Disclaimer: Ni Rurouni Kenshin ni sus personajes me pertenecen. Todo eso es obra de Nobuhiro Watsuki.
La pelota de Kenji
Capítulo único
Era una mañana bella y calurosa en el dojo Kamiya, se escuchaba como Yahiko y Kaoru daban una clase especial para sus alumnos donde la "belleza del esgrima" volvía a enseñar después de mucho tiempo.
Lejos del dojo, el pelirrojo Himura estaba lavando la ropa como solía hacerlo siempre. Estaba con su típico atuendo magenta y su típica sonrisa de rurouni. Cuando estaba enjabonando una prenda, una pequeña pelota roja le tocó unos de sus pies y al querer ver de qué se trataba, encontró a su hijito en busca de ese juguete.
Kenshin agarró la pelota, le sonrió a su niño y le acarició su cabecita.
—Kenji, deberías tener más cuidado, ¿si?—. El pequeño solo le dedicó una risita inocente mientras le arrebataba con cuidado su adorada pelota roja. El ex battousai vio con felicidad y gracia como ahora su primogénito sostenía la pelotita. Al menos entendió un poquito el mensaje.
—Gracias, tou-san—. Le decía al de ojos violáceos cuando se fue alejando cuidadosamente.
La bella Kamiya apareció con una cara exhausta que, al ver al pequeño Himura, cambió a una cara curiosa. ¿Por qué Kenji sostenía la pelota como si se tratara de algún florero valioso? Sin dudas era algo extraño y llamativo para cualquiera. Se acercó a su marido pero sin dejar de ver al pequeño.
—Kenshin, ¿qué le sucede al niño?—. Preguntó con un tono de gran duda. El hombre dejó de ver a su hijo para dedicarle una sonrisa a su esposa y tratar de explicarle la chistosa y rara situación.
—Bueno… digamos que Kenji malentendió algo que le dije.
—¿Qué cosa le has dicho?—. Cuestionó la pelinegra todavía sin entender todo lo que pasaba.
—Le dije que tenga más cuidado al jugar con su pelota, pero él entendió que debía cuidar la pelota como una reliquia—. Al terminar de decirlo, se rio y sonrió. Qué mente tan inocente e infantil tenía ese niño.
—Se lo ha tomado muy en serio—. Decía la dueña del dojo riéndose de lo que su hijo hacía.
Mientras Kenji paseaba por el dojo lleno de estudiantes sosteniendo la pelota con sumo cuidado, todos lo miraban de forma muy rara pero no debían prestarle atención al hijo de Kamiya-san, sino a la lección de su sensei. El pequeño se concentraba solamente en cuidar la pelota, recordando lo que su padre le había dicho. Como si de esa pelota dependiera todo Japón.
"si Otou-san dijo que debo cuidar la pelota, cuidarla es mi deber", pensó el infante.
FIN
Eso es todo, se me ha ocurrido mientras estaba en la ultima hora de clases y gracias al cielo lo terminé justo ahí. Espero que haya sido de su agrado.
Bye bye!
