"Love never dies"
(El amor nunca muere)
Resumen:
Sasuke Uchiha, se entera que su hermano Itachi se suicidó por la traición de una mujer. Lleno de ira y rencor, promete buscar a la culpable para vengarse. La única información que tiene es que la mujer es muy bella y su apellido comienza con "U". En la ciudad, Sasuke llega a una casa donde se hospedan dos jóvenes, Sakura y Hinata, que viven con sus tíos adoptivos y su primo Naruto. Queda muy impresionado con la belleza de Sakura y supone que ella fue la culpable. Naruto está enamorado de Sakura. Hinata ama a Naruto y le dice que Sakura fue amante de Itachi Uchiha y lo abandonó cuando se enteró que él era más rico que Itachi. Sasuke escuchó la conversación y decide vivir una mentira para hacer pagar a Sakura, que se ha enamorado de él. Sakura y Sasuke se casan y éste se la lleva a la Isla Sado donde la desprecia y maltrata, le confiesa que se casó con ella para vengar la muerte de su hermano y le muestra la única prueba que tiene, un pañuelo con la letra U bordada. Sakura le dice que ella le probará que es inocente, huye y regresa a la ciudad.
Basado en el libro "La Mentira" de Caridad Bravo y los personajes de Naruto no son míos, son de Masashi Kishimoto.
CAPITULO 01:
La fuerte corriente del mar, un camino inestable, el fuerte sol alumbraba a los hombres que remaban deseando llegar al puerto de la isla sado, donde su destino es llegar a Kuninaka. La fina piragua, larga y estrecha como la hoja de una espada, remonta lentamente la orilla de Sado, al golpe rítmico de los seis remos que la impulsan...
― ¡Arriba!... ¡Arriba!... ¡Arriba!...
Seis torsos morenos claros se inclinan sudorosos para volver a alzarse tensos por el esfuerzo, mientras las anchas paletas de madera se hunden en las aguas azules...
― ¡Arriba!... ¡Arriba!... ¡Arriba!...
El hombre cuya voz dirige a los remeros, marcándoles el ritmo, es un pescador japonés de la raza ainu, alto, macizo, recio, como tallado en caoba vieja... A su voz, los galeotes parecen reanimarse a realizar el mayor esfuerzo y sus ojos marrones oscuros, buscan la aprobación del hombre blanco, sentado justamente en el medio de la piragua, con el casco de corcho sobre la nuca y la mirada inquieta recorriendo las márgenes de la isla donde se amontona la selva, que se podría observar a los lejos...
― ¿Cuando llegaremos al poblado ese?...
― Los hombres están remando bien, jefe, pero la corriente es fuerte.
― Te he preguntado cuando llegaremos...
― Hoy jefe; si no nos agarra la tormenta.
Aquel hombre miraba la isla que aún parecía lejos, observando el cielo que comenzaba a nublarse, como interrogando a las nubes negras que amenaza de lluvias y truenos...
― Hace dos días que estoy de viaje. Y tenemos un día remando para llegar a la isla que parece no acabarse nunca...
― No es igual ir de la isla a la ciudad, que la ciudad a la isla; hay que tener paciencia, jefe.
― Paciencia... ¡paciencia!...
El hombre blanco ha apretado los labios como para contener la emoción dolorosa que le embarga mientras su mano inquieta oprime aquella carta doblada en el fondo del bolsillo de su chaqueta, y sus ojos vuelven a recorrer el litoral oscuro y azul que se veía a lo lejos de la isla, mientras el ainu responde.
― Contrataste mi barca para llevarte a isla Sado y a isla Sado te llevo.
― ¿Alguien de isla Sado puede llevarme hasta Kuninaka?, isla Sado solo es el camino para llegar a mi destino.
― Claro que si jefe, Kuninaka es el pueblito que esta dentro de la isla Sado.
― ¡Es allí!... ¿En aquellas casas que se ven por los alrededores?...
― No, jefe. Kuninaka todavía esta lejos, mucho más lejos...
― ¡En el fin del mundo por lo que veo!
En el fin del mundo, Sado pertenece a la prefectura de Niigata al norte de Japón. Se llega a la isla por avión, o por ferry. Kuninaka, y es la zona más poblada. Se encuentran más de 8 pueblitos pequeños, con todos los servicios: médicos, policía, bomberos, mercados, librería, escuelas, etc. La gente viaja en bicicleta, o a veces en automóvil. En Kuninaka también hay extensas plantaciones frutales de kaki, y campos de arroz. Antes la isla estaba llena de mineros, de buscadores de oro, de aventureros ansiosos de jugarse la vida, de desesperados; en guerra abierta con el universo... Así se presentaban los ojos de los hombres que llegaban.
― Llegamos, jefe... Aquí es Isla Sado.
Sasuke Uchiha no ha aguardado un instante para saltar a las mal unidas tablas del muelle, aspirando, como si el aire le faltara. Es un hombre alto, delgado, musculoso, de ancha espalda y puños recios. Cabello azabache, un par de mechones lacios le cae sobre la frente; los ojos negros, que entrecierran como para adquirir mayor fuerza; por la camisa de lino entreabierta se ve el ancho pecho de atleta, y sacude las piernas largas y ágiles, torturadas por la inmovilidad de la piragua durante el viaje...
― ¿Qué te debo?
― Lo convenido, jefe, y lo que sea tu voluntad para el aguardiente de los chicos que han remado bien.
― Toma, coge tu dinero y el resto para ellos...
― Que Dios te ayude, jefe.
― Espera... ¿Sabrías decirme donde vive Itachi Uchiha?...
― Traigo y llevo carga de estos muelles, desde hace años, jefe; pero no bajo nunca a Isla Sado. ¿Por qué no preguntas en la taberna?...
El Ainu ha vuelto a saltar a la piragua, haciendo una seña a los remeros, indiferentes al gesto de Sasuke Uchiha, que extiende la mano como queriendo detenerlos...
―¡Arriba!...
La lancha se aleja. Sin mirar al hombre cuyo rostro parece más sombrío en aquel momento. Aquel Ainu enigmático e indiferente era un compañero para él... Ahora se vuelve para mirar al pueblo con una horrible sensación de absoluta soledad. Apenas puede dársele ese noble a los barracones diseminado a la orilla de la isla, a las dos docenas de casas que se amontonan en el centro, la plaza publica, tiendas de abarrotes, una iglesia católica y una taberna llena de personas alcoholizadas ubicadas en el centro de la isla.
― Isla Sado...
Tras vacilar un instante ha ido hacia la taberna y otra vez sus dedos estrujan la carta doblada en el bolsillo de su chaqueta como pidiéndole los remedios necesarios para responder al ruego que hay en ella...
― ¿Podría informarme alguien donde vive Itachi Uchiha?...
Todos los ojos se han clavado con estupor en el recién llegado, como si no le comprendieran; pero algunos señalan al hombre que ocupa el centro del grupo; un noble alto, musculoso, delgado, cabello grisáceo, su aspecto de alcohólico, que arrebata más que tomar la botella que le acerca el cantinero.
― ¿Es usted el que puede informarme, señor...?
― Kakashi... Kakashi Hatake es mi nombre. Y no tengo porque informar de nada a nadie. Probablemente no buscara usted a Itachi para nada bueno.
― Si lo conoce le ruego que me informe. Acabo de llegar a Isla Sado, vengo desde Europa 2 días de viaje, solo por verle. El Ainu que me trajo me aconsejó que preguntara en la taberna.
― Ya se acabaron los buenos tiempos en que Itachi compartía su whisky con nosotros. Siga su camino...y pregunte en otra parte. Aquí no nos importa lo que le pasa a usted.
Una ira súbita descompone el rostro del extranjero pero antes de que acudan a sus labios las palabras, la actitud violenta con la que iba hacia los borrachos, fue detenida por una mano firme y suave que le ha sujetado por el brazo...
― ¿Quiere usted venir conmigo, señor?...
― ¡hmp!...
― Le ruego que venga conmigo. Creo que puedo darle los informes que necesita. Itachi Uchiha le esperaba... Sígame...
Pocos pasos les han bastado para estar fuera de la taberna y Sasuke mira con extrañeza el chaleco cerrado, la chaqueta negra, el rostro pulcramente afeitado y los ojos serenos, claros y azules que se fijan con interés en él.
― Le vi bajar de la piragua...Y estaba en la puerta de la Iglesia cuando cruzó usted la plaza... ¿Será usted Sasuke Uchiha?
― Exactamente... ¿Cómo sabe?...
Yo soy el sacerdote de esta iglesia católica que se encuentra en esta isla, también hace muchos años llegue aquí, me llamo Misora Sasaki y fui muy amigo de su hermano.
― ¿Fue?... ¿Quiere decir que no lo es ahora?... Sin embargo...
― Lo llevaré a la casa de su hermano después que hayamos hablado y haya descansado unos momentos; se le ve muy fatigado, amigo mío. Venga conmigo... Vivo aquí, junto a la Iglesia.
― No importa mi cansancio... Si sabe usted donde vive Itachi, indíquemelo, se lo ruego. Necesito verle enseguida; estoy seguro de que me espera desesperado...
― Ya no le espera... No pudo esperarle.
― ¿Qué dice?...
― Su hermano ha muerto.
Ante tal noticia Sasuke cae tambaleante al suelo, impactado, sin creer aquellas palabras que reverendo había mencionado, el único pensamiento que surgió fue... ¿Como?, ¿por qué?, ¿cuando?
― Beba, amigo mío... Beba un poco, se lo ruego, tranquilo. Un poco de whisky cae muy bien en momentos como este... Por la pena que demuestra, veo cuanta razón tenía el pobre Itachi en esperarlo, en confiar en usted, pensar que todo hubiera sido distinto para él si hubiera estado al lado suyo; pero por desgracia...
― ¡Llegue tarde!... ¡Llegue demasiado tarde!...Tardó demasiado en escribirme esta carta Itachi. Fueron inútiles todos mis esfuerzos... ¡Dios no quiso permitir que llegase!... ¡Dios parece que no mira hacia la tierra!...-. Lágrimas se hicieron presentes en el rostro de Sasuke, un dolor que sentía profundamente en su corazón.
― Cálmese, amigo mío... Comprendo su dolor; sé por Itachi lo que él significaba para usted...
― Era mi único hermano, Reverendo.
― Sé que fue más que un hermano para usted, él fue como un padre, ¿no es así?..., no obstante que él era mayor que usted, pocos años. Seis, ¿verdad?
― Si... Éramos hermanos, aunque no vivimos mucho tiempo juntos, es por eso que casi nadie sabe que tenía un hermano mayor.
― Itachi me habló largamente de eso durante los pocos días de nuestra amistad.
― ¿Pocos días?...
― No fuimos amigos, como usted comprenderá, mientras el frecuentaba la taberna. Kakashi, ese a quién se dirigió primero, fue su compañero inseparable durante los nueve largos meses que Itachi estuvo en Isla Sado. Pero dentro de Isla sado se encuentra un pequeño pueblo llamado Kuninaka, ahí encontró extensas plantaciones frutales y campos de arroz abandonados, con Kakashi paso días y noches bebiendo, festejando la restauración de esos campos de arroz.
― ¿Qué dice?... ¿Ese hombre era amigo de mi hermano?...
― Itachi no era el mismo que usted conoció seguramente, cambió mucho aquí, en este ambiente, y no deba culparlo demasiado por eso. Un gran dolor puede también cambiar al hombre más noble, cegarlo, enloquecerlo...
― ¿Un gran dolor?
Sasuke Uchiha ha vuelto a ponerse de pie. Su esplendida figura parece más alta, más recia, ante el comentario del Reverendo Misora Sasaki. Hay un temblor de angustia en sus labios y casi bruscamente rechaza el vaso que el pastor vuelve a ofrecerle.
― Perdóname, Reverendo; no deseo beber en estos mementos. Necesito toda la lucidez de mi espíritu, necesito que me diga usted la verdad...Un gran dolor, ha dicho usted... ¿Fue acaso un gran dolor lo que trajo a Itachi a Isla Sado? ¿Lo que lo apartó de su empleo, de sus amigos, de su carrera, de su vida feliz en Tokio?... ¡Siempre temí algo de esto!...
― Solo los ambiciosos vienen a lugares como este. Los que ambicionan riqueza, los campos de arroz valen mucho en este país, y eso todos lo saben, como Kakashi, y a mi me trajo la ambición de ganar almas para el cielo... Su hermano Itachi tuvo aquí la obsesión de la riqueza, buscó infatigablemente campos de arroz, plantaciones de frutas valiosas para poder exportar e importar en el mundo, todo eso que podría convertirle en millonario en pocos meses; pero lo dejó todo cuando llego aquella carta, la carta de aquella mujer...
― ¿Qué mujer era esa?... Acabe, Reverendo Misora, se lo suplico... Fue una mujer, ¿verdad?...
― Así creo. Una mujer que le hizo buscar la riqueza, que le hizo buscar después la muerte, al rechazarle cuando la había alcanzado...
― ¿Qué me está usted diciendo?... ¿Busco Itachi la muerte por su propia mano?...
― Los datos que tengo no están completos. Solo sé decirle que sabía que iba a morir, puesto que las escrituras como de la plantación, campos y maquinaria están a su nombre...
― ¿A nombre mío?...
― Todos los papeles están perfectamente en regla y en mi poder. Cuando se haya calmado, cuando se encuentre con fuerzas, le llevaré hasta Kuninaka, donde vivía su hermano, al norte de la isla Sado. No es demasiado lejos y aun están allí todas las cosas. En una nota pedía que las pusiera en sus manos.
― ¿Entonces mi hermano se ha suicidado?... ¡Mi hermano ha muerto por una mujer!... ¿Puedo saber su nombre, Reverendo?... ¿Quiere decírmelo ahora mismo?...
― Mi pobre amigo... Su nombre, el nombre de ella no lo sé. Sospecho que solo Itachi podría decirlo y se llevó su secreto a la tumba... Su hermano bebía espantosamente; tomaba luego medicinas y calmantes para aplacar sus nervios, píldoras, narcóticos..., ¡que se yo!... El hombre más fuerte no hubiera podido resistir y el llego al total agotamiento...
― ¡Es increíble!... ¡Increíble!...Un muchacho como Itachi que parecía tener toda la alegría de la vida... Solo porque me lo dice, porque usted me lo asegura, puedo creer que es verdad todo esto...
― En su carta, le decía algo, ¿no?...Me dijo que le había escrito y que tenía fe en que llegara para liberarlo, para arrancarlo de aquí, aún contra su voluntad si fuera preciso. Su hermano me hablo más de una vez de su energía y de su tranquilidad, Sasuke...
― ¿De qué sirven la energía y la tranquilidad contra lo que no tiene remedio?
― Sirven al menos para soportar mejor esta gran pena...
― Mis propios sentimientos no me preocupan, Reverendo; pero él... él...Todo fue extraño, incomprensible en su conducta desde que salió de Tokio. Me escribió una absurda carta en la que ni siquiera me decía hacia donde emprendía viaje...
― Tengo entendido que salió de la Capital sin rumbo fijo. En el tren conoció a Kakashi que fue quién le trajo aquí, quién le arrastro hasta Isla Sado y después a Kuninaka. Aquí vivió como un insensato mientras buscaba la riqueza, esa riqueza que anhelaba como una obsesión...
― ¡Para ella!... ¡Por una mujer que tenía un precio!... Dígame cuanto sepa, hábleme claramente, por favor, Reverendo... Piense que he cruzado el país entero para acercarme a él, que llegué con la esperanza de salvar a mi hermano del peligro de que me habla en esta carta, estas cuatro líneas de desesperación y de locura...y le hallo muerto, muerto de esa manera... ¡Es para volverme loco yo también!...
― Comprendo lo que siente; pero no puede hacer otra cosa que ensayar la virtud de la resignación y recoger su herencia...
― ¡Que me importa la herencia!... ¡Que me importa ese maldito campo y todo lo demás, que costó la vida a mi hermano!... Lo único que quiero, lo único que necesito es averiguar, saber... ¡Lléveme a casa de Itachi, Reverendo!...
― Por desgracia no puedo salir en este momento... Es en aquellas plantaciones que se ven a lo alto. El techo de pizarra que se ve a lo lejos fue su casa. Pero repito que seria preferible...
― Gracias por todo, Reverendo... Después nos veremos.
Se ha ido muy de prisa y una suave voz de mujer suena a espaldas del pastor.
― Reverendo Misora.
― ¡Eh!
En la puerta que separa su modesta sala de la iglesia, hay una joven de piel blanca, cuyos pies tratan de acercarse sin hacer ruido. Viste un short negro y una blusa de tirantes color lavanda, su cabello pelirrojo, además de un peinado inusual: su cabello es corto y descuidado en el lado derecho, mientras que largo y liso en el izquierdo, sus ojos rojos, usa gafas marrones y zapatos con un poco de tacón.
― ¿Era el jefe nuevo, Reverendo?...
― Si.
― ¿El hermano del jefe Itachi?...
― Si.
― ¿Fue para allá?...
― Si. Pero no vayas tú a perturbarle... Quiere estar solo, necesita estar solo.
― Pero allí esta mi ropa... y mi cama. Y el amo Itachi me pagó un año de trabajo adelantado. Con lo que me dio compré estos collares. Yo debo pagarlos trabajando para él...
― Te agradecería mucho más que lo dejes en paz; al menos hasta mañana. Ya dispondrá él después lo que desee...
― ¿Viene a quedarse?...
― No sé nada, Karin.
― ¿Y va estar solo allá en la casa... sin que nadie le haga su comida?... Toda la casa esta desarreglada. Como usted echo las llaves y no me dejó entrar... ¿Cómo sabe que el amo nuevo no me quiere, reverendo?...
― Está bien, Karin... Se lo preguntaré más tarde, cuando vaya a buscarlo. Ahora ven conmigo. Te vendrá muy bien escuchar el sermón que voy a decir esta tarde...
En la cumbre de Kuninaka, única prominencia de terreno en la parte norte de la isla, se encuentra las plantaciones y campos más importantes de toda la isla y del país. Aunque por mucho tiempo estuvo abandonado, algunas partes de Kuninaka se encuentran un poco abandonadas, necesitando mantenimiento las tierras y maquinarias. Sasuke Camino hasta llegar a la casa, parecía un poco abandonado con un aspecto pobre, aquel en que el grueso techo de pizarra parece pesar sobre las despintadas paredes, es el que habitaba Itachi y cuya puerta abrió Sasuke Uchiha, cada instante sentía un dolor en el alma...
― ¿Y aquí vivía mi hermano?... ¡Aquí murió!... Aquí arrastró una vida miserable... ¿por culpa de quien?... ¿De quien?...
En un pequeño armario abierto de par en par, se amontonan los frascos; remedios contra la gripe, contra las fiebres, calmantes y contra las picaduras de insectos venenosos...
― Aquí más que vivir, enfermo, abandono... Aquí vio venir la muerte, o la busco el mismo, desesperado ya...
― Buenas tardes...
― ¡hmp!...
― Buenas tardes, señor... ¿Será usted el pariente que esperaba Itachi?...
― Seguramente, pero...
― Yo soy su vecina más próxima... Vivo a las afueras de la isla, entre Kuninaka y isla Sado, mi casa es aquella rosada... Soy la esposa del doctor Kakashi Hatake, me llamo Rin...
― ¡Ah!...
Venciendo su amargura, Sasuke Uchiha ha reparado con más atención en la mujer que entrara casi furtivamente. Es joven y no es fea, no obstante su gesto de cansancio y las pequeñas arrugas en su cara, su cabello castaño a la altura de sus hombros, y sus ojos color marrón mostrando su amabilidad, pero su mirada es triste, sus modales suaves, le han predispuesto en favor de la recién llegada.
― Me mira usted sorprendido.
― Se lo confieso. Nunca pensé que ese señor Kakashi estuviera casado, y menos con una dama.
― Oh... Su opinión es muy amable, aunque no para mi esposo, ciertamente.
― Si, es el quién la envía...
― Oh, no... Él todavía no ha regresado. Pero yo le vi subir desde el pueblo y por la ropa y el aire, no me pareció uno de los tantos buscadores de riquezas, sino algo distinto... Cuando vi que abría las puertas de la casa de Itachi y que entraba aquí, no me quedó duda de que se trataba de su hermano Sasuke de quién él tanto hablaba, y por fin me decidí a presentarme... De una manera bastante incorrecta, pero en fin... Aquí no es como en la ciudad. Esta vida es distinta...
― Y terrible para una mujer como usted, a lo que adivino.
― No puede usted imaginárselo. Por eso no hay que culpar demasiado a la novia de su hermano...
― ¿La novia de mi hermano?...
― Bueno...Usted sabrá toda la historia...
― No sé absolutamente nada. El Reverendo Misora, que es la única persona del pueblo con quién he hablado, apenas me ha podido dar datos muy vagos... Sé que mi hermano estaba enfermo, que hacía una vida infernal, que desesperado, tal vez hasta buscó la muerte por su propia mano... Y sé que todo eso fue con causa de una mujer. Una mujer a la que usted parece conocer.
― Oh, no... Solo por el retrato.
― ¿Qué retrato?
― El que estaba en aquel marco. Su hermano lo hizo pedazos aquella noche, cuando recibió la carta, y desde entonces no se ocupó más de nada.
Bebía y bebía como un loco... Llegaba al amanecer arrastrándose... Y aún mandaba a la chica a traerle más whisky de la taberna... Pero mi esposo y los peones siguieron trabajando en el lugar que él había indicado y así se siguió trabajando en la maquinaria.
― Me cuenta usted cosas increíbles...
― ¿Y no sabía usted nada de esto?...
― No. Mi hermano salió de Alemania, para vivir en Tokio para trabajar su carrera, para desempeñar un importante cargo... Nosotros nacimos en Tokio, pero nos criaron en Alemania, hasta que mi hermano decidió irse a Tokio a estudiar su carrera, y yo decidí quedarme en Alemania para estudiar.
― Su carrera...
― Mi hermano era abogado. ¿No lo sabía usted?...
― Nunca lo dijo.
― Una vez mi hermano Itachi comento, que llegó a ser el hombre de confianza de la millonaria Familia Uzumaki en Tokio... Un día abandonó su cargo; la sed de riqueza pareció enloquecerle.
― Una noche, hablando con mi esposo, muy bebidos ambos, le oí contar algo así... Él quería ser rico, su novia le había prometido esperarlo si lograba hacerse rico en un año; y el vino a Isla Sado, logro hacer comercio con ganado y agricultura por todo el mundo, exportando e importando a países importantes, estuvo entre los buscadores de campos de arroz de este pueblo Kuninaka; sufrió de fiebre, gripe... Mi esposo lo trajo a Isla Sado...
― Itachi lo sufrió todo, lo afrontó todo, por una miserable mujer a la que era preciso comprar con dinero... ¡Es inaudito, increíble!...
― Su propio hermano lo comprendía así, señor Sasuke Uchiha; pero aquella mujer le obsesionaba... Esperaba hacerla cambiar... Cuando llego la carta...
― Dos veces me ha hablado de esa carta... ¿La vio usted?... ¿La leyó?... ¿Supo exactamente lo que decía?...
― Decía que iba a casarse con otro... Uno que ya era millonario...
― ¡hmp!...
― Su hermano bebió como nunca aquella noche. Desde allá escuchaba sus gritos, el ruido que hacía al destrozar los muebles... Karin, la jovencita que le servía, llegó temblando a mi casa, dijo que su amo se había vuelto loco... Mi marido no estaba. Yo, con mucho miedo, me decidí acercarme. Su hermano estaba solo en medio de la sala, había destrozado el retrato de ella y lloraba como un niño sobre sus pedazos...
― ¡Es estúpido, desconcertante!...
― Él lo extrañaba mucho, sin embargo... Comprendo su pena, el gran dolor que siente en este momento.
Ha callado impresionada por el dolor que refleja el viril semblante de Sasuke Uchiha, y queda silenciosa mirándole, mientras él inclina la cabeza tristemente, por unos segundos alzo desafiante, insensible de la desgracia...
― ¿Cómo era la mujer del retrato?...
― Muy hermosa, ciertamente... Una verdadera belleza. Un porte aristocrático, delicado, hasta cierto punto se comprende que tuviera miedo de compartir todos estos trabajos con usted. Para una muchacha de buena familia, educada en la capital, esto es peor que el infierno.
― Pero no vacilo en ordenar a él que se hundiera en este infierno...
― Cuando se ha nacido en la abundancia se tiene miedo de ser pobre.
― ¿Nunca dijo su nombre mi hermano?...
― Nunca... Era un perfecto caballero.
― ¿Qué tenía que ver eso?...
― Es indiscreto, pero tengo entendido que ella le había amado generosamente antes...
― ¿Quiere decir que había sido su amante?...
― Eso pienso... Son cosas muy delicadas; claro que yo no tengo la seguridad. Pero ese mismo secreto en que su hermano guardaba el nombre, aún cuando hubiera bebido hasta perder el sentido casi, indica algo, ¿verdad?..
― Su suposición es muy acertada... Y era lo único que le faltaba a la dama del retrato; ser además de todo, una mujer fácil... ¡MALDITA!...
― Señor Sasuke Uchiha...
― Perdóneme... Me exalto hasta no ser dueño de mis palabras. Pero le aseguro que...
― ¡Oh, mire usted!... El Reverendo...
El pastor llegaba en efecto a la puerta, grave y sereno como siempre.
― No se alarme, señora Hatake. Vine a buscar al señor Sasuke Uchiha por si quería pasar la noche en mi casa y hacerme el honor de acompañarme a la hora de la cena...
― Es usted muy amable; pero...
― Confío en que no va a rechazarme. Bajaremos juntos dentro de un rato...
― Reverendo... No crea que he venido por curiosidad...Yo...
― Kakashi Hatake salió de la taberna y no tardará mucho en llegar. Se disgustara si no la encuentra.
― ¿Salió ya?... Con permiso de ustedes entonces... Me voy más tranquila dejándole bien acompañado, señor Uchiha... Si puedo servirle en algo...
― Buenas tardes...
Se ha ido casi corriendo, mientras una sonrisa compasiva asoma a los labios del Reverendo.
― Espero que no haya molestado demasiado la visita de la señora Rin de Hatake... Es una buena mujer a quién él maltrata un poco, su esposo es un hombre muy impulsivo y frío, a veces puede estar tranquilo y otras veces con un humor terrible, aunque su esposa Rin es una mujer buena, noble, a veces habla cosas que no debería decir; pero...
― Ahora habló menos de lo que yo hubiera querido escuchar... Sus palabras y la de usted, solo me han dado la certeza de que todos ignoran el nombre de la mala mujer que destrozó la vida de mi hermano...
― ¿Y no le parece a usted que es mejor?... ¿Qué gana con alimentar rencores que le amarguen?...
― Por desgracia viven aunque la voluntad no les alimente.
― Lo mejor para usted sería ceder los derechos de su herencia algún Banco y terminar con todo esto. Le será muy fácil; la plantación y el campo son el fruto de una gran fortuna; tiene para vender y regalar...
― No me interesa la herencia. A ese dinero solo le encontraría un empleo digno: La venganza.
― ¡Por favor!... Está usted loco... ¿La venganza contra quien? ¿Contra una mujer cuyo nombre ignoramos?...
― No es un imposible averiguarlo. Se que era joven, que era hermosa, que pertenecía a la mejor sociedad de Tokio. Seguramente a la sociedad que frecuenta la casa de la millonaria Familia Uzumaki. Ese fue durante dos años el mundo de mi hermano... Parecía vivir feliz. Ella le daba esa falsa felicidad, ella lo acercó a la gloria para hundirle después en el infierno... ¿No cree usted que merece ser tratada de la misma manera?...
― Por favor, cálmese... Me da miedo su exaltación... Es una locura haber pensado en la venganza... Destrozará su propia vida, sin que pueda remediar nada de lo que ya ha ocurrido a Itachi.
― ¿Piensa usted que mi vida no está destrozada?... ¿Piensa que puedo vivir tranquilo después de todo esto?... ¿Que puedo gozar de este dinero?... No Reverendo Misora... Usted es de otra raza, de otra sangre... Se ha consagrado a un ministerio divino y no comprende lo que pasa por mi alma... Pero yo se que mi vida no tiene ya más que un objeto: cobrar esa deuda, castigar esa infamia...
― ¿Pero de que modo podrá justificarse?
― No lo sé.
― Su pretensión es absurda. Aunque sea como usted dice, de otra sangre y de otra raza; soy hombre y soy joven. He sentido la indignación de todo esto. Creo como usted, que un crimen como el de esa mujer debe ser castigado; pero dejo a Dios el cuidado de toda venganza, de todo castigo... Algún día su justicia le alcanzará; algún día llorara por todas las lágrimas que ha hecho derramar, algún día sufrirá lo que sufrió Itachi...
― Puede usted estar seguro de eso, Reverendo Misora.
― Deseche esas ideas que le hacen daño... Necesito verlo tranquilo para poner en sus manos muchas cosas que le pertenecen. En este maletín están los papeles de su hermano, algunas alhajas y un buen puñado de pepitas de oro puro; también tramites de la exportación que tuvo hace unos días, pero que ahora le pertenecen.
Ha abierto el pequeño maletín de cuero momentos antes saco de un armario. Los ojos de Sasuke resbalan indiferentes sobre los gruesos trozos de oro, se detienen tristemente un instante sobre el reloj y la sortija de su hermano, y ven al fin algo de que la mano se apodera al instante.
― Un pañuelo de encajes... De ella, si... ¡de ella!...
Lo ha estrujado con rabia. Es un pequeño cuadrángulo de seda, leve y lejanamente perfumado; y al borde mismo del encaje, una inicial que se clava en las pupilas de Sasuke Uchiha, como queriendo desafiarle. El Reverendo Misora se inclina, preguntando:
― ¿Qué es?
― Poca cosa...Un pañuelo de encajes, con aroma a sakuras. Una pequeña pista, pero sin embargo puede señalarme el camino de la venganza!...
Nota del Autor:
Hola, espero comenten para saber simplemente que les parece esta nueva historia que estoy por comenzar, esta basado en el libro, no quiere decir que todo será exactamente igual. Sobre los personajes de Naruto trataré de que tengan la misma personalidad, estoy segura que esta historia le va agradar, se llevarán una gran sorpresa, esta historia es SasuSaku. Gracias por leer, nos vemos en el siguiente capítulo. :)
