Sentía a cada segundo el movimiento de las agujas del reloj colgado en la pared del salón. Desesperante, necesitaba distraer la mente de alguna manera ahora que Vegeta se había llevado al pequeño Trunks a entrenar para convertirlo en un digno guerrero. Se dejó caer en el sofá abatida, más por la pesadez del aburrimiento que por el mismo cansancio y, tras elegir entre un gran elenco, se dispuso a ver una película. Las imágenes iban pasando entre absurdos chascarrillos más apropiados para críos que para adultos, pero lo último que necesitaba la de azulados cabellos era un filme enrevesado que terminase por dormirla.
"Creo que será mejor que me dé una ducha mientras vienen éstos...". Se levantó zigzagueando del sofá, rascándose un ojo mientras apagaba la tele con el mando en su otra mano y se dirigió al baño caminando de tal forma que la suela de las zapatillas rozaban el suelo. Tras despejarse con la ducha y cerrar el grifo escuchó la tele de fondo. Sabiendo con certeza que la había apagado previamente dedujo que el pequeñín de la casa había vuelto.
—¡Trunks! ¡Ve preparándote que te toca bañarte! ¡No querrás ir sucio después de entrenar!—
Ninguna respuesta, por lo que volvió a llamar su hijo alzando algo la voz. De nuevo, nada. Algo molesta se envolvió una toalla al cuerpo y, apenas tras agarrar el picaporte de la puerta escuchó al otro lado cómo picaban a la misma con los nudillos.
—Pasa, cariño, voy tapada— dijo ella, pensando que su nene quería usar antes el servicio. Le abrió la puerta con una sonrisa, sonrisa que lentamente se fue esfumando en ver a otro saiyan, Goku.
—Bulma...— Su tono era frío, distante y seco, algo no iba bien. Dejó la puerta abierta de par en par y miró al hombre preocupada, ladeando levemente la cabeza examinándolo de arriba a abajo.
—¿Ocurre algo, Goku? ¿Por qué traes esa cara de circunstancia?— quiso saber mientras colocaba una mano en el hombro del chico de cabellos alborotados—. Ya debe de ser grave para que hayas aprendido a llamar a la puerta —rió intentando rebajarle peso a la situación.
El del anaranjado uniforme dio unos pasos en dirección a Bulma, acercándose tan excesivamente que ésta tuvo que retroceder hasta chocar con la mampara de la ducha. No entendía lo que estaba pasando, aquel no era el Goku de siempre. Su forma de actuar, su brusquedad... podía ser un bruto a veces, sí, pero no de la forma en que lo estaba siendo.
—¿Qué...?—Las palabras no lograban salir de los labios de la peliazul. Goku agarró la cara de Bulma a la altura de las mejillas con una de sus manos, alzándole lentamente la barbilla y contemplando su expresión de asombro. Entonces ató cabos: Vegeta y Trunks fuera de escena, la actitud extraña de Goku, la proximidad de sus cuerpos y tan sólo una toalla cubriéndola...
—¡Pero cómo te atrev...! —Su primer instinto fue abofetearle, mas el saiyan agarró su muñeca antes del impacto. Éste miró su mano de reojo, esbozando una sonrisa ladina para después volver a posar los ojos en los de Bulma. Se podía palpar la incredulidad en ellos, de hecho estaba temblando de los nervios por lo que acontecía.
—Estás casado... —le recordó con un tintineo de voz a punto de quebrarse en un intento de hacer retroceder a su amigo.
—Eso no interfiere en mis planes —contestó él recobrando el rostro serio con el que había entrado, soltándole el brazo—. Oh, ¿es que acaso pensabas...?
Ambos fruncieron el ceño mirándose pero sólo uno de ellos echó a reír.
—Vístete, te espero en el salón.
Aún con un mar de dudas en su cabeza, Bulma salió del baño con una mano en el pecho poco después de que lo hiciese el hombre. Fue presta a su habitación a ponerse un nuevo pijama limpio y, armándose de valor, volvió al salón. Al llegar vio cómo se desconectaba de nuevo el televisor y cómo el mando del mismo era echado sobre el sofá con desdén.
—¿Unas últimas palabras? —Los celestes ojos de Bulma parecían querer separarse de su cara. Aquella frase hacía eco en su cabeza y retumbaba en todas las regiones de su cerebro. ¿Aquello era real? ¿Realmente era así como acababa todo? ¿En manos de aquel chico que conoció cuando no levantaba dos palmos del suelo? ¿Cómo habían llegado a ese punto? Ni siquiera recordaba que estuviesen enfrentados, ¿tenía algo que ver acaso con la rivalidad entre su pareja y él? Y de ser así, ¿ella tenía que verse afectada?
—¿Por qué? ¿Por qué haces esto?... ¿Eres realmente tú, Goku?
Una sonrisa siniestra se formó en sus labios, una como no había visto hasta entonces, ni siquiera en el antiguo Vegeta.
—Siempre lo he sido —sentenció con una pizca de aire de diversión en sus palabras.
Volvió a acercarse a ella, igual de amenazante pero más rápidamente que la vez anterior. Bulma intentó defenderse en vano, lanzándole algunos golpes en la cara que ni siquiera lograron inmutar al guerrero. Con el puño de la mujer en su rostro, Goku liberó energía en similar a una ráfaga huracanada de aire, haciendo que la humana cayese al suelo tras chocar contra la pared al igual que ocurrió con el sofá y varios muebles.
—Pero puedes llamarme Kakarot en tus últimos segundos de vida.
—¡Respóndeme! ¡¿Por qué haces esto?! ¡¿Por qué a nosotros?! ¡¿Por qué a mí?!
No lograba concebir la idea de morir a manos de su amigo. De haber pertenecido a la misma raza que él, con tanta ira en su interior seguramente hubiese logrado el estado de súper guerrero, pero en lugar de ello seguía siendo una frágil humana, hecho que en aquel momento maldecía.
—Por los viejos tiempos. Por grabar en mi memoria los gritos de alguien que confiaba en ti mientras muere en tus manos, como aquel pobre viejo, aplastado como un insecto... momentos así no tienen precio... Sin embargo te transforman, te vuelven más fuerte, de una forma incalculable.
Bulma recordó la historia del abuelo Gohan, fallecido por el ataque del gran Ozharu en el que se convirtió el niño que adoptó. Sin embargo, siempre pensó que fue un accidente, al menos eso era lo que el antiguo Goku le contó.
—¿Significa eso...?
Extendió el brazo derecho hacia la desvalida y cargó su ataque final.
—Sí. Era consciente, al igual que cuando me transformé en aquel desierto e intenté acabar con vosotros. Pero me lo replanteé, me resultaba más divertido manteneros con vida. Así es, sólo habéis sido marionetas en mi juego de poder —dijo destapando su gran mentira tras tantos años oculta, acercándolo con aquella revelación más a la bestia que al hombre.
Escucharon la puerta abrirse. Tras ella se encontraba el pequeño Trunks, quien en ver la escena voló instantáneamente hacia Goku tras convertirse en súper saiyan, golpeando su brazo con una patada en pos de desviar la ráfaga. Su enemigo reservó su energía volviendo a almacenarla en su cuerpo y, con el codo de su brazo izquierdo golpeó al niño en el pecho, haciendo que cayese contra el suelo. Acto seguido agarró al joven del cuello de la camiseta y lo alzó hasta tenerlo a la altura de sus ojos.
—¡Trunks! ¡Suéltale! —ordenó la madre del pequeño, sin éxito.
—No ha sido un mal intento, renacuajo, pero no podrías hacerme frente ni en tus mejores líneas temporales —presumió recordando cómo detuvo con la misma facilidad el filo de la espada del Trunks del futuro en su primer encuentro.
Bulma corrió entonces a por él y, aún sabiéndose incapaz de poder detenerle, intentó con todas sus fuerzas liberar a su niño de las garras de aquel tirano traidor que sólo la miraba con aquella sonrisa superior y burlona. Supo entonces que sólo le quedaba una esperanza y que, a pesar de no estar cien por cien segura de cómo podían acabar las cosas, no quedaba otra opción. Gritó el nombre del que esperaba fuese su salvador, esperando que su voz llegase hasta él y no se hubiese encerrado en su cámara de gravedad aumentada.
—¡Vegetaaaa!
Nota: ¿What? ¿Pero qué le pasa a Goku? Y no, no es Black ni Turles al parecer... Qué extraño. Hasta aquí la historia en común, a partir de aquí habrá distintos finales que tengo más o menos pensados. No olvidéis dejar vuestras reviews ^^ (?)
Nota 2: Queridísima Sole Cheney, amiguita del alma mía (?) en honor a ti uno de los finales lo escribiré acorde con cómo crees que continúa esta historia. No olvidéis pasar por su perfil, lectores, no os arrepentiréis.
