Esta historia salió así como de la nada, lo juro, espero que perdonen que sea pequeño, y espero además que les guste. Sera una historia divertidísima.
Las tortugas no son mías, y yo solo hago esto por diversión y para entretenerlas
Capitulo 1: "Promesas"
Leo tomo aire. Llevaba quizá media hora escuchando negativas, quizá otros quince minutos oyendo preguntas ilógicas y otros cinco tratando de callar a sus hermanos. Su cabeza pensaba a mil por minuto y un creciente dolor de cabeza había comenzado a susurrarle que las cosas se pondrían peor, a menos que calmará a la manada de adolecentes que se le había tirado encima.
-"¡No y no!"
-"Raphael si dejaras de gritar y me permitieras explicarte…"
-"¡Explícale a tu santa abuela!, ¡porque no importa lo que digas!, ¡la respuesta es, no!, ¡Y grábatelo bien en la cabezota!"-Leo suspiro y busco apoyo en su inteligente hermano, el joven genio solo le repitió lo mismo que había dicho hace más de treinta minutos
-"Leo, tienes que comprender que no es buena idea, nuestra casa no es una mansión y quizá no podamos entregarles todo lo que necesitan…"-Sintiendo la mirada seria de su hermano, supo que ni con todas las razones del mundo haría cambiar los pensamientos del mayor
-"¿Y que siguieres que haga Don?, no puedo tirarlos a las calles como si nada, además prometí…"
-"Si, si prometiste que te harías cargo, como siempre el valeroso líder tenía que meter sus narices en asuntos ajenos"-Raphael ya estaba harto de discutir, hubiera matado en esos momentos por una cerveza que le calmara los nervios
-"Yo opino que no es tan terrible"-Mike sentado en la silla del comedor emitió su comentario bajo la mirada asesina de su hermano de rojo y la de Don que parecía a punto de sufrir un colapso nervioso
-"Mira Mike, ya tenemos suficiente contigo, no quiero más problemas"-susurro lleno de rabia el mas temperamental, Mike ni siquiera pareció escucharlo
-"¡Vamos!, sería divertido"-Don negó con la cabeza entre las manos
-"¿Acaso te das cuenta de la responsabilidad que esto con lleva?, ¡Tú no puedes cuidar ni de ti!"
-"¡Claro que puedo!"
-"Por supuesto, por eso corres a la habitación de Leo cada vez que ves tú sombra"-Rio sarcástico Rapha
-"¡Eso no es verdad!, ¡Leo dile algo!"-grito Mike haciendo pucheros
El mayor suspiro derrotado al tiempo que se golpeaba la frente con una de sus manos. Sabía que no sacaba nada con intentar persuadir a los chicos. Así que cortando por lo sano dejo que sus hermanos siguieran peleando solos.
Pasando de la cocina al living tomo un pequeño bulto que reposaba en el sofá del living y se encamino a su cuarto, lejos del bullicio. Jamás le había gustado dejar las cosas a medias, pero ahora tenía cosas más importantes que hacer que pelear con sus hermanos. Le dejaría la responsabilidad de la decisión a Splinter una vez regresara de su eterno paseo. Aunque el ya había tomado la suya.
Sentado sobre la cama suspiro cansado. Había sido una noche como todas, patrullaje, ninjas y golpes. Pero algo había cambiado en esta ocasión. Sus batallas casi siempre se libraban en bóvedas o en la sima de los edificios, esta vez su batalla la libro con un incendio, un medio de distracción algo extremo por parte del clan del pie. Sus hermanos y el habían sacado con éxito a la mayoría de la gente cuando el edificio con un estruendo se había ido directo al suelo. Los chicos se habían alejado de la escena enseguida al sentir las bocinas de los policías, el no había podido marcharse con ellos.
En medio de la demolición y los escombros, el grito implorante de una mujer le llego a los oídos, y corriendo tras ese simple gemido encontró a la dueña de la voz. Sepultada bajo escombros encontró a una mujer de no más de veinticinco años. Estaba lucida, llena de polvo, y con la cara blanca como los muertos. Mirando hacia abajo y moviendo las piedras para llegar a ella, noto que todo intento por salvarla sería inútil. Una mancha de sangre casi negra se fue extendiendo a medida que avanzaba; aun así decidió ayudarla, aunque no pudiera hacer mucho. Pensando que se asustaría de su presencia Leo intento hablarle despacio cuando al fin llego a su lado, la mujer si en algún momento estuvo asustada no lo demostró.
Ayudándola a salir y cargándola vio que llevaba algo entre los brazos, no tuvo que preguntarle que era lo que traía, ya que con un simple movimiento la mujer puso sobre sus propios brazos el pequeño bulto grisáceo. Sus palabras fueron directas, serenas, pero muy duras
-"Esto es tuyo….no dejes que nadie más lo tome….si lo haces….no te perdonare jamás…"-
Leo palideció al notar lo que tenía entre los brazos y trato de explicarle que él no era el mejor para la tarea que le encomendaban
-"Prométeme… que estarán en buenas manos…que nada les pasara…"- Hallándose sin salida Leo lo prometió, la mujer le dedico una mirada agradecida y se durmió para siempre. Leo se había marchado en silencio.
Y ahora estaba sentado en su cama. Con no uno, si no dos bebes en sus brazos. Pasándose una mano por el rostro se dio cuenta que se enfrentaba a una de las tareas más difíciles de la tierra.
Ser padre.
Espero sus comentario!, Sayonara!
