La cabeza le iba a explotar de tanto estudiar ese día, Sam y Dean habían salido de caza ese día y ella no había podido acompañarles por tener exámenes finales. Oyó la puerta abrirse y supuso que ya habían llegado, cerró el libro de historia con el que había tenido una larga tarde, era su asignatura favorita pero todo tiene un límite y ese día el libro había encontrado el suyo.

Salió de su habitación dirigiéndose al comedor, donde la esperaban. Vio cómo dejaban las armas después de la cacería, no necesitaba preguntarles qué tal les había ido, ya sabía la respuesta y tampoco quería remover su pasado.

Sus padres habían muerto a manos de personas infectadas por el virus Croatoan, pero estaba en contra de cazar criaturas. Si se lo hubiera contado a alguien, solamente hubiera dicho que era una mala hija, pero la realidad era otra muy distinta. Ella misma estaba infectada por el mismo virus, se había enterado hace poco, pero no había dejado que ni Sam ni Dean se enteraran de ello, no porque la hubiesen matado porque ella sabía que la querían, sino porque quería tener una vida independiente sin la lástima de nadie y menos de ellos.

- Mañana salimos de nuevo, he disfrutado como un enano, Sammy. - comentó Dean sonriendo, él siempre estaba alegre y bromeando, virtud que ella envidiaba.

- ¿Tú nos acompañaras, Evelyn? - le preguntó Sam mirándola, había rechazado la caza miles de veces, pero aun así él insistía, quizás por no ser maleducado.

- No lo sé, si esperáis después de clase… quizás os acompañe. - Respondió haciendo una mueca de desagrado.

Sam y Dean cruzaron una mirada confundidos, pero no dijeron nada, si ella quería acompañarles mejor, aunque se les haría muy raro. Nunca habían cazado juntos, siempre habían estado separados en casi todo, menos en la casa, compartían techo y a veces creían que era lo único que les unía.

No compartían familiares ni aficciones, ni siquiera algún círculo de amigos… nada.

- Bueno, ¿qué hay de cena? - preguntó Dean y acto seguido le rugió el estómago.

Evelyn suspiró con cansancio, ese tipo nunca cambiaría, sólo pensaba chicas y comida y eso a ella le parecía vacío, necesitaba más cosas para llenar su vida que las que Dean necesitaba para la suya. Era la más pequeña y sin embargo se hacía cargo de todo como si fuese la mayor, esperaba que el padre de ellos volviera pronto y la ayudara a compartir responsabilidades, porque era él único que la entendía, ni siquiera Sam que se la daba de empático.

Les sirvió la cena sin muchas ganas y se retiró a su habitación diciendo que ella ya había cenado.

- ¿Qué le pasa? - preguntó Dean una vez había cerrado la puerta, él nunca la entendería, siempre tan solitaria e inexpresiva, nunca había hablado con ella más de dos palabras sin discutir.

- ¿A qué te refieres? - Sam le miró confundido, él suponía que sería lo de siempre: discusión de cacería, que Dean la dejara en paz, portazo, cena en silencio viendo televisión y a veces, el paseo nocturno de Evelyn.

- Nunca está contenta, parece que le desagrada mi sola existencia. - Se quejó comiendo un poco, se moría de hambre y su estómago le agradecía al fin un poco de comida.

- Dean, tu presencia desagrada, Evelyn no es la única que lo nota. - Bromeó recibiendo una bola de papel de Dean en el rostro, contraatacó y pronto se sumergieron una típica pelea de las que solían tener.

La habitación se abrió dando paso a una Evelyn vestida con ropa normal y no con su anterior pijama. No le preguntaron adónde iba, sabían que no tendrían respuesta, nunca le daba explicaciones a nadie sobre lo qué hacía o dejaba de hacer, odiaba hacer eso.

Cuando salió de la casa, Evelyn suspiró nuevamente y se abrazó a sí misma intentando no tener tanto frío, no era una noche cálida. Caminó despacio y en poco tiempo se acostumbró a la temperatura exterior, se adaptaba rápido. Sabía que su organismo ya le pedía comer algo y no precisamente la cena que tomaron Sam y Dean, sino algo humano. Estaba infectada y lo sabía, moriría si no devoraba alguien pronto, ya había tenido mareos de su cuerpo pidiéndole comida de verdad.

Divisó un hombre, paseando como ella supuso, por fin alguien… se acercó a él y en unos minutos sólo quedaban sus huesos, se limpió toda la sangre y miró alrededor por si había testigos, pero esa noche era tranquila afortunadamente.

Regresó a la casa con la cazadora en la mano, tapando la sangre que no pudo limpiar y se dirigió a su habitación de nuevo, ahora sí que se sentía bien, podía durar otro mes sin comer.

Puso la cazadora en la silla, ya se encargaría de lavarla mañana. Se dirigió hacia la estantería y sacó un cuaderno que usaba de diario cada vez que se encontraba mal, lo abrió y empezó a escribir.

Querido diario:

Me siento extraña aunque me encanta esta calidez que noto siempre que como.

Hoy he aceptado ir de cacería con Sam y Dean, pero no sé muy bien por qué, habrá sido un lapsus, pero mañana la anularé.

Extraño a mis padres, aunque ya me acostumbré a estar sola y no depender de nadie… ojalá al menos viniera John, es al único que soporto y se pasa fuera meses.

Cerró el cuaderno frustrada y lo tiró contra la estantería. ¿Qué era eso de desear? ella no deseaba nada… se sentía cada vez más agobiada consigo misma, no debería tener esos malos momentos, tenía que ser fuerte y no podía permitirse sentirse así.

A la mañana siguiente, oyó sonar su despertador como siempre, supo eran las seis en punto. Se lavó y vistió y se dirigió a la habitación de los Winchester. Tocó la puerta y les avisó de la hora recibiendo quejas.

Desayunaron juntos sin dirigirse la palabra, como cada mañana, hasta que cada uno se fue hasta su correspondiente clase. Los tres estaban en la misma escuela pero diferente curso por sus edades. Evelyn tenía diecisiete años mientras que Sam diecinueve y Dean veintitrés.

Las clases pasaron con normalidad para los dos hermanos, pero para Evelyn estaba siendo estresantes, no sabía como había hecho el examen de matemáticas y eso la ponía de los nervios, hasta que su tutora la sacó al pasillo para hablar con ella.

La siguió hasta su despacho y se sentó imitándola, esperaba que no tardara mucho, tenía más cosas importantes que hacer que hablar con esa mujer.

- Verás, Evelyn… sé que esto va a ser difícil para ti. - empezó a decirle, causando que reprimiera una risa, ¿difícil? había pasado por cosas mucho peores que lo que fuera a decirle.

- Diga. - contestó impaciente, no soportaba cuando alguien no iba al grano, para eso es mejor guardarse las cosas.

- Me he enterado de vuestra situación, no puedes seguir bajo la tutela de Dean Winchester. He hablado con servicios sociales y están de acuerdo en que es mejor que esperes con ellos a que otra familia te acoja. -

Se quedó helada… ¿qué estaba diciendo? ella no tenía familia, esos hermanos eran una tapadera… y ahora iba a ser entregada a unos extraños por el irresponsable de Dean… respiró hondo y controló el mareo de pocos segundos que tuvo.

Ni hablar, esos Winchester, en especial Dean, se enterarían de quien era ella. Salió corriendo hacia la casa sin dejar a su tutora terminar de hablar.

Cuando llegó a casa se encontró con Dean cargando la escopeta para ir de caza esa noche, no se había dado cuenta de que ella estaba allí hasta que le abofeteó.

- ¿Qué diablos…? - empezó a decir pero se detuvo cuando la vio llorando, nunca en su presencia esa chica había llorado y ahora de la nada se ponía así, definitivamente él nunca entendería a las mujeres.

- ¡Perdí a mis padres, Dean! ¡a los dos! siempre he visto a John como una figura paterna pero no es lo mismo… él me dejó a tu cargo y parece que yo soy la que tengo que cuidar de ti en vez de al revés y estoy harta. Te hago la cena, me encargo de la casa y voy sacando el curso, pero te prometo que no puedo más… ¡estoy cansada! ¡me quieren entregar a servicios sociales por tu maldita culpa! no te estoy pidiendo que te encargues de mí, se cuidarme sola, ¡sólo te pido que aparentes ser un buen tutor y no un vividor mujeriego! - terminó de decir, intentó varias veces calmarse respirando hondo sin éxito alguno.

Dean se quedó mirándola durante unos segundos, Evelyn nunca había hablado las cosas y ahora lo decía todo de golpe. No era típico de ella, ya que siempre se lo guardaba todo para sí misma y no contaba nunca con los demás.

Intentó decir algo, pero no sabía qué. Era cierto, no había sido un modelo a seguir como tutor pero nunca había pensado que era grave, daba por hecho que estaban bien y que no le iban a quitar la tutela de Evelyn, pero al parecer estaba equivocado.

- Yo… - empezó a decir pero se calló, no quería alterarla más.

- Tú nada, vamos a aparentar que somos la familia feliz o Sam y tú os arrepentiréis. - amenazó furiosa, entró a su habitación y se echó en la cama llorando, sabía que no debía haber mostrado debilidad ante nadie y menos ante él, pero en ese momento no había podido evitarlo, necesitaba desahogarse.

Marcó el número de John, pero tenía el móvil apagado, así que lo volvió a dejar en la mesilla y miró al techo. Nunca supo de más familia suya, de abuelos, tíos, primos… nadie. Estaba completamente sola. Volvió a llamarlo sin esperar respuesta, le dejó un mensaje en el buzón de voz de su móvil y lo dejó, ahora sí que no quería hablar con nadie, ni siquiera con John que siempre la tranquilizaba.

El virus Croatoan había evolucionado en ella, podía controlar su ira, pero no dejaba de sentirla. Al contrario que los demás infectados, era vulnerable a daños físicos como la gente, pero inmune a la hora de morir… claro que no era inmortal, pero a ojos ajenos podía parecerlo.

Escuchó el aviso del móvil que indicaba una llamada, pensó que quizás John le iba a dedicar unos minutos para hablar, pero se equivocó. No era John.

- ¿Desde cuando a los demonios les va la tecnología? - bromeó sonriendo por primera vez en unas horas. Siempre tendría tiempo para él, ya que se había portado muy bien con ella y era como un tercer padre, aunque nunca lo reconocería ante los Winchester, conociéndolos intentarían hasta un exorcismo.

- Ya sabes que soy la excepción a la regla, tengo noticias nuevas, es sobre tus padres. - Evelyn se quedó en shock ante eso último, ¿noticias nuevas? ¿sobre sus padres? ¡si estaban muertos!

- Dime, Azazel. - contestó con intriga y a la vez con miedo, por una parte quería oírlo pero por otra se rogaba ella misma no escuchar, era feliz en la ignorancia… pero no podía hacerle eso a ellos ni a ella misma. Tenía que mostrarse fuerte siempre, aunque Azazel y John eran con los que podía permitirse momentos de debilidad, sobretodo con el primero.

Notas de la autora: Hola! ^^ ya tenía ganas de escribir algo y no sabía qué, finalmente me decidí por esto! Espero que les haya gustado =) ya saben, si dejan reviews muchísimo mejor! saludos a todos =)