Esta idea llegó cuando mi hermana me recordó una película vieja que me fascina (no les puedo decir cuál porque sería spoiler de la historia), así que decidí hacer un fic medio basado en la trama de ella, pero con Steve (Chris) y Natasha (Scarlett) como principales en un universo totalmente alterno. La verdad quería usar sus nombres de actores, no los de los personajes, pero creo que quienes leen sobre ésta pareja la buscan por la película de Avengers y, bueno, qué más. Espero que también les llame la atención mi nueva historia, haberlos atrapado con éste abreboca (Yo ya quiero que aparezca Steve :() y que me dejen reviews como buenos lectores. Recemos todos porque mi inspiración no muera y esté subiendo caps nuevos, mínimo, semanal.
#TeamStevxNat
Ah, sí, un poquito de protocolo: los derechos de ciertos personajes no me pertenecen, son propiedad de Marvel (o Disney, ¿no?), pero la historia en sí es de mi autoría. Agradezco no ser plagiada, en caso de tener la dicha de ser buena para esto.
Capítulo 1
Abrí los ojos cuando la alarma de mi reloj digital de buró me avisó que ya eran las siete de la mañana. Odiaba ese sonido con toda mi alma, y era esa precisamente la razón por la cual lo había asignado para que me despertara. Me levanté con pereza, bostezando a la par que daba unos pasos descalzos hacia el baño; ubiqué el pequeño control remoto en la alfombra, lo levanté y presioné el botón que abría las persianas. Fabuloso, nubes grises sobre la parte de New York que mi inmensa ventana panorámica me dejaba observar. No le presté demasiada atención a lo que parecía ser una futura lluvia y me adentré en el lujoso cuarto de baño. Un gran espejo fue lo primero que me recibió, junto al frío piso de mármol que adornaba buena parte del cuarto; caminé de puntillas hasta llegar a la ducha y, de esa forma, empezó mi rutina diaria.
Después de asearme, comer y ponerme ropa adecuada, estaba completamente lista para dirigirme al trabajo. Me aseguré de tener todo; llaves del departamento, llaves del auto, monedero, cartera, pastillas para dolores en general, cosméticos, celular y, por supuesto, la carpeta en donde se resguardaba el trabajo más importante que había obtenido hasta ahora. Mi boleto al siguiente nivel de éxito. Si ya de por sí era catalogada como la arquitecto revelación del año en la ciudad, con el diseño de la cadena del nuevo y sofisticado hotel cinco estrellas M&C que mi jefe me confió, sería en definitiva noticia nacional. Entonces, teniendo todo lo que necesitaba para salir, di media vuelta y abrí la preciosa puerta de madera tallada que servía como entrada a mi despampanante hogar.
―Buen día, señorita Romanoff ―Saludó el viejo portero cuando me hallaba en la entrada del edificio.
―Buen día, Gerald ―Le respondí con una sonrisa―. ¿Cómo estás hoy?
―Bien. Y, por lo que veo, usted está tan bonita como siempre ―Devolvió mi gesto y terminó picando un ojo, con esa picardía divertida que me hacía reír.
―Gracias, Gerald ―Le regalé un beso en la mejilla, en lo que sacaba las llaves del auto de la cartera.
Encontré las buscadas y desactive la alarma del Audi TT plateado que había dejado parqueado frente al conjunto residencial la noche anterior. Prefería dejarlo ahí cuando había tenido un día cansado, era mejor que bajar o subir las escaleras del estacionamiento subterráneo.
―Debería llevar un paraguas, señorita, los pronósticos dicen que lloverá todo el día ―Gritó el hombre de más de sesenta en lo que yo me acercaba al automóvil.
Le hice señas de que no se preocupara, y él pareció darse por vencido. En realidad, sí debía llevar un paraguas o algo para protegerme de la inminente lluvia, pero no tenía tiempo para subir a mi departamento a buscarlo. Estaba sobre la hora, ya eran más o menos las siete con cincuenta y a las ocho debía estar en la oficina porque tenía una reunión pautada con mi jefe y los contratistas en donde mostraría mis avances del M&C.
Corrí todo lo que los semáforos, fiscales y el tránsito me permitieron, con mucha suerte me encontraba taconeando el pasillo de la constructora dos minutos antes de las ocho; directo hacia la sala de reuniones.
―¡Tasha! ―Esa voz. Esa voz neurótica y escandalosa no podía ser de nadie más.
―Sharon, te he dicho que no me llames así ―Reclamé deteniéndome y mirándola con fastidio.
―Lo siento, lo siento ―Parecía que había estado corriendo, respiraba agitada; cosa que me molestaba ya que yo andaba apurada―. Yo.. Yo..
―Sharon, habla ya, tengo que asistir a una reunión ―Hice gestos con mis manos alentándola a seguir.
Dio un último gran respiro y se reincorporó al momento. Sonrió antes de hablar.
―Sabes, tengo aproximadamente seis meses siendo tu asistente, y como que lo más cercano a una amiga que tienes, merezco llamarte así ―Me llevé una mano a la cara con dramatismo, ya el reloj de la oficina daba las siete cincuenta y nueve. Llegaría tarde―. Primero que nada, ya arreglé la sala de reuniones.
―Ajá ―Eso me aliviaba, pero luego puso una cara que me hizo pensar que las siguientes palabras no me aliviarían tanto.
―Y.. ―Empezó a hablar, parecía buscar la forma adecuada de decírmelo. Me asusté en ese momento―. Tu madrastra llamó.
El balde de agua fría invisible cayó sobre mí, mojando casi completamente mi cuerpo. Se supone que no debería ser tan malo, pero, tratándose de Helena, las razones por lo general me perjudicaban.
―Eh.. Tasha..
La voz de Sharon me regresó a la realidad. Parpadeé un par de veces antes de reintegrarme.
―¿Qué dijo? ―Pregunté aún perdida.
―Que la llamaras en cuanto pudieras. Me preguntó si habías cambiado de número y le dije que tu teléfono se había caído por un barranco o algo así.
―¿Ah? ―La miré extrañada por un instante, después un ocho en el reloj tras ella me recordó lo que estaba pasando en ese momento―. Está bien, debo ir a la reunión ahora.
Hice énfasis en la última palabra y giré sobre mis talones hasta quedar frente a la puerta que me adentraría en la sala de reuniones, donde podría olvidar el terrible recado que Sharon me acababa de dar. Pero entonces, las consecuencias de la simple mención de Helena Romanoff hicieron su aparición; sentí una de mis piernas desequilibrarse y cierto sonido sordo al mismo tiempo.
―¡Maldita sea!
Uno de mis tacones se había roto, a pocos pasos de mi meta. La gran puerta doble se abrió dejando ver la mitad de mi jefe confundido.
―Natasha, qué diablos..
―Señor Fury.. Yo.. Yo estaba a punto de entrar ―Traté de mantener el equilibrio para que él no notara mi problema.
―Pasa, pasa. Los ejecutivos están subiendo por el ascensor ahora mismo ―Su expresión se había relajado un poco. Abrió la puerta para que yo pudiese pasar.
No hice ningún comentario, sólo pasé intentando no saltar demasiado. Ni siquiera notó mi extraño caminar, de hecho, los que se encontraban en la sala estaban tan preocupados por nuestros próximos clientes que mi pequeño percance pasó desapercibido.
―Buenos días.
Acababa de sentarme cuando un hombre bajo de traje gris hizo su aparición por la puerta principal, seguido de un séquito de otros cuatro hombres con traje y cara de póquer. Automáticamente mi jefe se les aproximó, ofreciéndoles su mano y los asientos reservados para invitados especiales. Cada uno de nosotros se presentó, siguiendo el guión de protocolo; primero el nombre, luego el cargo que se ocupa en la empresa y por último palabras de bienvenida o, en su defecto, halagos cortos.
La conversación amena con los visitantes no se hizo esperar, era fácil porque mi jefe, Nick Fury, tenía el don para agradarle a casi todo mundo. Aunque yo era la única mujer en la habitación, le tendí la mano con la charla a Nick más de lo que alguno de mis otros colegas supo. Así que los contratistas estaban fascinados con mi jefe y conmigo; habíamos hablado desde la lluvia torrencial que empezó en cuando ellos entraron al edificio, hasta lo vanguardista de nuestra sala de reuniones y la petición especial de Tony Stark, el accionista mayor que estaba ausente, de agregarle un restaurant de shawarmas a cada hotel.
―Me encanta la idea ―Comentó el hombre afroamericano que yo llamaba jefe―. Eso le pondrá un toque culinario urbano y exótico al hotel.
―Sí, suena perfecto. No habrá problema en anexarlo al proyecto.
Los hombres que queríamos impresionar sonreían de oreja a oreja por obtener lo que deseaban. Ahora me tocaba a mí mostrarles el avance de diseño que llevaba.
―Bueno..
Por un momento olvidé que mi tacón se había roto y perdí el equilibrio al tratar de levantarme. Suerte la mía tener excelentes reflejos que me permitieron sostener de la mesa antes de caer.
―Señorita, ¿está bien? ―Uno de los ejecutivos, el más cercano a mí, hizo ademán de ayudarme.
Me reí un poco para sobrellevar el momento y moví una mano en señal de que todo estaba bajo control, él entendió y de nuevo se acomodó en su silla.
―Fue un pequeño error técnico, disculpen ―Intente relajar el ambiente con un chiste, todos los presentes se rieron ante mi comentario―. Ahora, señores, quiero mostrarles intangiblemente un poco de lo que pronto será tangible.
Presioné un botón en el controlsito del proyector que iluminaba la pared tras de mí, al instante apareció un modelo 3D de la fachada que había ideado para el M&C. Sentí el asombro de algunos al ver la moderna y, a la vez, elegante entrada principal que precedía la fuente más sofisticada que pude conseguir en el mercado; sonreí para mí misma por tan buena primera impresión.
―Tenemos un problema, señorita Romanoff ―Miré extrañada al empresario que me dirigía la palabra.
―Si, ¿cuál es?
―Fui enviado por el señor Stark y él tiene peticiones específicas que tuvieron que haberle llegado a usted, entre las que se exige una puerta medieval modernizada, no una puerta moderna con toques medievales. La piscina de la terraza parece tener medidas menores a las solicitadas y, aparte de todo, esa fuente en forma de orquídea resalta demasiado ―Ni siquiera pestañeó, ese hombre escupió sus críticas como si me odiara de toda la vida y deseara humillarme. Sonrió insoportablemente antes de seguir―. Le sugiero reconsiderar el diseño de la entrada y la terraza si desea que culminemos ésta obra con su empresa.
Los ojos de todos se centraron en mi, en mi rostro que colapsaba. Tardé unos segundos en darme cuenta de que me había quedado como estúpida, quieta, haciendo leves movimientos con los labios entre abiertos.
―No se preocupe, le aseguro que mi arquitecto estrella va a organizar todas sus peticiones y las llevará al pie de la letra la próxima vez ―Fury fue quien intercedió por mí, en ese momento reaccioné.
―Yo.. Yo, lo siento.. ―Traté de recomponerme lo más rápido posible―. Supongo que quise mostrarles algo que no consideraban, a ver si les parecía bueno después de todo. Pero esto no volverá a pasar, rediseñaré la maqueta y les va a encantar.
―Eso espero ―Dijo el enviado por el tal Stark, que sin haber conocido ya me estaba pareciendo un tipo fastidioso―. El señor Stark seguramente asistirá a la próxima reunión, si logra sorprenderlo, el trabajo es suyo.
Después de pasar ese momento de tensión en la sala de reuniones, recibir por primera vez en doce meses quejas de Fury sobre mi trabajo y que Sharon me resolviera el problema del tacón roto con sus horribles zapatos de repuesto que casualmente eran mi talla; me encontraba a mí misma pensando en una mesa de L' Feviú, la cafetería de en frente. Otro de mis tantos almuerzos solitarios allí, con la diferencia de que me sentía como la peor decepción ésta vez.
―¡Tasha!
Ignoré el llamado, sólo me quedé observando la poca espuma que le quedaba a mi café. Embelesada.
―Tasha, la esposa de tu papá volvió a llamar ―Cerré los ojos y suspiré con demasiada fuerza, ya Sharon se había sentado frente a mí.
―Cuando vuelva a llamar, dile que no quiero hablar con ella.
―Oye, no, deberías llamarla y decírselo tú ―Cruzó los brazos, mirándome con reproche. Abrí un poco la boca, ¿qué era todo esto?
―Te pago para que hagas lo que digo, no para que me des ordenes ―Aunque quería gritarle, no lo hice; sólo mantuve una expresión de firmeza y autoridad.
―No es una orden, y lo sé. Es que creo que ya es hora de que resuelvas las cosas con tu familia, Tasha, te lo aconsejo como amiga.
―No somos amigas, Sharon. Soy tu jefa y tú mi asistente ―Probé por primera vez el café que tenía bastante tiempo frente a mí e, inmediatamente, hice una mueca asqueada por lo frío que estaba. Fingí que no había pasado eso y proseguí―. Que alguna vez me hayas encontrado muy ebria en mi departamento y te haya contado la historia de porqué me mudé a New York, no significa que seas mi mejor amiga.
Vi en sus ojos lo mucho que le habían dolido mis palabras, pero, aunque fuese cruel, tenía que dejarle claro que yo no andaba buscando ninguna clase de apego emocional. Sin embargo, en cuestión de segundos se recompuso; vaya que era una persona insistente. Suspiró antes de decirme algo.
―Está bien, no aspiro a serlo tampoco ―Me sorprendió la seriedad que usó, bajé la guardia porque no me esperaba eso―. Sólo creo que, como persona madura y profesional que dice ser, debería resolver sus asuntos personales por sí misma. Le recuerdo que mi responsabilidad son las cosas del trabajo y no los problemas de otros.
Dicho eso, se levantó sin inmutarse a mirarme o despedirse. La observé alejarse anonadada, prácticamente con la boca abierta; pude haberla despedido en ese momento, pero lo que dijo era cierto y, si la despedía, estaría siendo infantil. Pedí otro café y me quedé sentada tomándolo como por media hora antes de volver a la oficina, debía dejar de huir de mis problemas.
―Sharon ―Le llamé casi en susurro, ella terminó una conversación telefónica y volteó a mirarme aún seria.
―Dígame, señorita Romanoff.
Medio mordí mi labio inferior. La verdad es que parecía un perrito regañado por mi asistente, lo cual no era usual.
―Márcale a Helena y pasa la llamada a mi oficina, por favor ―No esperé a ver su reacción, que de seguro era victoriosa, y caminé rápido para encerrarme en el lugar mencionado.
Pasó menos de un minuto, pero el movimiento nervioso de mi pierna derecha hizo que parecieran horas de angustia hasta que Sharon pasó la llamada. La mortificante llamada.
No sabía qué decir cuando escuché el silencio al otro lado de la línea, como alguien esperando. Exactamente era mi madrastra esperando a que dijera algo. Y yo no recordaba ninguna palabra que sonara relajada o segura de sí.
―¿Hola? ―Traté de sonar lo más casual posible.
―¡Oh, Tasha! ―No pude evitar rodar los ojos cuando identifiqué el intendo de llanto, seguía siendo tan dramática como recordaba. Todo lo que quería era dar lástima.
―Helena, hola ―La rabia que me alejó de ella todavía estaba allí, aunque antes de que Sharon pasara la llamada lo había dudado, ahora estaba segura de que un año no había cambiado nada.
―Hija.. ―Se escuchó como si tratara de no llorar, lo que me perturbó fue ese "hija" tan hipócrita que osó decir―. Hace tanto.. Es.. ¿Cómo has estado?
Esa era una pregunta más complicada de lo que parecía; después de todo lo que había pasado, ¿cómo podía pretender que yo le diera una respuesta positiva? Si realmente le importaba un poquito, debió decir otra cosa.
―Bien ―Contesté cortante.
Se quedó unos segundos en silencio, supongo que ordenando las palabras para no volver a decir algo estúpido, después suspiró profundo.
―Tu papá y yo hemos estado leyendo sobre ti por internet, estamos muy orgullosos de tus logros ―Sonaba como cuando alguien siente culpa y quiere suplicar perdón a través de los halagos―. Él quería hablar contigo hace unos meses, tratamos de llamar varias veces.. Tu hermana trató..
―Vaya.
Esa fue la gota que derramó el vaso, sabía que era una mala idea devolverle la llamada. Sólo terminaría yo de mal humor.
―Hija, espera, no cuelgues ―Suplicó―. Tengo algo importante que decirte. Pero necesito que, por favor, me escuches hasta el final.. ¿Sí?
Esta vez fue mi turno de suspirar profundo, con más fastidio que nada; principalmente porque amor de madre repentino no era de mi agrado. No debí aceptar, debí colgar en ese momento y seguir con mi vida como hasta ahora, me iba mucho mejor sin saber nada de ellos; pero algo muy dentro de mí se dobló ante la petición desesperada y sumisa de la mujer, tuve que ceder.
―Habla.
―Bueno, es.. Es algo delicado.
―Ajá.
―Natasha, tu padre está muy enfermo ―En ese momento la comencé a tomar en serio―. Unos meses después de que te fueras de San Francisco, empezó a decaer y se puso algo mal, el doctor McLaren vino a verlo cuando..
―Ve al punto ―Mi corazón estaba latiendo a mil por hora, sentía que las manos me temblaban.
―Tiene cáncer en los pulmones, muy desarrollado. Ya está usando un tanque de oxígeno y.. ―La voz al otro lado de la línea se quebró, pude diferenciar a la Helena real apareciendo―. Sólo quiere ver a su familia junta antes de morir, hija.
La verdad es que eso me rompió el corazón en cientos de pedacitos, fue como una bola demoledora. No estaba llorando, pero tenía muchas ganas de hacerlo. Una lágrima traidora descendió por mi mejilla.
―¿Cuándo? ―Pregunté sin querer oír la respuesta.
―Quizás tenga días o semanas, el doctor McLaren dice que a lo mucho un mes ―Me limpié la mejilla y apreté los labios―. Wanda está aquí desde el fin de semana, con Clint..
Eso me ayudó a recomponer, era sorprendente la capacidad que tenía para decir con exactitud las palabras que me molestaban. Mi silencio debió haberse entendido, pero ella tenía otra bomba nuclear que lanzar.
―Y sabes que Iván siempre ha querido que ustedes sean felices por sobre todo.. ―Empezó a decir, obviamente dándole rodeo a algo que ya me estaba planteando―. El deseo más grande de tu padre es que sus dos niñas estén bien, sean exitosas y.. Consigan un buen hombre para compartir la vida, tener hijos.. Por lo que, bueno, Wanda y Clint tuvieron una idea para que, ya sabes, él pueda al menos presenciar la felicidad de uno de sus tesoros antes de partir e.. Hija, ellos van a casarse la próxima semana.
Me quedé helada, apenas sostenía el teléfono en mi oreja. Ya había imaginado eso, pero no estaba lista para escucharlo todavía. No quería seguir hablando con ella.
―Sé que te estoy pidiendo mucho, Tasha, pero de verdad espero que puedas venir y así pasar tiempo con tu padre.
Podía no decir que sí y tendría de todas formas la posibilidad de entrar al cielo, sin embargo, pensaba en mi papá. La toda la familia que me quedaba; y, aunque no era la persona más presente en mi vida, cuando estaba, hacia que toda la espera valiera la pena.
―Está bien ―Terminé aceptando.
Una expresión de supuesta emoción se escuchó del otro lado. Rodé los ojos por lo hipócrita que era todo eso.
―Gracias, gracias, muchas gracias, Natasha ―Exclamó ella con entusiasmo―. Tu padre estará muy feliz de volver a verte.
Me permití sonreír imaginando el reencuentro con mi papá, que era la única razón por la cual tenía la paciencia para soportar a la mujer y su hija los días que estuviese allí, aparte de verle la maldita cara a Clint.
―Bueno ―Ya quería cortar la conversación; si duraba un minuto más, estaba segura de que desertaría o me suicidaría al final―. Tengo que trabajar.
―Sí, hija, ve tranquila ―Dijo con alegría, me estaba convenciendo de su veracidad―. Espero tu llamada para saber cuándo te vendrás. Recuerda que debes estar unos días antes de la boda.
―Sí, te avisaré ―De inmediato, y porque ya me estaba hartando, corté la llamada sin anestesia.
Suspiré sentándome, ya me empezaba a doler la cabeza con toda la noticia que había recibido. Sharon no tardó en aparecer tras la puerta de mi oficina.
―¿Todo bien?
―¿Tú qué crees? ―Me llevé una mano a la frente, masajeando con las yemas de mis dedos.
―Me pidió tu correo, dijo que te enviaría la invitación a la boda y algo más para que consideres ―Masajeé más fuerte, sentí una puntada.
Pensé que sólo me diría eso y se iría, pero la rubia parecía tener algo más para mí. Tardó varios segundos en tomar el valor de hablar.
―Quizás te molestes y me despidas por siquiera sugerirlo ―Empezó a decir, a lo que centré mi mirada en su expresión nerviosa―. Pero quería saber si te gustaría ir a tomar algo cuando salgamos del trabajo, yo invito. Así te relajas un poco.
Bajo otras circunstancias, la habría despedido sin piedad, pero la realidad era que necesitaba esos tragos para sobrellevar toda la situación. No le dije nada, sólo asentí con mi cara de póquer y ella salió triunfante de la oficina por mi aceptación.
Tumbé la cara sobre el escritorio cuando me hallé sola, todo lo que había estado perfectamente bien, se derrumbó con la llamada de una bruja infernal. Mi vida en éste momento era un desastre total y yo odiaba no tener el control sobre ello.
Pd final:
También convertiré ésta obra en PDF cuando esté más avanzada, como haré con Capitán América y el escape de Black Widow, si desean poseerla en ese formato, me la pueden solicitar por review o mensaje privado y yo se las envío cuando la tenga.
Nos leemos.
