Pesares.

El frío carcome mi piel, que se quema y me lastima hasta forjarme a morder mis labios hasta la sangre. Mis manos se sacuden junto con mi cuerpo que al final de una calle, entre cajas, trato de cubrir del temible y aterrador el frío de diciembre. Solo un poco de calor que mi cuerpo me da me hace salvar la vida que la apresurada señora muerte me quiere arrebatar.

La tarde se sume en total tristeza, la nieve empieza a empapar las calles con su sabana blanquecina, mientras los cielos se cubren de espesas nubes; ni un alma, ni un ave vuela ni camina, ni el ruido se hace presente para cubrir el silencio aterrador.

Elevo mi cara con desesperación al cielo, mientras me acurruco entre los cachos de cartón que a fuerzas cubren mi pequeño y delgado cuerpo que es el resultado que el hambre y enfermedad me han hecho ser.

Oh mi dios, yo encuentro cada día terror en mi alma. Tu poder en todo sinsabor, ¿Donde está una probada de él? Libre soy pena y temor, pero tu bondad no viene a mí, tú, que me has quitado aquello que más amaba, ¿Dónde está tu misericordia? Das a los que quitan y quitas a los que merecen. Aliviana mis quejas y ayúdame a que encuentre la paz en este profundo dolor

Pero no recibo respuesta. Siempre es lo mismo. Cerca está el abrazo de la muerte, y él solo me hace un favor, ¡Oh señor, realmente no merezco a este lugar! ¿Por qué me haces sufrir? Y aun sigo sin obtener respuesta a mis plegarias, el destino me ha dicho con claridad que él no tiene misericordia, pues poco le interesamos sus hijos al hilo de la muerte.

Mis heladas manos quitan las congeladas lágrimas que mis ojos hacen caer. La nieve tormentosa e implacable, deja su huella a través del callejón, la triste nieve, muy pálida y aterradoramente bella, solo hace incrementar mi dolor con su esplendor.

Mi respiración de hace corta, se en lenta poco a poco y mi consciencia pierde la noción del tiempo. Cierro mis ojos y aprieto mis manos a mi cuerpo. La ida esta próxima a arribar. Pero por acto reflejo, abro mis ojos al escuchar ruido de pasos pesados acercándose a mí, un acto que me había salvado la vida cuando era pequeña y corría de las casas hogares o temibles hombres lujuriosos con malvados actos de violar a una inocente alma.

Mis labios rotos por el frío invernal tratan de articular palabra, pero solo ahogo un grito del dolor al tratar de moverlos, era imposible. Levanto la cabeza y volteo a mi derecha, era un joven, uno alto; con gabardina gris y camisa limpia. Su pelo peinado elegantemente y su cara blanca como la misma nieve. Sus ojos penetrantes me miraban con determinación; me examinaba, pero más que eso, mi alma sentía que era otra cosa la que se avecinaba.

"¿No sientes la nieve en tus pies?" Me pregunta con una suave, temible, pero varonil voz que hace despertar a mi cerebro.

"Mis pies nada sienten... El frío que yo siento lo llevo por dentro; el frío de la nieve no es más duro que el final que me espera." Su cara es como la de un ángel; un ángel de la muerte, quizá. Sus marcados pómulos se endurecen al acto de mueca de su cara. Su oscuro pelo vuela con el viento, y yo me encojo al contacto de la nieve cayendo sobre mi cuerpo.

"¡Más frío que la nieve! " Dice con sorpresa mientras se agacha a mi lado y se sienta frente a mí, cara a cara, frente a frente, sin temor alguno. "El calor puede salvarte…"

"Dígame, mi señor. Mire a su alrededor. Solo la nieve cae en este callejón. No hay vida, ni alma que me ayude, ni habrá alguna que se le haya apetecido salvar a esta pobre joven que muere al final de este sucio e indecente esquina de la ciudad. Gente viene y va, camina por mis pies y omiten mis plegarias. He corrido mucho, he pasado mucho, pero el calor, señor. El calor se ha olvidado de mí. El frío es mi amigo, pero por desgracia, nada es mejor amigo del frío que la muerte."

"Entonces, pequeña. ¿Te niegas al calor porque el frío ha sido tu mejor amigo? ¿No es un poco arisco para una joven como tú? Te calculo alrededor de 20 años. Tu vida es joven. Negarse a los pequeños lujos de la vida no es malo, al contrario, creo que lo que a tu corazón le falta es un poco de calor. El frío invernal lo ha congelado hasta el punto que tu corazón se fractura con tan solo el viento." Sus palabras me caen como balde de agua fría. Nunca en mi vida he sentido el amor de una madre, ni de mi padre. Siempre he sido yo por mi cuenta, nadie que me detuviese o me abrazase. El calor del amor nunca ha sido mi aliado, el misericordioso dios me había enseñado una sola cosa, no había nada más compasivo que la soledad, y que por desgracia, no ayudaba a mi infringida alma. Nunca había dejado que el amor y el calor estrecharan mi alma. Había corrido mucho y mi edad era una prueba de que había pasado por mucho, pero nunca por eso llamado cariño ni afecto, ni nadie que inclinara su interés o simpatía hacia una chiquilla de la calle, una pordiosera que las niñas ricas se alejaban con mala cara y rencor.

"Es muy tarde. Míreme. ¿Usted cree que la luz abarca un poco de mi alma quebrantada? El alba ya no viene hacia a mí. Esta calle de palabras marchitadas disipa mi último despojos de vida. Es muy tarde y las sombras se acercan y se combinan con el frío invernal. La señora se acerca. El frío ha llegado a mi corazón y lo ha consumido poco a poco hasta convertir el poco calor en humos de sequedad y soledad."

Niego con total calma. Sé que es verdad, ya nada me puede salvar.

"El temor de tus palabras. ¿Lo has notado? Has aceptado un final que puede sobreponerse, que puede detenerse y cambiar de rumbo. El tiempo es caprichoso, más caprichoso que la señora, el temor atrapa lo que queda de tus ojos y el frío destello de ellos solo refleja el anhelo por vivir que no quieres soltar y la terrible claridad de la muerte fluye por tus pensamientos, tan pura como el agua, pero tan peligrosa como el agua que ahoga a sus infiltrados. Puedes huir de esa puridad de la muerte. Como el pequeño conejo blanco que huye de Alicia."

El deseo por vivir despierta mis sentidos, mis manos tiemblan y mis dedos se enredan en mi cuerpo. La voz de mi mente me es pesada y estoy cansada. No aguanto sobrevivir más en esta miseria. El frío repite mis nombres por las calles mientras nombra otros seres. Con anhelo tomo con desesperación y deseo que no lo repita. Que no pase por esta olvidada calle, y que me de un poco más de vida. Pero no. A lo lejos mi nombre repite con ansiedad y codicia, como si no quisiera dejarme ir, codicioso y egoísta con sus propios seres de frialdad. Los hijos de la carencia.

Unos brazos pasan por mi cuerpo, tomándome entre su cuerpo y despojándome del frío que carcomía mis sentidos. El calor es ameno, agradable y bondadoso…. Lo deseo tanto como la propia vida.

"Las ventanas se apagarán un día; hagamos cuenta que hasta aquí lo habías previsto, lo había previsto. Polvo eres, polvo serás. Pero no quiero que eso pase, la arena puede esperar a tu ser. Prolongarse, mientras te espera a una esquina lejana. Te puede esperar..." Su calmada voz inunda mis débiles pensamientos mientras estrujo con debilidad su fuerte cuerpo. Afilio que hay un precio que pagar. "Pero, mi bella dama, hay un precio, como lo ha sabido tu propia mente. No soy una persona buena, como lo habrás notado. Tengo avaricia en mi corazón. Cosas malas que no quiero que veas ahora, cosas que pueden dañarte de un futuro inminente de dolor. Solo hay dos cosas que deseo de ti, dos cosas y dos palabras que pueden ayudarte a tu vida, y solo te pido una sola cosa por ello. Nada malo, nada bueno, pero satisfactorio y a la vez placentero."

Una mujer en negro y blanco se detiene a la esquina. Se cruza de brazos y sé que es ella. Se avecina pronto hacia a mi, con mi nombre en sus labios. Sin alfileres, sin tuercas, no sabe llorar ni espera a plegarias. No quiero irme de aquí, no quiero morir... Mis lágrimas corroen por mis secas mejillas mientras me apodero y oprimo mi cuerpo a la necesidad del calor de otro cuerpo. Y no en el sentido físico, en el sentido metafórico y emocional. Anhelando cariño y amor de otra persona, aunque este no fuese verdadero. Mi necesidad que nunca pude proveerme, la oportunidad que tenía frente a mí y no quería dejar ir.

"Tu vida." Mi vida. ¿Es lo qué desea este ser? ¿Mi vida? ¿Qué tiene mi vida de interesante? Solo soy una vulgar niña de la calle, de pies descalzos y ceniza cabellera. Nada que me anhele, ni nada que me apoye. No tengo nada que perder.

"Es tuya…."

Saltar de alguna forma el mediodía, ver crecer el crepúsculo y escuchar los llantos de niños nacer. Recuerdos inundan mi mente y pierdo la consciencia. O eso creo, pues sé que no estoy consciente, pero de alguna u otra forma, estoy consciente de lo que pasa. Recuerdos inundan mi memoria fatigada y miedosa a la muerte inminente de la que me he salvado. Memorias de mi niñez son sobreexplotadas. Me veo a mi misma correr por las avenidas de Manhattan, con el frío comiendo mis pulmones y avivando mi paso de entes malvados corrompidos por la maldad. A mi escondiéndome entre los arbustos de central park. Adentrándome y cayéndome de golpe, dejándome inconsciente en el suelo. Desprotegida y expuesta al peligro. También presencio mi adolescencia, robando un poco de pan de la tienda del pobre viejecillo que me sonreía todos los días, y a pesar de que sabía lo que hacía, lo pasaba por alto. Lo descubro viéndome desde la abertura de otra habitación, viéndome por la rendija mientras tomaba un pedazo de baguette y lo escondía debajo de mi suéter roído por el uso continuo. Y a pesar de eso, lo descubro saliendo y a mi exaltada por el temor a ser aprendida, pero lo último que veo es a él ofreciéndole a esa jovencilla una taza de chocolate caliente.

Recuerdos cargados de dolorosos momentos me atacan. Descubro a mi pequeña yo, de nueve años, ocultándose bajo una pila de ropa, mientras la policía molía a golpes a mis padres, les llamaba sucios limosneros y ratas de alcantarilla, para después llevárselos como viles rateros. Mi hermano lloraba con desesperanza desde la cuna, pero antes de que pudiera correr a salvarle, una joven oficial lo tomó entre sus brazos. Y es ahí cuando me di cuenta que él estaría mejor. Sus brazos eran una cuna para mi hermano. Su llanto cesó y la joven le sonrió. Era lo mejor para él. Él estaría mejor, tendría una vida plena y contenta con alguna familia, o tal vez crecería grande y con suerte un hombre de bien seria el legado de esa sangre sucia y olvidada de sus antepasados.

"Amora Lewis" Una voz masculina repica en mi mente. La taladra y resuena sin cesar. "Aferrarse al pasado solo te hace más difícil venir al futuro y rehacer las palabras del caprichoso tiempo. Solo lo harás más laborioso construir una nueva vida. Aléjate de esos pensamientos. La muerte quiere que llegues al final. No dejes que te lleve. Corre. Corre de ellos, no vuelvas a abrir los ojos, y pase lo que pase… No llegues al final de esa puerta. No dejes que la muerte te lleve al aferrarte al pasado."

Estoy muerta….

Me levanto y con mis cortas piernas corro lejos de la pila de ropa, y cada puerta que abro es una puerta alejada del final, alejándome de mi pasado y cada una es un recuerdo que corre de mi niñez a la adolescencia, hasta el punto crucial donde me encuentro en la nieve, tirada en el suelo, y veo a aquel hombre con sus brazos tomando mi cuerpo. Mi última memoria.

Una incomodidad me ahoga y me aferro a correr hacia aquel hombre, la muerte está ahí, la esquivo con tortura y un malestar me inunda mis entrañas. Suplico por mi vida, rezo con fervor y misericordia, pero nada responde. Estoy sola. Lamento mi vida con desconsuelo y pesares, deseo vivir más que nada en el mundo. Quiero que ese frío corazón se envuelva en el alba. Quiero vivir como todos los demás. Caigo al suelo y sé que no he muerto. No lo sé porque haya despertado, lo sé porque un calor envuelve mi cuerpo y los rayos del amanecer caen por mi cara.

Nota: Los que siguen mi fic de Darcy (lo siento por no subir) no tenía internet! Me mude y me quede sin internet, pero mañana o el miércoles subo. Fue horrendo no poder hacer nada y el celular no me ayudaba. Mientras lean este hermoso fic de Amora y Loki que les he estado haciendo. Tengo un leve trauma con el frío. I'm sorry. El nombre de Amora refleja a una persona con una personalidad que esta aferrada a la vida. Es por eso que puse a la chica que quiere vivir y saltarse la muerte. Xoxo El Manhattan donde se encuentra es en los años 20's.