La propuesta

Cap. 1

Líos maritales y una salida nada ortodoxa.

Amor y pasión, dos palabras que se escriben distinto y tienen diferente significado, sin embargo en la vida real, son constantemente confundidos y por ende… diversos conflictos amorosos se suscitan. Ya que muchas parejas que creen amarse perdidamente, pierden la cabeza a veces sin saber que no es amor lo que están viviendo, sino una sórdida y detonante pasión.

Cuando jóvenes Kagome y Koga creyeron estar perdidamente enamorados, durante su época de universitarios y pese a la oposición de sus respectivos padres; decidieron hacer caso omiso a sus consejos y terminaron casándose. Cortando de ese modo el brillante futuro profesional que les esperaba por delante. Ya que la excusa de ambos era que no podían esperar para poder estar juntos por el resto de sus vidas y que sus respectivas carreras profesionales podrían pasar a un segundo plano.

Nadie puede negar que los 2 primeros años de matrimonio, fueron maravillosos, puesto que eran la pareja más feliz y enamorada del mundo, pero… en cuanto las deudas y las responsabilidades de sostener un hogar se hicieron presentes… ¡los problemas también!

En una modesta residencia ubicada en los suburbios de Los Ángeles; vivían los Wolf. A pesar de no tener hijos, sus deudas se incrementaban día con día, lo que era causante de diversas discusiones entre los jóvenes esposos.

–Nuevamente estamos atrasados en la cuenta de la luz ¿me puedes explicar por qué? – preguntó una ofuscada esposa.

–Lo siento, es sólo que no he tenido tiempo de ir a pagar.

– ¡¿qué no has tenido tiempo?! ¡¿Cómo demonios no has tenido tiempo?! Si bien puedes hacer los pagos desde, tu costosísimo smart phone, que tanto te insistí que no compraras – su disgusto era más que notorio –. Eres un completo incompetente Koga, en lugar de andar navegando en youtube, viendo estupidez y media, aprovecha la tecnología de aquel aparatejo y haz algo útil en esta vida; como pagar la condenada cuenta de la luz –miró su reloj –. Se me hace tarde para ir a trabajar. Te dejo y espero que a mi regreso no, nos hayan cortado la luz, por tu incompetencia.

–Sí, sí, lo que digas, te prometo que en un rato lo haré.

–Confiaré en ti… una vez más, aunque ya ni sé porqué lo hago.

–Uh, antes que te vayas, te recuerdo que hoy en la noche saldremos, por lo que ponte muy bonita, claro, más de lo que ya eres, no te arregles muy formal, sólo… algo casual ¡sí!

–De acuerdo, prometo que saldré lo antes posible del trabajo, para poder alistarme con tiempo

Se retiró, sin si quiera darle un beso de despedida.

De vuelta por la tarde a su casa; sintió su sangre hervir al darse cuenta que la compañía de luz eléctrica, había realizado el corte correspondiente por falta de pago, por lo que en verdad, deseo cometer uxoricidio; ya que una vez más había tontamente confiado en el incompetente de su esposo y éste le había fallado por enésima vez.

Intentando calmar un poco su fastidio, se dio un baño de agua tibia.

Tuvo que hacerlo a la vieja usanza; calentando agua en una tetera y echándose de a pocos el agua tibia con un jarro.

En vista que no podía hacer uso de su secadora de cabello, se sobó lo mejor que pudo su azabache y ondulado cabello, haciendo que este quedará más rizado y esponjado de lo que realmente era. Cosa que la hacía ver de un modo más natural.

Se maquilló lo mejor que pudo, ya que con la única luz que contaba era con la linterna de su celular, que para su mala suerte se quedó sin batería al par de minutos.

Definitivamente no era para nada el mejor de sus días, pero no le quedaba de otra que poner buena cara al mal tiempo.

Aproximadamente 1 hora después escuchó que la puerta de su domicilio se abrió, por lo que supo en el acto que la razón de sus disgustos, acababa de llegar.

–Kagome ¿ya estás lista? –subió por las escaleras hasta la recamara de ambos –Kagome cariño, ya volví, ¿ya estás lista para irnos?

–Sí, ya casi estoy lista –respondió semi disgustada, desde el interior de la habitación– ¿me puedes explicar, por qué demonios estamos sin luz?

–Uhm, verás –rascándose la cabeza de forma nerviosa–… mi tarjeta de crédito fue rechazada y por ello tuve que hacer el pago en efectivo en la misma compañía, y como fue fuera de horario, me informaron que no, nos repondrían la luz, sino hasta mañana por la tarde.

–No sé porqué te sigo confiando cosas de este tipo a ti, si sé que me vas a terminar defraudando una y otra vez –soltó un profundo y pesado suspiro.

– ¡vamos, no te enojes! Estamos a punto de salir juntos como hace mucho no lo hacemos y este ambiente de pesadumbres no es bueno –palmeó su espalda como si fuera su mejor amigo–. Ya olvídate de los problemas y salgamos a relajarnos un rato ¿sí?

–Qué remedio. Está bien, me olvidaré de todo por un rato e intentaré relajarme.

– ¡esa es la actitud! Ahora date prisa que vamos a llegar tarde y ese lugar se llena rápido sobre todo los viernes por la noche.

– ¿a dónde iremos?

– ¡ah, no seas curiosa que es una sorpresa!

En cuanto llegaron a su destino, ella notó que se trataba de un bar deportivo y era noche de apuestas, ya que ese preciso día jugaban el equipo local, contra su máximo rival.

– ¿me trajiste a un bar?... esto… debe, ser una broma ¿verdad?

– ¿eh? No, no lo es, ¿por qué, no te gusta?

– ¡¿gustarme?! ¡Lo detesto! Apesta a cigarro, hay tipos de toda índole gritando a todo pulmón y… las camareras parecen prostitutas, ¡sus uniformes no les cubre prácticamente nada!

– ¡ay vamos, tampoco es para tanto! Tan sólo es un lugar uhm… un tanto distinto al que sueles frecuentar.

– ¿frecuentar dices? ¿Hace cuanto que no salimos, los dos solos? ¡Hace al menos 1 año! Y… y… ¿decides traerme a un lugar como este?

–Bueno, sino te gusta puedes marcharte, porque lo que es yo, aposté una fuerte cantidad de dinero a nuestro equipo local y no me moveré de este lugar, hasta saber los resultados.

– ¡¿qué hiciste qué?! ¿Es que acaso perdiste la cabeza o tienes aserrín en lugar de cerebro? ¡¿Cómo demonios se te ocurre apostar, estando en los aprietos económicos que estamos?!

–Precisamente por eso lo hice, para poder obtener algo de dinero y poder salir de nuestros múltiples apuros económicos –ofreciéndole una silla para que se siente–. ¿Entonces qué dices? ¿Te quedas o te vas?

–Ya veo que si decido irme, no estarás dispuesto a llevarme ¿verdad? –no podía creer con la clase de idiota que estaba casada.

–Lo siento preciosa, pero si te traje hasta acá, es porque hay algo muy importante que debo decirte, y lo más probables es que termines dando de gritos. Es por ello que prefiero que te quejes y grites a tu antojo todo lo que desees.

–No me irás a salir, con que estás teniendo una aventura ¿o sí?

– ¡desde luego que no!, ¿qué clase de hombre crees que soy? –le hizo señas a la camarera para que los atienda.

–Dime de una buena vez que es aquello que me tienes que decir, entonces –su paciencia se le estaba agotando y sino lo asesinaba, era porqué no quería pudrirse en la cárcel, por culpa de un idiota como su esposo.

–Te lo diré en cuanto la mesera tome nuestros pedidos –ordenó un par de cervezas y unas botanas.

–Déjate de rodeos y dime de una jodida vez, que es aquello que tienes que decirme.

–Ok, aquí va… yo… perdí mi empleo hace un par de meses aproximadamente y…

– ¡¿qué?! –Efectivamente gritó muy fuerte, pero nadie le prestó atención -¿cómo que perdiste tu empleo?, ¿qué fue lo que ocurrió?

–El hijo del jefe, recientemente entró a la compañía y como no está lo suficientemente capacitado, para desplazarlo… pues a mi jefe no se le ocurrió mejor idea que despedirme.

– ¿qué?… pero… eso es injusto. Es decir, tú has dado lo mejor de ti, todos estos años, por lo que no se me hace justo que te despidan así, por así, sin mayor justificación –muy disgustada y con determinación reflejada en la mirada–. Mañana mismo iré a hablar con tu jefe y pedirle que te devuelva tu puesto. Lo que ha hecho contigo es completamente injusto

–No lo hagas por favor, porque sólo empeorarás las cosas.

– ¡pero Koga, no es justo! Tú siempre te has desvivido por esa compañía, y ahora que aparece el hijo del jefe, te desplaza de tu cargo así por así, no se me hace para nada justo.

–Lo que ocurre es… que bueno yo… -la camarera se acercó con los pedidos.

– ¿algo más en que los pueda atender a los señores?

–Con esto está bien por ahora encanto –le guiñó un ojo, en frente de Kagome, a lo que la camarera, lo único que hizo fue sonreírle y retirarse.

–No lo puedo creer de ti, ¡estoy en frente tuyo y te atreves a coquetear con la camarera! En verdad que me decepcionas Koga –tomó un sorbo de su cerveza para enfriar sus caldeados ánimos.

– ¡Ay vamos, no te vas a enojar por una simple guiñada de ojo!… ¿o sí?

–Mejor termina de explicarme el por qué fue que realmente te despidió tu jefe, antes que me enoje más.

–Bueno… la verdad es que me despidió, porqué… él me hizo un exorbitante préstamo y… yo no he cumplido con los pagos del mismo.

–Préstamo para qué o por qué.

–Para pagar la hipoteca de… nuestra casa

–¡¿qué tú hiciste qué?! –está vez gritó tan alto que llamó la atención del sujeto que estaba sentado al lado de ambos, el cual había estado más que atento a la conversación desde un inicio –, ¿estás demente o qué?, ¿por qué lo hiciste? –Tomándolo del cuello de la camiseta que llevaba puesta y zarandeándolo–, dime por qué lo hiciste, ¡¿por qué?!

–Porque quería darte una sorpresa, quería comprar una casa más grande para los dos. Una en la que pudiéramos criar a nuestros hijos en un futuro. Porque vamos a tener hijos ¿no es así?, tú sabes ya pasaron 5 años desde que nos casamos, y es más que lógico que tengamos una familia. Es por ello que pensé que si le pedía un préstamo a mi jefe, me lo podría ir debitando de mi sueldo, pero como las gastos que hemos tenido últimamente, no me permitieron devolverle nada, de lo que me prestó, se cansó y me despidió –Kagome no sabía si llorar o asesinarlo; definitivamente estaba casada con el hombre más estúpido del planeta.

–Y… ¿a cuánto asciende la suma que le debes?

–Un cuarto de millón de dólares.

–Y se puede saber… ¡¿en qué demonios te gastaste todo ese dinero?!

–No me lo he gastado todo, tan sólo una parte. Además me extraña que me preguntes ¿en qué me gasté el dinero?, si fuiste tú misma la que propuso que refaccionemos todas las fallas de nuestra casa, para poder sacarle mejor precio, en cuanto quisiéramos venderla.

–Estoy consciente de ello, pero siempre pensé que estabas usando nuestros ahorros, ya sabes lo que llevamos juntando desde que nos casamos.

–Eh… bueno… en cuanto a nuestros ahorros –dudó en decirle lo que estaba pasando, pero se armó de coraje y se lo soltó de golpe–, los usé hace mucho para pagar unas deudas de juego… de lo cual no te dije nada.

– ¡¿QUÉ?!... de… de… de… debes estar bromeando… ¿no es así?... es decir tú no puedes ser tan estúpido o tan imprudente… ¿o sí?

–Te prometo que recuperaré todo. Verás, hoy le aposté todo lo que me quedaba del préstamo, al equipo local y si gana; ganaré el doble, por lo que confía en mí ¿sí? –sonrió algo nervioso; ya que tenía la leve esperanza que ella lo entendiera.

– ¡ay, maldición! No puedo matarte, porque me iría presa y no puedo divorciarme, porque tendría que mantenerte, por ser yo la que gana más que tú… en verdad, te detesto.

–Pero cariño, ya te dije que si el equipo local gana hoy, recuperaré el dinero y no tendremos problemas de deuda.

– ¿y si pierde? –lo miró con desconfianza.

– ¡eh, bueno…! Si pierde… estaremos perdidos.

–Querrás decir, que estarás perdido, porque sin importar lo que pase, yo no planeo seguir a tu lado.

–Pero acabas de decir que si te divorcias de mí, tendrías que mantenerme, por lo que te estás contradiciendo.

–Le explicaría al juez que vaya a estar a cargo; que me estoy divorciando de ti, para no cometer uxoricidio y que me libere de tu estupidez.

–Uhm… tú realmente pareces odiarme.

– ¿aún lo dudas?

El partido de Baseball en cuestión terminó, a favor del equipo contrario, por lo que…

– ¡te dije que era una estupidez de tu parte apostar todo! ¿Ahora en serio que demonios se supone que haremos? –Kagome realmente estaba furiosa, tanto que daba miedo.

–No lo sé. Intentaré hallar una salida.

– ¡¿así?! ¿Cuál?

En ello el caballero que había estado sentado en la mesa del al lado, se hizo presente.

–Muy buenas noches. Permítanme que me presente, mi nombre es Inuyasha Taisho. Dueño de este establecimiento y empresario. Sin proponérmelo, he escuchado la extensa y alterada conversación que han estado sosteniendo desde su llegada a este, mi bar.

–Usted, disculpe señor Taisho, perdone si mis gritos lo estuvieron molestando todo este tiempo. Realmente no fue mi intención molestarlo.

– ¡oh!, descuide señora… –hizo una pausa al no saber su nombre.

– Wolf; señora Wolf –la jaló hacía sí mismo, de manera celosa –; ella es mi esposa.

–Un placer en conocerlos señor y señora Wolf.

–El placer es todo suyo. Ahora si nos permite, mi esposa y yo estábamos por retirarnos.

– Por favor, no se retiren aún.

–Lamento si le ocasionamos algún problema, trayendo a este lugar nuestros problemas maritales, por lo que por favor acepte nuestras disculpas –contestó una apenada Kagome.

–No hay nada de lo que deban disculparse, por lo que si me permiten unos minutos de su tiempo, podría, explicarles el por qué me presenté ante ustedes –los invitó a sentarse nuevamente y aunque ambos dudaron por un segundo, accedieron a conversar con aquel sujeto.

–Seré breve y conciso. Yo soy un hombre de mundo al que le gusta hacer dinero mediante los negocios, es por ello que les quiero proponer uno a ambos.

–No quiero ser descotes con usted, señor Taisho, pero nosotros no tenemos absolutamente nada que le pueda interesar, ya que si como Ud., dice, escuchó nuestra conversación; sabrá que estamos en la quiebra –se adelantó a contestar Kagome, antes de hacerle perder tiempo a aquel sujeto que se veía era un hombre muy ocupado.

–Por el contrario señora Wolf, hay algo que deseo; que por más que quiera, no puedo obtener en ninguna parte del mundo –la miró fijamente.

– ¿Y eso podría ser…? –preguntó con desconfianza un celoso y protector Koga.

–Su adorable esposa… señor Wolf.

Aquella descabellada insinuación, tomó por sorpresa a los Wolf, ya que por más que sonará extraño; ambos tenían curiosidad por saber ¿qué era exactamente lo que quería aquel millonario sujeto?

–Explíquese mejor señor, ya que para serle sincera, he tenido un día muy largo y no estoy para bromas, ni para resolver acertijos de un hombre rico, como Ud.

–De acuerdo, iré directo al grano. Ud., me gusta señora Wolf –aquella confesión le crispó los nervios a Koga, al punto de perder la compostura y desear golpear a aquel insolente sujeto.

– ¿pero quién demonios se ha creído que es Ud., para venir a decir tal cosa sobre mi esposa? –estaba totalmente fuera de sus cávales, al punto que tuvo que ser sujeto por Kagome para que no se le fuera a golpes al insolente millonario.

–Mantenga la compostura señor Wolf. El apreciar la belleza de su tan distinguida esposa, no es un delito en ninguna parte del mundo, y además yo no he hecho más que ser sincero; por lo que no entiendo su enojo o… ¿es que acaso le he faltado al respeto con mi comentario, señora Wolf? –no le quitó la mirada de encima ni un solo segundo.

–Honestamente no me ha ofendido, señor; pero decirlo en frente de mi esposo, es una completa falta de respeto al mismo.

–Uhm, entonces ¿eso quiere decir que debería decírselo a espaldas del mismo?

– ¡no, eso quiere decir, que ella es mi esposa, y Ud., no tiene ningún derecho a posar sus ojos en ella!

–Según lo que pude oír; ella no está feliz con su matrimonio e incluso le quiere dar fin… ¿o me equivoco, señora Wolf? –aquella pregunta, hizo que ella se ruborice.

–Tiene razón, no estoy satisfecha con mi matrimonio, pero ello no le da derecho a ser irrespetuoso.

–Ya veo; creo que entendí mal –se puso de pie–. En ese caso me disculpo. Es una lástima que haya terminado perdiendo mi tiempo, ya que mi intención era proponerles un trato y ayudarlos a pagar en su totalidad… aquella deuda que cargan sobre sus hombros –en cuanto se puso de pie, fue retenido.

–Espere un momento por favor, y… explíquenos ¿cuál era aquella propuesta que nos quería hacer? –Kagome sabía que se estaba metiendo a la boca del lobo al querer saber, pero si escuchando a aquel sujeto, podía saldar aquella enorme deuda, estaba dispuesta a hacer lo que le fuera posible.

– ¡ah! ¿Planeas escuchar lo que éste sujeto nos quiere proponer? –el enojo en el timbre de voz de Koga, era notorio.

–El no, nos has dicho nada malo, como para que te enojes. Además es gracias a ti que estamos metidos en una gran deuda hasta el cuello, por lo que más vale que te calles y escuches que es lo que tiene que decirnos –con voz autoritaria y firme, había dejado callado a su "aún" esposo.

–Bien, lo que les quiero proponer es simple. Señora Wolf, deseo que me brinde parte de su tiempo, por lo que cada hora que pase… a solas conmigo… le pagaré la suma de $1000.00

Koga no pudo contener su cólera, por lo que tomó a Inuyasha del cuello de aquella costosísima camisa que llevaba puesta y amenazó con golpearlo.

– ¡¿pero qué demonios se ha creído que es mi esposa?! Ella no es ninguna puta, que usted pueda comprar con su maldito dinero –los agentes de seguridad, lo separaron en el acto de su jefe.

–Señor, ¿se encuentra bien?, ¿desea que retire a este sujeto del local? –el guardia en cuestión era intimidante y muy leal a su jefe.

–Tranquilo Ren, estoy bien, por lo que puedes volver a lo tuyo –se retiró lanzándole una amenazante mirada a Koga.

–Señor Wolf –acomodándose el cuello de su camisa–. Yo no recuerdo haber sugerido el querer acostarme con su esposa. Lo que yo le dije es que deseo compartir tiempo con ella.

–Ud., se refiere a algo así como… ¿una dama de compañía… pero… sin sexo? –Kagome preguntó algo desconfiada.

–Mi única intención es poder conocerla y en el trayecto que sea Ud., quien sea mi acompañante a eventos de diferentes índoles –Koga lo miró feo–, que constan de reuniones de negocios o fiestas de alta sociedad.

– ¿y por qué necesitaría a mi esposa para ello?, ¿qué acaso no tiene Ud., esposa o alguna conocida que le haga el favor?

–No soy casado y de haber damas interesadas, las hay. Sin embargo es la compañía de su esposa la que deseo, por lo qué ¿qué me responde señora Wolf, acepta Ud., mi propuesta?

Kagome no sabía que responder , puesto que lo que le proponía era demasiado bueno para ser verdad, ya que $1000.00 la hora era mucho dinero por el simple hecho de acompañarlo a fiestas de lujo o reuniones de negocios.

Algo turbio se debía traer entre manos dicho sujeto, pero, en vista como estaba su situación económica, no le quedó de otra que aceptar.

–De acuerdo, acepto su propuesta –lo miró con determinación y sin el más mínimo rastro de duda en su expresión.

– ¡pero Kagome! ¿Cómo puedes aceptar de buenas a primeras, lo que éste sujeto te propone?

–Simple, él es la única alternativa que hallo para solucionar los problemas económicos en los que nos metiste. Ya que aunque deseo divorciarme de ti, porque estoy harta de tus estupideces… tus deudas, también son mías. Entonces si deseo verme libre de ti, ¡voy a hacer lo que sea para costear mi libertad!

–Descuide señora Wolf; ya que le puedo asegurar que si Ud., sigue mis órdenes, en breve se verá libre de todos sus problemas –miró con indiferencia a Koga–. Incluyendo de su esposo.

– ¡maldito oportunista!, ¿qué demonios es lo que insinúas al decirle ello a mi esposa?

–No insinuó nada. Yo simplemente hablo de la realidad. Ud., la metió en un lío financiero, y yo la voy a sacar del mismo. Ella desea el divorcio, pues bien con mi ayuda lo conseguirá –sonrió con arrogante triunfo.

En casa de los Wolf…

El recorrido de regreso, fue un total tormento. Ya que ninguno de se dirigía la palabra y cada uno parecía sumergido en sus propios pensamientos.

Sin embargo el silencio sería quebrantado y las molestias expuestas, al cruzar el umbral de la entrada de su propio hogar.

– ¡¿se puede saber en qué demonios estabas pensando al aceptar largarte con ese tipo?! –había contenido su furia durante el trayecto de regreso, pero una vez dentro de la privacidad de su hogar soltó todo su fastidio, sobre su "desvergonzada esposa"

– ¡que molesto eres! –Estiró su agarrotado cuerpo por el estrés–, ¿qué acaso no fui lo suficientemente clara? quiero el divorcio y si para ello debo largarme con ese tipo, como tú dices; entonces lo haré. Ya que no pienso seguir atada a un completo inútil y bueno para nada como tú. Ahora déjame en paz y desaparece de mi vista.

– ¡Kagome espera! –La sujetó fuertemente del antebrazo–. No me vas a salir con qué estás dispuesta a ser la prostituta de aquel sujeto, sólo porque podría saldar nuestras deudas –ella le plantó una sonora bofetada sobre el rostro.

– ¡idiota! Yo no seré la puta de nadie –sus palabras fueron teñidas con una profundo sabor amargo–. Lo que haré es precisamente lo que él me solicitó, seré su acompañante, en cuanto condenado evento quiera que me presente y si me llego a acostar con él… ¡será porque yo quiera, no porque me pague!

–Te desconozco –agachó la mirada, de forma afligida–. Tú no eres ni la sombra de la mujer con la que soñé pasar el resto de mi vida.

–Lo mismo digo… tú… ya no eres el mismo hombre del cual me enamoré y es por ello que quiero el divorcio.

Sin decirse más, cada uno se dirigió a diferentes habitaciones. Ella a la conyugal y él al de huéspedes; ya que quedaba más que claro que su matrimonio, no sólo estaba pasando por una severa crisis, sino que estaba a punto de terminarse.

A la mañana siguiente un lujoso auto se hallaba estacionado en la entrada de la residencia de los Wolf y dentro de aquel vehículo, yacía esperando pacientemente un hombre con uniforme de chofer.

Koga fue el primero en notarlo, pero por el fastidio que dicha imagen le representaba, prefirió hacer caso omiso a aquella presencia y continuó con lo suyo.

Mientras estaba preparándose el desayuno, pudo escuchar los apresurados pasos de su esposa, bajando las escaleras. Y al verla llevando un maletín de mano de considerable tamaño, supuso que pasaría algunos días con aquel ricachón que la estaba "comprando"

–Por lo que veo estás ansiosa por servirle de una buena vez a aquel sujeto –le dio un sorbo a su humeante taza de café.

–Me llamó muy temprano para invitarme a tomar desayuno en su mansión y que de ser posible me quedara el fin de semana allá; es por ello que llevo mi equipaje –mientras le hablaba con total soltura de huesos a su aún esposo; se iba retocando el maquillaje en el espejo que se encontraba en el recibidor.

–Si claro… a desayunar. Muy posiblemente tú seas el plato principal, y no sólo del desayuno, sino del almuerzo y hasta de la cena –los celos y cólera lo carcomían.

–Piensa lo que quieras. Ya que si a estas alturas no me conoces, entonces no sé qué sigues haciendo a mi lado. Me voy, nos vemos el lunes en la noche; hasta ese entonces no hagas más estupideces, ni me embarres más con tus deudas.

Al salir del domicilio, su esposo estrelló su casa de café contra la pared, por la furia que lo consumía. A pesar de la desfachatez de su esposa, la amaba con todas sus fuerzas y se sentía miserable por ser tan poco hombre al no ser capaz de impedir que se fuera de su lado, para caer directamente en brazos de aquel despreciable ricachón.

Durante el trayecto Kagome iba concentrada en el paisaje, mientras intentaba disipar sus nervios, ya que no sabía exactamente lo que le esperaba.

En vista que se había levantado muy temprano para alistarse, el sueño se apoderó de ella y terminó por dormirse. Y no fue hasta que llegaron a su destino, cuando el chofer la despertó.

– ¡eh! ¿Don… donde, estoy? –miró extrañada el enorme jardín que rodeaba la magnífica residencia.

–Hemos llegado a la residencia del señor Taisho, señora Wolf –le ofreció la mano, para ayudarla a bajar del vehículo y la guió hasta la imponente entrada de aquel lugar.

– ¡wua!, ¡este lugar es impresionante!, parece un palacio –en cuanto llamó a la puerta estas se abrieron y una amable señora, uniformada con traje de sirvienta, le dio la bienvenida y la guió hasta el comedor principal.

–Mi señor está por venir, por favor espérelo acá –aquella mujer hizo una reverencia y se marchó.

Kagome se sentía como la princesa del cuento de hadas que halla a su príncipe azul y éste la lleva a su castillo y tenían el clásico final feliz, de vivieron felices por siempre.

Sin embargo sabía que era la vida real y que Inuyasha Taisho, no era precisamente un príncipe y ella estaba muy lejos de ser la protagonista de un cuento de hadas.

En lo que observaba al detalle la finísima y maravillosa decoración del lugar, escuchó una voz masculina que ya conocía. Sólo que en esta ocasión sonaba algo disgustado; al parecer estaba discutiendo con alguien… algo relacionado con negocios, ya que escuchaba las palabras inversión, dinero, préstamo y un enérgico… ¡PÁGAME!

Aquella última palabra resonó en todo el ambiente, a tal punto que la hizo saltar de su silla por el susto y deseó marcharse de aquel ostentoso lugar, pero en cuanto se giró para salir huyendo… su chocolate mirada, se cruzó con aquellos penetrantes y seductores ojos color ámbar, los cuales la dejaron sin aliento. No sólo por el bello color de ojos que poseía aquel hombre, sino por la imponente forma en la que la miraba.

–Sea Ud., bienvenida a mi humilde hogar, señora Wolf.

–Gra… gracias… señor Taisho –no sabía muy bien el por qué, pero aquel sujeto la había envuelto en una cautivante atmosfera de la cual no quería huir, sino por el contrario ser prisionera.

–Tome asiento por favor –la ayudó a sentarse nuevamente–. Ordenaré que nos traigan el desayuno en el acto, ya que supongo que debe estar Ud., con hambre ¿no es así?

–En realidad no mucha… ya que estoy acostumbrada a ayunar.

–Y eso ¿por qué? –Tomó asiento frente a ella, para poder contemplarla mientras conversaban.

–Por el simple hecho que debido a que mi trabajo queda a una hora de distancia de mi casa, muchas veces salgo con el tiempo justo y no me doy abasto para hacerme el desayuno.

–Comprendo. Sin embargo es un mal hábito, ya que para poder empezar un buen día con energías es necesario estar bien alimentado.

–Si Ud., lo dice que conversación más banal, viniendo de un sujeto tan imponente e importante como él

–No lo digo yo. Lo dice mi nutricionista que siempre está pataleando conmigo por mis malos hábitos alimenticios. Es por ello que la invité a desayunar… porque odio comer solo.

–Eso quiere decir que Ud., ¿no vive con nadie en este enorme lugar? Es decir, no tiene familia, como esposa e hijos, hermanos o… a sus padres.

–No estoy casado, no tengo hijos y soy huérfano desde hace algunos años atrás.

–Cuan…to, lo siento, ceo que… mi comentario fue algo imprudente.

–En lo absoluto Kagome ¿puedo llamarte por tu nombre verdad? Al menos, cuando estemos a solas ¿no es así? –la pregunta inexplicablemente provocó un sonrojo en ella.

–Des… de… luego… Inuyasha –lo miró con timidez, no entendía que le estaba pasando, pero los nervios se estaban apoderando de ella.

–Te ves realmente adorable cuando te sonrojas –sonrió con encanto, lo que provocó que ella se sonrojara aún más.

Antes de que él pudiera decirla algo más, los sirvientes se hicieron presentes y pusieron sobre la mesa una fuente con fruta fresca en trozos listas para ser comidas, variedad de panes y frente a cada uno de los presentes un plato con lo que parecía ser un huevo frito con papas fritas.

– ¿eh? Disculpa que sea descortés, ¿pero no te parece que es muy temprano para empezar con algo tan pesado como frituras? –él soltó una jocosa risa.

–Perdona, que me haya reído. Pero lo que estás viendo, no es lo que parece. Si te das cuenta, no son papas; son trozos de manzana, y lo que parece huevo es en realidad yogurt natural y medio durazno.

– ¡¿en serio?! ¡Wuau!, que presentación más original–. Usó uno de los tantos cubiertos que habían puestos en la mesa y cortó un trocito de durazno– ¡es cierto!

–Tu inocencia me conmueve, eres tan linda, que llegas a ser adorable –sonrió dulcemente, sorprendió a los sirvientes que estaban presentes.

–Lo siento, creo que me estoy comportando de una manera inmadura. –agachó la mirada apenada.

– ¿inmadura dices? Demostrar tu verdadera personalidad, no te hace inmadura.

–Gracias por decir ello –se puso algo nostálgica–. Por lo general, la gente con la que trato me dice que a mis 25 años, debería compórtame con mayor recato y ser más sensata al hablar y no comportarme como una niña tonta. Es por ello que constantemente me esfuerzo por disimular mi verdadera personalidad y sólo me muestro tal y como realmente soy frente a mis amigas y esposo, ya que incluso mi familia me increpa que no he madurado –una traicionera lágrima rodó por su mejilla–. Lo siento… no sé que me pasó.

Inuyasha la miraba con más embeleso que en un inicio.

–Lo que ocurre es que acabas de liberar tus emociones contenidas y es por ello que te pusiste así. Cuando alguien guarda por mucho tiempo lo que realmente siente, los sentimientos afloran por si solos, pero sabes ¿te admiro?

– ¿me admiras?... ¿por qué?

–Porque eres capaz de expresar lo que sientes con las personas que más confías, y con lo que acaba de ocurrir, me has demostrado que yo te inspiro confianza y no miedo, que es lo que usualmente inspiro.

– ¿uh? Debo de confesarte que me atemorizaste cuando estuviste gritando antes de venir acá, pero desde que cruzamos palabra, me sentí muy segura a tu lado, bueno… algo nerviosa en un principio, pero segura.

– ¿y se puede saber por qué te puse nerviosa?

–Porque no sabía cómo tratar a alguien como tú.

–Y según tú, ¿qué clase de persona soy?

– ¡no es obvio!, un hombre de negocios y de mucho mundo. Alguien muy importante al cual todos respetan y veneran

–Uhm, así que de ese modo es como me ven los demás –bebió de su jugo de naranja–. Que interesante concepción. Pero en realidad no soy lo que aparento.

– ¡ah, no!... ¿entonces, como eres?

–Alguien muy solitario, que a pesar de tener al mundo a sus pies, no tiene con quien ser feliz –le dedicó una mirada mezclada con nostalgia y soberbia–. Y es por ello que te propuse lo que te propuse.

–No comprendo

–Me he pasado los últimos años de mi vida apelmazando la fortuna que me dejaron mis padres, pero por más negocios importantes que cierro; gente de mundo que conozco y dinero que hago. Absolutamente nada de ello, llena el vacío que hay en mi corazón –se llevó una mano al pecho–. Ella dejó un vacio tan grande en mi vida, que ni toda la riqueza del mundo lo puede llenar.

– ¿ella?, ¿a quién te refieres?

–A mi difunta esposa.

–Yo… lo siento tanto. Debe haber sido algo muy duro para ti.

–Lo fue y lo sigue siendo. Hace un año que la perdí y fue desde ese entonces que comprendí que el dinero no lo puede comprar todo en el mundo.

–No hay que ser millonario, para saber ello –arqueó una ceja de manera sarcástica.

–Supongo que tú lo sabe, porque siempre has tenido apuros económicos, pero alguien como yo que nació en cuna de oro, jamás comprendió ello, hasta que la perdí.

–Es una lastimas que ni con toda tu fortuna la pudieras revivir, ya que si estuviera en tus manos ¿lo harías verdad?

–Si estuviera en mis manos, me iría al otro mundo junto con ella, ya que honestamente estoy aburrido de este tipo de vida. Cada vez que me aferro a alguien lo termino perdiendo, es por ello que juré que nunca más permitiría que me suceda. Sin embargo fallé, porque te conocí.

– ¿a qué te refieres?

–Me gustas Kagome y te quiero para mí.

– ¡ah! ¡¿Acaso crees que soy un objeto en venta o un potencial negocio?! No te equivoques conmigo Inuyasha. Si acepté tu proposición, fue porque deseo verme libre del inútil de mi esposo divorciándome de él y sin deudas que me aten, pero de ahí a que me vislumbres con tus millones o tu atractivo aspecto… ¡estás muy equivocado! –Él sonrió con gracia–. ¿me parece o te estás burlando de lo que digo?

–En lo absoluto; por el contrario me estás gustando aún más. Ya que me estás dando la razón, al darme cuenta que no me equivoqué contigo. No sólo eres hermosa, dulce y decidida, sino que también tienes carácter y eso me gusta mucho. Por lo que piénsalo Kagome; tú podrías ser la nueva señora Taisho y no tener que volver a pasar carencias por el resto de tu vida.

–No pasaría carencias económicas, pero si emocionales y eso es lo que más me importa en este mundo. Prefiero morirme de hambre, antes que compartir mi vida con alguien por quien no siento nada.

–Eso lo dices porque no me conoces, pero luego de un tiempo cuando sepas todo de mí, estoy seguro que me corresponderás.

–Que arrogante eres –terminó a toda prisa su desayuno y se levantó de la mesa, dispuesta a marcharse; poco o nada le importaba el dinero que él le había ofrecido por permanecer tiempo a su lado.

Justo cuando ya había terminado de desayunar y estaba lista para irse. Un sirviente con atuendo de vaquero se acercó a Inuyasha y le dijo que Bronco ya estaba listo para conocer a la visita. Cosa que la intrigó, ya que aparentemente ella era la visita, pero ¿quién era Bronco? ¡¿Acaso Inuyasha era un pervertido sexual y había planeado hacerle algo raro?! (Aquel pensamiento recorrió su mente)

–Me acompañarías al jardín, hay alguien que desea conocerte –le extendió la mano para guiarla.

– ¿qué estás tramando?

–Sólo presentarte a mi adorado hijo.

– ¡ah! Pero tú dijiste que no tenías familia, eso quiere decir que me mentiste, sólo para que te tuviera lastima. Además ya estaba por retirarme.

–No te voy a retener en contra de tu voluntad, pero antes de que te marches, por favor me gustaría que lo conozcas. Bronco es mi hijo adoptivo; él es…, un poco diferente de lo que puedas imaginar, y le encantan las visitas. Por lo que por favor, sólo conócelo y luego le pediré a mi chofer que te lleve hasta tu casa.

–Está bien, sino queda de otra conoceré a tu… hijo –hizo un puchero.

–No hagas eso.

– ¿hacer qué?

–Pucheros.

– ¿por qué no?

–Porque te ves aún más linda y me dan ganas de no dejarte ir nunca –sostuvo con mayor fuerza su mano, de manera demandante, absorbente, pero a su vez protectora.

En cuanto se hallaron el jardín Kagome se quedó estupefacta con la dimensiones del mismo. Fácilmente podían cabe campos de football americano y aún así seguiriá sobrando espacio.

– ¡wuau! Este lugar es aún más grande que toda tu casa. ¡Esto no es un jardín, es una hacienda!

–En realidad es un pastizal, diseñado especialmente para Bronco.

– ¿ah? Para tu hijo adoptivo… ¿qué es él?

–Ahora lo sabrás –dio un fuerte y particular silbido y de pronto un enorme toro de liria, color negro, fue corriendo hasta su encuentro, lamiéndole todo el rostro y poniéndose panza para arriba.

–Es… es… ¡UN TORO! ¡¿Tienes por mascota a un animal así?!... pero… ¿no es peligroso o ilegal?

–Ninguna de las dos cosas. Los toros de liria, son igual de dóciles y fieles que cualquier perro, y no son ilegales, si es que tienes todos los papeles en regla. Pero vamos, deja de mirarlo como bicho raro y acércate. Mi capataz lo bañó está mañana y lo peinó, para que pudieras acariciarlo y jugar con él.

– ¿jugar dices?, ¿puedo… jugar con él?

El enorme animal, rodó sobre sí mismo, y la miró fijamente, luego acercó su rostro al de ella y se lo lamió. Luego acomodó su cabeza entre las piernas de ella y bramó.

– ¿qué… qué… es lo que quiere, por qué hace eso?

–Quiere que lo acaricies. Él suele ser muy mimoso y le encanta sentirse querido. La que siempre lo acariciaba y jugaba con él era Kikyo, pero desde que ella murió… no le había pedido cariño a nadie más. Ni siquiera a sus cuidadores, por lo que… mi teoría es cierta, tú eres la mujer indicada para nosotros.

– ¡¿ah?! ¡¿De qué rayos estás hablando?! No me vas a salir de nuevo con que quieres que yo sea la sucesora de tu difunta esposa. Porque ve sabiendo que nadie reemplaza a nadie. Puede que yo tenga las mismas cualidades de ella o seamos similares, no lo sé, pero yo… jamás podría reemplazarla, porque ella, fue ella y yo, soy yo.

–Lo sé, estoy consciente de ello, pero eso no evita que me sienta irremediablemente atraído hacía a ti.

–No comprendo cómo puedes decir ello si apenas me conoces hace unas horas.

–Juguemos un rato con Bronco y luego te explicaré el por qué, de una manera más grafica.

A pesar que no se lo esperaba, se divirtió mucho en compañía de Inuyasha y su "hijo adoptivo" nunca se imaginó que un hombre de negocios podía ser tan relajado y divertido.

Pasar el rato con él fue como jugar con un niño o con alguien que en verdad la comprendía y la dejaba ser ella misma –¡eso era!– él no tenía problemas en mostrarse como era en verdad, así como tampoco le molestaba que ella fuera como solía ser.

Realmente se sentía a gusto en aquel lugar y hasta se sentía culpable por aceptar su dinero una vez que su estadía terminará, pero, un trato era un trato y en verdad necesitaba el dinero con urgencia.

En cuanto terminó de bañarse en el relajante y espacioso jacuzzi de la habitación que Inuyasha le había proporcionado. Se reunió con él en su despacho.

Él le había pedido que se reunieran en privado, para explicarle el por qué estaba seguro de que ella era la perfecta candidata a ocupar el vació lugar de su difunta esposa, y en cuanto ingresó al despachó lo entendió perfectamente.

Al fondo de aquella enorme habitación se hallaba Inuyasha, sentado cómodamente en un sillón y encima en la pared, por sobre su cabeza se hallaba colgada una fotografía tamaño real, del día de su boda.

– ¡no puede ser! Somos como dos gotas de agua –refiriéndose a la mujer que aparecía en la fotografía–. Es como si ella hubiera sido mi hermana gemela perdida o algo así.

–Lo sé, es por ello que en cuanto te vi, fue como si el universo me estuviese dando una segunda oportunidad y por ello me aventuré a proponerte que nos conociéramos.

–Bueno tu propuesta fue un poco más que sólo conocernos, pero entiendo tu punto. Puedo preguntarte… ¿cómo fue que ella murió? Quiero decir, si no te molesta.

–Lo haré con una condición.

– ¿cuál?

–Que te quedes por lo que resta del fin de semana, como era el plan originalmente.

–De acuerdo, lo haré, pero no porque me lo estés pidiendo, sino porqué…

–A más horas pases a mi lado, más dinero te daré –sonrió con naturalidad.

– ¡no, esa no es la razón!... me quedaré, porque… me doy cuenta que te sientes solo –desvió la mirada, para que no la viera sonrojada.

–Definitivamente, tienes cautivo mi corazón. Cada segundo que pasa me gustas más.

– ¡ya deja de decir eso! Nadie se puede enamorar de nadie en un solo día

–Nosotros sí –señaló la foto que yacía encima de él.

– ¡¿lo dices en serio?!... entonces eso quiere decir que lo de ustedes, ¿fue amor a primera vista?

–No. Lo nuestro fue amor a primera conversación.

– ¿cómo pudo ser ello?

–Ella trabajaba en el mismo bar, donde te conocí anoche; aquel lugar estaba en la casi quiebra, y el dueño del mismo, me contactó para que lo ayudara financieramente.

Trabajé arduamente e interactué con el personal, durante 2 semanas seguidas. Y cuando realizamos una fiesta de reapertura; ella y yo nos sentamos a conversar, y aunque se suponía que yo debería estar al tanto del funcionamiento del bar, dejé todo de lado y permanecí a su lado hasta que el bar cerró por la madrugada.

Ese mismo día por la noche la invité a salir y le pedí que fuera mi novia; nada de esas boberías de salir e irnos conociendo. No, yo fui directo al grano, sabía que me había enamorado de ella y presentía que ella sentía algo por mí y fue por ello que quería formalizar lo que sentíamos. Obviamente ella aceptó y a los 40 días de noviazgo nos casamos.

– ¡wuo! Eso fue rápido. En mi caso anduve de novia con Koga por 2 años y nos casamos, porque queríamos estar juntos y no seguir esperando… a pesar que nuestras familias se opusieron –desvió la mirada–. Aunque para serte sincera, desearía haberlos escuchado, ya que tardíamente descubrí que lo que me unía a Koga no era amor, sino pasión. Esa impulsividad de estar a su lado a toda hora y vivir de manera despreocupada, fue lo que llevó al fracaso mi matrimonio.

–Una relación es de dos, por lo que si las cosas no funcionaron, fue porqué ambos fallaron.

–Sí, tienes razón, y sinceramente hace más de 1 año que quiero divorciarme, pero sino lo he hecho, es por lastima.

Yo sé que él aún me ama, pero… luego de 5 años de posponer mis sueños me he vuelto egoísta. Quiero ser libre de seguir mis objetivos y alcanzar mis metas y siento que con él a mi lado, no voy a llegar a ningún lado, pero tampoco puedo romperle el corazón por mi egoísmo.

–No quieres romperle el corazón, sin embargo anoche se lo partiste sin ninguna piedad.

–Lo sé, sé que he sido una desconsiderada, pero esto lo vengo pensando hace mucho y ayer estallé. Es por eso que se oponga o no, le pediré el divorcio.

–Mejor para mí, ya que así tendré chance de conquistarte.

– ¡pero qué dices! Aún no me divorcio y tú ya quieres cortejarme.

–No quiero, lo estoy haciendo. Porque quieras o no, terminarás aceptándome.

–Sí que eres persistente, pero no te la pondré fácil. Si quieres llegar a mí, deberás dejarme conocerte a fondo y recién ahí, veré si te doy una oportunidad o no.

Ahora si me disculpas ha sido un largo día y deseo descansar.

–De acuerdo, mañana seguiremos conociéndonos.