Ésto es como un prologo, despues empezaran a aparecer personajes que todos conocereis!!! Espero que os guste
En Rumania, no se sabe el lugar exacto, había un castillo; rodeado de un enorme bosque; gigantesco, de cuarto pisos de altura, con grandes ventanales, torres con las que podías ver el Sol como si la tuvieras delante, todo de blanco marfil con los tejados de las torres de pizarra. Estaba hecho al estilo gótico, con un patio en el centro, a forma de recibidor, y un puente levadizo, con un foso inundado de agua.
En ese castillo, se comentaba que vivía una mujer, Nafde, todo el pueblo la amaba, era tan bella como la luna, decían, por eso al castillo lo bautizaron así: El Castillo de Luna Llena.
Nafde, era una mujer muy elegante y hermosa, con un largo pelo negro, tan oscuro como la noche; con la piel tan blanca como la nieve; las facciones de su cara no eran muy marcadas, pero se podía ver todo la perfección de su rostro; su físico era excelente; y vestía de una manera muy formal, sin nunca dejar ver ninguna parte de su cuerpo, excepto las manos, con los dedos largos, de pianista, y unas uñas muy finas y bien cuidadas.
Esa Luna en el cielo, como la llamaban en el pueblo, era una princesa, heredera de un gran territorio: que heredaba de sus padres y de sus tíos. Ese último territorio era donde se encontraba ese palacio de ensueño, donde sus padres decidieron enviar a vivir a su hija, para que conociera el reino y al pueblo.
Cerca de allí vivían los tíos de esa mujer, que hicieron edificar el castillo en cuanto supieron la noticia de que su sobrina iba a ser enviada a vivir allí.
En cuanto Nafde llegó al pueblo en la diligencia que la había transportado desde Francia hasta allí en un viaje de 6 meses, todo el pueblo la miró, fascinándose de ella, de todo su ser. Nafde no quiso que la llevaran al palacio directamente, sino que la dejaran en el pueblo que ella podría subir sola.
Ella no era como todas las niñas que conocía en la corte, no era una niña creída ni fina, sino que a ella le gustaba ver cosas nuevas, experimentar... Por eso decidió ir a visitar el pueblo y conocerlo. Pero al poco de estar dando una vuelta, aparecieron sus tíos, poseedores de todos los reinos de esos territorios.
Aunque no era lo Nafde esperaba, el pueblo le agradó bastante y se sintió muy a gusto.
Durante el primer mes de su estancia allí, ella bajaba al pueblo y se divertía; a veces incluso ayudaba a los campesinos, pero cuál fue su desdicha cuando su tío Abel se enteró de lo que hacía ella durante el día. Rápidamente tomó medidas extremas: el puente levadizo nunca descendería, y la Luna en la tierra quedó encerrada en su castillo.
Fueron pasando los meses y Nafde se aburría mucho, aunque hizo dos buenas amigas: Karen y Celeste. Siempre estaba con ellas, aunque sabía que esas mujeres eran para controlar que ella no escapara, al final las acabó queriendo como a hermanas.
Ella estaba encerrada en el castillo y no sabia lo que acontecía fuera. Pero fuera la belleza y fama de Nafde, ya que era una mujer con una herencia y descendencia codiciadas, traspasó todo tipo de fronteras y voló a través del viento. Al palacio de Abel no dejaban de llegar pretendientes de todo tipo de lugares, trópicos, metrópolis, grandes ciudades. Hijos de emperadores, de reyes, de republicanos. Pero Abel era muy exigente y al final se decantó por un hombre, alto, esbelto, bellísimo, inteligente y con una gran fortuna a su espalda (que es lo que más le importaba verdaderamente a Abel).
Cuando éste hubo hablado con los padres de César, el elegido para Nafde, decidió llevarle al Palacio de Luna Llena para que conociera en persona a la que sería su futura esposa.
Ese día Abel estaba muy asustado ya que no sabia como reaccionaria Nafde, ya que tenía un temperamento muy fuerte y un carácter muy espontáneo, ya que no era como todas las princesitas que se conocían, sino que ella no quería que la obligaran a casarse como no quería que la obligaran a nada.
Pero algo milagroso ocurrió, César llegó al gran salón del Palacio y cuando Nafde entró, él se sintió muy atraído por ella. Pero cuando sus miradas se cruzaron y a través de sus ojos entraron en el alma del otro, se enamoraron perdidamente el uno del otro, y cada cual podía notar lo que sentía su pareja. Corrieron la distancia que los separaba y se fundieron en un tierno pero apasionado beso. No importaba nada, ni que no se conocieran, ni que ella llevara casi un año encerrada ni siquiera que el rey Abel estuviera allí, aunque eso sí, observando con alegría la escena. No importaba nada, sólo su amor a primera vista, y es que las flechas de Cupido son impredecibles.
No pasó ni una semana de que César estuviera allí, cuando se anunció la boda de Nafde y él. Esa boda recorrió más territorio y con menos tiempo incluso que la noticia de la escogida de pretendientes para Nafde.
La boda fue maravillosa, en un jardín del pueblo, los casó el obispo de la metrópoli y todo el mundo asistió a ella.
Seguidamente decidieron vivir juntos (vaya antes no se decidía, era casarse y vivir juntos) en el Castillo de Luna Llena.
Desgraciadamente, a los pocos meses, Abel murió y todo su reino pasó a manos de Nafde. Realmente fue una coronación muy extraña, porque, como se conoce, antes las mujeres no era mandatarias sino que era el hombre el encargado del reino, pero Abel ordenó que fuera Nafde quien mandara y no su esposo, aunque este fuera rey. Por eso César empezó a no estar muy seguro de su amor por Nafde, pero, claramente, no le dijo nada a ésta.
A los pocos meses, empezó a correr un rumor que decía que Nafde había tenido una hija, cosa que perjudicaba al pueblo, ya que tambaleaba la continuación de la soberanía de Nafde, porque hacía poco que había recibido la noticia de que acababa de tener un primo, y si su hijo no era varón, el legado no continuaría. Obviamente, César negó todos esos rumores.
Una noche, muy de noche, la verdad, Nafde se despertó y no vio a su marido por ningún rincón de la habitación, entonces rebuscó por todo el segundo piso, pero no encontró a nadie. Cuando iba a volver a dormir; pensando que ya volvería, se giró hacía un ventanal para ver la hermosa Luna llena y vio luz en el cobertizo, así que decidió bajar a ver quien había.
Llegando oyó unas voces y decidió acercarse sigilosamente, cuando las palabras se hicieron más claras, escuchó la voz de su marido explicando un plan que le heló la sangre a Nafde; un plan de cómo matarla y poder hacerse él con el poder del reinado, entonces oyó que muchas voces gritaban al unísono cantos de victoria. "Hasta la semana que viene, la próxima noche, la de la puesta en marcha del plan."
Rápidamente Nafde se escondió para no ser vista mientras una "manada" de hombres salía de su cobertizo y se iban hacía sus casas. Ella salió corriendo y se escabulló por uno de los pasadizos secretos que solo conocían ella, su padre y su tío, y los dos últimos se lo llevaron a la tumba, así que solo ella los conocía. Se escapó por uno de esos y llegó en un santiamén a su dormitorio y disimuló, haciéndose la dormida y aguantándose las lagrimas, mientras su marido se metía en la cama como si nada pasara. Cuando César se quedó placidamente durmiendo, ella empezó a llorar silenciosamente... Pero maquinó un plan para pagar a su marido con la misma moneda. Aunque ella no quisiera matarlo.
A la mañana siguiente, cuando César se fue, Nafde le explicó lo sucedido la noche anterior y su plan a Celeste y Karen.
"Celeste, tu te disfrazaras de hombre y te introducirás en la reunión, ya que sabes tanto y eres tan buena actriz."
Ese era el plan, bueno una parte, pero no estaba acabado, ya se iría improvisando. El caso es que llegó el día de la encuentro. Celeste se disfrazó y se metió sin problemas en la reunión. Estuvieron un buen rato hablando de cosas que la verdad, a Celeste no le importaban mucho. Pero llegó el momento clave, un hombre dijo, "y¿qué pasa con el plan?"
Entonces empezó a armarse mucha expectación y ruido.
"Nafde esta durmiendo en nuestra estancia ahora. Vamos hacia allí y nos encargaremos bien de ella." Gritó César, armado de valor y énfasis, aunque sobretodo de rabia.
A Celeste se le heló la sangre y pensó que tenía que ganar tiempo. Así que se sacó el disfraz y empezó a correr hacía la habitación de la reina, mientras hacía su gran carrera, un hombre le lanzó un cuchillo que consiguió herirle gravemente en la pierna.
"Señora, señora, vienen a matarla, huya rápida..." No pudo terminar la frase ya que cayó muerta al suelo a consecuencia de la herida en la pierna.
El grito de horror de Nafde asustó más a Karen, que estaba a su lado, que a la mujer misma, ésta corrió hacia la puerta y la cerró, haciendo presión con su cuerpo.
"Karen, amiga, hermana, quiero que te lleves a mi hija lejos de aquí, donde quieras, pero lejos, aquí tienes un plano de los pasadizos secretos huye por ellos." Decía Nafde rompiendo a llorar.
"Pero majestad, y usted¿Qué va a hacer?"
"Yo no puedo huir contigo, no, así que cuida bien de mi hija y dale esto" dijo mientras le daba un cuaderno pequeño "Cuando mi niña sea más adulta y pueda entenderlo, de acuerdo. Te quiero mucho, me he encantado conocerte y lo siento." Decía llorando desconsoladamente.
Karen, tras muchas negativas, insistencias y demás, huyó por el pasadizo secreto. Justo cuando se cerró la entrada, embistieron por la puerta del dormitorio todos los hombres que había en la reunión, rebosantes de furia y empezaron a matar cruelmente a Nafde, mientras ella lloraba, pero no lloraba por el dolor, sino, rezado para que su hija fuera feliz aunque si madre haya muerto de tan mala manera.
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Nos leemos DEW!!
RanHattori
