Beyblade no me pertenece…
Átame a tu inexistente cordura, fundámonos en el deseo y la pasión…
-oO08( Kinbaku )80Oo-
Por Kiray Himawari
I
— Eres un… Estúpido… — dijo jadeante.
— Lo sé, por eso estoy contigo — respondió al tiempo que sellaba las quejas de su pareja con sus labios.
Sin mayor preámbulo procuró rodear el cuello de la persona sobre él con la intención de atraerlo más. La habitación era grande al igual que la cama donde se encontraban. Las sábanas blancas tiradas sobre la alfombra azul, simplemente no eran necesarias sobre la cama. Allí estaban…
— ¿Estás listo? — preguntó sacando de la pequeña cavidad tres dedos que hacía unos instantes se movían circularmente preparando el lugar para lo que venía.
— S… Sí — respondió mientras sus ojos rubí se clavaban en los diamantes azules sobre él.
Una vez más sus labios fueron encontrados por los de él. Llevó las finas piernas hasta los hombros con la intención de hallar mejor posicionado al bicolor. Comenzó a introducir su férreo miembro. Sus rubíes eran ocultos bajo los párpados, le dolía, pero al mismo tiempo le gustaba. Una vez dentro esperó mientras se acostumbraba a la intrusión.
Una vez que vio que sus orbes se abrían comenzó el ir y venir, las embestidas se hicieron rítmicas. Era obvio el deseo que sentían así que acompañaba cada embestida con sensuales y feroces besos. Su lengua danzaba con la contraria al ritmo impuesto por la pasión y en cada intento de gemido era asesinado por la voracidad y la vehemencia.
No pasó mucho tiempo cuando sintieron que el momento de liberarse había llegado… Maravillosamente y en una perfecta sincronización se diseminó el preciado líquido: Uno dentro del otro y el otro sobre el vientre del contrario. Ambos gemidos hicieron eco en la habitación, luego las respiraciones entrecortadas por el efecto del cansancio comenzaron a apaciguarse. Bajó con cuidado las piernas luego de haber salido y se acomodó a un costado mientras lo rodeaba por la cintura posesivamente…
— Eres encantador… — le susurró al oído con ironía mientras lo delineaba con el ápice.
— Cállate… — gruñó agitado.
— Te amo, Kai — dijo intentando una voz juguetona, aunque la declaración no lo era.
— Idiota — se agazapaba entre los brazos de Ivanov.
-o-
A la mañana siguiente se halló solo en la habitación y a un costado, sobre la almohada, una pequeña nota...
— "Llegaré tarde, tengo reunión en la oficina. Ivanov". — leyó en voz alta — Estúpido… — siseó mientras se ponía de pie y cubría su desnudez con una bata.
Se dirigió hacia el baño para ducharse, la noche había sido intensa. Bajo el agua tibia sintió cómo sus músculos comenzaban a relajarse. Cerrando los ojos y disfrutando la sensación, mas sus recuerdos de hacía unos años comenzaban a golpearlo. Empuñó las manos, no quería recordar nada de lo que había pasado, por eso estaba allí con él, para ser feliz y olvidar cualquier cosa de lo ocurrido.
Amaba la libertad de la que gozaba ahora, nunca se sintió más libre e independiente, a pesar de no tener un trabajo aún y a pesar de esa dependencia económica de la que era preso. Así era, Yuriy le ofreció todo: libertad e independencia. Amó esas bellas palabras, había caído presa de esa ensoñación.
Luego de gritarle en la cara a Voltaire que lo odiaba y que su vida sería al lado Ivanov fue exiliado de todos aquellos lujos que habían sido destinados para él, la familia que alguna vez consideró, Voltaire, le había dado la espalda. La amenaza de la aniquilación de sus amigos, lo había hecho huir de Japón y refugiarse en Rusia; allí, en San Petersburgo, formó un hogar al lado del pelirrojo.
Hilari, Tyson, Rei, Max y Kenny se vieron sorprendidos por la noticia de la relación sentimental entre el pelirrojo y su amigo, afortunadamente luego de la sorpresa sobrevino la aceptación y el apoyo, eran sus amigos después de todo y mientras fuera feliz, no había razón para juzgarlo. Pero lo más lamentable vino después…
Voltaire se vio herido en el orgullo, su único nieto capaz de continuar con la línea de sangre había decidido largarse con un hombre y por si fuera poco dejarlo en ridículo frente a la sociedad. Lo echó de la mansión y de su vida, no obtendría ya nada del anciano. No creyendo aquello suficiente se aferró a la idea de dañarlo y hacerle pagar la afrenta.
Fue así como envió dar una golpiza a sus amigos, los Bladebreackers, ninguno, ni siquiera Hilari, fue exento de ello. Así pues fue como decidió alejarse de ellos y refugiarse en Rusia, en el único lugar que Voltaire había jurado nunca pisar, San Petersburgo. Por alguna extraña razón el viejo detestaba ese lugar y nunca lo pisaría mientras estuviese vivo, así que allí encontró el lugar perfecto para vivir.
Allí mismo se habían establecido los rusos, Bryan, Spencer e Ian. Descubrieron que allí era el único lugar en el que podrían sobrellevar una vida normal, aunque eso implicara jamás salir de allí.
Yuriy había encontrado un trabajo en una oficina dedicada a la logística de eventos del espectáculo, sus habilidades eran buenas y consiguió un buen puesto sin la necesidad de recurrir a la violencia ni a la súplica. Ese fue el primer paso, luego vino la compra de un pequeño departamento, no era como los que el viejo había acostumbrado a Kai, pero era suficiente para ser felices. Las cosas iban muy bien, al menos para Yuriy, porque para Kai las cosas se hicieron difíciles.
No había conseguido ningún tipo de empleo, a pesar de su gran capacidad, ni siquiera en un supermercado, la razón: Voltaire. Si bien no pisaría ese lugar de nuevo, sí se había encargado de mover ciertas influencias para dejarlo inhabilitado para trabajar, aunque a ciencia cierta no sabía lo que le había inventado. Así pues se convirtió en total dependiente de Ivanov, era libre pero dependiente económicamente.
Eso no fue impedimento para Ivanov, pues le hizo entender que no importaba el dinero, él era libre de hacer y deshacer allí, era libre e independiente, Yuriy jamás le cortaría sus alas de fuego para volar.
Por otro lado Bryan había tenido que renunciar a Ivanov, era obvio que no le ganaría a ese medio ruso, no entendía muy bien qué era lo cautivante del bicolor, pero ya no importaba, Yuriy no sería para él. Así que se convirtió en el protector amigo que vigila los pasos de Hiwatari buscando la oportunidad perfecta para echarle en cara que no era merecedor del pelirrojo. Además de eso trabajaba como jefe de vigilancia en una compañía cosmética, allí cubría un turno bastante común en el medio, 24 por 48, un día completo de trabajo por dos de descanso, así se daba el tiempo de vigilar bien a esos dos…
Spencer e Ian montaron un estudio profesional de fotografía erótica. Era un gran empleo, pues diariamente se encontraban con hermosas mujeres, además de una jugosa paga por cada sesión. Fue así como llegaron a la conclusión de que necesitaban ampliar sus horizontes para ofrecer mejores servicios, de ese modo conocieron el Kinbaku. Un trabajo con arte excitante, era como Spencer definía su labor.
Spencer e Ian habían ya ofrecido varios paquetes a la única pareja estable del grupo, pues Bryan había abandonado la idea de constituir una vida sexual pacífica y se daba la gran vida, según sus propias palabras, mientras que Ian y Spencer mantenían sus relaciones más o menos constantes con sus respectivas mujeres, eran víctimas de altibajos, pero al final eran más tranquilos que su amigo pelilavanda. Ivanov siempre agradeció su esmero por esos 'regalos', pero la verdad es que no deseaba que nadie tocara ni por error a su bicolor, era de él y de nadie más.
Spencer e Ian entendieron el punto, lamentablemente Bryan creía que era por un pudor falso por parte de ese enano, así apodó a Kai, aunque no era tan bajito como Ian, sí era un enano a su consideración. Así se deleitaba molestando al bicolor e intentaba hacerle ver la 'realidad' de sus sentimientos al pelirrojo.
-o-
Luego de su ducha, se arregló para salir de compras, era estúpido, lo sabía; pero al menos debía hacer algo por su hogar al lado del pelirrojo y pese que no era bueno en las labores domesticas como cocinar se esforzaba por mantener el orden en su pequeño departamento, al menos en lo que la persona encargada del aseo llegaba los lunes por la mañana.
Salió de su apartamento ubicado en el tercer piso. Cerró con llave y salió del edificio. Levantó su brazo y un taxi hizo la parada, lo abordó y emprendió la marcha.
-o-
¡Cómo odiaba a Ivanov! Lo había dejado plantado a la hora del almuerzo, odiaba que el pelirrojo le diera esperanzas por lo menos de compartir un estúpido almuerzo para luego cancelar para verse con el idiota de Hiwatari. Se encaminaba hacia el departamento de la pareja, estaba seguro que Kai volvería luego de dejar a su amante marcharse de vuelta al trabajo.
Rió por lo bajo mientras tomaba la llave escondida en la parte superior del marco de la puerta. Si algo conocía bien Bryan era la mente del pelirrojo, o eso pensó. Se adentró en el departamento. Un lugar con blancas paredes, resaltando el inmobiliario de colores oscuros. Una sala de cuero negro rodeando una mesita cuadrada de centro y pisos de madera. Tomó asiento en el sofá individual. Se desparramó mientras tomaba una revista que seguramente era del pelirrojo, en ella estaba el itinerario de los próximos espectáculos que se presentarían en San Petesburgo.
Era aburrida, así que hurgó un poco más en la pila que estaba en el rincón dónde estaban acumuladas un montón de las mismas, una tras otra y nada interesante hasta casi el final. La miró curiosidad hasta notar que realmente no era una revista, si no un álbum de fotografías, fotografías eróticas…
— ¡No puede ser! — se tapó la boca por el asombro — Estúpido Ivanov, diciendo que estas cosas no le gustan y míralo, aquí tiene sus secretos… —
Husmeó un poco más y encontró tres álbumes más, todos de lo mismo…
— Kinbaku… — susurró con burla.
-o-
Estaban despidiéndose cuando Yuriy habló:
— Mañana es mi cumpleaños, pero no quiero festejarlo… —
El bicolor lo miró extrañado, tenían tres años viviendo juntos y los tres años habían festejado el cumpleaños del pelirrojo y habían sido celebrados con divertidas fiestas llenas de alcohol y ardientes noches de pasión entre los dos…
— ¿Por qué el cambio? — preguntó sin interés aparente.
— No lo sé, todos los años pasa lo mismo, Bryan llora hasta quedar dormido porque se ahoga con una botella de vodka, mientras Spencer e Ian se revuelcan con sus novias por todo el departamento, así que este año no tengo ganas de ese espectáculo. — respondió serio.
— Entiendo, — bajó un poco la mirada, analizando la situación — ¿y qué propones? — preguntó queriendo entender lo que pasaba por esa mente perversa.
— Nada, realmente quiero una noche tranquila, o no sé quizá se me ocurra algo mañana. Hasta entonces nada de sorpresas, ¿sí? — queriendo evitar algo que sabía no pasaría, sólo era advertencia para lo que tenía preparado.
— No soy el estúpido de Bryan. — se sintió ofendido — Será como quieras, me voy, iré a recoger tus trajes a la tintorería, luego iré a enviar una carta al correo. — dijo poniéndose en marcha.
— Eres tan hacendosa… — dijo con socarronería.
— ¡Cállate, estúpido! — siseó molesto — Quisieras… —
— Los extrañas, ¿verdad? —
— Son mis amigos… — finalizó para salir del bonito restaurante.
— Sí, tus amigos… — rió para sí — Ya veremos mañana que valió la pena quedarte a mi lado... —
Pagó la cuenta y se encaminó a la oficina, su sonrisa estaba plasmada en su rostro albino.
-o-
Se dirigió al correo y depositó la carta con destino nipón. Luego recogió los trajes del pelirrojo y un kinogashi azul marino que Spencer le había encargado, su trabajo era raro, pensaba el bicolor. Terminó sus encargos y se dirigió a casa, tenía que decirle a Ivanov que necesitaba un automóvil, ya se estaba cansando de utilizar taxis, después de todo Ivanov se había tomado muy enserio su rol como sostén del hogar. Rió ante su pensamiento de 'esposa abnegada'.
Llegó hasta la entrada de su departamento y con un poco de habilidad se las arregló para buscar la llave en su bolsillo, pues sus manos estaban ocupadas con los trajes y el kinogashi. Cuando cerró la puerta tras de sí notó la odiosa presencia…
— ¿Cómo entraste? — preguntó curiosamente molesto.
— Con la llave… — le mostró el objeto mientras sonreía recostado en el sillón.
— Eres un estúpido — dijo adentrándose a su habitación para dejar las cosas que había traído.
Sonrió de medio lado, disfrutaba tanto molestar al bicolor, nunca le perdonaría haberse llevado al pelirrojo como premio.
— ¿A qué hora será la fiesta mañana? — elevó la voz para que pudiera escucharlo.
— No habrá fiesta — comunicó acercándose a la sala.
— ¡¿Qué? ¿Estás bromeando? — cuestionó exaltado, el pelirrojo era el rey de las fiestas.
— ¿Tengo cara de estar bromeando? — remarcó su ironía, al no ver reacción — No, Ivanov me lo dijo, no quiere nada. —
— De seguro eres el culpable de que no quiera nada, siempre tan apretado con los festejos, pobre de mi pelirrojo, con qué clase de amargado se fue a juntar… — repuso indignado.
— ¿Celoso? — provocó con arrogancia.
— ¿Celoso yo? ¿De ti? — soltó una carcajada — Ni que estuvieras tan bueno, Hiwatari — siguió riendo.
— Idiota… — siseó molesto — ¿Qué demonios quieres aquí? — inquirió de mala gana.
— Vine a joderte por arruinar mi almuerzo con mi amigo Yuriy — respondió.
— ¡Ah! Ya veo, — sonrió arrogante — ¿así que es eso? Bueno, pues acostúmbrate porque Ivanov está conmigo — declaró.
— Por ahora, pero bueno, ¡eso qué mas da!… — frunció el ceño — Si no habrá fiesta ¿qué le regalaras al pelirrojo? — intentó reprimir una sonrisa.
— Eso no te importa, idiota. —
— ¡Uy, qué genio! No sé cómo te aguanta… — se cruzó de brazos.
— Pues así y ya… — le dijo molesto y luego se dio la vuelta.
— Eres un imbécil… — se levantó del asiento repentinamente acercándose al bicolor para depositarle en el bello rostro un puñetazo por su arrogancia…
— ¡Suéltame! — siseó mientras se soltaba del agarre que le había hecho girarse a ver a Bryan.
El pelilavanda paró en seco su acción y sonrió con malicia. Y miró al enano…
— Ya me las pagarás… — le dijo mientras regresaba a su postura — Me largo, yo sí voy a buscarle un regalo a mi amigo — y diciendo esto se fue de allí.
Kai se quedó echando pestes, odiaba a ese pelilavanda, no recordaba en qué momento se hicieron enemigos… ¡Cierto! Cuando se relacionó con Ivanov. Tomó asiento en la sala para intentar olvidar el rato amargo, luego encendió el televisor para ver cualquier estupidez que lo distrajera por un momento…
-o-
— Espero que te guste la sorpresa, sé que es mi cumpleaños, pero el regalo será para ti… — hablaba solo en su oficina.
-o-
Caminó por las calles hasta llegar a su hogar, no muy lejos de la casa del pelirrojo y no muy lejos de la casa de Spencer, realmente en el medio. Entró a su departamento, se tiró en el sillón y tomó el teléfono…
— ¿Spencer? —
— ¡Qué hay, Bryan! — respondió al otro lado de la línea.
— ¿Tienes trabajo mañana? — sonrió para sí.
— ¿A qué viene la pregunta? — inquirió curioso.
— Quisiera contratar tus servicios para un regalo especial… —
— Si es para Ivanov… —
— Tranquilo, lo tengo todo cubierto — ensanchó su sonrisa.
— ¿Qué estás planeando? — preguntó temeroso.
-o-
Al día siguiente el bicolor despertó con el cabello alborotado, Ivanov sonrió, se veía tan bien cuando despertaba así…
— ¿Qué? — preguntaba al sentirse observado con lujuria.
De inmediato disfrazó sus facciones con indiferencia.
— Nada, nos vemos luego… — tomó sus cosas y salió de la habitación.
Kai se quedó perplejo, ¿por qué se había ido así? Apenas ayer habían tenido un despertar perfecto y hoy todo lo contrario, el pelirrojo parecía apático. Largó un suspiro y se encaminó para tomar una ducha, sería un día pesado…
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En la calle se estacionaba un camión grande, de él descendieron tres personas: Spencer, Ian y Bryan…
— ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? — preguntó el rubio.
— Sí… — respondió con determinación y una amplia sonrisa.
— Bueno, entonces esperaremos la señal — Ian no estaba convencido con la idea, pero bueno, Bryan les pagó por adelantado.
Bryan entró al edificio, subió las escaleras hasta el tercer piso y se posó enfrente de la puerta #15, hogar de su pelirrojo amigo y del pobre bicolor. Puso su expresión de disgusto y tocó la puerta.
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Estaba terminando de vestirse cuando escuchó el llamado a la puerta, bufó y se encaminó a abrirla… Frente a él estaba el estúpido pelilavanda con su cara de fastidio…
— No damos asilo a vagabundos… — intentó cerrar la puerta.
— No seas idiota, Kai. — empujó con fuerza para abrir y entrar al departamento — No estoy para bromas, necesito hablar contigo, es sobre Ivanov — el bicolor notó su rostro serio, no molesto, sólo serio.
Quizá algo grave le pasaba al pelirrojo, así que decidió darle entrada, al menos hasta que dijera lo que tenía que decir. Bryan tomó asiento y no se desparramó como de costumbre, mantuvo su postura seria.
— ¿Qué tienes que decirme sobre Ivanov? —
— ¿No vas a invitarme algo de tomar? — le había llegado el olor a café de grano que el bicolor había estado preparando poco antes de abrir la puerta.
— Estúpido… — dijo y se encaminó hacia la cocina, preparó dos tazas del delicioso líquido y las colocó sobre la mesita en medio de la sala — Ten — le acercó la taza y tomó asiento con la propia.
— ¿Y las galletas? — inquirió sonriente.
— La próxima vez que quieras galletas deberías conseguirlas en la tienda — se levantó y una vez más fue a la cocina.
Una vez que lo perdió de vista se apresuró a diluir unas pastillas hechas polvo en la bebida del bicolor. Meneó rápidamente para que se disolvieran por completo, justo a tiempo cuando el bicolor regresó. Bryan estaba tan serio como cuando llegó.
— Qué amable — recibió las galletas integrales.
— Idiota, déjate de juegos y dime a qué has venido — tomó un sorbo.
— Venía a proponerte un trato por el bien de Ivanov — mordió una galleta.
— ¿Qué clase de trato? — tomó una galleta y dio otro sorbo.
— Bien, hoy es el cumpleaños de Ivanov, no quiso una fiesta como todos los años, lo que significa que no quiere regalos. Estoy seguro que no compraste nada para obsequiarle, sabiendo su reacción si lo hacías, así que asumo que no tienes nada para darle — tomó su bebida.
— Al grano, Bryan — se estaba impacientando.
— Lo que quiero proponerte es una tregua para darle un regalo en conjunto — lo miró tomar otro sorbo a su café.
— ¿Qué clase de regalo? — enarcó una ceja.
— Verás que el otro día vi unas bonitas fotografías de algo que denominan Kinbaku o Shibari y… —
— No, sé lo que es eso y de una vez te lo digo, ¡NO! — interrumpió.
— No seas amargado, eso es algo que le gusta a Ivanov — le dijo molesto.
— No, si así fuera ya me lo hubiera dicho. — había terminado de beber su café — Así que no me vengas con cuentos, no me gustan esas cosas y a Ivanov tampoco — informó fríamente.
— No sé cómo puede estar contigo, ni siquiera lo llamas por su nombre. —
— Eso no es asunto tuyo… —
— Si estuviera conmigo… —
— Pero no lo está… —
— Eres un imbécil, es un regalo para Yuriy… —
— Te he dicho que no y… — sintió un mareo — quiero que te largues — sus gritos se convirtieron en casi un susurro.
— ¿Qué te pasa? — le preguntó 'preocupado'.
— Nada… Sólo vete — dijo mientras intentaba mantener el equilibrio.
— ¿Estás seguro? — el bicolor se desvaneció, pero antes de caer Bryan lo sostuvo — Sí, ya estás bien —
