NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DREAMWORKS, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO HISTORIAS.

¡Hola!

Y pues salió este proyecto, jeje.

Los que leyeron "Amnesia" (nuevamente mil gracias por acompañarme a lo largo de esa historia) sabrán que tenía dos ideas en mente para historias por publicar, y esta fue la que tenía mejor desarrollada. Con el estreno de la quinta temporada de Dragones: Race to the Edge me inspiré lo suficiente para escribir este capítulo, este fic tiene contemplados alrededor de siete capítulos, y los que siguen muy probablemente serán más largos que el primero :)

Ahora, mucho de lo que tratará este fic tiene relación con el título, es decir:

Metanoia: Transformación profunda de corazón y mente a manera positiva.

Esta historia combinará mucha instrospección de Hiccup y Astrid, así como algunos eventos externos en Berk que literalmente los empujarán a que esos cambios se estabilicen de forma más rápida. Este primer capítulo es una especie de introducción, la parte más intensa de la trama la veremos en el segundo capítulo.

NOTA.-Este fic ocurre dos años después de la segunda película de HTTYD. La boda de Hiccup y Astrid es algo que ya narré en mi fic "Bendiciones", pero no tienen que leerlo para entender lo que sucede aquí.


METANOIA

by

Nefertari Queen


I

"Tenía tanto miedo de convertirme en mi papá, básicamente porque creí que no lo lograría ¿cómo te conviertes en alguien tan grande, tan valiente, tan entregado? Creo que sólo puedes intentarlo."–Hiccup.

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Afuera del Gran Comedor, estaba perfectamente esculpida a detalle la enorme estatua de Stoick the Vast, desde una posición donde todos en Berk podían verla. De vez en cuando los hombres apuntaban hacia ella para declarar que se esforzarían al máximo, o las mujeres les contaban cuentos a sus hijos sobre las grandes hazañas del difunto Jefe, y cómo todos estarían seguros siempre y cuando aquella estatua se mantuviera en pie.

Hiccup escuchaba muchas de esas historias, deduciendo que todos en Berk se sentían algo consolados por el constante recordatorio de Stoick pasmado en aquella estatua. A veces parecían no mencionarlo a él, el nuevo Jefe, pero no se ofendía por eso. Si era honesto, también volteaba cuando creía que nadie le miraba hacia la estatua de su padre, buscando en aquellas facciones consuelo o consejos en sus días más pesados, deseando que aquella estatua cobrara vida y dirigiera la aldea entera por un día.

En esos días pesados, Hiccup miraba desde la altura del Gran Comedor hacia las calles, corredores y casas de Berk, a veces escalaba la estatua de su padre para sentirse un poco más cerca de él, y ver desde esa nueva altura el enorme puerto, contemplando casi toda la aldea. Veía a los pescadores regresar con su nueva carga, a los pastores dirigir sus rebaños, a los cazadores regresar con sus presas, a los panaderos limpiar los hornos, a los guerreros entrenar en las afueras, a las madres cuidar de sus hijos, a los dragones hacer de las suyas con sus dueños, veía todas esas escenas con un enorme sentimiento del deber.

Porque sabía que la vida de todas esas personas dependía de él.

Sí, de eso se trataba ser el Jefe. Todo Berk, todo lo que pasara o no pasara ahí, era su responsabilidad. Siempre supo que algún día lo haría, después de todo no te llaman "heredero" a no ser que seas el siguiente en la línea de sucesión. Pero eso no quitaba lo abrumador. Sentado en la cima de la estatua de su padre, aún se sentía intimidado por su presencia.

Era como si Stoick de alguna forma no se hubiera ido, aunque llevara dos años muerto. La estatua que los vigilaba a todos consolaba y calmaba a la población más de lo que lo hacía su presencia. Hiccup quería realmente inspirar el mismo respeto y seguridad que su padre inspiró en vida (y que de alguna forma todos recordaban) pero no tenía idea de cómo hacerlo. Sólo le quedaba dirigir, día a día, esforzándose porque los habitantes de Berk notaran sus ojeras cuando se quedaba hasta altas horas de la noche trabajando por ellos, y rezarle a los dioses por ser un líder al menos la mitad de eficiente y entregado de lo que fue Stoick.

Tampoco podía quejarse del todo, su gente había sido en ese tiempo muy comprensiva y amable, comportándose de forma paciente hacia él, como si le dieran tiempo de que asumiera sus nuevas responsabilidades. Se había ganado aprecio por parte del pueblo en todos sus años de jinete, y sin embargo, no sentía que eso fuera suficiente. Sabía que todos aún lo comparaban con Stoick, que vivía de alguna forma bajo la sombra del Jefe que fue su padre, y eso le molestaba.

Pero, viendo la sombra que proyectaba la estatua, suspiraba con resignación. Su padre seguía teniendo un legado demasiado grande como para que él pudiera aspirar a algo parecido en sólo dos años de liderazgo. Pero él quería dejar su propia marca, su propia sombra, ser un gran hombre y un gran líder también, pero ¿cómo? Él ya no se sentía la misma persona de antes, y quizá ese era el meollo del asunto. En esos dos años no sólo había cambiado el exterior, sino también sintió algo extraño en su interior.

Cuando Hiccup sintió las manos de Gothi dibujándole el símbolo de Jefe en su frente supo que algo había cambiado dentro de él. Su padre había muerto, su madre resultó estar viva y ahora se mudaría a Berk, y ahora él lideraría a su gente. No es como si antes no hubiera tenido pruebas de liderazgo (sobre sus compañeros Jinetes y sobre la aldea entera) en su opinión tuvo muchas y de todas había salido airoso, y eso era algo que su padre siempre le recordaba, para que sintiera mayor confianza sobre sus propias habilidades.

Pero no fue hasta el día en que todo Berk gritó "¡larga vida al Jefe!" y que los dragones hicieron explotar bolas de fuego a modo de celebración, que Hiccup asumió la enorme responsabilidad depositada sobre sus hombros, y sintió el cambio en su interior.

La primera manifestación del cambio fue hacia su persona. No se sentía el mismo de antes. Aún quería aventuras, aún adoraba volar, aún jugueteaba con Toothless y otros amigos, pero la actitud despreocupaba de la cual podía darse el lujo había desaparecido para siempre. Era el responsable de una aldea entera, de todos los que ahí vivían, y debía dedicarse en cuerpo y alma a servirles para garantizar su seguridad en todos los sentidos, tanto de humanos como de dragones.

Otra manifestación del cambio fue con Toothless. Jamás dejaría a su amigo dragón de lado y siempre que podía volaba con él hasta donde le permitía las nubes. Pero, quizá porque el Night Fury era ahora un Alpha, notó un cambio también en él. Su comportamiento era extrañamente más recatado y los dos parecían ocuparse más de sus deberes que buscando maneras de divertirse. Eso no disminuyó las escapadas a los acantilados donde el viento le permitía planear por su cuenta ni los miles de bocetos en la fragua donde ideaba mecanismos nuevos para el vuelo de ambos. Pero eso dejó de ser su razón de día a día, para convertirse en un pasatiempo.

Y la manifestación que más le causaba consternación sobre su cambio, era Astrid. Llevaban ya tiempo saliendo y habían hablado de matrimonio, ahora que era Jefe podía disponer de la boda cuando le diera en gana, pero no era eso lo que le ocupaba. Ya desde antes de esos cambios sabía que se casaría con ella, que Astrid sería su compañera de vida, la madre de sus hijos y todos los apelativos románticos que pudiera ocurrírsele. Lejos de ser cursi para él, era una simple y llana verdad. Astrid estaba en su pasado, en su presente y en su futuro, y todas las decisiones que tomaba garantizaban esta gran verdad.

Pero Astrid no sólo le hacía honor a su nombre, sino que era una auténtica valquiria. Ella vivía por y para proteger a los suyos, peleaba siempre todas las batallas que fueran necesarias hasta que veía a sus seres amados a salvo. La amaba y admiraba por eso, pero ahora se sentía un poco preocupado.

Esa preocupación de alguna manera creció cuando se casaron. La boda fue hermosa y todos se divirtieron, Astrid se veía completamente feliz y eso le alegró. Pero así como sintió un cambio en su interior cuando Gothi dibujó el símbolo de Jefe en su frente, sintió otro cambio aún más intenso y palpable cuando pronunció los votos: "Prometo amarte, respetarte y protegerte…" y es que, de todas las vikingas que existieran ¿cómo protegería a Astrid?

Hiccup ya no era el muchacho escuálido de su juventud. Jamás pelearía al mismo nivel e intensidad que Astrid, pero nadie excepto ella podía ganarle con la espada, y además era un hábil estratega. Montado en Toothless, Hiccup sabía que era un guerrero de digna pelea, que además dirigía a sus hombres con gran naturalidad. Eso bastaba para ser el Jefe y proteger a Berk, pero no era suficiente para protegerla a ella.

Siempre se había preocupado por Astrid, pero nunca a ese nivel. Siempre la cuidaba dentro de lo que sus posibilidades le permitían, pero no se angustiaba más de lo necesario, en parte porque sabía que Astrid podía cuidarse sola, y en parte porque no le encontraba sentido a preocuparse por cosas que no podía cambiar o en las cuales no podía intervenir. Sin embargo, ahora que era Jefe, sentía que necesitaba hacer mucho más.

Era ese cambio en su interior lo que le empujaba a pensar de otra manera. Antes, cuando Astrid tenía patrullajes o misiones, él la acompañaba, o al menos se aseguraba de que estaría cerca si necesitaba ayuda. Ahora que pasaba la mayor parte del tiempo en Berk, Hiccup sentía que su corazón se estrujaba cuando Astrid montaba a Stormfly y salía a Dragon Edge para revisar aquella colonia. Confiaba en ella, con todo su ser, no existía mejor guerrera en todo el archipiélago, pero la preocupación… esa no se iba.

Quizá era porque ya no podía estar a su lado, predispuesto a ayudarla como antes. O quizá era que, así como sentía mayor su responsabilidad hacia Berk, sentía mayor su responsabilidad hacia su ahora esposa. Tal vez tenía que ver con que la extrañaba. Aunque estaban casados, desde que fue nombrado Jefe Hiccup la veía menos, pues siempre estaban ocupados ¿sería acaso una consecuencia de sentirla más ausente? No estaba seguro de porqué ahora se inquietaba tanto, pero no le gustaba. Y no le decía nada de eso a Astrid, porque sabía que ella podría tomarlo como una ofensa.

"¡Puedo cuidarme perfectamente yo sola!" diría ella, y él sabía que tenía razón.

Pero… pero…

Con una mueca en sus labios, Hiccup pensaba que debería hablar de eso con su esposa. No era agradable sentirse preocupado casi todo el tiempo por ella, y no poder hacer nada para cambiarlo. Con algo de suerte, quizá Astrid supiera qué hacer.

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Astrid volaba con Stormfly lo más alto que su querida Nadder le permitía. Era de esos días en que ocupaba un poco de tiempo a solas. Había despertado con la sensación que no conectaba con nada a su alrededor. Como todas las mañanas, Hiccup se había despedido de ella dándole un beso tierno y deseándole un buen día, pero en esa ocasión no pudo sentir el cariño que usualmente experimentaba con esas demostraciones de afecto. Estaba frustrada, porque no sabía exactamente porqué se sentía mal, pero algo andaba mal.

Stormfly agitó su cabeza y señaló hacia Berk, debajo de ellas, indicándole que debían regresar.

—Lo sé nena, lo sé.—respondió—Pero no me siento aún lista.

Era la general de Berk y junto con Fishleg, encargada de la Academia de Dragones, ella instruía a los jinetes más avanzados poniéndoles las pruebas más complicadas. Usualmente tenía varias cosas que hacer, pero ese día no se sentía con la cabeza lo suficientemente fría como para llevar a cabo sus responsabilidades.

Tenía que poner un examen en la Academia y, tras eso, revisar la formación del Equipo B que protegía la muralla occidental de Berk. A comparación de otros días, no tenía mucho que hacer, y en otras circunstancias terminaría rápido sus labores para preguntarle a Hiccup en qué podía ayudarle. Pero justo ahora sentía que su cabeza estaba en las nubes, como ella con Stormfly, y por más que intentaba pisar tierra, sus pensamientos seguían volando. Era frustrante, porque ella no solía ser así, nunca había sido así.

—Vamos nena—dijo a Stormfly, tomando las riendas para que bajara justo en la Academia.

Aplicaría el examen, revisaría la formación del Equipo B y después daría una vuelta alrededor de Berk. Ocupaba tiempo a solas.

Mientras aterrizaba en la Academia, Astrid pensaba que quizá se sentía tan desconectada y distraída porque llevaba mucho tiempo sin descansar. Ya habían pasado dos años de la muerte de Stoick, un año desde que ella se casara con Hiccup, y en todo ese tiempo los cambios habían pasado de manera tan repentina que no terminaba de asimilar uno cuando llegaba el otro. Ahora que Hiccup era Jefe y tenía muchas responsabilidades eran pocos los momentos que tenían para su relación, y aunque Astrid lo resentía un poco, intentaba de verdad comprenderlo. Astrid se esmeraba intentando ayudarlo de todas las maneras posibles, y más aún después de que se casaran, quizá su cansancio en ese día era un indicio de que ocupaba un poco de tiempo para ella misma.

—Astrid, pensé que no llegarías—dijo Fishleg, acercándose a ella cuando aterrizó en la Academia—¿está todo en orden? Nunca llegas tarde.

—Eh, sí—respondió algo distraída—Vamos, tengo un examen que aplicar.

Caminó solo dos pasos cuando Stormfly se inclinó hacia ella, como si se estuviera asegurando de que estuviera bien.

—Tranquila nena, todo en orden—le dijo en tono dulce, ese tono que Astrid usaba sólo con su dragona y con Hiccup, y que desconcertaba a los demás.

Usualmente Stormfly se iría a la esquina de la Academia para comer pescados o juguetear con otros dragones, pero ese día se resistió a alejarse de Astrid. Ella pensó que su dragona se daba cuenta que estaba más distraída de lo usual, así que no se molestó. Aplicó un examen más sencillo de lo normal en el grupo de avanzados, porque, así como se sentía desconectada, comenzaba a sentirse cansada.

Más tarde revisó al Equipo B, que se encontraba en excelentes condiciones, no era siquiera mediodía pero ella sentía que ya era medianoche. Stormfly la acompañó al interior de su casa y se recostó al lado de ella, en un principio Astrid sólo quería sentarse un momento, pero sin proponérselo se quedó profundamente dormida, custodiada por su ahora más tranquila dragona.

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Valka entró a la casa de su hijo procurando no hacer ruido. Ella vivía en una pequeña casa cerca de la costa, donde sentía que no incomodaba a nadie. Hiccup le había ofrecido vivir en su casa, la del Jefe, pero Valka rechazó amablemente esa oferta. No sentía que le correspondía vivir ahí, menos ahora que su hijo se había casado (la pareja necesitaba privacidad). Sin embargo, los visitaba muy a menudo, casi siempre cenaban juntos y Valka le ayudaba a Astrid dándole consejos domésticos.

Entró buscando a Hiccup, a quien llevaba sin ver todo el día. Desde que llegó a Berk, Valka daba clases a los niños más pequeños, enseñándoles a leer, escribir y otras habilidades básicas. Sin embargo, los padres de sus alumnos hablaron con ella para decirle que los niños no irían a clases durante una semana, pues los ocupaban para que ayudaran en algunas labores domésticas. Debido a que tendría siete días enteros sin nada que hacer, Valka había planeado un paseo de dos días con Cloudjumper en las islas cercanas, y quería avisarle a su hijo sobre su ausencia para que no se preocupara al no verla.

Debido al silencio, pensó que no había nadie en casa, pero después notó que Stormfly estaba recostada en el segundo piso, pues sus escamas azules eran visibles desde la escalera.

—¿Hola?—llamó otra vez, el Nadder se asomó y la saludó, pero su postura no estaba del todo relajada.

Preocupada de que pudiera estar sucediendo algo, Valka subió al segundo piso. La puerta de la recámara estaba abierta, pues Stormfly había dormitado en el umbral. Astrid estaba profundamente dormida en la cama, y la dragona se movía un poco inquieta, como si estuviera preocupada por su jinete. El primer pensamiento que tuvo Valka fue el de que su nuera estaba enferma, pero cuando se inclinó para revisarla, notó su temperatura normal y su respiración calmada. Parecía que sólo tomaba una siesta.

—Sólo está cansada—le susurró al Nadder, procurando ser lo más silenciosa posible—Después de todo, trabaja mucho con Hiccup.

Con ese pensamiento Valka hizo una nota mental de aconsejarle a su hijo que tanto él como Astrid descansaran un poco. Debido a su juventud tenían mucha energía para las faenas diarias como Jefe de la tribu, pero no había disminuido su acelerado ritmo en dos años y todos, incluso los más jóvenes, ocupaban vacaciones de vez en cuando. Bajó despacio los escalones y salió de la casa, pero apenas puso un pie afuera, Cloudjumper se movió agitado señalando hacia el interior.

—¿Tú también?—colocó una mano sobre su frente, calmándolo—No está enferma, sólo está cansada.

Maravillada por la lealtad de los dragones, Valka saltó a la espalda de Cloudjumper y le pidió suavemente que volara buscando a Toothless. Lo encontró afuera del Gran Salón, y asumió que Hiccup estaba dentro.

—Hijo.—lo llamó al entrar, el joven Jefe estaba sentado platicando con otros hombres sobre la cosecha, que pronto se recogería.

—Un momento, mamá—le respondió, dio unas últimas indicaciones y después volteó hacia Valka—Ahora sí, dime ¿todo en orden?

—Claro—repuso con una sonrisa—Te buscaba para decirte que mañana saldré con Cloudjumper, y regresaré en dos días.

—¿Y por qué tanto apuro en irte?

—Bueno, los niños están en sus días de descanso, así que no me ocupan mucho por aquí…

—¿Y a dónde irás?—preguntó un poco preocupado.

—Sólo recorreré el archipiélago. No tienes que preocuparte por mí—agregó en tono dulce—Sé cuidarme sola.

Ese comentario lo molestó un poco, pues llevaba toda la mañana pensando en Astrid.

—Lo sé, lo sé, sé que saben cuidarse perfectamente solas—comentó con tono algo sarcástico—Sé que no debería preocuparme, pero lo hago ¿vale? ¡No puedo evitarlo!

Valka sabía que su hijo estaba algo estresado, pero era raro cuando reaccionaba así. Toothless se asomó al Gran Salón, atraído por la voz de su jinete.

—Hijo ¿ocurre algo que te esté molestando?—preguntó de forma cautelosa.

Hiccup suspiró, comprobando que no había mucha gente a su alrededor. No le gustaba hablar de sus pensamientos más profundos cuando cualquiera podía escucharlo.

—Por alguna razón, me preocupo más de lo usual—admitió—No sólo por Berk o por ti, también por Astrid. Es como si sintiera que no pudiera protegerlos.

—¿Protegernos de qué?

—No lo sé. No tiene sentido, pero por alguna razón esa angustia no se va, por más que lo razono, por más que intento concentrarme en otra cosa…

—¿Crees que sea algo que te preocupe, además de Astrid, o de Berk?

—No lo he pensado así. Es simplemente esa sensación de proteger, más bien, una necesidad de proteger.

Valka frunció los labios. Aunque Hiccup a veces lo olvidaba, se parecía a Stoick en muchísimas cosas. Esa era una de ellas.

—No puedes proteger a todos todo el tiempo, hijo—aconsejó con tono tranquilo—Pero siento que hay algo más inquietándote.

Hiccup se preguntaba cómo su madre podía leerlo tan bien aún cuando, técnicamente, llevaba poco tiempo de conocerlo. Suponía que era el instinto.

—Es una emoción que no puedo identificar, pero es semejante al cambio. Es como si sintiera que algo cambia en mi interior, y tiene que ver con eso, con la necesidad de querer proteger.

—Eres Jefe de Berk, es tu deber proteger el pueblo. Pero tampoco debes estresarte por situaciones que no puedes predecir ni cosas que no puedes cambiar. No olvides nunca eso.

—Sé que tienes razón—Toothless se colocó al lado de Hiccup, dándole apoyo moral—Gracias amigo.

Siguió un incómodo silencio.

—Entonces.., ¿te irás mañana?

—Sí, al amanecer—respondió—Regresaré al atardecer del segundo día.

—Claro, claro… sólo cuídate, por favor.

Valka sonrió, pensando que esa oración típicamente debía decirla ella, no su hijo.

—Desde luego—acarició su mejilla y se despidió de él.

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Helga Hofferson llevaba una canasta llena de pescados frescos en las manos cuando se encontró con su hija. Estaba atardeciendo, a esa hora Astrid solía estar llegando a su propia casa, por eso la desconcertó que se le acercara con una amplia sonrisa y se ofreciera a cargar la canasta.

—No estoy vieja—replicó, pero dejando que su hija sostuviera la canasta por ella.

—La casa está cerca—respondió—Dime mamá ¿qué tal ha sido tu día?

Miró a Astrid detenidamente.

—¿todo bien?—preguntó, sintiendo la penetrante mirada de Stormfly como si quisiera atravesarle la cabeza.

—Claro que sí—Astrid se fingió ofendida, pero esos trucos no funcionaban nunca con su madre.

—Tú e Hiccup vinieron a casa a cenar hace dos días. Las cosas no cambian tan rápido en esta aldea. Así que dime ¿qué pasa, hija?

Astrid frunció el entrecejo, apretando más fuerte la canasta contra su pecho.

—Yo sólo… sólo quería pasar un poco de tiempo contigo. Hoy no me he sentido muy bien.

—¿Estás enferma?

—No, nada de eso. Es más bien mi humor—suspiró, buscando las palabras adecuadas—Me siento muy apática últimamente.

Sí, apática era una buena palabra.

Helga sonrió maternalmente, agarró la canasta de pescados y abrió la puerta de su casa, dejando la comida en la mesa del comedor.

—Sólo estás estresada—le dijo—¿Te sientes más cansada de lo usual?

Astrid no quiso comentar que durmió toda la tarde, así que sólo respondió un modesto "sí".

—Has trabajado muy duro con Hiccup, todos lo podemos ver, y aunque estoy muy orgullosa de ti—sostuvo su barbilla de manera cariñosa—también debes descansar. Tómate uno o dos días y vuela con aquella adorable dragoncita.

Astrid meditó las palabras de su mamá, tenía mucho sentido, y era casi lo mismo que ella había estado pensando en la mañana.

—No recuerdo que antes me cansara tanto—comentó desconcertada.

—Antes no tenías tantas responsabilidades.

¿sería eso? Astrid asintió, su madre siempre había sido la voz de la razón, no iba a dudar de ella a estas alturas.

—Hablaré de eso con Hiccup, quizá una tarde en el lago sea buena idea—sonrió de imaginarse a sí misma recostada al lado del agua cristalina, afilando su hacha, entrenando como a ella tanto le gustaba y a su ritmo al fin—Han sido días tranquilos, no creo que me necesite mucho.

—Ten—le dio dos hogazas de pan dulce, receta Hofferson—Dáselos con un gran vaso de leche fresca y te dirá que sí a todo—luego le guiñó el ojo de forma pícara—Y sé consentidora en la cama.

Astrid se sonrojó, detestaba hablar de esas cosas con su madre, más que nada porque Helga adoraba avergonzarla.

—¡Mamá!

—Es la mejor arma de una mujer—continuó en tono jocoso—Sé consentidora, no olvides moverte sensualmente para…

—¡Mamá!—cerró los ojos, caminando rápido hacia la puerta—¡No oigo nada!

—¡disfrútalo tú también!—agregó sin poder contenerse la risa, para ese punto Astrid ya había salido de la casa y caminaba rápido hacia la suya.

"Nunca falla" pensó con satisfacción, mientras guardaba el pescado y pensaba en su propia manera de disfrutar el tiempo a solas con su esposo, que no tardaría en llegar.

.

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Hiccup suspiró pesadamente, dejándose caer sobre el sillón en la sala de su casa. Había sido un día tan largo…

Gobber lo siguió todo el día pidiéndole más presupuesto para el metal de la fragua. Tuffnut y Ruffnut habían espantado a todas las ovejas de Sven y Snotlout, en vez de ayudar como le había ordenado, terminó de alguna manera acorralado por dos yaks y gritando por ayuda. Fishleg había tenido un accidente en la Academia (aparentemente se excedió en la ración de gas de Cremallerus para una demostración) y si bien nadie había resultado herido, el lugar quedó lo suficientemente destruido como para suspender actividades tres días en lo que limpiaban la zona. Los jóvenes y niños que debían tomar clases con Fishleg aprovecharon para corretearse por todo el pueblo, sacando de quicio a los adultos. Hiccup debió dirigir él solo la reconstrucción de la Academia, pues no confiaba en los gemelos para pedirles dicha tarea, y rezó que Snotlout pudiera al menos juntar la mitad de las ovejas de Sven.

Quizá podría pedirle a Astrid que lo ayudara con las labores de la Academia, pues debía revisar los campos de cultivo el día siguiente.

Y hablando de Astrid ¿en dónde estaba ella?

Ni bien se puso de pie para subir las escaleras, pensando que su esposa estaría en la recámara, cuando se abrió la puerta principal y la vio entrar. Tenía una mueca en los labios, y eso inmediatamente le llamó la atención.

—¿Día largo, m'lady?—preguntó.

Ella caminó directo a la cocina.

—Sí, un poco—dijo en voz baja, pero él la escuchó—¿y el tuyo?

—Larguísimo—suspiró, caminado hacia el sillón y dejándose caer de nuevo.

Siguiendo el consejo de su madre, Astrid llenó un tarro con hidromiel –serviría mejor que la leche en esta situación– y colocó el tarro frente a Hiccup, al lado de un plato con el pan dulce. Él miró aquella tentadora oferta y le sonrió agradecido, antes de engullir la deliciosa receta de su suegra.

—Mi madre se irá dos días—le dijo, mientras comía.

—¿enserio?

—Sí, parece que su pequeña escuela tendrá una semana libre, y ella quiere explorar un poco en ese tiempo.

—Tú madre no es del todo sedentaria, siempre quiere estar explorando, descubriendo, aprendiendo… no sé a quién me recuerda—se sirvió ella misma un jarrón con hidromiel y comenzó a cortar unas hogazas de pan y queso.

—Lo sé, muchas cosas en mí tuvieron sentido después de conocerla.

Astrid colocó un plato con el pan y el queso al centro de la mesa, sentándose frente a Hiccup.

—Además, ella necesitaba un descanso, tanto cuidar niños puede ser cansado—comenzó a tantear el terreno.

—Claro, y aunque no es una anciana, tampoco es una muchacha…

Hiccup comió una hogaza de pan, pasándosela con un fuerte trago de hidromiel.

—Completamente de acuerdo, e incluso los más jóvenes también se cansan—comió un poco de queso—Por eso estaba pensando en tomarme una tarde libre yo también.

—Sí, lo entiendo… espera ¿qué?

Astrid se llevó distraídamente otro trozo de pan a la boca, mientras que Hiccup dejaba de lado la comida.

—¿Cómo que te tomarás el día libre? ¿A dónde irás?

—Tranquilo, sólo quiero ir al lago que está dentro del bosque ¿lo recuerdas?

—Pero, ¿tú sola?

—Sí, yo sola.

Hiccup la miró fijamente, toda esa ansiedad y preocupación de repente crecieron, así como la actitud recelosa e independiente de Astrid.

—¿No preferirías acompañar a mi madre, o…?

—¿Qué, necesito una niñera?—Astrid se cruzó de brazos lanzándole una mirada retadora.

—No es eso lo que quise decir.

—¿Entonces?

Suspiró, pensando cuidadosamente en sus siguientes palabras.

—Sólo quiero asegurarme por completo de que estés segura.

—Yo siempre he podido cuidarme sola.

—Sí, sí, sólo que…

Las palabras se le atoraron en la garganta y terminó mordiéndose la lengua, la mirada de Astrid echaba fuego y no quería continuar con una conversación que podría hacerse discusión.

—¿Te irás sólo el día de mañana?

—No es gran cosa, sólo tomaré un paseo por el bosque—se encogió de hombros—Antes lo hacíamos todo el tiempo.

"Sí, antes de que fuéramos jefes, antes de que nos casáramos" pensó.

—Prométeme que te cuidarás.

—Lo prometo—dijo con algo de fastidio.

Astrid elevó el tarro de hidromiel, pero apenas le dio un trago cuando el sabor se le hizo insoportablemente amargo y terminó escupiendo la bebida.

—¡Astrid!

Hiccup se inclinó hacia ella, pero como todavía estaba algo molesta lo apartó de un manotazo. Dejó el tarro de lado, mirando hacia el líquido fijamente, nada parecía indicar que tuviera algo malo. Con desconcierto Hiccup agarró el tarro de su esposa y bebió un sorbo, sabía exactamente igual que el suyo.

—Qué extraño…

—Aleja esa cosa de mí—Astrid sintió de repente náuseas cuando le llegó el olor de la bebida, que hasta ese momento había ignorado—Dioses, no sabía que el hidromiel podía echarse a perder así.

—Pero sabe bien, Astrid.

—Lo que pasa es que te acostumbraste a las bebidas raras de los gemelos—Astrid agarró ambos tarros y tiró su contenido por la ventana—Compraré más mañana.

—Si tú lo dices…

Ella sirvió leche de yak para que terminaran de comer, la tensión de su extraña discusión disminuyó lo suficiente para que pudieran bromear un poco antes de terminar la cena e irse a dormir.


Eso es todo por ahora...

Como ven, Hiccup está atravesando una "fase protectora" producto de todos los cambios que está asimilando, mientras que Astrid tiene varias cosas dándole vueltas en su mente. Veremos cómo se van desarrollando.

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¡Gracias por leer!