Bueno, esta es la nueva idea que tenía pensado para un ifc, espero que les agrade, y no, esto no significa que deje de lado mis otros fics, solo que ya lo tenía escrito, y como tarde un poco en subir el otro de cómo entrenar a tu dragón, entonces se los regalo, pero no pregunten cuando será la actualización por qué no lo sé, ahora tendré que ponerme con el capítulo once del USS Chimuelo, para que no me digan que los dejo muy intrigado jajajaja, apenas pueda hare el avance para ese fic también.

No soy dueño de cómo entrenar a tu dragón, y no busco ningún sustento económico por con esto, solo espero que lo disfruten y me dejen su comentario.

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La ciudad del caos.

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Se podía ver una imponente ciudad iluminada por las farolas de la calle, imponente con sus edificios altos en la zona céntrica, las calles principales concurridas con autos particulares y taxis, deteniéndose y avanzando según las indicaciones de los semáforos, personas saliendo de los supermercados de veinticuatro horas con sus compras en mano y charlando amenamente, pero ese no era el único movimiento en esa ciudad, ya que en uno de las calles más tranquilas de la zona céntrica se podía ver como un chico corría como si no hubiera un mañana, mirando constantemente detrás suyo buscando con la mirada algo, se podía ver el miedo en sus ojos.

El chico debía estar rondando entre veinte a veinticinco años, su cabello largo hasta los hombros de color castaño se movía de un lado al otro obstruyendo la vista de vez en cuando de sus ojos azules como el mar, lo que le hizo trastabillar más de una vez con sus propios pies que se chocaban entre sí por la torpeza de usar sus botas de cuero negras, sumándole al echo que llevaba puestos unos vaqueros azules oscuros, los cuales impedían gran parte de la movilidad de sus piernas, pero eso no le impedía seguir corriendo, aunque su chaqueta marrón le deba cierta libertad en su parte superior del cuerpo y lo protegía del frio del ambiente, igual que su bufanda azul, ya que la camiseta blanca que llevaba debajo no le servía de mucho contra el temporal.

El chico doblo en la siguiente esquina que apareció en su vista, metiéndose en un callejón entre dos grandes edificios, el cual no resultaba tener ninguna salida, solo había tres paredes muy altas, una sola luz y algunos contenedores de basura, la falta de salida fue algo que lo hizo alterarse mucho, volteo de nuevo a la entrada del callejón, pero con lo que se topo fue con un hombre con una gran tapado negro el cual cubría todo su cuerpo y guantes también negros en sus manos, el castaño abrió muchísimo los ojos al verlo.

- Al fin te encontré escurridiza lagartija.

El chico saco de entre su ropa un cuchillo, y con el apuntaba al hombre con tapado, se podía ver claramente como le temblaban las manos, algo que pareció molestar mucho al hombre del tapado, el cual comenzó a acercarse un par de pasos al chico, quien retrocedía por cada paso que daba el otro, una vez que se encontró dentro del callejón, ya casi en la mitad entre la pared final y la calle, se volvió a escuchar la voz fría de ese hombre bien fornido.

- Deja de actuar Nº 234, sabemos lo peligroso que eres.

Y como si esa oración fuese el de tonante de un juego macabro, de la nada aparecieron otras cuatro personas más en la entrada de la calle, dos hombres y dos mujeres, todos vestían el mismo tipo de tapado negro y guantes, y se acercaron sin medir palabra, ocupando todo el ancho del pequeño callejón, centrando su vista en el castaño de ojos azules, el cual no miraba a ninguno de ellos, sino que parecía estar más centrado en otra cosa en vez de sus atacantes, su posición había pasado a una más relajada, y soltó una pequeña carcajada mientras comenzó a quitarse su chaqueta y dejarla sobre un contenedor de basura junto al cuchillo.

- Está bien, veo que están bien informados, aunque no quiero arruinar mi chaqueta.

- prepárense.

Todos los que tenían los tapados se los quitaron mostrando un tipo de armadura electrónica, la cual cubría todo su cuerpo, estas al estar descubiertas se iluminaron en las zonas articuladas del cuerpo, cada uno tenía un color distinto, se podía distinguir que eran de un material mucho más resistente que el acero, relucientes, con muchos dibujos en todas partes que se podían ver, dibujos que parecían estar tallados en la mismísima armadura. Como por arte de magia, de la parte trasera de la armadura en la altura de los hombros salió una especie de caño que se extendida a la cabeza cubriéndola como si de un casco se tratase, apareciendo una visera frente a sus ojos iluminandose del mismo color que del traje de cada uno y fijandose unos círculos de colores que aparecían en ese vidrio en el chico que estaba parado del otro lado.

Con un movimiento rápido algunas de las partes de las armaduras se desprendieron, mostrando que los dibujos en realidad eran armas que estaba todas encastadas unas con otras formando la armadura, todo apuntaba que el metal que usaban podía modificarse a voluntad, ya que las zonas de dónde sacaron sus armas fueron cubriéndose con el resto de la armadura. Algunos habían sacado hachas, otros espadas, incluso había algunos que usaban lo que parecían boleadoras y látigos, todos estaban listo para la batalla.

Se podía notar un cambio en el ambiente del callejón, la piel del chico comenzaba a aclararse cada vez más, incluso en su rostro la piel fue de a poco sustituyéndose por escamas, sus ojos se volvieron rojos como la sangre y contrajo en una pequeña línea vertical y mostrando una gran sonrisa donde sus dientes parecían haberse multiplicado por diez, su cabello parecía irse uniendo unos con otros formándole una pequeña corona de espinas color blanca que sus puntas terminaban en la misma tonalidad que sus ojos, su camiseta blanca parecía pegarse más al cuerpo por la opresión que se generaba en su espalda, al rasgarse y caer al piso me permitió la salida de sus alas igual de blancas que todo su cuerpo, su voz ahora sonaba mucho más profunda i tenebrosa.

- Ya es hora de jugar.

- Un mutatio no podrá con nosotros, si de verdad quieres salir de esta es mejor que te transformes del todo, Nº 234- el primero que había llegado al callejón, que llevaba un traje con luz azul oscura, fue el que hablo.

- ¿Quien dijo que yo quería salir de esta? Realmente creí que los cazadores eran más inteligentes que esto.

Se podía ver la cara de desconcierto de los cinco cazadores, la cual fue suplantada por horror al ver bajar de las paredes a pesadillas monstruosas, cremallerus espantosus, y nadders mortales, los cuales no le dieron tiempo a reaccionar a los personas, porque se lanzaron sobre ellos en un segundo.

- Busquen lo que sea que pueda interesarnos, luego, ya saben qué hacer con ellos- soltó una pequeña risa el chico que ya había vuelto a la normalidad y se colocaba de nuevo su chaqueta- nunca imagine que fuese tan fácil tenderles emboscadas señores cazadores.

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Una chica caminaba tranquilamente por la calle, ella tenía una trenza espiga o cola de pez tirada hacia al lado derecho de color negro, unos llamativos ojos verdes lima y piel blanca como la nieve, llevaba puesta un pulóver de mangas largas color verde musgo opacado y una chaqueta sin mangas color café oscuro ya que el clima estaba siendo muy frio ese día, además, llevaba unos pantalones color café claro sujetos con un cinturón negro, unas botas cafés y también tiene unas muñequeras café.

El tumulto del día era el típico de un día de semana, más precisamente el de un lunes, por la cantidad de gente corriendo a los bancos por la falta de dinero en el fin de semana, o las madres que llevan a sus hijos a clases, adolecentes que van a la universidad, incluso los adultos que van a trabajar, los automóviles que circulan como manadas de un lado al otro, algún que otro vendedor ambulante, o algún dormido que recién vuelve a su casa después de un trabajo nocturno.

Realmente Berk era realmente una ciudad muy tranquila de día, incluso podría decirse normal, aunque tenían sus cosas, se encontraba a doce días de "calvario" y algunos grados al sur de "muere de frio", está ubicado justo en el meridiano de la tristeza, los habitantes, descriptos en una palabra, tenaces, habitando ese lugar alejado de la mano de dios por más de un milenio, tiene pesca, caza, tecnología, incluso materiales nunca antes vistos por el hombre en la rama de la joyería, además de una encantadora vista del atardecer, ventaja de vivir en una isla según el parecer de la pelinegra, pero como todo, siempre debe haber un problema, en ese caso eran una gran peste que afloraba en todo el planeta, pero según se cree, en Berk esta lo peor de lo peor, o por lo menos eso decían los diarios, los duae animae.

Ese nombre se les dio a los transformados en el siglo XV, por lo que se puede deducir que está en latín ese nombre, aunque aún se usaba por muchas personas, pero ahora era más común escuchar que en esos tiempos se los decía "dos almas", porque según las investigaciones que se habían logrado hacer con "esas aberraciones de la naturaleza" decían que tenían dos conciencias, algo muy extraño y que le agrego más miedo hacia los duae animae, como si el hecho de poder convertirse en dragones no fuera ya suficiente para asustar.

Los problemas con los dragones siempre existieron, pueblos enteros asediados por esas creaturas creadas por el mismísimo mal, en el principio de los tiempos, luego apareció el primer transformado, su nombre nunca se conoció, pero lo que hizo fue de conocimiento público, y de hecho se enseñaba de eso en la primara, ya que el primer duae animae hizo uso de su mutatio, nombre que se le dio a la media trasformación, en la plaza más concurrida de Funcia generando un gran disturbio y destrucción. Con el paso de tiempo se fue descubriendo más cosas con respecto a los duae animae, naciendo un resentimiento y odio hacia ellos, interminables conflictos se iniciaron, siendo perseguidos, he intentado de ser exterminados en su totalidad.

Lo que llevo a que los duae animae se escondieran mejor entre la sociedad, mezclándose con ellos, logrando que por casi trescientos años creyeran que realmente habían sido exterminados, pero como lo bueno duraba poco, los dichosos males de dios volvieron a hacer su aparición, dándole más destrucción al mundo y con ello nació una organización para hacerle frente a ese supuesto nuevo mal, así fue como nacieron los cazadores.

Los cazadores son una organización aparte de la policía de Berk, totalmente hermética, y de formación desconocida, mucho de su historia incluso esta sin resolverse aún, simplemente apareció, de un día para otro por decirlo así, y se encargó de los problemas que tenían que ver solo con los duae animae, encargándose de investigarlos y darles casa. Habían abierto institutos de entrenamiento para todos los que querían participar en la "cacería de dragones". Logrando con eso mantener sus filas con un número contundente de gente cuando se enfrentaban a los duae animae, ya que ellos no necesitaban ser muchos para hacer estado por las habilidades extra que poseían.

La pelinegra fue sacada de sus pensamientos al sentir como alguien le tocaba el hombro, al girarse se encontró una chica de pelo rubio, que tenía la misma edad que ella, o eso era lo que parecía, llevaba un bolso grande colgado de su hombro, y tenía una sonrisa perfecta para una publicidad de perfumes, lo extraño es que no conocía quien era esa chica ni por qué le había parado así.

- Discúlpame por molestarte, estoy buscando la calle Libertad, me dijeron que estaba en el centro, pero como no soy de aquí no tengo ni idea de donde estoy ahora mismo.

La rubia soltó una pequeña risa, como si con eso buscara aliviar un poco su propia vergüenza al tener que pedir indicaciones, la ojiverde entendió perfectamente, después de todo Berk recibe muchos visitantes todo el tiempo, y al conservar la misma estructura que la ciudad vikinga que le dio origen, se vuelve un poco difícil ubicarse para los extranjeros.

- En realidad estas más cerca de lo que crees, si sigues por esta misma calle a cuatro cuadras más adelante podrás ver como se divide en dos, la de la derecha es Libertad, la distinguirás perfectamente, ya que al fondo se ven CGC, es un edificio gigante con vidrio, y tiene las siglas al frente- cuando la rubia escucho que estaba cerca se le ilumino el rostro.

- Muchas gracias, y disculpa las molestias.

- Esta bien, no hay ningún problema, todos necesitamos indicaciones de vez en cuando, incluso los locales.

La pelinegra le guiño el ojo y la vio alejarse, ella en su caso siguió su camino, parándose en la esquina esperando para que el semáforo le diera el permiso para doblar, se sentía tranquila, aunque aún tenía todas esas cosas de los cazadores y duae animae en su cabeza, después de todo estaba estudiando periodismo, y las noticias eran su vida.

- Heather, te están observando- la aludida se tensó al escuchar eso.

- ¿Dónde?

- a tus siete.

La chica giro su cabeza disimuladamente, como si quisiera ver la vidriera de la esquina, buscando por su visión periférica alguna persona sospechosa, hasta que con lo que se topo fue con una cámara de seguridad de que vigilaban el tránsito, instaladas hacia algunos años, ahora sabía perfectamente a quien se refería esa voz sabia y profunda, así que hizo lo de siempre, le guiño un ojo a la cámara, y pudo escuchar como esa voz soltó una carcajada.

- Si, se volvió a sonrojar.

- Eres un bromista Cizalladura.

][-][-][

Astrid estaba corriendo por las calles de Berk, el que sería su nuevo hogar de ahora en adelante, estaba feliz por lo que había logrado, pero al mismo tiempo estaba muy molesta consigo misma, pedir indicaciones no iba con ella, pero tuvo que hacerlo, porque por más que tuviera un mapa del lugar, se perdió muy fácilmente en ese panal de calles que iban y venían, y por culpa de perderse, ahora estaba llegando tarde a su nuevo trabajo, pocos podían decir que una chica de veinticuatro años ya tuviera un puesto de trabajo tan prestigioso como el de ella.

La rubia se detuvo abruptamente frente al imponente edificio de vidrio con las siglas CGC en su techo, siglas que la rubia conocía perfectamente, después de todo su nuevo lugar de trabajo era la Comisión General de Cazadores, conocido más comúnmente por sus siglas siendo CGC el nombre más usado por la población, pero no trabajaría para cualquier cuartel, sino que fue asignada al cuartel central, por sus grandes logros en investigación y captura de los duae animae que había logrado en Inglaterra, el país donde vivió desde hacia algunos años, y donde recibió su entrenamiento como cazadora en una prestigiosa universidad y recibiéndose con honores, se había vuelto el orgullo de su familia, o lo que al menos quedaba de ella.

Astrid se percató que ya había perdido mucho tiempo entre perderse y admirar el edificio, así que decidió entrar de una vez, dentro era igual a cualquier sala de oficinas, lo primero que se veía era un gran recibidor con tres recepcionistas instaladas ahí con sus computadoras trabajando tranquilamente llevando camisas blancas con corbatas rojas y faldas portafolio azules, dos guardias de seguridad, uno a cada lado de la puerta principal jugando con su teléfonos celulares, se podía ver que la zona de recepción tenia algunos sillones para esperar, el espacio no parecía estar cubierto hasta al menos unos cinco pisos hacia arriba, dejando ver barandas vidriadas de los pisos superiores que tenían vista hacia la puerta principal, un muy buen mecanismo de defensa según la rubia.

Del costado izquierdo había otros dos guardias que controlaban la entrada a una pequeña reja de seguridad la cual solo se podía acceder con tarjetas según parecía, del otro lado de ellas había una serie de ascensores, y algunos guardias más que charlaban amenamente entre ellos, del lado derecho del edificio parecía haber unas cuantas oficinas con más operarios atendiendo llamadas o ablando con otras personas que vestían de civil, era fácil suponer quienes trabajaban ahí y quienes no, todos llevaban el mismo uniforme que las recepcionistas, a excepción de los guardias que llevaban uniformes de policías solo que en vez de azules tenían un color negro.

La rubia no quería admitirlo, pero estaba totalmente impresionada con todo el lugar, convertirse en cazadora se había convertido en su sueño cuando tenía diez, y ahora estaba en ese edificio para ayudar a todos las personas que había haya afuera y necesitaran de los cazadores, lo único que esperaba era no tener que usar ese estúpido uniforme, las cosas femeninas no iban con ella. Comenzó a acercarse a las recepcionistas para informarse bien de lo que debía hacer, podía ver como estar parada en el medio del recinto había alertado un poco a los guardias, y lo que menos quería era tener problemas en su primer día de trabajo.

- Disculpe señorita, ¿en qué podemos ayudarla? Si desea realizar alguna entrega de información por favor tome asiento, todos nuestros operadores se encuentran ocupados en este momento- una de las recepcionistas había notado su presencia deteniéndose en su trabajo.

- Yo soy la cazadora Astrid Hofferson, me trasladaron desde Londres, Inglaterra hace algunos días- la chica pareció algo sorprendida.

- Oh, verdaderamente lo siento mucho cazadora, normalmente estamos acostumbrados a ver a todos los cazadores con sus uniformes, por favor tome asiento, informare de su llegada y vendrán por usted.

Sin más la rubia se dirigió a uno de los sillones, sentándose tranquilamente y dejando caer su bolso a un lado, el cual dio un fuerte ruido metálico, y siguió observando el movimiento dentro del edifico, y seguía rogando que su nuevo uniforme no tenga nada de parecido al de las recepcionistas o los recolectores de información que todo apuntaba que eran los que estaban en las oficinas, aunque los hombres usaban un pantalón de gabardina azul, pero nada de los demás cambiaba.

Pudo ver como la chica que lo había recibido, levantaba el teléfono que había en su escritorio y hablaba con alguien, la rubia la miraba más detenidamente en ese momento, era una chica de unos treinta y tantos años, sonrisa llamativa, seguramente no tenía ningún problema en su vida, su pelo castaño claro enrulado que se movía de forma llamativa de un lado al otro cuando cada vez que realizaba cualquier pequeño movimiento con su cabeza, y ojos grises que parecían tener un brillo que decía que sabía algo que los demás no sabían.

- ¿Señorita Astrid Hofferson?

La rubia miro a quien le había llamado, un hombre de unos cuarenta o cuarenta y cinco años, con cabello rubio y un muy feo bigote, un diente de metal, un rostro curtido por la violencia y unos ojos azules profundos que marcaban su experiencia., vestía todo un tapado negro y unos guantes de puerto del mismo color y unas botas con punta de acero, al estilo militar, tendiéndole una mano como un saludo, a lo que Astrid solo asintió a su pregunta y recibió su mano, viendo cómo se formaba una pequeña sonrisa en su rosto.

- Me alegro que haya venido, como vera estamos un poco atareados, anoche hubo una serie de ataques a unos cazadores, y se hubo un gran descontrol en las oficinas, si me acompaña- Dijo el hombre mayor, tomando el bolso por ella- ¿es tu armisacies?

- Así es, es un poco vieja, pero aun sirve.

- Nada de eso señorita, ahora estas en Berk, necesitaras mejoras, este es un lugar muy peligroso, pasaremos por la oficina de herreros para ver si podemos conseguirte algo hoy mismo.

- Entiendo señor.

- Soy gobber, pero dime Bocón, todos me llaman así, cazador diamante a tus servicios.

Astrid sintió que la boca se le secaba un poco, habían mandado a alguien tan importante para recibirla, no sabía cómo tomar esa información, solo pudo darle una pequeña sonrisa e inclino levemente su cabeza, las palabras le habían abandonado para ese momento. Bocón solo le hizo señas para que le siguiera, algo que hizo sin chistar, pasaron por la puerta de rejas del lado derecho ingresando a uno de los ascensores, en el cual toco un botón con el número -9, aprovechando el viaje para ponerla al corriente de la distribución del edificio, o eso pensó la rubia.

- Bueno, creo que sería prudente empezar con la distribución del edificio, veras en la plantas superiores están las oficinas de investigación, que van del piso 6 al 24, contamos con muchos agentes trabajando aquí. En el piso 25 y 26 se encuentran los teléfonos, donde recibimos todas las llamadas de todo Berk y dividimos los casos por pada distrito, informándoles a los cazadores más cercanos en la zona para revisar. En los primeros pisos, ósea de la planta baja hasta el 5 piso son las salas de información, ahí es dirigida toda la gente que cree tener algo de información importante que aportarle al CGC. En los pisos 27, 28 y 29, están los servidores donde se guarda toda la información de los casos, ya sean resueltos o no, además de haber una copia en papel de todas y cada una de las entradas en el piso -7, si te dicen que entregues tus informes antes del miércoles, lo haces, porque siempre se imprimen los avances y modificaciones de las investigaciones y hay un grupo encargado de ordenarlos y archivarlos tanto el papel, como en software. Los pisos del -1 al -4 son estacionamientos, ¿siempre se debe mantener contento a los empleados no? Me asegurare que tengas tu lugar de estacionamiento cuanto antes. En el piso 30 se encuentra las salas de reuniones, donde se discuten los casos más importante, normalmente solo van los cazadores más experimentados. Piso 31, la oficina de los jefes. 32 es la terraza, donde hay aparcamiento para cinco helicópteros, normalmente siempre hay cuatro en caso de emergencias, y se van turnando para hacer las rondas sobre Berk. El piso -6 es el gimnasio, y el -5 es el vestuario con las duchas por si quieres darte un baño antes de volver a casa, y créeme que hay días que lo desearas, hay algunos de los duae animae dejan manchas muy pegajosas y apestosas, te recomiendo que siempre dejes una muda de ropa extra en tu casillero. El piso -8 es simulaciones, para practicar con tus trajes si así lo deseas, cuenta con cualquier tipo de escenario posible, además de las habitaciones mejores acondicionadas de Berk para esa tarea. El -10 y -11 son los pisos del misterio, solo los cazadores más experimentados van a ahí, y créeme que te digo que ni por error querrás terminar ahí.

La rubia hacia todo lo posible para tratar de procesar toda la información que le estaba dando, sí que no perdían tiempo en los tures pensó la rubia, y no ayudaba el hecho que le iba dando todos los pisos salteados y sin casi relación entre uno y otros, le tomo solo un par de segundos, tal vez treinta segundos, percatarse de que Bocón ya no explicaba más nada, y no le había dicho lo más importante.

- Disculpe cazador diamante Bocón, pero no me ha dicho el piso a dónde vamos.

- Oh discúlpeme cazadora oro Astrid, mi cabeza ya no está pasa estas corridas, nos dirigimos al piso -9, donde está la herrería, es el lugar que se le dio al laboratorio encargado de crear y probar las armisacies, y es a donde conseguiremos tu nueva armisacies, si es que queremos que sobrevivas en "la ciudad del caos".

- ¿La ciudad del caos?

- A si se ha bautizado a Berk por sus problemas de pestes.

La rubia estaba contenta, no solo había logrado su sueño, sino que conseguiría mejor equipamiento para su lucha, sino que al fin podría hacer una diferencia notable en esta guerra.

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La chica rubia estaba corriendo algo apurada a abrir la puerta, hacia algunos minutos que lo habían tocado, y no quería que quien fuera el que lo había tocado, al abrir la puerta de su departamento se topó con la mirada de un chico de pelo castaño rojizo, ojos verdes, una sonrisa de lado, un cabello desordenado, llevando unos pantalones marrones y una camiseta verde con el logo de la empresa en la parte superior izquierda, la rubia se sentía algo avergonzada, ya que lo había atendido con su pijama, unos short muy cortos y una vieja remera sudadera que le había quedado vieja, y pudo notar su mala ropa cuando vio al ojiverde algo sonrojado.

- Yo… yo vengo de parte de Connet S.A. venia para instalar el equipo de internet más los canales de televisión.

- Claro, pasa.

La rubia se sentía estúpida en ese momento, su hermana le había avisado que iba a contratar a esa empresa, pero nunca se imaginó que le mismo día que la contrataría vendrían a hacerle la instalación, no podía ser tan despistada, se llevaba tan solo un año con su hermana, y ella ya era una muy importante cazadora, arriesgando su vida sin importar que le dijera ella, y ¿ella en que se había convertido?, era solo una operaria informática de simulaciones para el CGC, por petición de su hermana, porque si por ella fuera, seguiría haciendo testeo de videojuegos, pero nunca se le pudo negar a su hermana, era su familia, y la seguiría hasta el fin del mundo.

La rubia miraba como trabajaba el chico, parecía tener la misma edad que su hermana, tal vez es1e hubiera sido uno de los futuros que podrían haber tenido, uno sencillo y tranquilo, pero lo sencillo parecía no ir con los Hofferson, sino era solo cuestión de mirar a su hermana Astrid, una muy buena cazadora, y mimadora de su pequeña hermana Kate, solo un año menor que ella. Kate decidió dejar trabajar al operario mientras ella se cambiaba, para ella después de todo eran como unas mini vacaciones, ya que ella no entraría a trabajar hasta que su pase de Londres a Berk se concretara completamente, mas precisamente eso sucedería el jueves, lo que le daría más tiempo de acostumbrarse al clima que los que tuvo su hermana.

Pensaba ponerse algo más abrigado para salir a hacer las compras para la comida, ya que cuando llegaron, que fue la mañana del sábado, había nevado en Berk, demostrándole lo loco que podía llegar a ser el clima ahí, incluso había llegado a escuchar bromas con el clima diciendo que en Berk nieva 9 meses al año y graniza los otros 3, además de lo dura que podía ser la comida que nacía en ese lugar.

Una vez de haberse puesto casi todo el guardarropa que habían llevado, ver si su cabello rubio estaba bien planchado, que estuviera bien atada su cola de caballo para que el largo no fuera un problema, y sonriéndole a su reflejo viendo como esa chica de ojos verdes le devolvía la sonrisa, volvió a la sala de estar y comedor que era la recepción del departamento, viendo que el operario ya había terminado con su trabajo, haciendo que se preguntara cuanto tiempo había tardado, pudo ver como el chico tomaba unas hojas de papel y se las extendía.

- Aquí está el contrato, si fuese tan amable de firmarlos- Kate solo asintió tomando los papeles y la lapicera que le extendía el chico y firmándolo a los dos y devolviéndoselos- muchas gracias, esta es mi tarjeta, si tiene algún problema entre de los próximos nueve días comuníquese con la empresa y entréguele el número que hay en esa tarjeta, ellos le contactaran conmigo y nos aremos cargo del problema sin costo alguno sin importar cuál sea la índole del mismo, pasado esos nueve días ya no estará en vigencia la garantía- la rubia leyó la tarjeta sorprendiéndose por el nombre.

- ¿Hiccup?

- ese es mi nombre señorita, espero que no haya ningún problema con ello.

- Para nada, es solo que me sorprendió, no es muy común.

- Entiendo, no eres de aquí, bueno, espero que Berk sea de su agrado señorita… ¿Astrid?- dijo después de leer el contrato.

- No, yo soy Kate, Astrid es mi hermana, y gracias por la bienvenida.

- Muy bien Kate, un gusto conocerla.

Y sin más el chico salió del departamento, Kate no iba a mentir, Hiccup parecía un chico guapo.

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Espero que les haya gustado, y les agradecería sus comentarios, y si alguien tiene algún consejo para darme estaré muy gustoso de escucharlo. Además de que he notado que los tengo muy mal acostumbrados

Muchas gracias, se despide Utopico.