Disclaimer: Las TMNT no son mías.
Este fic está basado en la serie de TV del 2003. Además, está basado en el Volumen 1 de "Bleach", pero no es un crossover.
Los Shinigamis, las zanpakutos, la sociedad de almas y los vacíos no son míos tampoco, son de Bleach.
Shinigami significa "Dios de los muertos" en japonés.
SHINIGAMI
1.- EL VACÍO.
.- Estúpido... estúpido...- Se me salía de entre los dientes, casi sin aire, cada vez que golpeaba el saco de práctica. Eran más de las doce y ya llevaba unas dos horas dándole al pobre saco, pero aún estaba lejos de desahogarme.
- Es un imbécil, hijo de la gran...- Pasé de los puños a las patadas y la argolla que sostenía el saco ya amenazaba con desprenderse... otra vez.
Pero francamente, me importaba bastante poco.
Mis músculos palpitaban, los sentía hinchados, probablemente por haber estado haciendo más de lo necesario por más tiempo del recomendable, pero aún estaba lejos de querer detenerme. No podía evitar imaginar la cara de Leo en el saco cada vez que lo golpeaba y más ganas me daban de aporrearlo.
Los demás ni siquiera se habían asomado por ahí. Mejor que ni lo pensaran, saben de sobra que es preferible que le esté dando al saco toda la noche antes de que las emprenda con algo más. Aunque no es mi culpa que se me rompan las cosas... Después de lanzarlas contra la pared...
Ok, tal vez sí es mi culpa.
Pero si lo hago es porque me han puesto en este estado, no es mi culpa después de todo, el ponerme así.
Maldición, no lo es. Pero nadie me da nunca la razón, nadie está de mi parte, ni siquiera una vez.
.- Ese maldito...
Siempre con un sermón, siempre creyendo que puede hacerlo todo mejor que yo, siempre encontrando alguna falla, algún defecto, siempre encontrando algo malo.
"Raphael, deberías esto..."
"Raphael por qué nunca haces esto otro..."
Siempre queriendo cambiarme, molesto como una mosca zumbona dentro de mi cabeza.
.- Maldito, pero ¿Quién mierda se cree que es? - Dije en voz alta sin darme cuenta.
¿Quién se cree que es para decirme lo que tengo que hacer, lo que debo y lo que no?
"Entrena más duro, Raphael"
"No es necesaria tanta violencia, Raphael"
"Eres descuidado, Raphael"
"¡Nunca estás suficientemente preparado, Raphael!"
.- ¿Pero quién se cree que es?
Detuve las patadas contra el saco y lo agarré con ambos brazos. Con un rugido lo arranqué de la anilla de un tirón, arrojándolo contra la pared, donde se abrió por la mitad y su relleno de aserrín se esparció por todo el piso.
Me quedé mirándolo mientras jadeaba, tratando de recuperar el aliento. Ya lo había roto... de nuevo. Ojalá eso alcanzara para hacerme sentir culpable.
.- A quién le importa...
Me encogí de hombros. Ya había tenido suficiente por esa noche de todas formas.
Toda la culpa la había tenido aquella tarde de práctica. No quería entrenar, no estaba de ánimos, sólo quería salir un rato... Pero Leo insistió.
Eso tendría que parar ya, ya no somos chicos, ya no somos nenes, no sé por qué cree que necesito que me diga qué es lo que debo hacer a cada rato. Sólo pensaba en patearle el trasero para que me dejara en paz, pero apenas si lograba tocar al maldito, se escabullía de mis golpes haciéndome sentir que me movía bajo el agua y que él tenía una eternidad para hacerse a un lado.
.- Tus reflejos están muy lentos.- Decía mientras sacaba una espada y me atacaba al cuerpo.
Saqué ambos sais y la bloquee a tiempo. El filo de la katana se enredó en ellos y de un tirón las arranqué de sus manos. Iba a abalanzarme sobre él, pero ya tenía el filo de la otra espada en la cara...
.- No te descuides ¿Cuántas veces he de decírtelo? tu enemigo puede ocultar una segunda arma o...- Estirando su pierna, alcanzó con los dedos del pie el filo de la otra katana tirada en el piso, levantándola sin siquiera mirarla, manteniendo los ojos clavados en mí - ...O los medios para recuperar el arma perdida pueden no estar lejos.
Con un movimiento de su pierna, la katana giró por los aires hasta que la empuñadura quedó atrapada limpiamente en su mano.
.- Si, claro...- Murmuré.- ¿Vas a enseñarme a mi cómo pelear?
.- Te confías demasiado.
.- Ya no soy un nene, Leo. Deja de jugar al gran papi conmigo.
.- Cuando dejes de comportándote como un chiquilín idiota.- Me dijo calmadamente.
Y esa había sido la gota que rebalsó el vaso.
Me lancé contra él, la idea era arrancarle la cabeza con los dientes, pero estaba demasiado furioso como para acertarle. Después de varios intentos, me detuve frente a él, jadeando.
.- No eres Splinter.- Le dije, furioso.- Convéncete de una vez.
Se congeló.
Se me quedó mirando como si le hubieran dado un tiro. Eso le había dolido, lo supe tan pronto como lo había dicho, aún cuando él no había respondido nada. Pero lo noté en sus ojos, apenas un ligero cambio...
Pero ya no había nada que pudiera hacer, lo dicho, dicho estaba y no pensaba retirarlo. Me crucé de brazos y desvié la mirada.
Desde la muerte de Splinter, Leo se había ido exigiendo a sí mismo el doble; ya no sólo actuaba como el hermano mayor, de verdad trataba de tomar el lugar de Splinter y no tenía porqué, nadie se lo había pedido. Nadie lo esperaba, no sé si lo necesitábamos siquiera, tal vez al principio, pero ahora...
Estábamos tan atontados cuando ocurrió, a pesar de que lo veníamos esperando desde hacía un par de años, igual su muerte nos tomó por sorpresa. Nadie sabía qué hacer, ni él ni ninguno de nosotros. Creo que no nos habíamos dado cuenta de que sólo teníamos dieciséis años. Uno no tiene porqué saber qué hacer cuando se queda solo a los dieciséis.
Solo vi a Leo llorar una vez. Sabíamos que sufría, tenía que estar mal, como todos, pero sólo lo vi llorar una vez. Todos estábamos mal ¿Por qué en él debía ser distinto? Pero jamás lo demostró, no quería que nadie se preocupara por él, supongo. Al fin y al cabo, alguien debía pararse al frente ahora que Splinter no estaba.
Creo que sólo asumió que debía ser él. Nadie se lo pidió, pero supongo que fue porque ya todos lo dábamos por hecho.
Todo eso estaba muy bien, pero yo sólo quería que me dejara en paz, casi no me dejaba respirar. Es normal que me ponga nervioso, si me asfixia así.
Sin embargo, esa mirada en su rostro... no puedo creer que se haya tomado tan en serio lo que dije. Casi deseé que se me tirara encima y me diese un par de buenos golpes y fin del problema.
Pero no lo hizo, sólo se me quedó mirando eternamente. Al final terminó asintiendo.
O rindiéndose...
.- No intento igualarlo.- Dijo.- Sólo me preocupo...
.- ¿Por mí? No gracias. Jamás te lo he pedido, sólo déjame en paz. Yo puedo cuidarme perfectamente bien solo...
.- Raphael...
.- ¡Sólo déjame en paz!- Le grité.
Finalmente reventé ¿Qué esperaba? Me colma hasta que soy una bola caliente, enojada y furiosa y luego insiste en seguir inflándome hasta que tengo que decir la primera imbecilidad que se me viene a la cabeza. Incluso si no era mi intención lastimar los sentimientos de nadie en primer lugar.
Leo simplemente no sabe cuando debe dejarme solo.
No dijo nada más después de eso y yo no me quedé a ver su expresión: di media vuelta y me retiré. No le había hablado desde entonces.
Ahora, varias horas después de ese incidente, recién me sentía mejor, lo suficientemente cansado como para irme a dormir. Para allá iba, cuando, al pie de las escaleras, sentí que algo no andaba bien.
Detesto esa sensación.
Sentí un ruido en el segundo piso, como si arrastraran algo pesado ¿Donatello? pensé enseguida, imaginando que quizás hacía alguno de sus experimentos raros. Pero entonces vi algo pasar frente a mí... Lo vi pasar volando frente a mis ojos.
Lo vi claramente. Y volaba.
Salió de alguna parte del segundo piso, tal vez de la habitación de Leo, no sé de dónde exactamente, pero creo que fue de esa dirección... Y luego se precipitó directamente hacia el primer piso. Recién entonces pude ver de qué se trataba.
Un humano en ropas negras y blancas, que voló desde el segundo piso hasta el primero de un solo salto.
Intrusos, pensé, pero cuando quise ir hasta él, ya no supe donde estaba. Lo busqué a mi alrededor, tenía que estar cerca, prácticamente había saltado sobre mí, sin embargo ya no estaba.
Parpadeé confundido. Seguro había corrido a esconderse, lo más probable era que ya me hubiera visto también y se había escondido en alguna parte para saltarme encima por sorpresa en cualquier momento.
¿Quién era? ¿Quién había logrado penetrar en nuestra sacrosanta guarida? ¿Y dónde estaban los demás? No podían estar tan dormidos como para no notar que teníamos un intruso, menos si andaba merodeando por el segundo piso, donde se suponía que estaba el resto de la familia. Debía de ser hábil, no lo había sentido para nada, podía haber entrado mientras aporreaba el saco, tal vez hasta había pasado junto a mí, pero jamás lo sentí.
No me quedó mucho tiempo para quedarme ahí de pie confundido, acababa de sentir el mismo ruido de hacia un segundo atrás, ahora en el primer piso, cerca de la cocina.
Saqué las armas.
Silenciosamente, caminé hasta el patio de ejercicios; las colchonetas en el piso amortiguaban el ruido de mis pasos. Y entonces lo vi de nuevo, al tipo vestido con ropas negras y blancas.
Un humano, ya no había dudas. Apareció de la nada, justo frente a mí, o más bien, justo sobre mí, a unos cuantos metros sobre mi cabeza.
Flotando.
El tipo flotaba...
Era un intruso volador.
Fascinante...
Y eso no era todo. No sólo flotaba, también caía. Venía cayendo en picada justo sobre mí.
Instintivamente, arqueé mis brazos en un ademán de recibirlo. Fue una mala estrategia de mi parte, debí haberlo dejado caer al piso... Pero en vez de eso, cayó sobre mis brazos sin problemas: era liviano, unos cuarenta y cinco kilos de peso, diría yo, poco para un humano adulto, pero lo otro me distrajo más...
Venía empapado en sangre, apenas si respiraba.
Había tenido razón, era sólo un muchacho, un humano joven y menudo, vestido con ropas holgadas, negras y blancas llenas de sangre, el pelo negro, la cara pálida. Puso su mano sobre mi hombro, parpadeando como si no pudiera creer lo que veía. Típico de las primeras impresiones, pensé. Abrió la boca para decir algo, pero yo me le adelanté.
.- ¿Quién diablos eres tú? ¿De dónde diablos saliste? ¿Qué diablos está pasando? - Le grité, llamando mentalmente a los otros ¿Cómo era que no se habían levantado aún con todo ese jaleo?
Primero ese ruido y luego este enano cayendo de la nada. Probablemente creerían que toda esta fiesta la estaba produciendo yo.
.- ¿Tú...? ¿Tú también me puedes ver? - Preguntó el chiquillo en mis brazos, luchando por respirar. Alcé una ceja.
.- ¿Qué...?.- Empecé sin entender. El tipo sacudió la cabeza.
.- Se salió de control... corre. Es tu única oportunidad...
Su voz era apenas audible. Estaba por comenzar a interrogarlo otra vez, cuando un rugido resonó en el lugar e hizo temblar las paredes, seguido de ese ruido como de algo que se arrastra, sólo que más fuerte. Era como el que hace un camión al pasar… Definitivamente tenía que ser algo de gran tamaño. Como fuera, me hizo helar la sangre.
Me volví al humano en mis brazos, pero tenía los ojos cerrados y la cabeza hacía atrás, completamente inconciente.
Completamente inútil.
Dejé el cuerpo del desconocido en el piso. Ignoraba en ese momento si estaba vivo o muerto y no le pude prestar mucha atención: Por el rabillo del ojo acababa de ver una figura moviéndose por el segundo piso. Demasiadas cosas sucediendo simultáneamente, pensé.
Me volví hacia la figura, allá arriba sobre mi cabeza.
Era Miguel.
Su mano presionaba su brazo izquierdo, abierto en una horrible cortada que iba desde su hombro hasta su mano. Caminaba encorvado, arrastrando las piernas, dejando espesas pozas de sangre tras de sí.
Sentí un escalofrío...
Él me vio y de inmediato apresuró sus pasos ¿Qué demonios estaba pasando? Se detuvo en la orilla del segundo piso. Me di cuenta de que simplemente se tiraría desde esa altura.
Corrí a ponerme bajo él, en el preciso instante en que caía al suelo. Dejé que mis piernas absorbieran el peso, aún así, ambos terminamos rodando por el piso. De inmediato traté de ponerme en pie, pero la mano de Miguel sujetó mi muñeca firmemente y me impidió moverme. Me atrajo hacia él.
Miguel se había quedado tirado boca abajo, ni siquiera hizo el intento de levantarse.
.- Tienes que irte...- Me dijo, casi suplicando. Apenas si tenía fuerzas para hablar o mantener los ojos abiertos.
.- Miguel ¿Qué está pasando? ¿Quién te...?
.- Salió de la nada... es enorme...- Dijo, haciendo un tremendo esfuerzo, sin soltar mi muñeca.-... Llegó mientras dormíamos... se cargó a Donatello antes de que pudiéramos darnos cuenta...
.- ¿Qué...? ¿Don...?
.- Tienes que irte, antes de que te vea...
Miré a Miguel de hito en hito. La sangre salía de su cuerpo a una velocidad increíble...
.- ¿Dónde está Leo?
Miguel alcanzó a negar con la cabeza antes de dejarla caer y quedarse completamente inmóvil. Lo sacudí varias veces, pero no hubo respuesta…
Volví a sentir el ruido de cosas pesadas siendo arrastradas. Me di media vuelta y encontré al sujeto de negro y blanco de pie junto a mí, dándome la espalda. No me había dado cuenta de cuándo llegó ahí, pero no estaba mejor que Miguel. Estaba hecho un guiñapo, apenas si podía mantenerse de pie.
Mi corazón latía como si se me fuera a salir disparado por el pecho. Traté de calmarme y pensar fríamente, el muchacho seguía dándome la espalda, sus piernas temblaban al sostenerle, bajo sus pies se formaban pozas de un líquido oscuro. Miraba en dirección al ruido... esperaba...
Seguro no esperaba pelear conmigo en esas condiciones. No me quería a mí ¿A quién, entonces? Había alguien más con nosotros en ese momento, terminé respondiéndome solo.
.- Aquí viene...- Dijo el muchacho sin mirarme.
Me volví a mirar a donde él lo hacía y entonces pude verlo yo también. Esa fue la primera vez que vi a uno de ellos, uno de esos monstruos.
Era enorme, grande como un oso, varias veces más grande, de hecho... pero todo su aspecto me recordaba vagamente a una rana, o alguna especie de batracio o reptil. Tenía el cuerpo lustroso y blanco, nauseabundamente blanco, cruzado de punta a punta por un manchón oscuro... Tenía una cola que medía casi el largo del resto de su cuerpo.
Lo más extraño era su cabeza...
Parecía que llevase una especie de máscara, una máscara hecha de hueso blanco, mostrando enormes ojos de cuencas vacías y gigantescos dientes, desproporcionados incluso para un ser de ese tamaño.
La criatura nos volvió la espalda, con sólo la mitad de su rostro hacia nosotros ¿Cómo fue que no vi venir una cosa como esa? ¿Cómo fue que me perdí algo así? No lo había visto acercarse, simplemente había aparecido frente a mí
El muchacho a mi lado se mantenía en pie a duras penas, sangraba del lado izquierdo y tenía otra serie de heridas por todas partes, pero aún así se puso en guardia y entonces advertí la espada que sostenía en una mano. Las ropas negras y blancas que había observado hacia un momento resultaron ser ahora claramente un kimono...
¿De donde había salido un sujeto así?
.- Escucha...- Me dijo de repente, observando de reojo los sais que sostenía en mis manos.- Debes irte de aquí... no eres rival para este Vacío...
.- No sé de qué diablos estás hablando, pero no me voy de acá. Ese monstruo se cargó a mis hermanos, se metió en mi casa y ahora lo va a pagar... – De pronto sentí un escalofrío al darme cuenta de lo que estaba diciendo: Don y Miguel estaban en la lona. Ni siquiera estaba seguro de si Miguel seguía respirando... y Donatello podía estar perfectamente... ¿Y Leo? si Leo no estaba ahí ya, era porque también...
Sacudí la cabeza y me lancé al ataque.
Me tiré directo contra la cabeza de esa cosa. El monstruo me vio por el rabillo del ojo y, a una velocidad inesperada, se volvió a enfrentarme cara a cara.
Entonces me di cuenta: aunque sus patas traseras parecían las de algún animal, un reptil, una lagartija o algo así, sus brazos eran los de un humano, sobredimensionados, enormes, pero los de un humano... debían medir unos tres metros de largo y su puño era lo suficientemente grande como para rodear a uno de nosotros. Lo sé, porque sostenía a Leonardo en una de sus manos.
Me paralicé de sólo verlo, perdí el control, retrocedí a lo tonto.
El brazo libre de la criatura voló en mi dirección y aunque lo veía venir hacía mí, no iba a tener tiempo de prepararme para el golpe, menos esquivarlo.
Pero no tuve que hacerlo, un borrón negro y blanco saltó al frente y recibió el golpe por mí, aunque, segundos después, algo de todas formas me golpeó y me tiró al suelo. Caí mal, sobre uno de mis costados, quedando vulnerable para el próximo ataque de ese brazo monstruoso que ya veía venir.
El muchacho de la espada aterrizó frente a mí, deteniendo el brazo de la criatura con el filo de su espada, tratando de vencerlo en fuerza. La cosa monstruosa todavía intentaba alcanzarme y yo no tenía idea de qué diablos estaba pasando.
.- ¡Vete Shinigami! - Rugió el monstruo, la voz salió de su cuerpo, pero sus labios no se movieron.- ¡Déjame devorar a este ser!
.- ¡Jamás!- Gritó el chico de vuelta, mientras todo su cuerpo temblaba por el esfuerzo. Con dificultad, logró voltear su cabeza hacia mí.
.- Obstinado.- Dijo con los dientes apretados.- ¿Que no ves lo que les pasó a los demás?
Estaba por replicar cuando una vocecita me detuvo.
.- Raph...- Me volví de inmediato. Era Leo, atrapado aún en la garra del monstruo... desde su manga chorreaba un líquido rojo y viscoso...
Abrí los ojos de par en par.
.- Vete...- Continuó Leo.- Hazme caso por una vez en la vida y vete de aquí... – Trataba de abrir los dedos de la mano gigante, pero se resbalaba en su propia sangre.
.- ¡Leo!
Finalmente desistió. De a poco dejaba de moverse.
.- No seas un chiquilín idiota y vete de aquí...- Dijo, con una sonrisa cansada. Su voz se apagó en mitad de la frase, cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia adelante.
Sentí un vacío en el estomago...
De pronto, el sujeto de la espada no pudo seguir soportando la presión del monstruo y cedió. De inmediato, la criatura adelantó hacía él la cabeza, abriendo la boca de par en par.
Retrocedí, la cabeza era enorme, sería capaz de tragárselo de un bocado.
El chico no tuvo tiempo de esquivarlo esta vez, las mandíbulas del monstruo se cerraron sobre su hombro y un agudo grito inundó la guarida. La criatura lo levantó en vilo y lo lanzó contra una muralla detrás de mí. Yo estaba demasiado petrificado como para voltear a ver.
Mi familia...
Miguel estaba tirado en el suelo, Leo sangraba... Donatello... ni siquiera sabía donde estaba Donatello... No tenía idea de qué era esa cosa, pero los había atacado a todos, de uno en uno, mientras dormían.
Y yo ni siquiera me había dado cuenta.
.- ¿Qué es esto?...- Se me salió en un susurro.
No tenía el control, no sabía que hacer. El monstruo se volvió a mirarme y la máscara que llevaba sobre su cabeza se contorsionó en una horrible y silenciosa sonrisa.
.- ¿A quién me como primero?- Dijo la voz que provenía de detrás de la máscara.- Ya sé. Me los meteré a ambos en la boca y los masticaré al mismo tiempo.
No podía estar pasando, no podía ser verdad ¿Qué era todo esto? ¿Cómo una criatura de ese tamaño podía haber pasado desapercibida por tanto tiempo como para acabar con todos sin que yo siquiera sintiese un murmullo? No atinaba a moverme, estaba demasiado estupefacto.
.- Aún hay una salida...- Sentí una voz a mis espaldas. Me volví de inmediato.
El muchacho de la espada estaba con la espalda apoyada contra la pared, con la mitad del cuerpo inclinada hacia delante, apoyándose en sus rodillas. La espada yacía junto a él en el suelo.
.- ¿Qué...?
.- Las almas de tus hermanos...
.- ¿Q-que?... ¿Qué estás diciendo?
.- Que están muertos, idiota.- Me respondió irritado. Me le quedé mirando incapaz de decir nada.
Tenía el cuerpo frío. Esperaba despertar de un momento a otro, estaba convencido de que nada de eso era real. Estaba seguro de estar soñando...
.- Están muertos, pero aún hay una posibilidad...- Siguió.- sus almas aún no han sido consumidas por ese Vacío... aún están unidas a sus cuerpos... si no pasa demasiado tiempo, tal vez podamos... salvarlos.
Parpadeé. Sus palabras flotaron en mi cabeza.
.- ¿Qué tengo que hacer? - Pregunté como un sonámbulo.
De pronto sentí un crujir de huesos a mi espalda. Me di la vuelta, justo para ver al monstruo abriendo la boca de par en par. Era tan grande... tan grande que podría meterse a Leo entero ahí dentro.
Me le quedé mirando fascinado. Era la pesadilla más aterradora que jamás había tenido en toda mi vida.
.- ¿Eres imbécil? - Volví a sentir la voz del muchacho.- ¡Despierta!
Y de pronto, fue como meterme en una tina de agua fría. Mi cerebro comenzó a asimilar a la velocidad de la luz: Había un monstruo en la sala tratando de masticar a Leo, todos a mi alrededor estaban inconscientes o inservibles... Y yo estaba sufriendo un shock.
Ahora sí entendía. Ahora sí podía hacer algo. Me gusta cuando las cosas están claras.
Corrí hacia el chico y lo levanté por las solapas.
.- ¿Qué hago?- Grité impaciente.
No estaba entendiendo ni un cuerno, pero era lo que menos me importaba en ese momento. El sujeto, lentamente alzó la vista, luchando por permanecer conciente, me señaló la espada.
.- Tómala... es mejor que esos tenedores que tienes.- Dijo. No le respondí nada, pero lo dejé caer de alto abajo.
Fui hasta la espada y la alcé.
.- Sólo hay una cosa que hacer...- Siguió.- Traspasa tu cuerpo con ella.
.- ¿Qué?
Genial ¿Esa era su idea? ¿Suicidarnos? Estaba a punto de dejar caer la espada, cuando el chiquillo me volvió a hablar.
.- Es la única forma...- Insistió.- De esa forma tendrás la mitad de mis poderes, mis poderes de Shinigami, al menos temporalmente... Sólo un Shinigami puede con esa cosa...
Lo miré perplejo. En serio, necesitaba más información que eso.
.- ¿Pero de qué...?
.- No tienes más opción que confiar en mí, no hay tiempo para las explicaciones. Si no lo haces, el monstruo te devorará junto con tu hermano... yo estoy demasiado herido como para hacer algo, ni siquiera podría salvar sus almas... en serio, no tenemos tiempo para explicarte...
.- ¿Quieres que me ensarte como un pollo? Oh, sí, eso lo va a arreglar todo...
.- ¡Haz lo que te digo, imbécil ¡Es para darte más poder! ¿Qué parte del no tenemos tiempo todavía no entiendes?- El chico gritó hasta ponerse azul... o tal vez fuera por la pérdida de sangre... aún así, todavía tenía energía para decir algo más. Tomó aire y continuó.- De todas formas... tengo que advertirte que es irreversible, una vez que lo haces, una vez que lo...
Alcé una ceja.
.- Cállate de una vez.- Lo corté en seco.- Dijiste que no había tiempo para las explicaciones, si esta es la única forma, lo haré y no se hable más...
Me volví hacia el monstruo con la espada en la mano, el filo apuntando hacia mí.
.- Hazlo rápido... – Dijo el chico en un susurro.
Seguro, es tan fácil atravesarse a uno mismo con una espada…
La horrible criatura me observaba atenta, con esa maldita sonrisa en el rostro. Aún sostenía a Leo en la mano. Leo tenía los ojos cerrados, ya no se movía.
Era fácil ver que no estaba respirando.
Cerré los ojos con fuerza. Él y Miguel, no hacían otra cosa que repetir que me fuera de ahí, que me pusiera a salvo. A pesar de necesitar ayuda, lo único que les importó fue mi seguridad...
Sostuve la empuñadura de la espada con más fuerza, afirmando la punta del filo contra mi abdomen. Se sintió frío.
Empujé la espada con todas mis fuerzas, sintiendo ahora el frío del metal en mi interior, rompiendo la carne, abriéndose paso... traspasando mi estómago... En medio de su camino, tuerzo la dirección de la espada, haciéndola ingresar por el costado de mi cuerpo... no va a llegar al otro lado si no hago esto...
Mis piernas tiemblan horriblemente, dudo si podré seguir de pie. Si hubiera sido más astuto, habría pensado en lo de la caparazón desde un principio... El dolor se vuelve tan intenso que temo perder la conciencia, pero no aflojo la presión en la espada... Dios. Más vale que esto sirva para algo...
Pronto, el filo se encuentra por completo dentro de mi cuerpo. El dolor cesó, justo cuando creía que iba a dejar de respirar. Abrí los ojos y me encontré de pie frente al monstruo.
Ya no tengo la espada en la mano, pero tampoco está clavada en mi estómago ¿Dónde está? ¿Qué pasó?
Me echo una mirada a mí mismo y me veo vestido con un kimono negro y blanco. Mi cuerpo no tiene ninguna herida. Es más... Creo que nunca me sentí mejor.
Tengo los sais en la mano... ¿Cuándo llegaron ahí? No, no son mis sais, estos tienen hojas plateadas y sumamente afiladas. Las tres puntas son mucho más largas que mis sais de siempre, la del medio debe ser de un metro y medio de largo.
Vuelvo la cabeza en busca del muchacho, pero entonces me veo a mí mismo tirado en el piso, a sólo unos metros de donde estoy parado. Me sentí mareado.
Me hubiera encantado analizarlo con más detalle, pero la cosa delante mío vino corriendo hacia mí.
Me pongo en guardia. El chico en el piso se queda inmóvil mirándome boquiabierto.
.- ¿Otro Shinigami?.- Ruge el monstruo, abalanzándose sobre mí.
Su tamaño no me preocupó en lo absoluto, ni siquiera porque venía hacia mí con la mandíbula abierta de par en par. Todavía sostenía a mi hermano en la mano, su cuerpo se agitaba sin ofrecer ninguna resistencia.
Lo último que hice fue mandarlo a la mierda.
Mal último recuerdo.
Esperé a que el monstruo estuviera encima de mí, alcé un sai a la altura de su cabeza y el otro a la altura de su estómago. Venía tan rápido que no pudo frenar el ataque, aún cuando descubrió lo que iba a pasar.
La hoja del sai le rebanó limpiamente la garganta, como si fuese mantequilla; bajo su cuerpo, el otro sai le abría el estomago en un tajo vertical. Me hice a un lado para que el cuerpo de la cosa pasase junto a mí, cayendo por su propio impulso, derrapando en el piso hasta que finalmente se detuvo.
La cosa se quedó quieta, convertida en una masa inmóvil y sanguinolenta; el cuerpo de mi hermano se había soltado de la garra y había rodado metros más allá, lejos de él.
.- Maldito Shinigami...- Murmuró la cosa, exhalando el último aliento.
Me quedo observándole, tratando de recuperar el aliento; mi respiración está agitada, pero no por el fuerzo que acabo de hacer. Mi corazón late a mil por hora y mis manos y piernas tiemblan, pero no tiene nada que ver con el cansancio...
Es sólo que aún no puedo creer lo que acaba de pasar aquí.
Hace un rato atrás, estaba dándole al saco de prácticas. Algo así como un cuarto de hora después de eso, estoy destajando a un enorme monstruo que se metió en la guarida a matarnos a todos... No sé cómo lo hizo, ni siquiera sé qué era ni de dónde vino.
"Shinigami", repito el nombre en mi cabeza. Ya que estamos ¿Qué demonios significa eso?
.-
TBC
