Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. Este fanfic no tiene ánimo de lucro
Advertencias: Shonen ai POV Naruto (de ahí que no se narre lo que siente Sasuke)
"¿Qué hago aquí…?", pensó resignado cuando el profesor, subido en la tarima, terminó de explicar lo que escribió en la pizarra.
- ¿Podría explicarlo de nuevo? -preguntó algo confuso después de una retahíla de palabras que no entendió-.
Habían pasado ya tres años desde aquel día que decidió ir a hablar con ese chico que siempre se mantenía al margen de todas las conversaciones en clase. Se quedó fascinado de ese perfil suyo desde el mismo momento en que lo vió, una mañana que decidió no levantarse de su silla y relacionarse con el resto de sus compañeros como era su costumbre. No supo por qué, pero hasta ese mismo día no había reparado en su presencia, a pesar de llevar ya dos semanas de clase.
- ¿Por qué te quedas aquí solo? -preguntó descaradamente sentándose en la silla vacía del compañero que se sentaba justo delante de aquél, observando con detenimiento lo que tenía encima de la mesa-. ¿No hablas con los demás?
- Estoy intentando terminar una canción -contestó el otro sin darle mayor importancia-.
Cuando levantó la mirada de lo que enseguida Naruto reconoció como una partitura para mirarle a él, sintió como si por un momento se le olvidara respirar y un cosquilleo le inundó el estómago, haciendo que se quedara sin palabras, simplemente observando todo lo que hacía.
Aquel se echó hacia atrás, cerró los ojos y levantó un tanto la mano como si sujetara algo. Fue prácticamente imperceptible cómo movía los dedos, pero al estar tan cerca observándole con tanto detalle, pudo intuir que en la mente de aquel estaban sonando los acordes de una guitarra. Un motivo más para no decir nada y no distraerle.
De repente se dio cuenta de que muy seguramente había permanecido demasiado tiempo observándole y comenzó a pasear la mirada por lo que tenía sobre la mesa en un intento de calmar el rubor que comenzaba a inundarle las mejillas.
"Debo parecer idiota…", se reprochó para sí.
No tenía muchas cosas: una libreta, un boli, el papel arrugado que le hacía las veces de partitura… y unas gafas. No le habría dado más tiempo a ese detalle si no se hubiera dado cuenta de que tenía las gafas con tantas manchas que, seguramente, si se las pusiera no podría ver nada. No se lo pensó cuando cogió el pequeño trapito que siempre acompañaba a unas gafas dentro de su estuche y, tras humedecer las lentes con un poco de vaho, las comenzó a limpiar casi compulsivamente.
- ¿Qué haces? -rio divertido el otro al ver la saña con la que las estaba limpiando-.
- Estaban sucias -contestó lo obvio-.
- ¿Y tienes algún problemas con la suciedad de mis lentes?
- … -Naruto entrecerró la mirada algo molesto, no supo por qué pero aquello parecía estar haciéndole gracia al moreno-. Me da mucha rabia verlas sucias. Me paso el día limpiándoselas a mi hermana.
- Oh… ¿Y está buena tu hermana? -soltó a bocajarro-. Podrías llevarme a tu casa y presentármela.
Ya. Eso sí que no. Por ahí sí que no pasaba. Estaba a punto de estallar cuando el profesor entró en el aula y con contenida calma dejó las gafas en su sitio. Limpias.
No pudo evitar sonreír recordando aquel día viendo el perfil del que tenía al lado. Aquel día ni siquiera se molestó en preguntarle cómo se llamaba, por lo que hubo de estar atento cuando pasaron lista para enterarse. Pero a pesar de que era el siguiente a él, como nunca decía nada cuando le llamaban, tardó unos cuantos días más en averiguarlo. Hasta que un día decidió mirar a todos y cada uno según iban pasando la lista, y ahí fue cuando se dio cuenta de que el moreno simplemente levantaba la mano cuando le llamaban.
- ¿Pasa algo?
Le sacó de sus recuerdos, mirándole con curiosidad. Naruto no se había percatado de ello, pero llevaba ya algo más de dos minutos apreciando lo bello que era aquel rostro totalmente concentrado en la lección, y que ahora tenía sus ojos en él, observándole intensamente.
- No, nada… -sonrió nervioso-. Me andaba preguntando si todavía quedará ramen de cerdo, el tío este se está enrollando demasiado… -señaló disimuladamente al profesor-.
- Ya, claro… -bufó el otro sarcástico-. Cómo no...
Mirándolo bien, a pesar del carácter apático que desprendía por cada poro de su piel, le resultaba increíblemente relajante estar a su lado. A pesar de que a veces le dejara por idiota. Como aquella vez que le hizo creer durante semanas que el viaje que iba a hacer en navidad era para visitar a una ex de Okinawa porque tenía un hijo con ella.
- ¿¡Que tienes un hijo ya!? ¿Con dieciséis? -le preguntó incrédulo-.
- Son cosas que pasan… Ya sabes… Un desliz -afirmó solemnemente, lo que hizo que el rubio le creyera a pies juntillas-.
- Ostras, Sasuke… Pensaba que eras más precavido…
- Era joven e inexperto. Nadie me dio la charla de que si la metía ahí dentro, en un momento poco propicio y sin protección, iba a salir una cabecita nueve meses después.
- ¿Y cuántos años tenías tú? -preguntó desconcertado-.
- Trece -contestó sin vacilar-.
- ¿Y…? -titubeó para seguir con la pregunta, pero le podía más la curiosidad-. ¿Y ella?
- Diecisiete.
- Menuda asalta cunas… -le asqueó por un momento imaginarse a una chica embaucando a un crío de trece años-.
- Bueno… En teoría iba a ser un rollo pasajero: yo estaba de vacaciones y se suponía que no la iba a ver nunca más.
- ¿Pero qué dices? -quiso sacarse esa imagen de la cabeza, de un Sasuke con trece años, playboy; aunque la sonrisa socarrona que le dedicaba el otro no ayudaba mucho-. ¿Y tus padres? ¿Qué dijeron?
- ¿Pues qué van a decir…? Me echaron la bronca y tal… Pero están encantados de tener un nieto -hizo un ademán con la mano como de hastío-. Creo que le ven más que yo.
- ¿Y cómo se llama?
- ¿Quién? ¿Ella?
- No. Tú hijo.
- Ah… -hizo una pausa mirándole fijamente a los ojos-. Kousuke.
- Oh. Se parece a tu nombre...
- Es mi hijo.
Desde luego tuvo que pasárselo pipa. No pudo inventar mentira más grande que contarle. Pero lo peor de todo, es que le creyó sin dudar de su palabra ni un sólo segundo. Aunque podría pasarse la vida permitiéndole que le tomara el pelo de aquella manera. A pesar de haber pasado tres años ya desde entonces, aún sentía esas mariposillas revolotearle en el estómago cada vez que, a propósito o por accidente, le miraba a los ojos o simplemente le rozaba la mano cuando le pasaba un boli.
Se resignó bastante cuando se enteró de que tenía novia, bastante guapa a su parecer. Pero desde aquel momento supo que, por mucho que se esforzase, nunca iba a tener una oportunidad con él. Al fin y al cabo, nunca le dio a entender de que fuera gay. Mucho menos de que albergara, ni remotamente, los mismos sentimientos que tenía por él.
Por eso hacía ya bastante que se había resignado a no ser más que un amigo. Al menos así podría estar cerca de él, y apoyarle en lo que hiciera falta. Y para cuando quiso darse cuenta, ya se habían hecho amigos bastante cercanos. Lo suficiente como para ir a pasar las vacaciones juntos, con su hermana, el hermano de Sasuke, y su novia.
Aunque ya procuraba no mirar si en alguna extraña ocasión se besaban delante de ellos, cosa que interpretó como un 'no te acerques a él', cuando su hermana iba con ellos; siempre le daba esa desazón de saber que nunca sabría cómo era la sensación de besar sus labios.
Y siempre que estaba a su lado no podía evitar hacerse esa pregunta. ¿Cómo sería? ¿A qué sabrán? ¿Cómo sería su tacto? Pero enseguida intentaba apartar la idea de su cabeza porque, sino, sabía que cometería el error de querer confesarle lo que sentía y todo se iría a la mierda. Lo último a lo que estaba dispuesto a renunciar era a su amistad.
Hizo la intentona de querer olvidarse de todo lo que Sasuke le despertaba saliendo con una chica del grupo en el que tocaba aquel, en sus años de instituto. El mismo Sasuke se la presentó en uno de esos ensayos a los que siempre le invitaba. Pero aquello no iba a salir bien. Lo supo en el momento en que la chica quiso llevar su relación con él un paso más adelante y de repente le invadió el remordimiento: verdaderamente no se sentía cómodo pensando que aquella chica le fuera a poner una mano encima y quisiera cruzar la raya roja de los besos y las caricias. Era bonita, sí. Pero más allá del cariño, no sentía nada por ella. Y la apreciaba lo suficiente como para no querer lastimarla más, por lo que tuvo que dejar de ir a verles en los ensayos durante un tiempo.
Aunque ahora ya, en la universidad, todo aquello del grupo quedó bastante apartado. Hacía lo menos un año que no daban ningún concierto, tan sólo entre amigos. Por lo que fue una carga menos que soportar.
Lo más duro para él fue tener que consolar a Sasuke el día que le contó que le había dejado su novia. Decía que la chica le mandó al infierno por no ser atento con ella.
- Que le pongo los cuernos dice… -suspiró dejando caer la cabeza en el colchón, sentado en el suelo-.
- ¿Y en qué se basa?
- En que dice que ya no la miro igual que antes… Que no le presto atención cuando habla… -comenzó a enumerar-. Que ya nunca quiero hacerlo con ella…
- Eso sí que es grave… -consiguió hacerle sacar una sonrisa al moreno-.
- Yo que sé, ella sabrá.
Hacía ya unos cuantos meses de eso. Pero a pesar del impacto inicial, Sasuke no parecía afectado en demasía. Al contrario, después de unas cuantas semanas, hasta pareciera que se había quitado un peso de encima.
- ¿Qué te pasa hoy, dobe? -le dio un toque en la frente-.
De nuevo le había pillado sumergido totalmente en sus recuerdos. Todos en la clase estaban ya dispuestos a salir, con sus mochilas al hombro. Al igual que Sasuke, que le miraba a su lado esperando que se levantara para poder pasar.
En apenas unos segundos recogió todo de su mesa y salió a paso acelerado con Sasuke tras él.
- Me voy a quedar sin ramen… -iba lloriqueando mientras caminaban rápido por los pasillos-.
- Culpa mía no será…
"No. No lo es. No sé qué mierdas me pasa hoy…", le respondió dentro de su mente. Si aquel supiera en todo lo que estaba pensando ahora, y siempre que estaba a su lado, le habría mandado a freír espárragos hacía mucho.
- Entonces, ¿me echas una mano? -le miró fijamente-.
Naruto se quedó paralizado, devolviéndole la mirada totalmente confuso. En ese mismo instante era que se daba cuenta de que se habían sentado ya a la mesa y estaban rodeados de gente en la cantina de la universidad. Sin darse cuenta, había puesto el piloto automático desde que se puso en la cola para conseguir su bol de ramen y había estado contestando por inercia a todo lo que le decía aquel sin ser realmente consciente.
- ¿Con qué? -preguntó tras unos tensos segundos en los que hizo un horrible esfuerzo por tratar de recordar si había seguido alguna parte de la conversación, en balde-.
- Pero serás… -frunció los labios en una fina línea conteniendo su enojo-. ¡Dobe!
- Lo siento, en serio... -quiso disculparse enseguida-. ¿Qué decías?
- Que va a ser el cumpleaños de mi madre y quiero hacerle algún regalo… -volvió a repetirle algo exasperado-. Pero no se me ocurre qué.
- Ah… Vale -le sonrió-. Aunque a mí tampoco se me da muy bien… Ya lo sabes… -rio un poco avergonzado-.
Casi siempre tenía que ser Sasuke, o su hermano, quien a última hora le ayudase a decidir en un buen regalo para su madre.
- Paso mañana a recogerte por tu casa, a las 10.
- Si me lo dices así voy a pensar que es una cita… -se permitió el lujo de darle con el codo un tanto socarrón-.
- ¿Acaso no lo es? -levantó una ceja con el semblante algo inexpresivo-.
Por un momento Naruto se quedó sin habla. Claro que lo que había en su cabeza cómo definición de cita no era exactamente la misma que debía de estar pasando por la mente del Uchiha. ¿O sí?
- Claro, claro -rio divertido recogiendo su bandeja, apartando las tonterías que de repente se formaron en su cabeza-. Mañana a las 10.
- Bien… -le siguió en el acto el otro-. ¿Quieres que te espere luego? ¿O te coges el bus?
- Nah... Tranquilo, ya me voy en el autobús -respondió sin más-. No te voy a hacer esperar dos horas sin nada que hacer.
- Puedo quedarme en la biblioteca estudiando -repuso en el acto-. Los exámenes están al caer ya.
No supo por qué, pero titubeó. En cualquier otra ocasión le hubiera insistido en que se marchara a casa sin esperarle, como solía hacer los viernes. Aquel horario universitario era realmente una mierda.
Sin embargo ese día no podía parar de pensar en él y en todo lo que le despertaba, y quiso ser un poco egoísta y tenerle algo más de tiempo para sí.
- Si quieres… Espérame en el ágora a las siete y media.
- Vale.
Se estuvieron observando un instante más hasta que Sasuke dio media vuelta y comenzó a alejarse.
"¿Qué ha sido eso…?", se preguntó ahí parado viendo cómo se alejaba el otro.
No había pasado nada fuera de lo común. Tampoco habían hablado nada que se saliera de lo normal. Pero no sabía por qué, ese momento en el que se quedaron frente a frente, mirándose fijamente, había vuelto a hacerle hormiguear el estómago. Por un momento fantaseó con que tal vez, quizás, por una vez ambos habían sentido lo mismo. Que tal vez Sasuke sintiera algo así también por él, y que tal vez no era una locura pensar en confesarle lo que sentía.
"Sí, claro… Debo estar volviéndome loco ya...", se reprochó cuando por fin puso los pies sobre la tierra y comenzó a encaminarse a su siguiente clase.
"Oye, Naruto… Lo siento, pero al final tengo que irme a casa. Ya hablamos mañana", leyó decepcionado el mensaje que le envió, a escondidas del profesor.
Desde que le conocía, Sasuke siempre había sido muy fiel a todo lo que prometía. Pero desde que aquella chica le dejó, se había vuelto un poco inconsistente en sus palabras. Ya no se le hacía raro que a última hora le mandara un mensaje diciéndole que le había surgido cualquier imprevisto y que sentía no poder ir con él.
"Supongo que mejor así…", volvió a resignarse guardándose el móvil en el bolsillo.
En aquel momento volvió a abofetearle la realidad. Aunque había estado tratando de mantener la fantasía bien escondida en un rincón de su mente, a cada minuto había estado convenciéndose de coger valor y decírselo. Había estado a punto de cometer el mayor error de su vida al decidir casi finalmente de declararse. Por suerte, una vez más, y sin ser consciente de ello, Sasuke le había devuelto a la realidad a tiempo antes de cometer semejante estupidez.
- Bueno, ¿y? ¿Qué me sugieres? -le preguntó algo dubitativo-.
Habían llegado al centro comercial en un santiamén. El Honda Civic era sin duda un coche con buena cilindrada y, aunque no lo parecía desde la comodidad del interior, habían pillado una velocidad tal por la autopista que le valdría una cuantiosa multa si le había cazado el radar. Aunque era normal que un sábado por la mañana las carreteras no estuvieran saturadas aún y pudiera permitirse el lujo de pisar un poquito más el acelerador, sin poner en peligro a nadie.
- Pues… Se me había ocurrido que como le gusta la jardinería tal vez le hiciera ilusión un bonsái -le sugirió, no sin dudar un momento que tal vez era algo tan obvio para él que seguramente ya se le hubiera ocurrido a Sasuke-.
Tenían un jardín bastante amplio lleno de plantas, y un estanque, y no era ningún secreto que a su madre le agradaba pasarse las horas mimando sus plantas.
Lo que no se esperó es que Sasuke se quedara parado en seco con la boca medio abierta sin poder contestar, mirándole fijamente.
- Claro… -consiguió articular al fin al segundo llamado de Naruto-.
- No me digas que no se te había ocurrido… -le miró con cierto reproche-.
- No… -admitió por lo bajo, con un leve rubor en sus mejillas-.
Naruto estaba que no se lo podía creer, y no pudo evitar reír a carcajada limpia viendo cómo aquel, por momentos, pasaba del rubor de la vergüenza al rubor de la cólera al sentirse tan expuesto. Pero para el alivio de Naruto, se lo perdonó sólo esta vez porque parecía que le había salvado de la situación de tener que recurrir al regalo típico de emergencia.
- ¿Y qué le ibas a comprar si no encontrabas nada mejor? -rio por lo bajo, intentando contenerse-.
- Pues lo típico… Un perfume, un vestido, un colgante o un anillo… -contestó apartando la mirada hacia otro lado para que no viera su sonrojo-.
Aunque no podía dejar de reírse por lo bajo, tampoco podía echarle nada en cara. Cada vez que se acercaba el diez de julio, y que no estaba demasiado lejos ahora que lo pensaba, siempre tenía el mismo comedero de cabeza.
"Y el de Karin está más cerca todavía…", le dio un escalofrío pensando en el cumpleaños de su hermana.
- Oye, Sasuke… Ya que estamos aquí, ayúdame a pensar en algo para Karin también -le cogió del brazo para voltearle-.
- ¿Cuándo era? -enseguida supo que el cumpleaños de la pelirroja no andaba lejos-.
- El veinte, pero si le compro algo ya, una cosa que me quito de encima -sonrió nervioso recordando el quebradero de cabeza que era siempre comprarle algo a la chica-.
- Jmmm… -alzó la mirada pensativo-. Con diecisiete años… Y aún sin novio… -comenzó a reflexionar más para sí que para él otro-. Seguro que le gusta provocar -le devolvió la mirada al rubio con una sonrisa socarrona-.
- ¡Oye! ¡No hables así de mi hermana!
- Acéptalo, Naruto… -le dio una palmadita en el hombro y comenzó a andar de nuevo-. Yo con su edad ya tenía un hijo de tres años…
- Serás… -apretó los dientes mientras le seguía con la mirada-. ¡Teme! ¡De esa no me olvido!
- Fu -sonrió altivo-. De cualquier manera… Estoy seguro de que una minifalda o unos tacones le harán más ilusión ahora que cualquier otra cosa.
- Jmmm… -arrugó el entrecejo resentido cuando le alcanzó el paso-. Tal vez… -se resignó a aceptar tras unos segundos de silencio-.
Sabía de sobras que la edad en la que estaban era una revolución de hormonas, y aunque se negaba a aceptarlo, su hermana ya no era una niña inocente. De hecho, tal vez Naruto fuera más inocente que ella, siempre tan vergonzoso a la hora de asaltar según qué temas y sin embargo ella lo hablaba delante de él sin pudor alguno.
"Y ahora que lo pienso… Casi siempre que me la encuentro por ahí va con el tipejo ese…", le sobrevino un leve sentimiento de ira al pensar en ese repelente peliplateado de bote que frecuentemente rondaba a su hermana.
- No, definitivamente no pienso comprarle una minifalda -rechinó los dientes con rabia-.
Sasuke no pudo sino reír divertido por la cara de aquel, casi pareciera que le saliera humo por las orejas y que fuera a estallar de la presión en breve.
- Entonces un perfume estará bien… -rio por lo bajo-.
- No quiero regalarle algo tan obvio -reemplazó la rabia por decepción en un instante-. Además que nunca atino en uno que le guste…
- Yo sé de uno que le gustará -afirmó rotundo-.
Tanto que Naruto supo enseguida de dónde sacó esa confianza. No en balde había estado saliendo con aquella chica durante casi cuatro años. Seguro que podría comprarle un regalo mejor a su hermana que él mismo.
Con los deberes hechos, y después de comer y pasar un rato en las recreativas, decidieron que ya era hora de volver a casa.
Naruto no pudo evitar pensar en lo corto que se le había hecho el día junto a Sasuke, observando de reojo su perfil mientras conducía de vuelta. Le pareció extraño que condujera tan despacio, después de la carrera que se había pegado por la mañana para llegar al centro comercial. Pero le daba igual. De hecho, mejor así. Así podría tenerle un rato más para él. Aunque no hablaran de nada, simplemente escuchando música. Sabía que a Sasuke no le gustaban las conversaciones forzadas por lo que no intentó llenar aquel vacío con una conversación superflua y simplemente se dedicó a relajarse en su compañía. Le encantaba disfrutar de la paz que le rodeaba cada vez que estaba así con él. Sin nadie más.
Pero le sacó de sus pensamientos el leve roce que notó en la pierna cuando, al cambiar de marcha, aquel le tocó. Tras una disculpa, se removió en su asiento para apartarla y no molestarle en la conducción, pero aquel tonto roce hizo que por un momento volvieran sus fantasías y trató de imaginarse cómo sería su tacto si le acariciara intencionadamente. Alguna vez se habían cogido de la mano, ayudándose a levantarse del suelo, y se habían tocado sin querer en alguna de aquellas batallas infantiles a las que jugaban a veces. Pero nada más lejos de ahí. Sabía por experiencia que las caricias que quería sentir de él no eran igual. Se lo hizo sentir aquella chica con la que trató olvidarse de Sasuke.
"Desde luego que no deben ser iguales…", trató una vez más de imaginarse cómo serían.
Pero mirando de nuevo por el rabillo del ojo a Sasuke, había otro tipo de caricias que quería conocer mejor. Esas que le podrían dar sus labios. Tenía el inmenso deseo a veces de mandarlo todo a la mierda y robarle un beso, aunque aquello significara que el otro le odiara. Pero finalmente conseguía mantenerse a raya. Todo por mantener la amistad que tenía con él, no quería perderle de ninguna manera.
- ¿Vais a salir esta noche? -le preguntó antes de que bajara del coche-.
- Sí, al sitio de siempre -le informó un tanto perplejo-. ¿Vas a venir?
Le tomó un tiempo contestar, incluso vio por un momento como si la duda invadiera su rostro, pero finalmente le miró directamente a los ojos y simplemente asintió con la cabeza.
- ¡Genial! -exclamó con una amplia sonrisa saliendo del habitáculo, y se apoyó en la puerta para mirarle desde fuera-. Dejaré que me recojas a las once.
Pensó que aquel estallaría en una rabieta típica suya. Pero para su sorpresa, volvió a asentir sin decir ni replicar nada y acto seguido se irguió para reposar bien la espalda en el asiento y mirar al frente, dispuesto a marcharse en cuanto Naruto cerrara la puerta.
"¿Qué le pasará…?", se preguntó Naruto mientras se daba una ducha. "Últimamente está un poco raro…".
Ya no sólo era que le dejara tirado en el último momento en más de una ocasión. Es que había dejado de enrabietarse tanto como solía hacer siempre que Naruto le provocaba.
"Desde luego que desde que le dejó Sakura no ha vuelto a ser el mismo…", se entristeció pensando en que tal vez, al contrario de lo que le había parecido a él y después de todo, sí que estuviera afectado de que la chica le dejara.
Aún faltaba un rato para que Sasuke pasara a recogerlo, pero como ya se había acostumbrado a que al final cambiara de parecer y no acudiera, andaba pensando en qué alternativa escoger en el peor de los casos: metro, taxi… ¿o convencía a su padre para que le llevara?
Aún no estaba muy seguro de a qué plan atenerse cuando el timbre de casa sonó. Miró el reloj para asegurarse de que pensar en que fuera Sasuke era precipitado, eran las diez y veinte. Pero le sorprendió que, efectivamente, era él.
- ¿Tanta ilusión te hace salir hoy? -rio burlón-.
Sabía de sobras que, por lo general, Sasuke no era de los que salían de copas un sábado por la noche. Prefería quedarse practicando con la guitarra a emborracharse y llegar al amanecer a casa. Aunque no se lo reprochaba, las veces que le invitaba a pasar la noche en su casa realmente lo disfrutaba. Ya no sólo por poder compartir habitación con él, sino porque realmente era agradable escucharle tocar. Podría hacerlo por toda la eternidad.
- Lo cierto… -se llevó la mano a la nuca y comenzó a levantarse el pelo compulsivamente-. Es que seguramente no pueda acompañarte…
Ahí estaba. A última hora volviéndose a echar atrás. Pero iba demasiado bien arreglado, con su pelo engominado y una de esas camisas que solamente se ponía para salir de fiesta.
"Va a salir con alguna chica…", llegó a la conclusión, deprimiéndose él solo mentalmente. Claro que no podía decirle nada: si él pudiera salir con Sasuke, seguramente preferiría ir a una cita con él a solas que salir con sus amigos. "Por eso estaba tan raro…".
- ¿Tienes que coger algo más antes de salir?
- No, te estaba esperando ya -contestó lo más inexpresivo que pudo-.
- Bien… -hizo una pausa, evadiendo su mirada-. ¿Podemos salir fuera? Quiero contarte algo… Pero no aquí.
"Estupendo…", pensó para sí. Sabía de sobras que a Sasuke no le gustaba hablar de nada personal en su casa porque Karin siempre estaba pegando la oreja en las puertas ajenas, lo que indudablemente era síntoma de que lo que le quería contar era algo de lo que no quería que se enterase nadie. "¿Y qué más puede ser si no para que esté así…?".
No preguntó nada, casi ni le miró para que no viera la desazón que le estaba embargando mientras cogía su abrigo y cogía la cartera y las llaves. Se despidió de sus padres asomándose levemente por la puerta del salón mientras Sasuke iba saliendo.
- No me esperéis despiertos -les informó bajo la mirada de reproche de su madre-.
- Ten cuidado, hijo -le contestó con una sonrisa su padre, mientras le pasaba la mano por el brazo a su madre, en un intento de reprimir la bronca que estaba por darle-.
- Sí…
Suspiró aliviado al cerrar la puerta y ver que Sasuke estaba ya dentro del coche. Al menos así no tendría que verle la cara bajo la luz de la lámpara automática del porche, y sabía que la luz del coche se apagaría en cuanto cerrara la puerta. Sentía que tenía los ojos un tanto húmedos al intuir aquello de lo que le iba a hablar, pero él no era quién para reprocharle que siguiera adelante con su vida. De hecho, en parte le tranquilizaba que Sasuke no se hubiera dejado derrumbar como en un principio había imaginado que pasaría después de que le dejara Sakura.
- Bueno, ¿y? -le instigó a hablar una vez se sentó a su lado, procurando que no le viera los ojos apartando la mirada hacia el exterior-.
Sasuke encendió el motor y puso el coche en marcha bajo el desconcierto de Naruto. Definitivamente estaba raro. No entendía qué mosca le había picado pero realmente le estaba poniendo nervioso toda aquella actitud del moreno.
- ¿Qué querías contarme? -le preguntó cuando llevaban unos diez tensos minutos en silencio-.
Pero Sasuke no dijo nada, concentrado en el camino que tenía delante, hasta que aparcó en un lado de la calle. El desconcierto fue aún mayor para Naruto cuando aquel se desabrochó el cinturón y se bajó del coche, pero al ver que el rubio no le imitaba, asomó la cabeza y se le quedó mirando fijamente.
- ¿Vienes?
- ¿Qué diablos te pasa, Sasuke? -consiguió hacer la pregunta al fin-. Estás raro hoy…
Otra vez sin respuesta. El mencionado cerró la puerta y, atónito, Naruto vio que a paso calmado se alejaba de ahí. Por un momento le invadió la rabia con tanto misterio y finalmente decidió seguirle.
- Sasuke, déjate de tanta tontería y habla de una vez -le inquirió una vez le alcanzó-.
- He estado dándole muchas vueltas…
Por fin. Sabía que Sasuke no era de muchas palabras pero aquel día sin duda había estado más callado de lo normal.
- Y creo que ya entiendo por qué me dejó Sakura…
Genial… Otra vez tendría que soportar verle deprimido, y lamentándose por haberla perdido. Odiaba ver a Sasuke de ese modo, para él siempre había sido alguien fuerte y con más determinación que la suya cuando se fijaba un objetivo. Nunca flaqueaba ante nada. Pero desde que Sakura le dejó toda su determinación se fue a la mierda.
- No tienes por qué hablar de eso si te hace sentir mal, Sasuke… -dejó caer los hombros abatido. Por mucho que le doliera tener que cargar con ese sentimiento de celos, no soportaba verle así. Prefería que se desahogara de una vez. Cuánto antes lo hiciera, antes se sentiría mejor-. No sigas dándole vueltas al tema… Ya verás que pronto encontrarás a alguien que te haga sentir mejor.
Aunque por lo general intentaba mantener las distancias con él para evitar que sus deseos le dominaran e hiciera algo de lo que después se arrepintiera, no pudo evitar estrecharle en un abrazo en un intento de reconfortarle. Le sorprendió gratamente que aquel no se revolviera y que, por el contrario, le devolviera el abrazo. Suspiró internamente acompañando al suspiro que dejó escapar el otro cuando dejó su cara reposar sobre su hombro y le paseó las manos por la espalda de forma conciliadora para traerle de vuelta de sus pensamientos.
El moreno se separó de él tras unos minutos, que a Naruto le parecieron tan cortos como unos cuantos segundos, y se metió las manos en los bolsillos caminando hacia el parque que había allí al lado.
- ¿Estás bien…? -le preguntó preocupado Naruto siguiéndole el paso-.
- Sí… -contestó con la voz algo apagada-. ¿Recuerdas por qué me dejó Sakura?
Otra vez con el mismo tema. Cada vez que lo pensaba, Naruto se ponía rabioso por dentro. Cierto era que Sasuke podía estar con quien le diera la gana. Al fin y al cabo, no eran más que amigos como para que él le anduviera diciendo con quién salir y con quién no. Pero cada vez que se le pasaba por la cabeza la idea de que Sasuke había estado saliendo con aquella chica y que habían compartido más que sólo besos… A Naruto se lo comían los celos.
- Sí… -contestó mirando al frente, rebuscando en su memoria algo frustrado por verse forzado a seguir hablando de ello-. Porque ya no la mirabas igual que antes… Que ya no le prestabas atención cuando te hablaba… -intentó no hacer ninguna mueca de disgusto por lo que iba a decir a continuación-. Que ya no querías hacerlo con ella…
- Unn… -contestó aquel con la mirada al frente-. También me dijo otra cosa que no te conté…
- ¿El qué...? -se sintió más frustrado aún, ya no por tener que seguir con el tema si no porque le hubiera ocultado algo a él. Su supuesto mejor amigo y al que le contaba todo. O casi-.
- Que dejara de mentirle, a ella y a mí mismo -contestó con calma-. Que abriera los ojos de una vez y que dejara de herirla.
- ¿Y por qué no me contaste eso? -preguntó confundido-. Tampoco es para tanto… Además, esa chica estaba chiflada.
- Pues yo creo que estaba más cuerda que yo.
Naruto no supo que contestar a aquella rotunda afirmación. Observó a Sasuke sentarse en un banco junto al camino, bajo la tenue luz de una farola, y no pudo evitar que la congoja le invadiera de nuevo: bajo aquella luz el moreno parecía más hecho polvo de lo que le había dejado ver hasta ahora y quiso lanzarse a abrazarle fuertemente, y acariciarle, y besarle, para eliminar toda esa oscura aura que le rodeaba... Pero se limitó a apretar los dientes y los puños para mantenerse firme; no podía tirar por la borda todo lo que había estado luchando por mantenerse a su lado todos esos años como para que ahora, de un plumazo y por un impulso, desapareciera de su vida.
- He estado hablando con Itachi -continuó tras un largo silencio, apartándose el flequillo de la cara, aunque sin mucho éxito ya que al llevarse la mano a la nuca el pelo volvió a caerle a los lados de la cara, justo donde estaba antes-. Y supongo que Sakura tenía razón… Lo único que hice fue herirla -levantó la mirada para buscar la del rubio-.
- Sasuke… -se aproximó a él hasta que quedó a tan sólo un par de pasos, harto ya de tanto misterio-. Háblame claro de una vez porque no entiendo a qué viene todo esto -le inquirió con seriedad. Estaba seguro que si escuchaba el nombre de Sakura una vez más se daría la media vuelta y se largaría de ahí, no estaba seguro de poder seguir controlando aquellos malditos celos-.
Esperó paciente mientras aquel volvía a levantarse y, con la misma seriedad que reflejaba su rostro le miró directamente a los ojos, sintiendo que el corazón se le fuera a salir del pecho por la tensa espera enfrentándole desde tan cerca.
- Te quiero.
Simple y llano. Pero por un momento creyó no haber entendido bien aquel mensaje tan sencillo y se quedó sin habla allí plantado sin poder apartar la mirada de esos ojos que siempre le hacían quedarse pensando en las musarañas.
"Sí, claro…", pensó viendo cómo a cámara lenta aquel se iba inclinando, acercándose más a él.
No fue hasta que sintió el leve roce de sus labios que volvió a posar los pies sobre la tierra y el corazón comenzó a martillearle con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento se le iba a parar.
- Oe… -le llamó para traerle de vuelta tras esperar unos segundos a que reaccionara-. Di algo…
- Creo… Creo que mejor me voy… -contestó con voz temblorosa-.
Pero no pudo ni darse media vuelta cuando Sasuke le cogió de la mano para retenerle. Quería salir huyendo de allí como si todo aquello realmente no estuviera pasando. ¿Estaría soñando despierto? ¿O qué quería decir todo aquello? ¿Que le quería? Pero si era él el que enseguida que encontraba una excusa se largaba y le dejaba tirado. Además, le conocía ya desde hacía algunos años. Lo suficiente como para saber que a él no le gustaban los hombres y lo suficiente para saber que no le gustaba él. ¿De dónde se había sacado todo eso?
No pudo evitar dejar que se le escaparan las lágrimas cuando se vio envuelto en el abrazo de Sasuke, incapaz aún de creer lo que estaba pasando.
- Deja de jugar conmigo… -escondió la cara en su hombro apretándose fuerte a él para que no le viera si decidía apartarse-.
- No lo hago -le contestó en un murmullo-.
- ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? -atinó a decir cuando se le despejó un poco la mente-.
- Porque pensaba que tú también sentías lo mismo… -le contestó con un cierto tinte de desconcierto en su voz, obligando al otro a separarse de él, cogiéndole por los hombros-.
- ¿Lo sabías…? -le miró directamente a los ojos con el horror escrito en la cara. ¿Tan obvio era? ¿Tanto que había dejado que se diera cuenta?-.
- Eres un libro abierto… -suspiró apartándole las lágrimas de las mejillas en una caricia-. Dobe.
Tocado y hundido. Aquello hizo que Naruto le apartara la mirada ruborizado aunque no supo ni quiso evitar que una leve sonrisa de absoluta felicidad se le fuera dibujando poco a poco. Nuevamente se vio envuelto bajo el abrazo del moreno pero esta vez se dejó llevar por las caricias que le daba el otro por la espalda y estrecharon aún más el abrazo cuando las manos llegaron los hombros, suspirando ambos, esta vez de alivio.
Naruto se sentía flotar en una burbuja, aislado del mundo, y de nuevo fue como si todo rodara a cámara lenta sintiendo cada leve roce de su pelo en su frente, y el sonido de su chaqueta crujir cuando levantó el brazo para llevar la mano hasta su nuca, enredando los dedos en su pelo. Fue como si una corriente eléctrica le recorriera por entero que le hizo ladearse para ir en busca de sus labios. Esos labios que ansiaba desde hacía lo que parecía ya una eternidad. Sin prisa alguna los posó suavemente para luego presionarlos un poco. Nunca pudo imaginarse que aquellos finos labios fueran realmente tan esponjosos. Sabía que eran atrayentes pero tenía la impresión de que, a partir de ahora, se iban a convertir en una tentación demasiado irresistibles.
Sasuke llevó las manos hasta sus costados, acariciándole arriba y abajo, y le sujetó con firmeza cuando se separó un tanto antes de lamerle los labios. Naruto quiso atraparle la lengua pero simplemente se resignó a sonreír antes de volver a quedar atrapado por la embriaguez de sus labios.
No sabían cuánto tiempo habían pasado así, besándose y acariciándose, hasta que se vieron capaces de separarse el uno del otro y Naruto miró la hora en su reloj de pulsera horrorizándose de la hora que era.
- Son las doce menos cuarto… -informó al otro sin atreverse aún a mirarle a la cara-.
- Llegamos tarde… -comentó la obviedad-.
- ¿Llegamos? ¿Vas a venir al final? -preguntó confuso-. Creía que no podías…
- Mira que eres lento… -suspiró iniciando el camino de vuelta al coche-.
- Oe… -ahora sí que le miró, pero con reproche-. ¿Por qué me dices lento?
- ¿Crees que hubiera querido acompañarte si me hubieras rechazado? -levantó una ceja al mirarle de nuevo, cuando se puso a su altura-.
- No… Supongo que no… -rio leventemente ante la, ahora, obviedad-. Pero no lo entiendo… ¿Por qué ahora de repente? -aunque sintió algo de vergüenza, y tenía la impresión de que se le fuera a parar el corazón en cualquier momento de lo desbocado que lo tenía, se atrevió a buscar su mano mientras caminaban, y se ruborizó hasta el extremo cuando aquel le correspondió al apretón, entrelazando los dedos con los suyos sin dejar de caminar-.
- Lento… Muy lento… -rio un poco por lo bajo-.
- Deja de burlarte de mí, ¿quieres? -apartó la mirada avergonzado-.
- Cuando Sakura cortó conmigo, yo ya sabía que era porque tenía celos de ti -le aclaró con calma-. Pero cuando me dijo que dejara de mentirme a mí mismo… Realmente pensé que se había vuelto tarada -rio con resignación-. Aunque fue entonces que empecé a darle vueltas al asunto… Y finalmente llegué a la conclusión de que en verdad, ella se dio cuenta antes que yo de lo que sentía por ti.
Siguieron caminando en silencio y así quedaron durante un rato después de entrar en el coche sin que Sasuke diera muestras de querer marcharse de ahí.
- Y entonces… ¿por qué últimamente me has estado dejando tirado a última hora? -le preguntó aún atónito-.
- Lento… -suspiró echando la cabeza hacia atrás, dejándola reposar en el cabezal del asiento-.
- Sasuke… -apretó los dientes para no lanzar ningún improperio-. Si no me dices lo que pasa por esa cabecita tuya no puedo adivinarlo…
- ¿Y qué querías qué hiciera? -se giró frustrado a enfrentarle la mirada-. Cada vez que me decidía a decirte algo se me pasaba por la cabeza que tal vez, tal vez, me rechazaras y nuestra amistad se fuera a la mierda…
Para desesperación de Sasuke, Naruto no pudo evitar echarse a reír a carcajada limpia y hubo de contenerse estoicamente a que aquel terminara de ridiculizarle de aquella manera.
- Ahora ya sabes lo que se siente… -se apartó las lágrimas que se le habían escapado-.
- No sé qué le ves de gracioso… -frunció el ceño hasta un máximo que Naruto no conocía aún, aferrándose al volante con fuerza para no dirigir su rabia contra el que tenía al lado-. Si lo sé no te digo nada…
- Perdona -se revolvió en su asiento para poder llegar a abrazarle-. Pero es que aún no me lo puedo creer.
- Pues créetelo de una vez -le instigó el moreno, ladeando la cara para poder mirarle a los ojos-.
Esta vez fue Naruto el que buscó los labios del otro. Sentía que todo aquello no era más que un sueño y, si era así, tenía que aprovecharlo al máximo antes de que terminara. Aunque lo que sucedió en realidad es que no podían separarse de la calidez del otro y el tiempo pasaba sin que ellos se dieran cuenta. Y sin que se dieran cuenta, acabaron recostados, con el asiento de Sasuke inclinado hacia atrás, dándose caricias.
- Bueno… ¿Y entonces? -preguntó tras un buen rato abrazados-.
- ¿Entonces…? ¿Qué?
Sasuke no pudo evitar poner los ojos en blanco ante la lentitud del otro. Aunque bueno, eso era algo a lo que debería de estar acostumbrado ya. Pero no dejaba de sorprenderle.
- Que si quieres salir conmigo, idiota.
- Teme… -se incorporó para poder cogerle de las mejillas y estirar todo lo que podía, aunque Sasuke no le permitió que fuera durante mucho tiempo cogiéndole de las muñecas-. Como si pudiera decirte que no -bufó ruborizado al darse cuenta de la posición en la que estaban-.
- ¡Fu!
- ¡No te rías o te mando a paseo!
- Como si pudieras hacerlo…
Naruto esperaba que sonriera con esa suficiencia suya, conocía de sobra el orgullo que se gastaba. Pero le dejó sin aliento ver aquella sonrisa tan suave y sincera que nunca le había dedicado a él y que ahora era sólo suya. Y no sólo su sonrisa: sus ojos, sus labios, su piel… Desde ahora tenía la enorme tarea de redescubrir a Sasuke, ese que hasta ahora no había conocido y que tanto había ansiado, ese por el que tanto había suspirado y ahora le recibía en su abrazo con una calidez que no había conocido hasta esa misma noche.
Y, al fin, pudo contestar a aquella pregunta que siempre se había hecho.
"Desde luego que este tacto es diferente...".
