El día después
Sirius siempre le había dicho que
era algo maravilloso. Que no se parecía a nada de lo que hubiera
probado o hecho antes.
Pero James Potter nunca se hubiera
imaginado algo como ESTO, porque sinceramente, lo que acababa de
vivir era increíble.
Por momentos pensaba que era un sueño, como
los que tenía todas las noches, siempre tan raros pero a la vez
reales, tan reales que al despertar tenía que acostumbrarse.
Pero
cuando la veía entre sus brazos, desnuda y respirando lentamente, se
daba cuenta de que todo era real.
James pensaba que Lily era
hermosa (y no era el único, para su desgracia).
Pero si era el
único que la había visto durmiendo; suspirando lentamente,
abrazada a él con el cuerpo tibio, dándose calor y con las luces
apagadas, porque la única luz que dominaba esa habitación era la de
la luna.
Con el viento despeinándola levemente, la espalda con
algunas pecas que él había besado algunas horas atrás y de vez en
cuando diciendo algunas palabras.
¿Cómo pueden decir que la
perfección no existe si estaba al lado de él en ese
momento?
Perfecta, esa era tal vez la palabra más aproximada para
describir la noche anterior.
Amor, que sentimiento tan hermoso,
tan brillante… lo llenaba de vida, de optimismo, y eso que la
situación en el mundo mágico iba de mal en peor.
Y James se
sentía egoísta, porque a pesar de todo, nunca había sido más
feliz en su vida. ¿Qué más podía pedir? Lily y el vivían en una
hermosa casa en el valle de Godric, tenía amigos que consideraba sus
hermanos, y en unas semanas empezaba la academia de Aurors.
De
repente, comenzó a llover; y el ruido de la tormenta hizo que Lily
se inquiete. Se dio vuelta, refunfuñó algo ilegible y se escondió
más entre los brazos de su novio.
Y el no desaprovechó la
oportunidad para abrazarla más, para aspirar la esencia de su piel y
rozar su cabello con los labios… Lily era definitivamente su
perdición, su vida.
Era lo único que tenía, teniendo en cuenta
la muerte de sus padres un año atrás. Y en realidad así es como
comenzó todo, con Lily consolándolo una noche solitaria en la sala
común, en la que hablaron por horas… y que terminó en la
madrugada con su primer beso y declaraciones por parte de los dos. Si
había algo que él nunca hubiese imaginado era que Lily Evans, su
amor platónico estaba tan enamorada de él como él de ella.
Y
cuando empezaron a salir James tuvo que lidiar con muchas cosas;
chicas enojadas intentando embrujarlo, chicos celosos mirándolo mal
en los pasillos, celos desmedidos de Sirius (me reemplazaste por
Evans!), pero sinceramente no le importó nada.
Sí, el amor lo
había vuelto despreocupado, tal vez demasiado.
-¿En qué piensas? – preguntó
ella sonriente mirándolo.
James le correspondió la sonrisa y le
besó la frente suavemente.
-En ti. – contestó, resumiendo sus
pensamientos a esas dos palabras (que en realidad, eran las culpables
de todo)
Ella se rio un poco y se sentó en la cama junto a él.
-¿Fue cómo lo imaginabas? – preguntó (no hacía falta aclarar de qué hablaba).
-Mejor – dijo él con la mirada perdida en quién sabe qué. – Y eso que lo imaginé miles de veces…-
-Si, con tus novias semanales – le soltó ella celosa.
-No, Evans. Siempre contigo. Puedes preguntarle a Sirius que soportaba cada noche mis repertorios nocturnos.
-No quiero imaginarme lo que decías – dijo Lily aguantando la risa.
-Estas asociándolo con placer, y lo que yo decía era todo con cariño. -¿Quién entiende a las mujeres? Siempre con sus discursitos de 'solo me quiere porque soy linda y quiere acostarse conmigo…' y una vez que alguien te ama, Lily, no lo reconoces.
Lily se inclinó a besarlo de la manera que solo ella sabía, de la manera que a él le gustaba (lento al principio, intercalando con algunos besos en el cuello y en las mejillas y luego más exagerado)
-Lo siento, me olvido que eres distinto a todos los chicos. Y a veces pienso que estar tanto con Sirius debería haberte contagiado su … 'forma de ver a las chicas'
-Piensas mal. Lo único que me contagió Sirius fue gripe en tercer año.
James la escucha
reírse de sus chistes, como la escuchó hacerlo miles de veces.
No
le importa que sean las no se cuántas horas de la madruga, ni que se
estén congelando, ni que en cualquier momento pueda llegar un Auror
a decirle que alguien cercano a él ha muerto.
No le importa
sentirse cansado ni que Lily le muerda la oreja (y le duele) ni que
Snape exista.
Solo le importa ella. Y a ella le importa él.
