El príncipe de Panem
Este es un año muy especial, el tercer vasallaje de los 25 tendrá lugar; sin embargo, habrá un ligero cambio de planes, en lugar de realizar los típicos juegos con un giro completamente inesperado, este año no habrá muertes sino alianzas, este año no terminará con un campeón, sino con un príncipe.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a la grandiosa Suzanne Collins y la idea de la selección a la magnífica Kiera Cass.
Bien, estoy entusiasmada por presentar esta idea.
En este caso el gobierno es una monarquía donde el rey es Snow y hay una princesa que en este caso es Madge. El crossover consiste más que nada en poner dentro del universo de los juegos del hambre el concepto de la monarquía y de la selección, no introduciré personajes de "La selección", solo la idea en general.
Espero que disfruten leer esta historia tanto como yo disfruto escribirla.
Capítulo 1.
Los cabellos rubios de la princesa revoloteaban por la brisa vespertina. Ella estaba de pie, con los brazos reposando suavemente en el balcón de sus habitaciones.
Cerró los ojos y dio un largo suspiro, tratando de retener lo más posible esa tranquilidad que sabía, no volvería a recuperar jamás. El momento sin embargo, no duró mucho, pues las puertas dobles que permitían la salida al balcón se abrieron, haciendo sobresaltar a la chica.
En general gozaba de entera privacidad, pero seguro que al llamar a su puerta y no haber obtenido respuesta alguna su padre se preocupó y entro a cerciorarse que ella estuviera bien "tal vez creyeron que me di a la fuga" pensó con amargura, río ante tal pensamiento, de ella jamás esperarían tal comportamiento y ella misma se sentía incapaz hasta de pensarlo.
El soberano de Panem, el rey Corolanius Snow salió al encuentro de su hija y cuando llegó la envolvió en un abrazo cálido que la hizo olvidar parte de sus preocupaciones.
-Siento mucho que esto tenga que ser así.- dijo el rey Snow, aun abrazando a su hija.
-No lo sientas padre, sabes que yo haría cualquier cosa por ti.- respondió la princesa sinceramente.
-No lo hagas por mí querida, hazlo por tu nación que atraviesa por un momento difícil.
-Por ambos.- susurró mientras sentía con su mejilla el palpitar rítmico del corazón del rey.
-Mi hermosa Madge, sabes que no te dejaré a merced de cualquiera verdad.
-Lo sé padre.
…
El día antes del anuncio del Vasallaje había resultado ser como cualquier otro para Madge. Levantarse temprano para asearse, la rutina de arreglo y dirigirse al gran comedor donde la esperaba su padre para tomar el desayuno; después, disponerse a sus propias actividades, Madge aún era joven así que tenía una institutriz que se encargaba de educarla adecuadamente para que, cuando tuviera que recibir la gran carga que suponía la corona, la llevara con gracia y sabiduría. Después de sus clases y realizar actividades extra curriculares, así como de codearse con algunas visitas importantes que diariamente llegaban al castillo para disfrutar de su agradable compañía, se dirigió a su esperado refugio.
Al llegar a su cuarto decidió cambiarse a un vestido más sencillo para la cena, que tomaría sola como la mayoría de las noches. Así, su gran vestido ribeteado con diversas telas rosadas y blancas fue cambiado por uno gris de telas simples (corte imperio) y unos zapatos bajos para su mayor comodidad. Estaba lista para ir al pequeño comedor, pero un llamado a su puerta y una invitación del rey a su oficina la hicieron cambiar los planes.
Atendió de inmediato a la petición. Caminó nerviosa por los pasillos, tratando de adivinar para que la mandó llamar su padre, su oficina no era un lugar que frecuentara, los asuntos que requerían de su presencia siempre eran vistos en salas diferentes, lo que la llevó a pensar que este asunto era bastante serio, lo cual, al desconocer de que se trataba le ponía los nervios de punta.
Al llegar, los guardias apostados a los lados de los imponentes pilares que sostenían la entrada la abrieron inmediatamente para ella y sin ninguna contemplación Madge entro de una vez.
Al fondo, sentado tras su escritorio de caoba fina estaba el rey aguardándola.
-¿Padre?
-Madge querida, tengo un asunto muy importante que debo anunciarte. Vamos, toma asiento.
Así lo hizo Madge y su padre continuó.
-No sé qué tanto sabes sobre los problemas en los distritos.
-Sé que no están contentos con la forma en la que se están llevando las cosas, que no quieren más muerte en los juegos y que la monarquía los hace más infelices que nunca.- repuso la chica.
-Bueno, temo decir que las cosas son más complicadas que eso. Los disturbios en los distritos están fuera de control, residentes de los distritos y centenas de guardias de la paz han perdido la vida por esto.
-Así que has pensado en algo, ¿cierto?, y ese algo tiene de alguna forma que ver conmigo.- añadió Madge con astucia.
-Eres lista Madge y sabes que no te lo pediría si no pensara que es la única salida.
-Dime de que se trata, padre.
-Los juegos… -Madge sintió su corazón palpitar tan rápido y fuerte que pensó que saldría de su caja torácica, sería posible que la solución que propondría su padre fuera mandarla a morir ahí-. Este año serán cancelados -completó el rey, haciéndola sentir miserable por el pensamiento tan poco considerado hacia su padre.
-¿En serio? -preguntó ella emocionada.
-Así es querida, pero van a ser reemplazados.
"Y aquí es donde entro yo" pensó Madge.
-Es obvio que ese tipo de entretenimiento hace que los distritos se vean más enfurecidos, sabes bien que no creé las reglas, sabes que yo solo estoy para hacerlas cumplir como una tradición que nos recuerda las repercusiones de nuestros actos.- Madge asintió, sabiendo que lo que su padre decía era cierto, era tan bueno con ella que era incapaz de pensar lo contrario.
-Los consejeros propusieron otro tipo de espectáculo, algo que los haga olvidar todo por un momento, mientras nosotros encontramos una solución que beneficie a todos. La conclusión a la que llegamos es hacer una especie de competencia muy especial. Una cosecha únicamente de varones con un rango de edad aceptable para desposarte, tres chicos de cada distrito, un total de 36 pretendientes, todos peleado "metafóricamente" por el corazón de la bella princesa Madge Adelaid Snow.- terminó de explicar el rey, con una sonrisa de pura emoción en su rostro.
La princesa se quedó atónita ante lo escuchado, se preguntaba desde cuándo se había empezado a tramar todo ese plan a sus espaldas, se sentía terrible y de alguna forma traicionada. Toda la vida se había preparado para un matrimonio ventajoso para la monarquía, y pese a que ella hubiera preferido el amor, lo había aceptado desde hacía ya algún tiempo.
Pero la cosa ahora era distinta, que su vida y su futuro fueran expuestos de esa forma, que estuvieran al alcance de toda la nación.
Respiró profundo y trató de ocultar su sorpresa; estaba claro que el rey no le estaba pidiendo su permiso, lo que acababa de ser propuesto era un hecho y el habérselo dicho no era más que pura cortesía. Negarse no era una opción.
-Lo entiendo, padre -contestó por fin, ante la mirada orgullosa de su padre- ¿Cuándo se hará?
-Mañana se suplirá el anuncio del Vasallaje por este, se dará una semana para que los aspirantes a la cosecha sean aprobados según varios estatutos de seguridad, luego otra para arreglar los detalles.
Dos semanas -pensó la princesa en un suspiro contenido.
…
El anuncio se hizo en la gran plaza principal, rodeados de las mejores familias capitolinas. Madge estaba ahí, con su mejor sonrisa fingida, con un hermoso vestido lila entallado a su torso y holgado de la parte inferior, el cabello dorado suelto a su espalda cayendo en finas ondas y una hermosa diadema con perlas y diamantes incrustados.
Los reflectores cayeron sobre la princesa cuando "La Selección del príncipe de Panem" fue anunciada por Caesar Flickerman, la ovación que le siguió fue desenfrenada, naturalmente todo el mundo estaba encantado con el inesperado cambio de planes. Aunque, tal vez, no todo el mundo.
…
En el distrito 12 Gale Hawthorne se hallaba furioso, no solo lo habían hecho faltar más de lo que se podía permitir al trabajo y lo citaban el domingo –su día de descanso- para continuar el chequeo para esa estúpida elección, sino que para colmo los obligaban a ver esos estúpidos programas diarios en los que se veían "los importantes preparativos", de la mano de la insufrible princesa.
Sin duda tenía mala suerte, este año tendría que ser el primero en el que se libraría para siempre de la cosecha y hacía falta solo ver cómo había terminado no sólo para él sino para todos los desdichados chicos entre 18 y 22 años.
…
Madge había pasado una mala noche, no había podido dormir ni cinco minutos seguidos. Para su desgracia una princesa en tales situaciones no podía excusarse y faltar a tan importantes obligaciones, como era la pieza principal de todo, estaba encargada de decidir hasta el más mínimo detalle para que sus nuevos huéspedes disfrutaran su estancia. Banquetes, espacios, habitaciones, actividades, bailes, telas, colores… Demasiadas cosas, que la mantenían ocupada y la dejaban exhausta, pero no lo suficiente para apartar de su mente las preocupaciones que se habían empezado a formar en torno a lo que le esperaría al tener 36 huéspedes y desafortunadamente tampoco para tener un poco de sueño decente.
Tomó una ducha y al salir sus asistentes, como todos los días la estaban esperando, la ayudaron a vestirse y la dejaron en las manos expertas de los estilistas, que cada día la tenían más difícil para hacerla lucir fresca y hermosa. Tenía que verse perfecta por que las cámaras habían estado grabando cada movimiento desde el anuncio oficial y cada noche era presentado un resumen con "lo mejor del día".
A media tarde, después de un arduo trabajo verificando que la decoración de la estancia en la que ocurriría la presentación estuviera tal y como la había planeado, Madge se dio un respiro y decidió tomar el té en su amplio balcón, ahí, nadie se atrevería a molestarla.
Con la suerte que se cargaba últimamente, casi no le sorprendió que apenas hubo pensado lo anterior ya tenía un paje delante suyo presentando un invitado que esperaba verla con ansias. Sin más remedio se levantó con hastío de su lugar, se alisó el vestido, acomodó sus cabellos, apretó los puños fuertemente antes de ablandar su semblante y componer una sonrisa encantadora para recibir a su visitante.
Unos ojos aguamarina se encontraron con los suyos, un guapo joven, alto, bronceado y de cabello cobre salió a su encuentro en el balcón. La sonrisa forzada de la joven se tornó sincera.
-Su alteza -dijo el chico haciendo una reverencia.
-Señor Odair -respondió la princesa, respondiendo a la reverencia con un asentimiento.
Ambos sonrieron, el saludo formal nunca había sido su estilo, pero lo hacían de vez en cuando para mofarse de lo estirado del acto.
Madge hizo una seña a los empleados para que se retiraran. Una vez fuera los jóvenes se deshicieron de formalidades fundiéndose en un gran abrazo.
-Finnick, porqué estás aquí, pensé que no llegarías sino hasta la próxima semana -dijo la joven mientras se separaban.
-A mí también me da gusto verte Madge -respondió el joven en tono divertido.
-No seas tonto, sabes que me alegra que vengas.
-Si bueno, sabes que mi negocio aumenta en esta época particularmente… Además, quería venir a ver cómo iba todo.
-Así que te enteraste.
-Casi me lo pierdo, si no fuera por el espectacular anuncio y los programas de chisme que llegaron después, ah, y no te olvides de la propaganda en los distritos.
-Aggrr -protestó Madge frotándose las sienes con la yema de los dedos-. Mi vida está a punto de convertirse en un verdadero circo.
-Tu vida ha sido siempre de dominio público, pero esto es innombrable, Madge, por favor dime que al menos plantaste un poco de batalla -urgió Finnick.
-Hubiera querido, tal vez. Admito que no me gustó mucho la idea; sin embargo, se cuál es mi obligación como princesa para con el pueblo.
"Obligación para con el pueblo" pensó Finnick, "pero qué clase de mente trastornada cree que esto puede ayudar en algo al pueblo".
-¿Qué dice tu padre de esto?
-No lo haría si tuviera elección o una mejor opción -contestó Madge evitando la mirada de Finn, no le apetecía ver como se formaba el odio irrefrenable que surgía cada que alguno de los dos mencionaba al rey.
-Pues luces horrible, sin ofender -cambió abruptamente de tema.
-Dentro de poco 36 chicos llegarán al palacio y uno de ellos resultará ser mi prometido y futuro esposo, tengo que hacer lo mejor posible para que mi elección sea buena para todos. Estoy preocupada.
-Tomarás una de las decisiones más importantes en tu vida y aún piensas en el bien de otros, de verdad eres increíble -denotó un poco de enojo en la voz-. No es como si importara, igual, te casarías con un completo desconocido.
-¡Exacto!, lo he pensado y pienso que esto puede ser una oportunidad de elegir. Quien sabe, tal vez encuentre aquello con lo que jamás me atreví a soñar y eso justamente es lo que me preocupa, ¿Qué tal que me odian, o si a ninguno le gusto, si solo están aquí porque fueron obligados a venir? ¿Y si no sé cómo actuar frente a ellos?, jamás he interactuado de esa forma con un chico, nunca lo había pensado de hecho. ¡Oh Finn!, que tal si quedo como una tonta frente a todo Panem -Las manos de Madge taparon su rostro y apoyó los codos en la mesa.
-Vaya, pero si ahí está la adolescente que sabía tenía que estar escondida debajo de toda esa madurez con la que parece nacer la realeza. Mi querida Maggy, no hay forma de saber qué sucederá, pero sé que no tienes nada que temer, nadie jamás podría odiar a una chica como tú, eres especial, toda una rareza en lo que a realeza se refiere, serás una gran reina y una gran esposa, aquel que no vea lo grandiosa que eres, no te merece.
…
El día esperado llegó, para ansia de muchos y molestia de otros tantos.
Effie Trinket se ajustó la peluca rosa pastel que mando hacer especialmente para el evento. No podía creer la suerte con la que corría, el año pasado fue ella quien llevó a la primera voluntaria del distrito 12 y no solo regresó a casa un vencedor sino dos, nada había hecho más que mejorar y mejorar, teniendo como cúspide el hermoso cambio de planes de este año.
Dentro de pocos minutos saldría hacia la tarima frente a la alcaldía del distrito 12 y anunciaría a los afortunados contendientes que irían al capitolio para pretender a la hermosa heredera al trono.
Sin duda pasarían muchas cosas, pero de algo estaba segura, haría hasta lo imposible para hacer que uno de sus chicos alcanzara la tan preciada corona.
…
Todo Panem contenía el aliento, ansioso por saber los nombres de los chicos que pelearían por el corazón de la princesa y claro, por el título nada despreciable de príncipe.
Mientras, la gran plaza principal que tradicionalmente servía para el desfile de tributos, estaba abarrotada de capitolinos, que miraban ansiosos las grandes pantallas, en el palco, el rey y la princesa también estaban expectantes ante los resultados.
Así, los 36 participantes fueron develados uno a uno.
Heme aquí con esta nueva propuesta, espero sea de su agrado y que comenten!
LARGA VIDA A LOS FANFICS!
