Te he estado Copiando
Esperando, sola, escondí mi cabeza entre las piernas. Esperé algún sonido pero nada paso. ¿En donde estaba? ¿Acaso estaba bien aunque sintiera un agujero en lugar de corazón? Tenía frío. Llevaba puesta una remera blanca y encima una manga larga negra. Una pequeña falda me cubría un poco más arriba de las rodillas. Mis rizos estaban atrapados en un rodete y unas zapatillas negras me protegían los pies.
Intenté asomarme a la gran mansión pero no conseguí ver nada más que unas siluetas bailoteando en el salón.
Sabía que alguien me estaba vigilando. ¿Tan necesario era? Sabía que de un modo u otro me matarían.
Seguían en la sala.
Escuche un rugido y lo reconocí por ser característico de mi tío Emmett. Intenté pararme pero caí al suelo. Maldita cadena. ¡Dios, no iba a escaparme! ¿Acaso no se bastaban con atarme a un árbol con una cadena, y que, además pusieran a alguien para vigilarme? Si no moría hoy, moriría mañana, o pasado. El año que viene. El siglo que viene. ¡Vamos, algún día tendría que morir! Sino fuera por su método, sería por otro. Pero ya no pertenecería a este mundo.
Volví a oír un rugido. Pero… no era eso. Parecía más un alarido. Era… ¿mama? ¡Suficiente! ¡Con o sin cadena, o con o sin árbol detrás, voy a ayudar! Me paré y de un solo tirón arranque el árbol del suelo. Destrocé las cadenas, y cayeron como pequeños eslabones. Me encaminé hacía la mansión, con la rabia en la garganta, rogando por salir. ¡Era a mi quién querían! ¡Yo era la amenaza! Nadie de las personas… o vampiros, que es estuvieran allí dentro sería capaz de detenerme. Tenía miedo, eso estaba claro. Me temblaban las manos, pero no estaba segura si era el temor o la adrenalina del momento.
Estaba a pocos metros de llegar al porche, cuando una capa negra se poso enfrente de mí. No me detuve. La rodeé. Pero en una milésima de segundo tomo por uno de mis brazos. Me obligo a darme la vuelta. Bajó la capucha que le cubría parte del rostro y pude ver los rasgos de Jane. Esa niña. ¡Pudimos haber sido amigas!
La miré entre cerrando los ojos y ella sonrió
- ¿A dónde crees que vas? – me pregunto con soberbia
- A hacer algo que nadie haría en mi lugar – le respondí con rabia
- ¿Te crees capaz de derrotar a Los Vulturis teniéndome a mi y a mi hermano?
- ¿Y que? – inquirí
- Eres demasiado pequeña…
- Yo soy más fuerte
- ¿Y quien te ha enseñado a ser fuerte?
- Yo – respondió una aterciopelada voz
Miré a mi espalda y suspiré. Mi papa estaba detrás de mí. Gracias. Jane retrocedió y se escondió entre los árboles.
Papa tenía razón. Yo era fuerte. El me había enseñado a serlo. Y yo aprendí de el. Y le estuve copiando en todo.
Desde la belleza interna. Hasta lo de afuera.
Porque lo quiero. Porque me ayuda. Porque se que si muero en cualquier día alguien derramará lágrimas por mi ausencia.
Por que ahora se que amo a otro hombre a parte de Jacob Black. Amo a mi Padre.
