—Padre, padre... —llamó con la voz desesperada y trágica a su progenitor—Por favor, deja de ignorarme. Los ojos de Adrien representaron agonía pura, cuando lo tocaba, cuando lo abrazaba. No hacía ninguna expresión. Como si realmente no existiera. —Deja de ignorarme —pidió con la voz entrecortada. Lágrimas no salían de sus ojos depresivos—Por favor—en un hilo de voz. Rogando, suplicando su perdón. —Perdóname—dijo—No puedo entregarte el Miraculous, no puedo ayudarte. Entiende que... Se detuvo al ver a su padre pararse y dirigirse a las puertas principales. —¡Padre!—gritó, pero no lo escucho.

...

No había otro plato en la mesa, su padre comía en silencio. No es como si antes comieran juntos, pero se sentía solitario, si él estaba ahí, observándolo.

Gabriel, no levantó ni una sola vez su mirada.

...

—¿Está seguro? —cuestionó—Esta casa...

—Quiero irme —le interrumpió a su asistente— No puedo estar ni un segundo más acá.

—Planea abandonar este lugar donde su esposa y Adrien...

—¡Ya no existe!—pegó un grito—No me vuelvas a hablar de mi hijo —golpeó su puño Gabriel con fuerza la mesa. Adrien estaba escuchando.

Nathalie dio pasos atrás. Su hijo también lo hizo.

—Espero que tan pronto como sea posible tengas todo listo.

Ella asintió con la cabeza, cohibida para contradecir.

...

—Papá —desde hace mucho tiempo que no lo había llamado de ese modo de que era un niño, pero así se sentía mientras veía armar su maleta— ¿Te irás?

Él no contestó.

—¡Papá!

Sostuvo su brazo, él lo apartó mientras ponía otra prenda. Se quedó un momento admirando el dibujo que hizo cuando era un crío, lo miro con nostalgia, pronunció su nombre. Esperaba que le digiera algo, pero no lo hizo, tampoco metió el cuadro en la maleta, lo dejo boca abajo en el mismo lugar donde estaba.

—¿Papá? ¿No me llevaras contigo? ¿Por cuánto tiempo te irás? Di algo, por favor... ¿Me dejaras?

Se tiró al suelo, abrazó su pierna, cuando la marcha era inminente.

—No me dejes, ¡por favor! Sin embargo, su progenitor seguía caminando.

...

Su padre se fue, llevándose todas sus cosas. Esperó horas, días.

Él no volvió.

El plazo se extendió a semanas, a meses, a años. Hasta décadas.

Se había convertido en un fantasma, un alma perdida vagando en esa casa. Un ser invisible para sus seres queridos. El individuo, nunca se dio cuenta de que ese día cuando su padre se enteró que era Chat Noir y su hijo que era Hawk Moth, al salir de su casa corriendo, lo había atropellado un auto y... había muerto.