Lo admita, esto era un poco extraño a la par que vergonzoso. Cogió aire y se mordió el labio inferior.
Hace apenas unas horas el con la ayuda de Bocón, se aseguraba que todos los habitantes de la aldea tenía un lugar donde pasar la noche, mañana comenzarían con la reparaciones de la aldea. Aun sobrepasado por los acontecimientos de ese día, no estaba realmente consciente de todo lo que hacia, hasta que realidad dejó un poco sorprendido.
Justo en este instante estaba en su casa, en el salón, junto al fuego, y justo frente a él estaba su madre, si, si su madre. Que miraba con una mezcla de curiosidad y diversión, antes los torpes intentó de presentación que él intentaba hacer.
- Bueno… Mama, quiero decir Madre... eh… -
Ni siquiera sabía cómo continuar esa frase, trago saliva e inflo los mofletes. No se escuchan ni el cantar de una grillo. Por los dioses, era un adulto, era un hombre, el " orgullo" de su pueblo, ahora era el jefe… no mejor no seguir con esa línea de pensamientos. No era el momento de que le diera un ataque de pánico.
Giro la cabeza hacia la izquierda, Desdentado está sentado en una esquina, sobre sus patas traseras. Podría jurar que el dragón lo miraba con una gran mueca de burla en su escamosa cara. Estúpido reptil.
Una fuente pero gentil precio en su mano derecha le hizo salir de golpe de su mundo de delirios. Giro la cabeza hacia la fuente de ese toque de atención. Unos ojos curiosos y algo timados le devolvieron la mirada, le devolvió al apretón, y una forzada sonrisa nerviosa. Volvió a tomar aire y hablo.
Madre, ella… yo… veras... nosotros… eh...
No era tan difícil por todos los dioses. solo tenía que decirlo. De pronto una suave, firme y conocida voz se le adelanto.
Señora, encantada. Soy Astrid Hofferson, la prometida de su hijo. Espero que nos podamos llevar bien. Ya que algún día seremos familia.
Astrid había hablado con soltura, como si conocer a la madre de tu pareja fuera cosa del día a día. Se quedo mirándola embelesado, al ver que no era capas de hacer que su cerebro y su boca se pusieran de cuerdo, ella había decidido presentarse sola. De pronto recordé a su madre y desvío su mirada a ella.
Oh! Creo que había intuido que había algo entre vosotros después de ese afectuoso beso publico.
Comento entre risas contenida, ambos se jóvenes su pusieron tan rojos como un tomate maduro antes el comentario.
- Encantada de conocerte formalmente jovencita. Puedes llamarme Vadka.
Comentaba sin dejar de sonreír, mientras andaba hasta quedar justo a Astrid, tomo las manos de la chica con suavidad. Dirigió una pequeña mirada así él y sin más, tiro de Astrid alejando de él, mientras le pregunta.
-Bueno, ahora cuéntame ¿Cómo consiguió mi pequeño que una tan hermosa chica, aceptara ser su esposa?
Mientras veía como su madre y Astrid se alejaban mientras hablaban entre ellas. Un sudor frío le escurrió por la espalda.
Desdentado soltó un gruñido que más bien parecía una risa burlona.
Estaba en serios problemas. Su madre y Astrid se iban a hacer amigas.
Los dioses me odian.
