muestra de mi alma que con fuerza propia guío mis extremidades para intentar plasmar una insignificante fracción de la oscuridad que de ella se compone.- Dijo tan tétricamente como se caracterizaba en la pequeña poeta de 8 años.
- Pero... Esto... -
Había algo, y ya se acercaba a los 12 minutos, pero qué importaba, solo quería descifrar el mensaje que, de aquél lienzo procedía, quería entrar en alguna parte de su ser.
¡Y demonios! ¿Por qué veía mil y un entes en ese lienzo y, a su vez, nada? La melancolía y tenebrosidad que la pintura de Lucy parecía transmitirle era angustiante. Y empezó a sudar frío, esto era demasiado para él, llevó una mano a su pecho e intentó resistir el huracán de confusión que arrasaba con su mente.
Cayó de rodillas. El huracán pudo con él, claro que sí, y era frustrante, pero no pensaba en frustraciones, estaba más que hipnotizado en aquélla pintura. Sus ojos se cristalizaban y algo se rompía dentro de él, no podía procesar la información de forma lógica, el huracán arrasaba con todo su ser.
Pero llegó su salvación, llegó Él.
- Hey, Clyde, ya salí del... - El albino, quién había llegado con una expresión positiva, no pudo completar su frase al ver a su mejor amigo arrodillado, viendo el lienzo de Lucy fijamente y al borde de las lágrimas.- ¿Te pasa algo, Clyde? - Más no recibió respuesta por su parte, sino que oyó la lúgubre voz de su hermana menor como contestación.
- Hermano mayor, tu leal camarada se acercó a mi último de lo que ustedes llaman... Lienzo. Veo con asombro que mi alma logró plasmar más de una fracción de la profunda oscuridad que le compone... En otras palabras, tu amigo no resistió.- Dijo, tan dramáticamente melancólica como se expresaba comúnmente.
- ¡Pero si solo pintaste de negro todo el lienzo! -
Fin
Alcancé un estado de aburrimiento que ni pensé que podría llegar a alcanzar.
