Antes de nada. Ninguno de los personajes (a excepción de aquellos que yo misma he creado) me pertenecen. La saga Resident Evil pertenece a Capcom.

Esta es una historia sobre Resident Evil. Los personajes principales serán los siguientes:

- Chris Redfield/OC,

- Piers Nivans/OC,

- Jake Müller/Sherry Birkin,

- Leon Kennedy/Ada Wong (porque si... ahí hay lio y quien haya jugado al 6 lo sabe),

- Claire Redfield/Steve Brunside (porque si, va ha estar vivo y tengo una gran explicación para ello que os aconsejo que leaís, no os disgustará si sois fans de este chico)

- Albert Wesker/OC

Con la aparición estelar de: Jill Valentine, Carlos Olivera, Sheva Alomar, Josh Stone, Barry Burton, Helena Harper, Rebecca Chambers y Billy Coen.

"Los héroes no pueden morir. Piers Nivans no podía simplemente desaparecer convertido en una B.O.W. No podía marcharse sin luchar un día mas, había demasiado mal fuera para que el muriera en paz. No, no podía. ¿qué pasaría si hubiera alguien mas allí con el? ¿Qué si fuera el mismo Albert Wesker vuelto de entre los muertos? ...

...Las últimas noticias siete meses después del accidente de China eran horribles. Jake Müller y su hermana melliza Aleena habían sido asesinados en su casa. Dos balas en el corazón y las llamas habían acabado con los hijos de Wesker, con los únicos en la tierra portadores del anticuerpo necesario para salvar la raza humana. Chris no podía creerlo, eran demasiadas las muertes que veía cada día, no podía convebir aquello. Sherry se negaba a pensar que era cierto, que no volvería a llamarla super chica con aquel tono tan descarado que usaba para hablar con ella. Leon simplemente se mantenía en silencio, su vida siempre había estado llena de pérdidas y comenzaba a estar entumecido por los golpes del destino. Cansado de luchar..."


Prólogo

Todo había acabado. Chris estaba encerrado en la cápsula y el mundo a salvo gracias a su sacrificio. Había hecho las cosas bien por una vez en su vida, había cumplido la misión que la BSAA le había encomendado protegiendo a su capitán de la mas horrible de las muertes. Era un buen soldado y podía morir en paz sabiendo que su capitán y mejor amigo estaba a salvo. No abandonaría la agencia, y con eso le entregaba al joven destrozado la paz que siempre había buscado en sus veintiséis años de vida. Estaba cabreado, eso no lo negaba, le hubiera gustado salir de allí vivo, tener la posibilidad de compartir la experiencia e instruir a las nuevas generaciones como el General Strokes le había prometido antes de subir al avión que los llevó a Edonia. Tenía esperanzas y sueños, muchas cosas que quería hacer en su vida, la gran mayoría relacionadas con la agencia. Quería ser General algún día, cambiar el mundo luchando por el, protegiendo a las buenas personas de los males que acechaban en cada esquina o en cada probeta. También tenía un sueño persona, el quería tener un hijo, quería saber que se sentía al ser padre, al crear algo tan maravilloso como una familia.

Suspiró, sus sueños habían muerto en el momento en que presionó el émbolo de la jeringuilla. Sin embargo no se arrepentía, no cambiaría nada de lo que había hecho aquellas últimas horas. La historia estaba escrita y los actos de su vida serían juzgados en el momento de su muerte. Piers observó como su capitán salía despedido en aquella capsula de rescate. Su corazón se infló orgulloso, había hecho que el sobreviviera, lo había salvado con su sacrificio. Con aquel último mensaje en forma de trozo de tela estaba devolviendo al mundo el héroe que creía haber perdido. Si le conocía tan bien como creía Chris no renunciaría tras esa misión. No lo haría por Piers, su sacrificio se convertiría en el ancla que lo mantendría a flote de nuevo, al mando de la BSAA.

Por un segundo se sintió mal por hacerle prometer aquello. Chris estaba cansado y podía ver con claridad las cicatrices que aquella guerra estaba dejando en su alma. Piers no tenía familia, no había pareja que lo esperara en casa y su único amigo era Chris. El no tenía nada que perder y había tomado la decisión correcta basándose en ello. Nadie sufriría por el cuando no volviera a casa, le recordarían como a los demás, de eso estaba seguro, pero no llorarían mucho tiempo al joven francotirador que murió en los mares de China. Sin embargo Chris era diferente, el tenía una hermana que le amaba y muchos amigos, como la agente Valentine que había estado con el desde el primer ataque diez años atrás en Racoon City. De lo único que nunca había hablado era sobre las mujeres. Al parecer no se había permitido tener una pareja mientras trabajaba en la BSAA, pero estaba seguro que algún día encontraría a una mujer a la que amar que entendería su deber y le apoyaría en su misión por hacer del mundo un lugar un poco mejor.

Se merecía la felicidad que tanto le habían negado. Tenía derecho a tener una vida, a jugar con un hijo o a invitar a sus amigos a una barbacoa los domingos que hiciera buen tiempo. Pero siempre debía recordar que la misión estaba mas allá de la vida de cualquier hombre, la supervivencia de la raza humana era la prioridad. Y sabía que sin Chris Redfield no habría victoria. Debía luchar, debía sobrevivir y cuidar del mundo que tristemente Piers estaba apunto de desaparecer.

Sintió un leve pinchazo en la nuca mientras veía como el agua entraba por el hueco de la cápsula de salvamento, aunque le dolió un poco mas de lo normal no le dio importancia, el nivel de sufrimiento al que estaba sometido su cuerpo era tan elevado que otro pinchazo mas no tendría porque llamarle la atención. La electricidad corría libre por su organismo, alterando su sistema nervioso tratando de volverlo loco. Fue en ese momento cuando vio al monstruo apunto de atrapar a Chris. Ardió de rabia, el odio brotando de el como una ola de fuego helado. Aquel engendro no solo le había quitado la esperanza de sobrevivir a el, sino que quería acabar con su único amigo. Con su capitán. Aquel bicho quería acabar con una de las pocas personas buenas que quedaban en el mundo. La rabia bullo dentro de su corazón y con un único pensamiento alzó su brazo mutado para defender una última vez a su capitán. Su sorpresa fue enorme al ver que su brazo infectado era un simple miembro humano de nuevo.

- Concentrate. -le dijo una voz firme a sus espaldas.- Localiza en tu mente en la energía y podrás hacer que salga aun a pesar de que tu cuerpo no muestre cambio aparente. La fuerza sigue estando en ti.

Piers no discutió la misteriosa voz, concentró su mente en generar la electricidad que sabía llevaba dentro mientras la instalación se caía a pedazos a su alrededor. Estaba cansado, pero aun tenía fuerzas para un último disparo. Nunca fallaba y aquella vez habían demasiadas cosas importantes en juego como para plantearse fallar. Cerró los ojos y cuando los abrió de nuevo sintió como la energía le recorría. El rayo salió mas potente que nunca, atrapando al monstruo y haciendo que soltara a su capitán. Piers, rendido por el esfuerzo cayó de rodillas esperando la muerte. Bajo la cabeza esperando el final de la mutación, el momento en que el virus consumiera lo poco humano que quedaba en su alma. Había llegado su hora.

Pero no pasó nada.

Sintió una mano en su hombro y de inmediato como era lanzado dentro de otra de las cápsulas de escape, antes de que pudiera siquiera abrir la boca una fuerte mano le agarró del cuello manteniéndolo pegado al fondo de la capsula, sin posibilidad de movimiento o escape. Escuchó el sonido de las puertas cerrarse, despegó pesadamente los párpados curioso, suponiendo que quien lo habría salvado era Jake, el único a parte de Chris en aquella instalación que habría dado un centavo por su vida (y todo por influencia de aquella pequeña rubia tan especial que le acompañaba). Los primero que le recibió fueron una oscuras gafas de sol.

- ¿Así que tu eres el Chico de Oro de Redfield?

Piers no reconocía la voz, no sabía quien era aquel hombre, al menos hasta que realizó el siguiente movimiento. Se quitó las gafas dejando que pudiera ver unos profundos ojos azules. Infinitamente parecidos a los de Jake, pero con un matiz de crueldad que el joven no tenía. Como una versión envejecida del muchacho de la cicatriz en la mejilla. Enseguida le vino a la cabeza un nombre, había leído infinidad de veces el informe de Kijuju desde que le habían asignado a Redfield como capitán de su equipo, quería estar informado y gracias a ello podía reconocer en el hombre que estaba sobre él los rasgos del mas odiado enemigo de Chris, del único (aparte de Ada Wong) que había conseguido casi sacarle del camino de la cordura.

- ¿Wesker?.

El terrorista hizo una mueca parecida a una sonrisa. Se sentía al parecer orgulloso de que Piers hubeira podido reconocerlo. Quitó la mano de su cuello al tiempo que se levantaba, siempre sin apartar la mirada de los ojos del joven francotirador.

- Bienvenido al primer día del resto de tu vida muchacho. -Chasqueo la lengua.- Si has creído que las cosas han sido difíciles hasta ahora, vas a descubrir lo que el verdadero infierno significa.

Nunca vio el puño o la pierna que le golpeó, solo fue consciente de las palabras antes de que todo se volviera negro. Las cosas estaban apunto de ponerse interesantes y aun no sabía si aquello era bueno o malo.


¿Y bien? ¿Qué os a parecido este inicio? Decidme algo, por favor, realmente el que continue la historia o no dependerá de si a la gente le gusta. Tiene mucho argumento y francamente creo que merece ser leída. PEro bueno, vosotros tenéis la opinión final en esto.

Gracias por adelantado.

Abrazos para todos!