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¡Quiero Devorarte!
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Advertencia: Este fic contiene escenas Gore y contenido adulto (No soy buena con el gore así que puedo asegurar que no se espantaran), lean con cuidado.
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En un Edo invadido por los amantos, con samuráis despojados de sus espadas, miles de años pasando desde esa inminente conquista. Las guerras del pasado, la convivencia entre especies, con conflictos que persisten pero de una forma más pacífica y justa posible.
Recordando esa transición como un pasado caótico y de desespero –Durante la majestuosa Época de los Tokugawa-, en la actualidad, tanto amantos como humanos se vuelven a encontrar sumidos en un conflicto. Aunque esta especie de paralelismo es más destructiva y afecta a ambas partes por igual.
En pleno siglo XXI, un agónico y desfallecido amanto llego a la tierra, muriendo en medio de la estación de Tokio, la actual Edo. El virus que lo llevo a su ultimo descanso se expandió por la tierra y las muertes comenzaron a ser un número que aumentaba con las horas. Tokio se convirtió, rápidamente, en un sitio desolado.
Las leyendas de samuráis combatiendo con sus espadas contra esas bestias intergalácticas quedaron empequeñecidas con la nueva devastación que los asolaba.
Traspasándose a través de la sangre, transformando a humanos y amantos en criaturas con nulo raciocinio, volviéndolos seres desalmados y sedientos de sangre.
Obligando, a los sobrevivientes, a matar a sus seres queridos en una cruenta agonía.
¿Qué podía ser peor que ello?
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― ¡Kagura!― el llamado de Shinpachi la detuvo en medio de los pasillos esterilizados del centro infectologico de la ciudad de Tokio, uno de los pocos que aún seguían permaneciendo inmunes a toda infección
― ¿Qué ocurre, Shinpachi?―pregunto con su banana a medio comer.
El chico se acercó a ella respirando agitadamente, la había estado buscando por todos lados. Recuperando el aire, sus ojos color café, rápidamente se centraron en las heridas sangrantes de sus brazos. Las vendas desgastadas cubrían las mordidas manchándose con el color escarlata de la sangre.
― ¿Sigues empecinada en continuar con tu investigación?―pregunto retomando el paso tranquilo al lado de su compañera.
― Claro que sí. Las muestras aun no dan positivo con los antídotos que creo el laboratorio―suspiro con cansancio, a veces se molestaba por sus fallos― ¿Tae está bien?―pregunto cambiando un poco el tema.
― Si, está bastante bien―sus ojos demostraban más que preocupación. Ella insistió en que sea sincero― Esta angustiada, Kondo aún no ha aparecido y teme que le haya pasado algo grave― explico con tristeza.
Kagura quedo en silencio. Shinpachi y ella eran amigos desde la secundaria, y compartían muchas amistades entre ellos. Con esa infección poco se podía saber, la muerte de gran parte de sus conocidos comenzó a elevarse. No era como si el virus asesinara a toda la población. Para desgracia de muchos, las víctimas eran trasladadas a un infierno mucho peor. Convirtiéndolos en seres poco elocuentes, una especie de bestias hambrientas deseosas de sangre, incapaces de poder mantener la razón por más de un tiempo escaso. La plaga terminaba obligando a las fuerzas armadas a exterminarlos, y a sus familiares a honrarlos en el recuerdo de un pasado dichoso.
Dependiendo del humano o la raza alienígena, el cuerpo peleaba insistentemente contra la plaga. Algunos se convertían en criaturas sanguinarias con tan solo un par de semanas, otros duraban meses antes de perder completamente la razón.
¿En que se convertían? En el medioevo se les diría Vampiros, pero en la actualidad eran humanos/amantos contagiados por el virus Stoker.
Kagura dejo de meditar en las complicaciones del virus, su inicio y su desarrollo dentro del planeta tierra. Los ojos de su amigo comenzaban a aguarse producto de la incertidumbre en la que vivían.
― Seguramente esta en algún árbol buscando bananas― bromeo sacando esa tensión pesada sobre sus espaldas.
El chico de gafas rio por su comentario y trato de seguir positivo ante la adversidad, después de todo, su amiga estaba en una peor instancia de su vida.
― ¿Qué hay de Kamui?― volvió a cambiar el tema.
― Todo bien―suspiro aliviada― Cada vez que vuelve a la tierra, aparece infectado con ese virus―se quejó por ser la encargada de tener que curarlo― Somos Yatos, nuestra sangre es más fuerte. El virus poco nos hace, gracias a la rapidez que tenemos en curarnos. Nuestras defensas aminoran los efectos de las drogas nocivas y consigue que lleguemos a salvo hasta nuestra cura― recordó con su dedo levantado, mientras volvía a darle otro mordisco a su fruta.
Shinpachi rio al ver la gran brecha entre el cuerpo evolucionado de los Yato y su insignificante humanidad.
― ¿Qué me dices de Nobume?―recordó la última vez que la vio, cinco años atrás cuando el virus se desato completamente.
― Esta bastante bien―aseguro tranquila― Kamui me dijo que está embarazada. Estoy segura que ahora menos querrá dejarla venir. Al ser una humana la vuelve en un blanco fácil para lo que es la plaga, desde luego, sin contar su estado de vulnerabilidad― explico apuntando algunos detalles de su investigación que se le venían a la cabeza.
― Supongo que los humanos somos unos debiluchos―rio apenado. Kagura no respondió a su comentario, se centró más en su libreta que en seguir su charla casual― Es por eso que te esfuerzas, ¿No?―su pregunta la atrajo completamente. La pelirroja lo observo con su cara neutral, tratando de ocultar su desesperación― Te sientes culpable ¿Cierto?―
― Si―acepto llegando a una puerta cifrada con código― Yo lo mande a su propio calvario―
Mecánicamente la puerta se abrió dejando pasar a sus dos nuevas visitas. Un sitio esterilizado, frívolo, con herramientas a los costados y cientos de pruebas en pequeños refrigeradores. Kagura tiro la cascara de su fruta en un cesto y camino tranquilamente hasta el cuerpo encadenado de un sujeto.
Su cabello largo, cubría sus ojos sin vida. El rojizo de sus orbes brilló entre las hebras de su flequillo desparramado. El hilo de sangre que se derramaba de su boca lo hacían ver como una verdadera bestia.
― Sabes que tengo un plazo para recuperarlo― se acercó a su cuerpo y abrió su boca para inspeccionarlo. Sus colmillos resplandecieron con manchas rojas de sangre― No tengo tiempo― se lamentó― De lo contrario…― mordió su uña con cuidado.
― Terminara encerrado en la pocilga del subsuelo―completo Shinpachi.
― Me temo que eso suena a un hermoso final―negó tranquila― Su entrenamiento lo transforman en una criatura sumamente peligrosa, si no lo regreso en el plazo acordado, será ejecutado a plena luz del sol―
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Después del casi exterminio de una raza de amantos, el único sobreviviente traspaso los confines del universo para terminar muriendo en el planeta azul de la vía láctea, esparciendo así su legado. Con las heridas que tenía, ese alíen, sabía que pocas horas le quedaban. Así que, antes de dar su último aliento, reavivaría las células semimuertas que su cuerpo albergaba.
La tierra fue un destino azaroso.
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Kagura estaba metida en medio de sus propias divagaciones. A su espalda, Sougo estaba dormido, las cadenas lo mantenían en suspensión, mientras su cuerpo colgaba lánguido sobre las correas.
Sonriendo con tranquilidad al verlo, giro su cuerpo para enfrentar su principal problema. Encontrar la fórmula de una nueva droga.
Sus ojos comenzaron a cansarse con el correr de las horas. El café poco podía hacer cuando llegaba a esas instancias. Kagura estaba llegando a un límite y su fatigado cuerpo pedía clemencia. Fue cuestión de segundos para que su cerebro la lleve a ese estado inconsciente y relajado. Sumida en un sueño profundo, la pelirroja comenzó a revivir el inicio de sus problemas.
Su memoria solía traerle los viejos y cálidos recuerdos de su vida. Cinco años en el pasado, ella no tenía que estar lidiando con semejantes problemas. Su único conflicto interno era la incapacidad que tenía por confesarse a su amigo de la infancia.
― Kagura, hoy nos juntaremos en mi departamento―aviso tranquilo el castaño mientras entregaba un cuaderno con apuntes― El trabajo será bastante pesado― asevero mientras caminaba junto a ella.
― Ese estúpido profesor molestando con el pasado―bostezo cansada mientras se refregaba los ojos sacando las lagañas― ¿Cómo quiere que lo tome en serio si la historia del periodo Edo es tan disparatada?―se quejó cruzando sus brazos sobre su pecho.
― China, eres la menos indicada para decir eso―la golpeo con el cuaderno en su cabeza regañándola― Eres un Yato, tu historia proviene de esa locura que cuentan―le aclaro antes de mirarla de reojo buscando un poco de aceptación por parte de ella.
Kagura siguió la ruta de su acompañante. Okita Sougo era su compañero, un chico que conoció desde que tuvo uso de razón. Siendo vecinos y compañeros de clase, desde la primaria hasta algunas clases en la universidad. Sougo se preparaba para ser militar, mientras ella se preparaba para ser científica dentro del ejército japonés.
A pesar de saber que sus vidas podrían separarse en algún punto, ella esperaba que siguiera atrasándose ese momento.
Llegando a su departamento, Sougo dejo su calzado en la entrada, seguido por Kagura.
― ¿Quieres café?― pregunto desde la cocina. No necesito verla directamente para saber que ella estaría haciendo una mueca de desagrado.
― ¿No tienes algo más interesante?― pregunto entrando en la cocina.
Sougo dejo de prepararse el café para darse vuelta y enfrentarla.
― Pensé que primero haríamos el trabajo― tenía la gran capacidad de mantenerse tranquilo mientras decía esas cosas. Apenándola él se acercó a ella.
― No me refiero a eso―hizo énfasis en la última palabra mientras miraba a otro lado― Quiero comer― una sonrisa creída en el rostro del castaño la altero más― ¡Comida!―aclaro molesta.
―Ya, Cálmate―rio incapaz de seguir aguantándose― En la nevera hay un pastel, puedes comerlo― señalo detrás de si con su pulgar.
La chica no dijo nada más, fue directamente a buscar su ración de azúcar. Por alguna razón Sougo siempre tenía mucha comida, a pesar de que él no consumida tantas cantidades de alimentos. Ese detalle se le hizo confuso a Kagura, quien sospechaba que era por su propia causa, pero prefería ignorar aquel pequeño detalle.
A Umibouzu Kagura le gustaba Sougo desde siempre, pero él no parecía tener interés en ella. Si no fuese por ese trato que hicieron en secundaria, ellos seguirían en la instancia de las peleas y discusiones. Y es que ese par de amigos/ rivales, eran una especie de…
― Terminamos muy pronto―estiro sus brazos feliz por no ver más textos por un tiempo― Sádico idiota, me asustaste cuando dijiste que era mucho ese trabajo― lo miro molesta cruzando sus brazos.
El sonrió de lado mientras terminaba de tomar su refresco. Sentados en un kotatsu, Sougo se estiro un poco más hasta llegar a donde estaba ella.
― Quería aprovechar―suspiro en su cuello.
Kagura suspiro levemente sonrojada, ´´ahí iban de nuevo´´.
― ¿No tienes que trabajar hoy?― Sougo era un idiota, pero hasta un idiota sabía que debía sustentarse con un buen trabajo. Aunque ser un camarero en la cafetería de su cuñado no era la gran cosa.
― Hoy estoy libre―beso su cuello― Kagura…―con la voz ronca la tiro al piso en busca de comodidad― Quiero devorarte― ella correspondió cada uno de los besos que él le daba, mientras un insistente ´´Kagura´´ salía a cada rato.
― ¡Kagura!― el grito de Shinpachi mientras la movía de un lado al otro para que despertara término por asustarla. Su hermoso recuerdo era destruido como un frágil cristal― Kagura, tienes que despertar― dijo insistentemente asegurándose de que abriera sus ojos― Okita está despierto y no quiere que le dé de comer― explico con la mano llena de pastillas.
Ella miro a todo su alrededor, estaba confusa, perdida, aún tenía su cuerpo medio adormilado y sus neuronas apagadas. Al pasar varios segundos tratando de comprender sus palabras, ella tomo las vitaminas y un pack de sangre. Siempre era lo mismo, Sougo no permitía a nadie que lo tocara, a no ser que fuese ella.
― ¿A quién le gustaría ser alimentado por un par de lentes andantes?― pregunto burlona ignorando la rabieta de su amigo. Ingresando la sangre de manera intravenosa, ella prosiguió a entregarle el suplemento de vitaminas al castaño. Abrió su boca y deposito dos pastillas esperando que las consuma― En este último tiempo, ¿Hubo alguna medicación que fue contraproducente en su cuerpo?―pregunto sacando su bolígrafo y libreta.
― Nada―aseguro tranquilo― Está bien alimentado y mantiene una estabilidad asombrosa. Sería capaz de afirmar que es mucho más inmune que ustedes, los Yato―
― Bueno, supongo que si somos similares―abrió nuevamente la boca del castaño para ingresar unas últimas tres pastillas― A ambos nos hace daño la luz del sol― miro a Shinpachi por sobre su hombro― Pero… si nos acostumbramos a vivir bajo pequeñas cantidades de luz, podemos cambiar nuestra recepción a los rayos UV y UVB―abrió la boca de su paciente una última vez para analizar el largo de sus colmillos― Lo cual ellos no pueden hacer, un pequeño rayo solar podría incinerarlos en cuestión de minutos―
― ¿Me estás diciendo que no son tan resistentes como los Yato?―pregunto descreído.
― Si quieres hacer un paralelismo, es mejor que uses la sangre Yato para eso―tomo su pequeña linterna y comenzó a verificar que sus reflejos estén perfectamente― Al menos tenemos la capacidad de razonar antes de lanzarnos a una batalla. El virus Stoker los vuelve tan idiotas como salvajes. Me recuerda al estado animal de un Yato―
Shinpachi comprendió su punto de vista. En una gran parte tenía razón. Los sujetos infectados con ese virus se volvían tan primitivos que asustaba su sola presencia. Si bien no era cosa de un momento, sabía que de un momento a otro ellos terminarían perdiendo la razón.
Sus ojos café deambularon por toda la habitación mientras esperaba a que Kagura terminara su reporte. Siempre era lo mismo, ese cuarto esterilizado era tan deprimente. Hace meses que no salían de ese bunquer.
― Shinpachi―llamo nuevamente la chica― Me falta el último punto, ¿Quieres salir de la habitación?―pregunto con calma.
El chico fijo sus ojos en la pizarra que ella tenía a un costado de su mesa de estudio. Allí estaban anotadas las etapas del virus:
1er Etapa: Comprensión de dialectos y recuerdos estables.
2da Etapa: Perdida leve de las actividades comunes, tanto de humanas como de amantos.
3er Etapa: Incapacidad de comprender palabras complejas.
4to Etapa: No hay recuerdos de su vida pasada. Escasez de comprensión de palabras.
5ta Etapa: Estado Stoker. No hay retorno.
Shinpachi estaba preocupado, no solo por el castaño y ese inminente color rojo con el que estaba encuadrado la última etapa del virus, sino por su amiga quien seguía investigando mientras descuidaba su propio cuerpo.
― Me quedare―sonrió tranquilo― Después de todo, Okita está en la etapa 4…―trago saliva incapaz de creerlo― Sé que no me hará daño―
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Dos años atrás de los sucesos actuales, muchas cosas habían cambiado con el correr del tiempo. Sougo, un militar entrenado, término siendo parte de la guardia y cuerpo de protección para la subsistencia. Matar a tantas criaturas como fuese era cosa de todos los días. Cuando una de sus víctimas conseguía vivir a pesar de ser prácticamente acribillado –y es que hay que decirlo, esas cosas eran demasiado resistentes- Sougo se los llevaba a Kagura para la experimentación de sus cuerpos.
La chica agradecía que los japoneses hayan votado por su propuesta costosa pero pacificadora. Hasta ese momento las pruebas se hacían sin morfina y elementos oxidados, las amputaciones, extracciones, todo era realizado sin ningún miramiento, llevando a la víctima del virus a tener la muerte más dolorosa posible. Con el permiso de los japoneses, tanto humanos como amantos, ella comenzó a esterilizar los instrumentos y a aplicar morfina para apaciguar el dolor.
Kagura pensaba que, a minutos de una posible muerte, no querían terminar en esos centros y morir dolorosamente. Después de todo, cualquiera podría ser el próximo.
― ¿Otra vez trabajando con tus juegos de ciencia?― Sougo llego con manchas de sangre coaguladas en su cuerpo.
Ella lo analizo de pies a cabeza asegurándose que no tenga heridas en su cuerpo. La infección aún era imposible de controlar y mucho menos de curar. Con un tiempo estimado de sesenta y ocho días, Sougo había regresado de su misión, la cual consistía en servir de refuerzo en otro hospital infestado de esos supuestos vampiros.
― ¿Otra vez vienes para una desinfección?―pregunto burlona mientras lo dirigía a la ducha― Creo que te gusta desnudarte para mí― se burló de él con una sonrisa triunfante.
Sougo rodo los ojos sin ganas de seguir su juego. De momento quería higienizarse. Para su molestia o su fortuna, la única manera de hacerlo era en las duchas del laboratorio. Con un traje impermeable, similar a un astronauta, Kagura ingresaba para desinfectarlo de los virus que la sangre de esos muertos vivientes pudiera dejarle en su cuerpo.
El agua debía estar a una temperatura estable y la computadora a su lado debía dar la indicación de que estaba libre de bacterias.
Desnudándose delante de ella, él maldijo por esa imposibilidad de verle el rostro. El casco, impedía ver claramente sus reacciones al contemplar su cuerpo. Si bien, lo había visto sin ropa en más de una vez, gracias a su trato –uno donde permitía tocarse tanto como quisieran, sin mantener una relación romántica-, sabía que su amiga seguía sonrojándose al verlo así. Aunque a cada año se acostumbraba cada vez más.
― El individuo no presenta ningún tipo de bacteria. Desinfección completada― la computadora realizo la valoración de su higiene antes de que Kagura se quitara ese casco.
― Vístete y sal. Tengo que tomar tu peso y analizar tu sangre…― Sougo arremetió contra ella besándola con demasiada insistencia― ¿Qué haces?―pregunto al momento de alejarlo un poco de ella― ¡Ah! Espera Sougo, aún no termina el procedimiento―gimió sintiendo sus manos deslizarse por debajo de su ropa.
― No me mordieron―aseguro tranquilo― Estoy desinfectado…― le arranco sus pantalones mientras se acomodaba entre sus piernas después de recostarla en el suelo― Kagura, pasaron meses, ¿Realmente me harás esperar?― pregunto rozando sus intimidades con tanto deseo.
Sougo podía estar desesperado, pero no entraría si es que ella no se lo permitía.
― Me preocupe― aseguro sosteniendo su rostro― No tuve noticias tuyas―
― Lo sé, lo siento―la beso mientras ella aceptaba que él continuara.
¿Acaso no eran amantes? Lastimosamente solo eran amigos, amigos que tenían permitido tocarse y besarse. Un trato hecho en la secundaria termino dándoles permiso a tocar el cuerpo del otro cuando quisiesen. No había amor mutuo, o al menos eso era lo que ella pensaba. Solo era una cuestión meramente sexual, ¿Sentimientos? Ella aseguraba que él no la quería, al menos no de la forma que ella deseaba.
Aunque le dé mil vueltas, aunque intente ser valiente, siempre terminaba siendo una maldita cobarde. Ella nunca pudo confesarse a él y ahora se lamentaba por todo. Ellos dos terminaban, cada día, como simples amigos con derechos.
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― Bien―Shinpachi se colocó su prenda aislante mientras procedía a liberar a Sougo― Comienza la evaluación física dentro de la etapa cuatro―la filmadora, captando todo el procedimiento, grabo el momento preciso en que Sougo había sido liberado de sus cadenas.
Kagura permaneció, libre de cualquier sistema de protección, sentada en uno de los bancos al lado de la balanza. No necesito llamarlo, en cuanto Shinpachi libero al castaño este se acercó a ella abrazándola.
― Muy bien Sougo― acaricio su cabeza aprobando su comportamiento― Ahora sube a la balanza―pidió.
El castaño no comprendió, se acercó aún más al cuerpo de ella y comenzó a restregarse, demostrando sus necesidades primitivas con ella. Quería aparearse.
Shinpachi maldijo a su suerte, siempre era lo mismo. Era cosa de todos los días ver esas escenas tan morbosas entre su amiga y su compañero de preparatoria.
― No, Sougo―trato de detenerlo. Él volvió a intentar si podía seguir, pero ella insistió en detenerse― Te dije que no podías delante de alguien―regaño― Esta Shinpachi, ¡Compórtate!― el pobre chico con gafas arqueo una ceja confundido, él no necesitaba saber que era lo que hacían cuando nadie los miraba.
Por otro lado, esos ojos rojizos del chico infectado por el virus le advertía con la mirada que muy pronto lo mataría por entrometerse en su camino. Shinpachi no sabía qué hacer con esa situación, no era culpa suya tener que estar presente en esa etapa, era parte del protocolo de seguridad.
― Que… va… vaya…―Sougo se volvía cada vez más incapaz de decir una frase completa sin equivocarse, sin trabarse en el proceso.
― Sabes que no puede irse―se puso seria, su actitud molestaba al castaño― Terminemos rápido si es que quieres que se vaya―eso lo alegro un poco y sin poner más trabas en las pruebas físicas, acato cada uno de los pedidos de ella.
Para Shinpachi era demasiado extraño ver como Okita se transformaba en un chico sumamente amaestrado por ella. Casi estaba seguro que él se molestaría si viese las filmaciones que tenían en su poder. Aunque… nadie sabía si él sería capaz de volver en sí.
Incapaz de mostrar esa triste depresión, se hizo un poco para atrás, tratando de no ser visto por los orbes azules de su amiga. Estaba preocupado en como terminaría todo aquello.
Hijikata era otro oficial de las fuerzas armadas que se encontraba con el chico Shimura de vez en cuando a hablar del triste final que podrían tener. Rememorando su última charla, dos días atrás, se imaginó en un futuro trágico donde ella lloraría por el Okita.
― Gin también está en las mismas―suspiro cansado― Hace un año que termino de caer en la pocilga. A pesar de ser un hombre fuerte él no fue capaz de soportar el virus por mucho tiempo―
Hijikata mantenía la mirada vacía a la nada.
Shinpachi podía tener cientos de preocupaciones, muertes de seres queridos en su memoria y mantener un claro vínculo con los infectados hasta que ya no resistan más con el virus. Pero Hijikata había sido obligado a cometer un homicidio que jamás quiso.
Dieciséis meses habían pasado desde que Kagura aseguro la tener la clave para la cura del virus. Entre unas de las miles de cámaras de vigilancia, diviso una planta de extraña procedencia. La pelirroja fue capaz de hacer un vínculo con el planeta de origen del amanto que había venido a la tierra a esparcir el contagio.
Segura de sus palabras mando al escuadrón de Hijikata en la búsqueda de esa supuesta ´´salvación´´.
― Kagura esta empecinada en que encontrara la manera de traerlo de regreso―se rio con tristeza― Pero no encuentro una posibilidad de que pueda llegar a conseguirlo―respondió derrotado― Estoy preocupado por ella― Hijikata exhalo el humo de su cigarrillo antes de hablar por primera vez desde que ese encuentro se había hecho.
― Se siente culpable― afirmo seguro― Ese es su motor principal para continuar―
― Supongo―respondió con dudas― No había sido su intención―
― Claro que no lo fue―rio fastidiado― No fue su intención el arrastrarnos al medio de un campo contaminado de esas criaturas, no fue su intención que de un momento a otro Mitsuba apareciese, no fue su intención que hayan mordido a Sougo, no fue su maldita intención…― sollozo en silencio― que me vea obligado a matarla―
Shinpachi sabía de todo el asunto. Kagura se dejó cegar por la idea de traer de regreso a todos sus amigos. Con las ideas nubladas asocio la cura con esa planta alienígena y mando sin ningún miramiento al escuadrón de Hijikata, escuadrón en el que Sougo también era miembro. Pero ni ella, ni nadie se imaginaria que Mitsuba aparecería. La hermana de Sougo había sido infectada hace más de dos años, y a pesar de sus esfuerzos por encontrarla y tratar de traerla en sí, no fueron capaces de volver a verla.
Con esa aparición tan sorpresiva de ella, Sougo bajo la guardia obligando a Hijikata a disparar contra ella.
´´Vacío´´, era como se sentía.
― Hijikata…―
― Sé que no es su culpa―respondió antes de que su acompañante vuelva a abrir― Pero así como estoy molesto, ella debe estar mucho peor―explico volviendo a fumar e intentando controlarse― Después de todo, ese sacrificio fue completamente en vano y el antídoto aún no está completo. Se debe sentir como una verdadera mierda, compréndela, ella no dará su brazo a torcer hasta traerlo de regreso―
Y lo comprendía, pero eso no significaba que podría ver todas sus acciones de forma tan tranquila. Le preocupaba ella, pensaba mucho en lo que ocurriría si Okita Sougo llegase a la etapa cinco. Él no terminaría en la pocilga del subsuelo, llamada así a las capsulas desinfectadas donde encerraban a los pacientes dentro de la etapa cinco, Sougo iría directo a la muerte. Su preparación como soldado lo transformaba en una verdadera máquina de matar. En su estado de salvaje sería sumamente peligroso.
― Tus uñas volvieron a crecer―se quejó Kagura mientras revisaba sus dedos― Sera mejor que las corte― Sougo negó con la cabeza, estaba incomodo ― Idiota, dame la mano―él volvió a negar. Kagura siguió peleando con el castaño y Shinpachi sonrió, de momento ella tenía tiempo para disfrutar de su vida al lado de él.
― Dime, Kagura, ¿Terminaste el reporte?―Kagura dejo de forcejear para prestar total atención al chico de gafas.
― Si, ahora te los doy―dejando de lado a Sougo, este comenzó a hacer sonidos amenazantes al pobre Shimura, quien se mantenía alejado en caso de cualquier accidente― Sougo, comportante― lo regaño calmando los rugidos, pero causando que su mirada se vuelva cada vez más filosa― Aquí tienes―entrego en mano mientras su paciente se aferraba a ella sin soltarla.
― Gra… Gracias, Kagura―rio incomodo― Supongo que me retirare ahora mismo―
― Espera, Shinpachi―lo detuvo en medio del camino. Puso sus manos en su espalda, estaba malditamente apenada. El Okita no hacía nada más que matarlo con la mirada― Perdón, pero por favor… no vuelvas por un par de horas― la sonrisa socarrona del individuo detrás de ella, le hizo sentir como si había perdido contra él, como si estuviese siendo rechazado, ¿En qué momento se había confesado? Sougo lo transformaba en alguien sumamente inferior a él.
― Si―dijo molesto― No te preocupes. Tampoco es como si quisiera traumarme―esto último lo dijo para sí mismo al momento de escuchar como las lapiceras y papeles de la mesa terminaban cayendo al piso. El suspiro de ella seguido de un ´´Espera´´ fue su carta de despedida y una clara indicación que no tenía por qué mirar atrás.
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Antes de comenzar con la expedición en las afueras del hospital, Sougo había compartido una conversación con la pelirroja. Dieciséis meses atrás, ninguno de los dos sabía que era lo que les terminaría deparando el futuro.
Kagura estaba dichosa de encontrar una supuesta, y para ella, cura para esa endemoniada plaga. Esa planta, en medio de la abandonada y destruida ciudad, mostraba el rechazo de los infectados por ella. No tenían ningún mínimo interés en acercarse y mantenían una distancia prudente. Reacios a tocarla, sabiendo que provenía del planeta del que provenía el supuesto amanto con semejante virus, Kagura lo asocio directamente con la cura.
No habían posibilidades para un error, ella estaba convencida que esa supuesta flor era la solución a sus problemas.
― Gin volverá a la normalidad―explico risueña mientras seguía anotando varias fórmulas en su pizarra― Pronto encontraremos a Mitsu y todo volverá a ser como antes―
En la sala de experimentos, la pelirroja atendía a su paciente matutino, Okita Sougo. El castaño había llegado por vendajes, un poco de medicina y mucho desinfectante, sería una misión larga hasta llegar al punto que ella les había pedido.
Cerrando su cinto mientras su ´´Amiga´´ terminaba de abrochar su camisa, él siguió mirándola en silencio por aquel comentario.
― ¿Tanto te importa salvar a Ginpachi-sensei?―pregunto bajo sin muchas ganas de seguir torturándose con sus malos pensamientos, aunque era incapaz de ignorarlos ― Te la pasas hablando de eso―
― Si, para eso estoy en este hospital, ¿No?― Era lo normal, ella tenía que buscar una cura y traer esa vida llena de estupideces nuevamente a su día a día, lo ansiaba― ¿Acaso tu no quieres recuperar a Mitsu?―el giro la cabeza a un costado sin responder a su pregunta. Todo lo relacionado a su hermana, no necesitaba respuestas, él lo daría todo y ella lo sabía ― Sougo, cálmate―se acercó con una amplia sonrisa palmeando su espalda― Pronto veras a tu hermana―
― Lo sé, la terminare encontrando―aseguro sin dudas―Pero ese no es mi problema, mi problema eres tu― apunto su pecho y presiono su índice sobre su bata de hospital.
Ella lo miro con duda sin llegar a comprender a que se refería.
― ¿Qué hice?―pregunto desconcertada.
― Nada―negó manteniendo el silencio unos segundos― Aunque… no estaría mal que te confiese algo― dudoso se quedó observándola por largo rato. Kagura trato de aguantarle la mirada, pero muy pronto se avergonzó y le dio vuelta la cara. Él vio ese gesto y no pudo ser incapaz de no sentir una pequeña esperanza para sus sentimientos ― Cuando vuelva te lo diré― acaricio su cabeza antes de terminar de ponerse enfundar sus armas pequeñas en su cinturón.
― ¿Qué? ¿Me dejaras con la duda?―pregunto molesta, ella era muy impaciente y él gustaba impacientarla.
― Cuando vuelva―volvió a repetir no haciendo caso a sus quejas― Quiero hacer una nueva promesa―
El cuerpo de Sougo se alejó sosteniendo una ametralladora en sus manos. El micrófono en su oreja y sus botas con suelas anchas, Sougo estaba preparado para combatir si así lo requería. Kagura comenzó a sentir una sensación rara, angustiante, como si esa fuese la última vez que lo vería.
― Sougo, vuelve―pidió por lo bajo viéndolo desaparecer― Yo también quiero decirte algo―
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Con el pulso acelerado y su respiración agitada por el esfuerzo que hicieron unos segundos atrás, Kagura trato de reincorporarse. Recostada sobre la mesa de trabajo, con la ropa desarreglada y el cabello enredado, miro a su compañero y persona de estudio sentado en la butaca, al frente de ella.
Sougo no era consciente de cómo debía estar vestido así que no busco la manera de arreglarse. Amarrando su pelo en un par de volteretas gracias a una lapicera, aparto su flequillo de su rostro y comenzó a ayudarlo.
Ese sádico tenía ese lado infantil, de no saber cómo arreglarse. Los ojos azules de ella lo miraron desaprobatoriamente. Su ´´Amigo´´ no recordaba cómo vestirse, pero sí que recordaba tener sexo.
― Per… ah… don― pidió señalando las heridas de su cuello.
Kagura tenía marcas de mordidas, hilos de sangre derramándose de las herida que él le provocaba. Sougo se sintió culpable.
Siempre prometía que no la lastimaría, pero el olor de su apetitosa sangre lo terminaba derrotando. Incapaz de controlarse volvía a sucumbir a sus deseos. Otra vez le hizo daño.
Confundida, miro sus heridas sin darle importancia. Los Yato aguantaban mucho más que los humanos y eran más fáciles de curar. Con el antídoto fallido, podía evitar la expansión de la plaga en el torrente sanguíneo de los Yato. No era un riesgo para ella ser mordida.
― No es nada―aseguro― Me curare en un rato―explico con cuidado― Ven, acompáñame. Tienes que ir a dormir―
Al castaño no le gustaba mucho la idea de ir a dormir. Afligido, observo como la pelirroja tomaba las cadenas y volvía a enroscarlo con ellas. No era cómodo en absoluto, pero Kagura ya le había explicado que debía seguir respetando el protocolo de seguridad aunque ninguno quisiera.
― No quie…o―con esa especie de bozal entre sus manos dejo de seguir amarrándolo. Sougo estaba entristecido, mucho más que en otros momentos ― La… Las…timar ¡No!―
― ¿De quién hablas?―
El señalo su cuerpo con su cabeza de forma insistentemente.
― ¿Te lastimo?―el negó rotundamente. Con una sutil mirada a las heridas de Kagura, ella se dio cuenta de lo que estaba hablando― ¡Ah! ¿Quieres decir que no me lastimaras?―con una afirmación leve de su parte comenzó a entender su mensaje.
Sougo quería ser liberado por esa noche, prometiendo que no le haría ningún daño, que se portaría bien.
― Dor... mir―su mirada comenzó a enrojecerla― A tu… la…lado―era todo un esfuerzo que hablara, pero él quería hacerlo por ella. Reclinando su cabeza para unir su frente con la de Kagura, expreso sus ansias de compartir una noche tranquila con ella.
― Sougo, no…―su rostro cabizbajo la hizo cambiar de opinión. Preocupada porque alguien más entrara y viese que estaba infringiendo las leyes, se alejó de su amigo y fue a trabar las puertas de ingreso.
No le temía en absoluto, él aún estaba en la etapa cuatro, no le haría daño. Incluso, si tomaba en cuenta el peor de los escenarios, ella se encargaría de detenerlo aunque no estaba muy segura si fuese capaz de eliminarlo, ¿Segura? Ella no le haría daño en lo absoluto.
Rozando sus mejillas atrayendo su mirada, le hablo calmadamente mientras lo liberaba de sus ataduras.
― Solo por hoy, ¿Si?―
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Este fanfic está completo.
Tiene 3 partes y lo publicare diariamente, espero les guste.
Le doy las gracias a Tamago to gohan-aru/ Tamagito por leer mis escritos x3 y a Picatrix, por las aclaraciones importantes que me dio con el fin (Me ayudaron mucho)
Mañana subiré el siguiente, espérenlo :)
Me iré a escribir el final de Ramé XDD
¡Bye!
