Había pasado un tiempo desde la última vez que ambos habían luchado juntos. Un tiempo que, visto en retrospectiva, sólo había traído desazón a los corazones de ambos jóvenes. Pero ahora estaban juntos de nuevo, y una leve esperanza de volver a ser una familia se hacía un hueco en dichos corazones. Unos corazones que, desde hacía bastante tiempo -años incluso-, sólo clamaban por venganza y propagaban la desesperación por todo el ser que ambos jóvenes tenían. Y en esos momentos, unas leves y suaves palabras fueron suficientes para cerrar viejas heridas.

Ayato... no necesitas sobre esforzarte. Ya has crecido lo suficientemente alto. Confía en otros para un cambio. Deja de preocuparte por mí, y ve a proteger a Hinami.- Y así, los dos enfrentados, mirándose fijamente y con el viento revolviéndoles el pelo, decidieron comenzar de nuevo.