Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.
Necesitaba volver a escribir de ellos dos.
TamaKiri. Universo alterno.
Brote
Mira la píldora en su mano y se pregunta si será suficiente. No muchas personas que hayan tomado el medicamento hablan de ello porque es peligroso, no es la clase de cosas que son parte de una conversación cotidiana pues con revelarlo sólo te pones la soga al cuello.
Sus labios tiritan y su mano no está mejor, intenta convencerse de que quizá sea una locura hacerlo pero al levantar la mirada y ver su reflejo en el espejo encima del lavamanos le hace retractarse de siquiera haber pensado eso.
Siguen creciendo.
Escalofríos corren por su espalda y los vellos de su nuca se erizan, no puede dejar que siga. Aún dudoso agarra el vaso con agua que ha mantenido bajo el grifo y ve la píldora una última vez antes de meterla en su boca y tragarla junto con el agua.
Vuelve a verse en el espejo con temor y frunce el ceño horrorizado, baja la mirada y se encoge de hombros mientras trata de contener el llanto y termina agachándose hasta hacerse un ovillo.
¿Cómo es que ha llegado a este punto?
Sus sentimientos han comenzado a desbordarse y no sería algo particularmente malo sin tan sólo no hubieran empezado a salirse de control. El brote en su espalda ha crecido más de lo que le gustaría admitir: hay ramas e incluso retoños que florecen cada día.
Verse en el espejo es un tormento, está en un constante pánico porque teme que alguien pueda ver el árbol que medra con rapidez desde su corazón y aunque nadie ha confirmado que el resto de las personas puedan ver los tallos tampoco han confirmado lo contrario, así que le es imposible relajarse ante dicha posibilidad.
Es el quinto día que toma la medicina y no está seguro si realmente funciona. No parece que las ramas hayan crecido pero tampoco han desaparecido como hubiera esperado, aunque las flores ya se han secado. Suspira cansado y sale del cuarto de baño para ir a clase.
No puede dejar de verle, en cuanto el muchacho de cabello bermejo entra en su panorama su mirada bruna se dirige a él, por más deslumbrante y doloroso que sea. Observa su figura a lo lejos, su corazón da un vuelco cuando lo ve sonreír y se acelera cuando sus encarnados ojos se encuentran con los suyos; se apresura entonces en desviar la mirada y no sabe si el chico lo ha notado o no, espera que no.
Inesperadamente se dobla de dolor en su asiento y ante la mirada consternada de su compañero se levanta para ir al baño.
Al entrar a los baños de la escuela se asegura de que no haya nadie en los cubículos para ponerle el pestillo a la puerta, sin embargo olvida lo que está haciendo cuando ve su reflejo en el largo espejo de los lavamanos.
Sus ojos se abren de par en par y su rostro se tuerce en un gesto lleno de pavor. Imposible.
Se acerca al espejo, las ramas en su espalda han vuelto a crecer y las flores que creyó marchitas han vuelto a abrirse.
No, no, no.
—¿Senpai? —escucha cuando se abre la puerta, sabe que debe impedir que entre o al menos esconderse mas su cuerpo no responde, sus miradas chocan y siente que le falta el aire —, ¿estás bien?, te vi...
La voz del chico se desvanece y se da cuenta de que su atención su dirige al espejo, puede verlo, puede ver el brote. No sabe qué hacer, ni siquiera es capaz de pensar en cómo explicarle, su mente está bloqueada y no puede inventar una excusa para el actual estado de los tallos en su espalda.
—Kirishima... —advierte cómo algunos retoños florecen de repente y le delatan.
Y abruptamente el pelirrojo se abalanza sobre él.
En un principio no comprende sus acciones hasta que ve la imagen de ambos reflejada y sus mejillas se pintan de rojo al ver que los brotes en la espalda del más joven están floreciendo.
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