¡Hola lectores! Desde ya les estoy agradecida por haber entrado a mirar la historia, y espero que la sigan leyendo. Trataré de que sea una historia entretenida, y espero lograr sorprenderlos con algunas cosas que ya tengo planeadas. ¡Ah! Y no crean que será una de esas historias típicas donde Sirius se enamora y se casan y demás, NO lo será... tengo algunas cosas bastante distintas en mi cabeza (no significa que sean buenas jaja, pero haré lo posible para que lo sean).
Si les gusta, por favor, ¡díganlo! (siempre es bueno escuchar que a los demás les gusta lo que haces), y si tienen alguna crítica constructiva también me gustaría escucharla. Sin más, los dejo con el primer capítulo. ¡Nos leemos pronto!
**Ninguno de estos personajes es mío, todo pertenece a JK Rowling, y sólo escribo estas historias con el fin de entretenerme y entretenerlos.**
CAP 1: Viejos amigos
-1996-
Rayos de luz iban y venían en el aire dentro de la pequeña habitación en el departamento de misterios, maldiciones y encantamientos lanzaban a mortífagos y miembros de la Orden hacia el otro lado de la habitación. Sirius acababa de desarmar e inmovilizar a dos de ellos y ahora luchaba con una mujer, bastante ágil vale decir, aunque él era mejor. Con un movimiento de su varita la dejo tirada contra una columna, totalmente indefensa, y acercándose a ella de a poco la apuntó directamente al pecho.
Pero entonces lo vio, sus ojos. Verdes, profundos, suplicantes… y algo lo hizo detenerse.
Aprovechando ese momento de distracción, ella dio vuelta la situación y lo acorraló contra la pared más cercana.
-¿Quién eres? – alcanzó a preguntar él, y fue entonces cuando ella se alejó un poco y aún apuntándolo con su mano derecha, se saco la máscara.
-Tu peor pesadilla Sirius Black – se limitó a contestar ella con una sonrisa triunfante.
- Año 1977-
-Sabes Sirius, anoche te has perdido algo que estoy segura te puede interesar bastante… todo por tratar de impresionar a todos con tus fallidos fuegos artificiales…- empezó Lily con su habitual tono de reproche, haciéndole recordar como McGonagall le había hecho perder el gran banquete de bienvenida mandándolo a la cama directamente.
-¿Qué pasó Lils? ¿Nuevas reglas de Filch? Lo que sea, dímelo ya, así empezamos a planear como hacerlo… - sonrío él con picardía mirando directamente a su mejor amigo James Potter.
-Ya basta ustedes dos, ¿no podemos estar tranquilos un año aunque sea? – Interrumpió una cuarta persona que acaba de sentarse en la mesa mientras tomaba un par de tostadas con mermelada – Tenemos que dar el ejemplo a los más jóvenes.
-¡Por supuesto Remus! Eso es justamente lo que Canuto está tratando de decir, ¿quién va a seguir nuestro legado de bromas una vez que hayamos dejado Hogwarts? Hay que adiestrar a los más jóvenes… - dijo James ganándose una mirando furiosa de Lily, y de su amigo Lunático, mientras Sirius y Peter, que acababa de llegar a la mesa reían.
-Ni se te ocurra Potter, Remus tiene mucha razón… - comentó la pelirroja apuntando amenazadoramente al chico con lentes, eran sus amigos pero a veces eran tan infantiles– ¡Y aún no me dejan acabar con lo que quería decir!
-Bueno Lils, disculpa – se lamento este poniendo cara de inocente, cosa que a nadie convenció– Cuéntanos, ¿qué es eso que podría interesarle a Canuto?
-Una nueva chica – respondió ella – se acaba de mudar a Inglaterra y está en nuestro año. La cruce esta mañana cuando fui a buscar un par de libros a la biblioteca…
-¡¿Biblioteca?! Ni siquiera empezamos las clases y ya fuiste allí Lily…Veo que el verano no te cambio mucho – acotó el chico de ojos grises haciendo que la pelirroja frunciera levemente el ceño.
- Este año es importante, ya lo saben – dijo ella- Pero el caso es que empezamos a hablar y me pregunto por ti, me dijo que te conocía Sirius.
-Oh querida Lily, todo puede ser posible… este galán tiene admiradoras en todas partes del mundo, ¿lo sabes no? – contestó el con arrogancia haciendo reír a sus dos amigos y exasperándola a ella, que se limitó a mover la cabeza con resignación y continuo desayunando.
Las horas de pociones eran las peores, pensaba Sirius adormilado mientras Slughorn daba la clase de una manera aun mas tediosa que la habitual. Sólo podía pensar en una cosa… lo que Lily le había dicho en el desayuno. ¿Quién podría ser esa chica extranjera que lo conocía? Un par de nombres se le vinieron a la cabeza pero igualmente le pareció raro, tenía una sensación extraña.
-Canuto, ¿quieres volar un rato por la tarde? – interrumpió James en un susurro sacándolo de sus pensamientos.
-Sí, claro amigo… Un día sin escobas ya es demasiado para nosotros – dijo él haciendo a su amigo sonreír mientras jugaba con su pluma nervioso - ¿Qué pasa? Te veo extraño.
-¿Qué? Eh… ¿Por qué lo dices? – respondió James sobresaltado
-No lo sé, parece que intentaras decirme algo, te conozco como a la palma de mi mano querido Cornamenta.
-A las 5 en los jardines – se limitó a contestar este misteriosamente mientras intentaba poner atención a la aburrida clase.
El día estaba especial para despegarse del suelo y observar el colegio desde las alturas, pensó Sirius mientras él y su mejor amigo volaban y se pasaban un quaffle el uno al otro. Había sólo unas pocas nubes y casi nada de viento; por lo que muchos de los estudiantes al igual que ellos habían aprovechado para salir a tomar aire antes de la cena.
La pelota iba de mano en mano entre los dos amigos quienes la agarraban sin mucho esfuerzo y sin prestar mucha atención. Entonces súbitamente James empezó a descender y rápidamente aterrizó cerca del límite con el bosque prohibido, su amigo lo siguió aún bastante desconcertado y cuando hubo llegado a su lado se sentó junto a él en el verde césped.
-Vamos Cornamenta… ¿Ahora si vas a decirme que te pasa? – preguntó él. James se removió nervioso en su lugar para luego pasarse una mano por su despeinado cabello negro, despeinándolo aún más.
-Es Lily… - masculló él soltando un suspiro melancólico.
-Oh, por supuesto, debería haberlo sabido… - río Sirius acercándose a su amigo, mientras cariñosamente le daba unas palmadas en la espalda – ¡Sabía que todavía te gustaba Lily! Bueno, igualmente… no es muy difícil notarlo.
-¿Se nota tanto…? - pregunto él un poco abochornado – Claro que me sigue gustando, nunca dejo de hacerlo
-¿Y bien? ¿Qué piensas hacer con eso?- inquirió su amigo entusiasmado – Debes invitarla a salir… Ahora se llevan mucho mejor que antes, ¡seguro dirá que sí!
-¿Tú crees Canuto? Eso es lo que me da miedo, por eso estoy nervioso… Lily, de verdad me gusta y ¿qué tal si ella sólo quiere ser mi amiga?
-Vamos James – continuó Sirius risueño por la situación en que veía a su amigo – Convengamos que tampoco eres tan buen amigo…
-¡Ey! – exclamó éste mientras le daba a su amigo un golpe suave en el hombro. Sabía que Sirius sólo quería hacerlo reír, para que no estuviera tan nervioso, pero le era imposible no tener dudas - ¿De verdad crees que debería invitarla a salir?
-¡Por supuesto amigo! Vamos te daré unos consejos que estoy seguro no te fallarán, después de todo tienes como amigo al hombre más codiciado de Hogwarts, eso es una gran ventaja ¿no lo crees? – finalizó el castaño logrando finalmente que su amigo empezará a reír y se relajara un poco.
Un poco más tarde ese mismo día, cuatro chicos recorrían los antiguos pasillos del castillo en dirección al Gran Comedor riendo tranquilamente, mientras intercambiaban experiencias vividas ese verano.
- ¡Como pude perderme eso!– articuló Remus luego de lanzar una carcajada – James Potter borracho y melancólico. En serio Sirius… ¿Por qué no nos llamaste? Hubiera pagado por verlo.
-Bueno bueno Lunático… tampoco fue taaaaan así como lo cuenta Canuto. Además todavía creo que podía haberle puesto algo a ese whisky de fuego…
-No no no mi amigo – respondió Sirius riendo – Sabes que soy malísimo en pociones primero, y segundo… ese fuiste solo tú el sensible James Potter aflorando finalmente a la superficie.
-Todos sabíamos que en el interior eras un verdadero sentimental Jamsie – bromeó Peter haciendo reír un poco más a sus amigos y logrando que James se ponga más furioso.
-EYYYY ya basta – alcanzó a decir el aludido bastante enojado antes de detenerse en seco en el puerta del Gran Comedor y cambiando totalmente la expresión de su rostro agregó con una gran sonrisa – Oh, ahí viene Lily… esperémosla.
Pero ella no venía sola. Al lado de la pelirroja de grandes ojos verdes venía alguien más que él no conocía… Una chica con el verde uniforme de Slytherin, que de a poco se fue acercando junto a Lily al grupo de chicos y saludó a todos con una sonrisa muy cálida.
Sirius la vio, y no puedo evitar quedar con la boca abierta. No, definitivamente no la conocía, porque si lo hiciera no podría habérsele olvidado semejante mujer. Su cabello rubio bastante oscuro y muy ondulado llegaba casi hasta su cintura, mientras que el verde de su atuendo contrastaba con en el blanco pálido de su piel y su camisa ceñida resaltaba otra parte de su cuerpo que el merodeador no pudo evitar observar.
-Hola Sirius, mis ojos están aquí arriba – dijo una voz torpe y un poco avergonzada.
-Ella es de quién te hable Sirius – mencionó Lily haciéndose escuchar entre las risas de sus amigos, que habían sido provocadas, claro está, por el comentario de la recién llegada.
Él, aún tratando de recordarla, se fijo ahora en su rostro y aún más se pregunto por qué no la recordaba. Sus ojos verdes transmitían una luz peculiar, una mirada entre tímida y risueña se asomaba, mientras que sus labios no sabían si dibujar una sonrisa o una mueca de disgusto.
-Ehhh hola... – alcanzó a contestar él, finalmente. La chica rió, y algo revoloteo dentro del estómago de Sirius. Tenía una sonrisa preciosa - ¿Cómo te llamas? Lily me dijo que acabas de mudarte a Inglaterra.
- Anabelle – dijo ella con una sonrisa aún más grande, provocando más movimiento extraños dentro del estómago de cierto chico – Anabelle Lambert, ¿de verdad no me recuerdas?
Lambert… ese apellido le sonaba, pero no, no recordaba a nadie como esta chica. Hacía mucho no veía a alguien que le llamara tanto la atención. – Disculpa, pero no. Quizás tú estás equivocada.
La rubia lo miró durante un segundo y automáticamente frunció el ceño. Sin decir nada empezó a rebuscar entre los pliegues de su túnica hasta que encontró lo que buscaba y extendió la mano, incitando a Sirius a que tomara el pedazo de papel raído que sostenía. Era una foto vieja, en la que tres niños aparecían abrazados en medio de la nieve. Sirius reconoció inmediatamente a uno de ellos, él mismo a sus ocho años.
-¿Pero qué…? – alcanzó a murmurar antes de notar quién era el niño a su lado. – Al...Albert.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo y al instante recordó de donde le sonaba el apellido. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Albert Lambert, era unos cuatro años mayor que él, pero de pequeños siempre habían sido muy unidos. Eran una familia de magos muy poderosos en Francia, muy allegados a los Black, pero con más escrúpulos que ellos sin dudas. Sabían claramente que era lo que sucedía en Gran Bretaña y con quién les convenía codearse para no levantar sospechas de sus verdaderas convicciones, no eran defensores de la sangre pura, simplemente querían proteger a su familia.
Albert, sin embargo, no se conformó con quedarse tranquilo en su cómoda residencia en las afueras de París una vez que terminó el colegio. Se unió a la resistencia francesa contra Voldemort y, según había oído Sirius la última vez que estuvo en Grimmauld Place, ´el repugnante traidor´ estaba desaparecido hace varios meses.
Y entonces la recordó, había visto esos ojos, esa mirada con tanta luz antes.
-¿Lee? –masculló él, más para sí mismo que para otra persona - ¿Leonore Lambert? ¿ERES TÚ?
-Por Merlín Sirius, hace un segundo no me reconocías y ahora hasta recuerdas mi segundo nombre… - se quejó ella frunciendo nuevamente el ceño. – Mi primer nombre es Anabelle, y todos me llaman así o Annie… bueno, claro, excepto tú y Albie.
Su mirada se apagó inmediatamente y bajo la vista, Sirius entendió por qué. Albert y ella siempre se tuvieron un cariño infinito, jamás peleaban, quizás por la diferencia de edad su relación era de protección pura, se cuidaban el uno al otro. Él, que aún tenía la foto entre sus manos, volvió a mirarla y esta vez se detuvo en la figura de la izquierda. Una niña con el cabello enmarañado por encima de los hombros y unos preciosos ojos verdes lo saludaba desde allí. Muy diferente era la visión que tenía frente a él... ni siquiera podía ver a la niña que el había considerado casi su hermana tanto tiempo atrás. ¿Estaría aún allí?
