Hola holita lectorcitos xD Sí, ya, ya sé que no debería descentrarme de 'Rompiendo Tradiciones' pero llevo varios días pensando en estas historias así que no quise esperar más ^^ No prometo que esto sea muy largo, de hecho va a tener 5 capítulos, 6 como mucho; tampoco prometo actualizarlo constantemente ya que, como he dicho antes, no quiero descentrarme de mi otro fic, además son capítulos independientes y los escribo en cuanto me baja la inspiración xD

Disclaimer: Ningún personaje es plenamente mío, todos, como ya sabes, son de la increíble JK. Algunas de estas escenas están basadas en películas, series o libros. No escribo con ánimo de plagio ni mucho menos, pero es que tengo mucho tiempo libre (mentira cochina xD) ¡Vale, ya no distraigo más!

Enjoy ^^

¿Te casas conmigo?

De cómo Angelina Johnson pasó a formar parte de la familia Weasley.

I. Una taza de...

Aquella mañana el cielo se encontraba totalmente despejado y hacía más calor del habitual en un día de abril. Quizá por eso, o porque el día anterior había visto a su viejo amigo Lee, George Weasley se despertó de muy buen humor.

Se tomó su café diario, leyó un rato el periódico, repasó mentalmente las cosas que tenía que hacer y bajó a abrir la tienda silbando una canción de 'Las Brujas de Macbeth'.

Verity, su ayudante llegó unos minutos más tarde, lo saludó con una sonrisa -¿Un buen día, señor Weasley?-

-Así es, Verity, un día muy bueno- hacía bastante tiempo que no estaba de tan buen humor, al menos no sin una razón aparente. Estuvo de tan buen humor, de hecho, que no se puso a sermonear a su hermano por llegar tarde, como haría normalmente, solo a hacerle inocentes y nada molestos comentarios acerca de lo mucho que debió haberse divertido tras pasar la noche en casa de Hermione.

Aunque al parecer, el sol afectaba el humor de más gente que George porque la tienda había estado a rebosar de gente todo el día, los nuevos artículos se vendían como pan caliente y, si seguían así, podrían abrir otra sucursal. Todo marchaba sobre ruedas e incluso mejor.

Pero entonces todo se esfumó. Angie Johnson entró en la tienda. No es que a George no le alegrara verla, de hecho le encantaba. Hacía meses, no sabría decir cuantos, habían comenzado una relación no formal, aunque en realidad era más formal de lo que parecía; se veían varias veces a la semana, ella iba a menudo a 'La Madriguera', peleaban como cualquier otra pareja normal, se reconciliaban como cualquier otra pareja normal, ella se quedaba a dormir tras largas sesiones de besos, caricias y gemidos, en el pequeño piso de arriba de la tienda, y George estaba más que feliz con su "no" relación. En pocos meses ella se convirtió en su refugio, en su consejera, en su amante de pelo negro y ojos profundos… sí, había que admitirlo, había acabado enamorándose de Angie. Pero eso era algo que no admitiría en voz alta. No por ahora.

El problema no era que Angelina entrara a la tienda, eso lo hacía muy a menudo, el problema era cómo había entrado. Su pelo, que normalmente dejaba suelto o atado en una coleta estaba atado en un moño sin gracia ni brillo, sus ojos estaban rojos, haciendo inminente el hecho de que había estado llorando, sus ojeras demostraban que no había dormido y su expresión era angustiosa. George la miró con preocupación y ella solo susurró un 'tenemos que hablar' tan sombrío que le dio un escalofrío.

-Claro…-la verdad, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer-aún tengo que atender gente- era verdad, la gente, a pesar de que casi era la hora de cerrar, seguía llegando como si no tuvieran otra cosa que hacer -¿por qué no subes y te sirves un té? Yo voy ahora- George le sonrió tranquilizadoramente y la morena desapareció tras la puerta que comunicaba el piso y la tienda.

En cuanto fue la hora de cerrar echó, prácticamente a patadas, a todo el mundo, incluidos Verity y Ron, que solían quedarse hasta un poco más tarde. Subió las escaleras de su edificio de tres en tres y abrió la puerta de golpe. Angie estaba sentada en el sofá con una taza de té en una mano y con un sobre blanco en la otra. Se miraron a los ojos durante un segundo y rompió a llorar. Él se acercó y la abrazó intentando consolarla. Ella balbuceó cosas que a George le sonaban sin sentido como 'lo siento mucho' o 'no sé qué haré'. Cuando logró calmarse volvió a llenar su taza de té y llenó una para el pelirrojo también.

-Bueno… ¿vas a contarme qué te pasa?- George estaba poniéndose nervioso con todo esto. Ella murmuró algo que no llegó a oír y respiró profundamente –Veras, George, esta mañana fui a San Mungo porque…- pero pudo continuar. -¿Qué? ¿San Mungo? ¿Estás enferma? ¿Hay algo que pueda hacer?- pudo ver la preocupación en sus azules ojos. Ya había perdido a su gemelo, a su mitad… no podía perderla a ella también.

-No… solo…- volvió a respirar profundo –Fui al hospital porque no me encontraba bien y… resulta… que…-respiró otra vez –estoy embarazada- De no haber sido porque la vio mover los labios, probablemente hubiese pensado que solo eran imaginaciones suyas. Echó la cabeza hacia atrás, quedando prácticamente tumbado en el sofá.

-¿Y… estás segura…de…?- la mirada que le echó Angelina lo cayó. No, hacer preguntas sobre si él era el padre no era muy apropiado. Se sentaron juntos mirando a la chimenea y se quedaron sin decir una palabra durante un rato.

-¿Qué… vamos a hacer ahora?- preguntó como un niño avergonzado que pregunta a su madre si está muy enfadado con él.

-No lo sé, George… si no quieres hacerte cargo, yo…- pero no la dejó terminar. Iba a hacer algo que no solía hacer nunca, hacerse responsable de sus actos. No iba a dejar ni muerto que Angie criara a SU hijo ella sola. Tampoco tenía ni idea de cómo iba a hacer para mantenerlos a ambos, pero lo había.

Muchas ideas se les cruzaron por la mente; desde comenzar a vivir juntos hasta darlo en adopción, aunque esa última la descartaron rápidamente.

No se movieron del sofá durante un rato más. Angelina hundió el rostro entre las manos y suspiró. George la miraba como si fuera la primera vez que la veía en años…estaba apagada, parecía que tenía más años que hacía media hora, pero contradictoriamente estaba, literalmente, llena de vida. Tuvo durante un segundo la imagen mental de ellos dos teniendo una familia con niños correteando por aquí y por allá, pero se borró de su mente en seguida.

-Eh… ¿quieres otra taza de matrimonio?- George soltó sin pensar. -¿Qué?- Angie lo miró como si le acabaran de salir cueros y cola. –Té, otra taza de té- se corrigió rápidamente.

-George, te he oído, has dicho matrimonio- seguía mirándolo perpleja. -¿Ah sí? ¿Eso he dicho?- se hizo el desentendido. –Sí, querías decir té, pero has dicho… matrimonio- dijo ella en un susurro.

-Oh, lo siento… ¿quieres otra taza de té?- se miraron a los ojos durante lo que pudo ser un minuto, una hora, un segundo, o una centésima. –Sí, quiero- respondió con sus ojos chocolate aún clavados en los suyos. –Sí, quieres- dijo él entrecerrando los ojos. Ella asintió con la cabeza –sí, quiero- repitió. –Sí, quieres- volvió a decir él, como asegurándose de que no le estaban fallando los oídos. –Bueno… si me lo pides…- no podía despegar la vista de sus ojos azules. –Si te lo pidiera… tú… ¿querrías?- había enrojecido hasta las orejas, tanto que se confundían con su pelo. Ella asintió otra vez y no hubo necesidad de más palabras.

Se besaron, se besaron como nunca antes lo habían hecho. Porque no sabían hacer las cosas como las parejas normales, porque después de todo, ellos nunca habían sido una pareja normal.

Venga, dilo, di "Chica, esto es lo más cursi y pasteloso que he visto", te doy toooooda la razón, pero entiende que son las 5:42 de la mañana y la maldita inspiración no me dejaba dormir ¬¬

La escena final está sacada de una peli que vi el otro día, creo que eran los 101 dálmatas o una de esas xD y no sé por qué se me vino a la cabeza esta escena.

A pesar de que no me convence mucho, lo publico tal y como lo he escrito, porque si me pongo a cambiar cosas acabaré por no publicar nada xD

Anda, sé buena gente y deja tu opinión, harás feliz a una escritora y el karma te lo premiará ^^

Dark Witch