Hola Snivellius ataca de nuevo. Sé que muchos me pedisteis en mi anterior historia un Hermione/Snape, estoy en ello y prometo colgar pronto algún capítulo de ese fanfiction. Pero para ir abriendo boca he empezado con un Personaje femenino (Laura)/Severus. Espero que os guste la historia y como siempre deseo vuestro rewiews para ir mejorando poco a poco.
Los personaje no son mios, pertenecen a J.K.Rowling y a la Warner y no sé si a alguien más..
Este Fanfiction contiene Spoliers del Sexto .
Oyó un susurro 'Severus...', su cuerpo se convulsionó ante la expresión de ese nombre, ante la forma en que lo había pronunciado, estaba suplicando. Vio a Snape llegar, no dijo nada, pero anduvo hacia adelante y empujó rudamente a Malfoy quitándolo del camino. Los tres mortifagos retrocedieron sin decir palabra. Incluso el hombre lobo pareció intimidado.
Snape lo miró fijamente durante un momento y hubo repulsión y odio grabado en las líneas ásperas de su cara.
'Severus, por favor...'
Snape levantó su varita mágica y …
'¡Avada Kedrava!'
Un chorro de luz verde partió del final de la varita mágica de Snape y golpeó a Dumbledore directamente en el pecho. Observó como Dumbledore volaba en el aire, por una fracción de segundos pareció colgar suspendido, y luego cayó despacio hacia atrás, como una gran muñeca de trapo, sobre las almenas.
Sus ojos azules, normalmente vivos y alegres estaban ahora fríos y vacíos de toda expresión, sus gafas yacían a pocos metros de donde él se encontraba. No podía dejar de mirar aquellos ojos, aquellos ojos que no la mirarían más…
Laura despertó bañada en sudor y un grito estrangulado escapó de su garganta. Ya no podía hacer más, ni las pociones para dormir sin sueños conseguían evitar que aquellos recuerdos volvieran a atormentarla una y otra vez. Se levantó de la cama, su experiencia le decía que aquella noche como tantas otras antes no volvería a dormir.
- Tengo que conseguir un pensadero- se apuntó mentalmente.- todo sería más fácil si tú estuvieras aquí, Albus. – se lamentó en alto.
Se acercó a la ventana, su objetivo principal en el último mes. Vio una sombra en la ventana de la casa de enfrente y sonrió pensando que igual que ella había alguien más al que los recuerdos lo estaban matando.
- ¿Por qué Albus¿Por qué nos condenaste a este sufrimiento?
Laura había estado allí aquella noche al igual que Harry, y al igual que él había sido condenada a ser una mera observadora, dos hechizos salieron de la boca de Albus antes de que Draco lo desarmara, el que congeló a Harry y el que la condenó a ella a permanecer inmóvil en su forma de animago sin poder intervenir. Se maldecía interiormente por ello, y muchas noches los remordimientos de no haber hecho nada la carcomían desesperadamente.
- Si hubieras intervenido estarías muerta, y nadie estaría ahora cuidando de Harry.- la voz de Albus le sonaba clara y cercana en su mente, como si al girarse el astuto director de la escuela estuviera allí al lado de ella de nuevo.
Laura observó al niño que vivió acercarse a la ventana y sentarse mirando al cielo, se preguntó mentalmente que buscaba, su vista siguió la línea que marcaba la mirada del joven y allí lo vio, la estrella más brillante aquella noche, la estrella de Sirius. Laura sonrió internamente, cuanto dolor puede albergar un alma.
Cuando lo acompañó, en secreto, la semana anterior en la boda de Bill y Fleur pensó que se estaba recuperando, se le veía más animado, más integrado con sus amigos. Incluso en su conversación privada con Molly, esta estaba sorprendida de lo bien que Harry estaba llevando las cosas, aunque le molestaba que hubiera declinado la oferta para pasar con ellos el resto del verano. Ahora de nuevo en su dormitorio de Privet Drive, Laura se preguntaba cuanto le había costado a Harry fingir algo que realmente no sentía, reír en aquella boda como rió e incluso permitirse el lujo de disfrutar de la ceremonia. Estaba claro, que Harry no estaba ni mucho menos recuperado, que el dolor por la muerte de Albus sólo había disparado otro dolor previo que ya lo estaba carcomiendo interiormente, la muerte de Sirius.
Laura miró nuevamente hacia la ventana, Harry ya no estaba en ella, como otras noches, estaría tirado sobre la cama, con las manos detrás de la cabeza y mirando al techo, con sus preciosos ojos esmeraldas bañados en una mezcla inmiscible de odio y dolor. Se transformó en animago y se deslizó fuera de la casa, alcanzó el jardín de los Dursley y lo atravesó sutilmente, ascendió por la cañería y se colocó perfectamente escondida en el alfeizar de la ventana. Otra noche más de insomnio.
