Time between times—

Atrapado en una caja de cristal, brillantes colores y luces diáfanas, daba vueltas y vueltas en una sinfonía infinita, imposible detenerse aún cuando sus pies se desangrasen y cada músculo de sus brazos y espalda se ahogasen en dolencias. Él estaba destinado a existir.

Aunque cerrase los ojos, era capaz de ver sus alrededores, aunque intentase opacar la música de sus oídos con ayuda de sus manos; era inútil. Las tonadas embelesadoras la alcanzaban profundo desde un lugar recóndito en su alma, un recoveco de su corazón ardía en anhelo aunque estuviese cansado, tan cansado.

Ruido. El ruido era constante, repetitivo y le arrullaba. El continuo repique de las gotas de agua sobre el pavimento le envolvían en cariño como la caricia de un amante y le abandonaban como el frío del firmamento horas antes del amanecer.

Yunho deambulaba despacio por el estacionamiento, camino a su auto; con ayuda de una toalla olvidada en el asiento trasero, alejó los restos de humedad de su cabello y encendió la calefacción para evitarse pesares.

Descansó las manos sobre el volante y un escalofrío le recorrió la espalda, erizándole la piel, vestigios de sus sueños, alucinaciones y pesadillas todavía sobrevolaban debajo de sus párpados. Se estaba volviendo loco.

Viendo siluetas en rincones imposibles, escuchando silencios; desdibujaba líneas intangibles bajo las yemas de sus dedos y por segundos creía ser capaz de alcanzar aquello que le llamaba, que clamaba su alma y dictaba los deseos de su corazón. Él nunca cesaba de buscar. Y pronto sería capaz de encontrarle. ¿Verdad?

Podía verle sonreír, detrás del cristal, con ojos brillantes y piel tersa, sonreía corto, diminuto, endulzado y le hacía olvidar el cómo respirar; si tan solo fuese posible para Yunho el alcanzarle. El estrecharle entre sus brazos y nunca dejarle ir.

Desaparecer en las arenas del tiempo y esparcirse infinitos en el viento.

El despertar era siempre una desilusión, la capa de sudor que le cubría era sofocante y el aire viciado le nublaba los sentidos.

Salía como cada noche a recorrer las interminables calles y recovecos capaces de alcanzar bajo sus pies y divagaba paciente y oscilante, siendo guiado por los reflejos de Luna que llovían en destellos por sobre su cabeza.

Mientras él le contemplaba bajo la lluvia, la neblina se acumulaba a su alrededor y engañaba ojos inocentes; él esperaba y esperaba; esperaba donde el tiempo no esperaba por nadie, en su existencia solitaria Changmin esperaba a ser encontrado una vez más.

¿No estás cansado? Atrapado en esta diminuta caja. ¿No es difícil este mundo aplastante con sus olas ondulantes?

La primavera revolotea a nuestro alrededor mientras yo sostengo tus figura cubierta en nieve.

Fría y distante. Carente de vida.

Vive para mi.

Si somos solo nosotros dos en el mundo, ¿bailarías para mi?