El copyright y la Marca Registrada del nombre del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes, así como símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000. A excepción de sucesos no relacionados con lo antes mencionado
De Borracheras a Extraños Millonarios
I
—Insisto Rose, tienes que salir —solté un gruñido y dejé caer mi cabeza sobre todo el papeleo que tenía en mi escritorio.
Este año Lily comenzaba la universidad, pero como a toda persona le pasa al menos en alguna etapa de su vida estudiantil, de pronto necesita más independencia. Esto llevó a mi prima exigir vivir sola. Mis tíos obviamente se opusieron a esto, ellos querían que Lily viviera dentro de las residencias como Albus, ya que no viven en Londres. Sin embargo, todos conocen que Lily Luna es bastante terca y obstinada, y no se rendirá hasta conseguir su objetivo.
Pues lo logró. Convenció a sus padres, con muy buenos argumentos. Les demostró que el costo de las residencias de Albus y más lo de ella era mucho más caro que rentar un departamento en el cual se dividiría la renta… conmigo y Hugo.
Yo acepté mudarme con ella porque estaba cansada y harta de tener que compartir una habitación pequeña con alguien más cuyos hábitos de limpieza y orden dejaban mucho que desear. A parte jamás congenié con mi compañera de cuarto.
De pronto me encuentro que tenemos un departamento cerca de la escuela, es decir en el centro de Londres, donde por fin puedo tener espacio para estudiar, usar el baño cuando yo deseé, cocinar lo que yo quiera y tener un descaso apropiado y en compañía de mis dos primos y mi hermano.
En el camino a nuestro hogar, Lily comentó algo sobre un antro que acaban de abrir, que prometía ser el mejor lugar para ir de fiesta en la ciudad. Albus se mostró animado en ir, pero yo no. Hasta ahí había quedado zacado el tema hasta…
Hasta ahora.
—Ya te dije que no. Tengo examen de Finanzas el lunes —el maestro que impartía la materia me había dado las otras contabilidades pasadas, siempre sacaba arriba de 90, pero el resto de la clase reprobaba o apenas pasaba. Éramos muy pocos que lográbamos una nota alta, pero el maestro era un experto.
Además, si no tuviera examen simplemente no podía. Nunca había sido una fan del alcohol, lo he probado y las veces que me he pasado de copas simplemente no me gusta el sentimiento de estar mareada.
No soy la clase de chicas que se emborracha cada fin de semana o cuando le viene la oportunidad… como últimamente ha estado haciendo Lily desde que cumplió 18.
—¡Pero si ya has estudiado toda la semana! —Dio un pisotón en el suelo de madera— ¡Seguro que ya hasta te lo sabes de memoria!
—Lily, de ninguna manera. ¿Por qué no vas con Roxanne o Dominique?
—¡Pero yo no quiero ir con ellas! —Hizo una mala cara y sacudió la cabeza varias veces—. Son más grandes que yo.
—Yo también lo soy —arqueé una ceja. Ella volvió a dar un pisotón al piso como una niña pequeña.
—A ellas no les gusta salir con personas menores, ya me lo han dejado en claro. Y tú sólo eres dos años mayor, no es tanta la diferencia —se encogió de hombros.
Esta discusión no nos estaba llevando a ningún lado. Apenas tiene 18 años, y al ser una de las más pequeñas de la familia… y consentidas, no tiene nadie más con quien ir que no sea yo. ¿Cómo hacerle entender que soy la peor persona para pasar el rato? Simplemente no es mi ambiente, odio las multitudes, odio los borrachos que intentan ligar, odio tener que cuidar de borrachos.
—¿Y si le dices a Hugo? —Tengo que probar con mi hermano, ellos dos son como uñas y carne, como yo lo soy con Albus. Me vuelve a hacer mala cara.
—Hugo tiene novia y estará ocupado. Siempre lo está —abro mis ojos sorprendida, al parecer ya ha pensado en todos y yo soy su última esperanza.
Lily sólo quiere que la dejen de ver como una niña pequeña. Ella ya es mayor de edad y quiere hacer cosas de grandes. Lamentablemente yo soy la única mujer más cercana a su edad ¿Quiere una noche de chicas?
—Por favor… —la miro a los ojos, mi estómago me da un pinchazo de culpabilidad, bueno… es sólo una noche, ya he estudiado toda la semana y estoy muy segura que pasaré ese examen… pero ¿Beber alcohol? Tal vez no tenga que hacerlo, y si lo hago, una copa no hará daño.
¡Maldición Lily!
—De acuerdo —me cuesta tanto decir estas palabras, esto no va conmigo, con mis principios, yo soy la señorita nunca-hace-nada-malo.
—¡Muchas gracias! —Me rodea en sus brazos y comienza a chillar y saltar de la emoción. Fuerzo una sonrisa, estoy haciendo algo por ella, algo que ella desea, no debería sentirme mal por ello.
Hoy es viernes así que tengo que buscar algo para ponerme en la noche, tal vez pueda pedirle un vestido a Victoire, ella tiene mucha ropa y siempre está queriendo prestármela o arreglarme para cualquier evento. Sí, supongo que la llamaré para que venga.
Tacones, le pediré tacones. Lily no me dejará ir con zapatos planos, aunque tampoco debería dejarme ir con altos, soy tan torpe que seguro me vendré cayendo en la acera o simplemente al bajarme del auto. Me llevaré los planos en la bolsa por si acaso.
Guardo mis notas de estudio y apago la computadora. Es un poco tarde, debería ir a bañarme o Lily me ganará, ella se tarda horas. ¿De verdad quiero hacerlo? No, la verdad es que no quiero ir a ese antro, a veces odio ser tan blanda, debí haber sido más insistente, debí haberle dicho no, no y no, hasta que se hiciera la idea de que sería imposible convencerme. Dios, ¿Por qué no soy más egoísta?
Arrastro mis pies hacia el baño y en lugar de ducharme, abro la llave del grifo y comienzo a llenar la bañera. Una hora sumergida ahí podrá relajarme para lo que viene, una noche insoportable, llena de adultos con deseos de emborracharse a más no poder…
Me paro en seco justo cuando desabrocho mi blusa… ¿Y sí Lily se emborracha? Mi rostro empalidece. Tío Harry jamás me lo perdonaría, mi madre me reprocharía por ser tan irresponsable y por dejar que eso ocurriera. No, no dejaré que eso le suceda. La dejaré tomar como máximo dos cócteles y ligeros… ¿Y sí alguien se aprovecha de ella? Esta vez mi estómago se revuelve. Eso pasa en los bares, suele suceder. No voy a dejar que vaya sola a ninguna parte, es mi responsabilidad…
¿En qué demonios me metí?
Doy un respingo y cuando termino de quitarme la ropa me meto con cuidado en la bañera. Vierto un poco de aceite de olor a rosas y me relajo…
Nada de exámenes, primas locas con hormonas aceleradas, ni antros con alcohol o depravados.
Toc, toc…
Abro un ojo, después lo cierro. El golpeteo vuelve otra vez, abro los dos poco a poco hasta que escucho a Lily gritar del otro lado de la puerta.
—¡Rose! ¡Sal de ahí! ¡Llevas una hora! —Vuelve al tocar con insistencia. ¡Mierda! ¡Me quedé dormida!
Me levanto de la bañera, me enjuago rápidamente y alcanzo mi toalla. Con extrema rapidez termino de secarme y salgo del baño hacia mi habitación.
—Lo siento, me quedé dormida —le doy una sonrisa tímida en forma de disculpa.
—¿Aceite de rosas? —Arquea una ceja media divertida— ¿Lista para la noche? —Pongo los ojos en blanco y me encierro en mi cuarto.
10 minutos más tarde estoy vestida con algo cómodo. Tomo el teléfono para llamar a Victoire para que me eche una mano. Es tan linda conmigo por teléfono, incluso se emociona y la oigo chillar y aplaudir desde la línea. Me dice que en unos minutos llega y corta enseguida. Creo que le he hecho realidad un sueño, un sueño frustrado. No todos los días tendrás a Rose Weasley pidiéndote que la maquilles. No, a mí me gusta estar en la comodidad de unos pantalones de mezclilla y blusas normales, sin maquillaje.
Al poco tiempo, Victoire llega y para entonces, Lily sigue en el baño, supongo que haciendo lo mismo que yo, relajándose. Voy hacia ella y la saludo de beso en las ambas mejillas, después me quedo perpleja. Lleva cuatro vestidos dentro de una bolsa negra y un maletín con maquillaje e instrumentales para el cabello. Lo máximo que puedo reconocer es un secador, porque eso es lo único que tengo.
—¡Me acabas de hacer la noche! Y no digo día porque no hay sol ahora —me sonríe radiantemente—. Vamos a tu habitación y hagamos magia —me guiña el ojo. Me hubiera dado la mano y guiado hacia mi recámara, pero sus manos están tan ocupadas que no puede.
Tomo los cuatro vestidos para ayudarle un poco. Al llegar los deposito sobre la cama y yo me siento en el borde, esperando para que todo esto comience. Victoire deja su maletín sobre mi tocador, lo abre y yo quedo deslumbrada ante tantos cosméticos y productos de belleza.
Me sonríe burlona. Saca un paquete de toallitas y empieza a limpiar mi rostro. Cierro los ojos y me dejó ir a su cuidado profesional. Siento que me está frotando algo cremoso en el rostro, lo deja ir por mi barbilla, mejillas, frente y por mis ojeras. Luego me pasa una brocha gigante por el rostro que me hace cosquillas y estornudar.
—Son polvos. Así la base se quedará fija —me limito asentir, no tengo idea a que se refiere. Parece darse cuenta porque se ríe.
Frunzo el ceño.
Escucho a Lily salir del baño y después cerrar la puerta de su cuarto. Aún no sabe que Victoire está aquí ni que la he llamado. A lo mejor quiera maquillarla también, supongo que aceptará, le encanta esto. A eso se dedica.
Minutos más tarde, ya ha terminado con mi rostro. Abro los ojos y me quedo anonada con la visión que me regresa mi espejo… ¿Esa soy yo? No puedo creérmelo, luzco mayor, madura y…
—Sexy. Te vez sexy —sonrío, una sonrisa diferente, no a la que la Rose común y corriente daría, sino a esta Rose.
—Dios… mío… estoy irreconocible —mis labios logran decirlo en un respingo.
—Tengo un vestido perfecto para ti —toma un vestido, le quita la envoltura y me lo muestra. Es de manga larga, con espalda abierta en V y algo corto, todo hecho de lentejuelas doradas.
—¡Está hermoso Victoire! —Lo tomó entre mis manos observando las lentejuelas brillar ante la luz de cuarto.
—Pruébatelo. Tengo un peinado en mente que iría perfectamente con ese vestido —sin demorarme mucho me lo pongo y sólo le pido ayuda con la cremallera.
Vuelvo a sentarme al pie de la cama y ella vuelve hacer magia, pero con mi cabello. De su maletín, saca una plancha y el secador. Quita la liga de mi cabello y lo seca, después lo alisa y lo recoge en una cola de caballo.
Listo, ha terminado conmigo y vuelvo a sonreír. Jamás me habían arreglado tanto, jamás me había sentido tan hermosa. Ahora entiendo porque Victoire tenía tantas ganas de hacer esto conmigo.
—¡Muchas gracias Vic! —la abrazo emocionada.
—De nada, Rose. Puedes pedirme el favor cuando quieras —me quiña el ojo.
—¡Victoire! —Chilla Lily desde la puerta. Lleva un vestido verde botella, de tirantes y holgado. El color se le ve genial—. No te escuché llegar… ¡Rose! ¿Eres tú?
—Vamos Lily —siento enrojecer mis mejillas aún más de lo que ya están por el maquillaje.
—Ven aquí Lily y déjame arreglarte —Lily chilla y corre dando saltitos hacia mi cama. Victoire vuelve a sacar los cosméticos.
…
Despedimos a Victoire gustosas con el resultado. Ambas nos vemos hermosas, guapas y atractivas. ¡Lily ni siquiera luce como alguien de 18! ¡Parece cuatro años mayor! No quiero pensar de cuanto me veré, pero aun así estoy satisfecha, lista para ir al antro, libre de preocupaciones, quien sabe, quizá y me permita un cóctel.
Tomamos nuestros bolsos y nos dirigimos hacia el ascensor. Al entrar no dejo de observarme. Me veo hermosa, soy linda y ni un rastro de mis horrorosas pecas.
Llamamos un taxi, y después de varios intentos, logramos conseguir uno. Lily le da la dirección al taxista con algo de exaltación. Debería agradecerme esto, estoy a punto de hacer realidad su sueño.
Cuando llegamos estoy igual o más emocionada que Lily, abro la puerta y salgo tan rápido que si no fuera por Lily ahorita estaría sobre la banqueta. Le doy una sonrisa tímida en forma de agradecimiento, ella pone los ojos en blanco y niega varias veces.
—¡Vamos Rose! —Me jala de la muñeca hacia la entrada donde hay una fila como de 45 personas. Bueno, lo acaban de abrir, es fin de semana, es lógico que vaya a estar muy lleno.
Minutos después y varios adolescentes rechazados con ID's falsas, llega nuestro turno. Lily muy orgullosa le tiende su ID al hombre de seguridad. Éste la examina muy minuciosamente hasta comprobar que es real, asiente y dejar pasar a Lily.
Yo le doy la mía con la mano muy temblorosa, no sé si es porque estoy nerviosa o emocionada. El hombre me echa un vistazo furtivo, pero me deja pasar.
—¡Por fin! —Grita Lily con los brazos al aire y comienza a dar vueltas. Miro a los lados asegurándome que nadie más esté viendo este espectáculo.
—Calma Lily —la sujeto del brazo—. Vamos a buscar una mesa —vuelve a gritar y me sigue gustosa.
No hay mesas disponibles, todas están ocupadas así que nos quedamos paradas cerca de la barra. Mi prima enseguida toma el menú y me lo acerca para que también vea las opciones. ¿Sería muy soso de mi parte pedir agua? Supongo que sí.
—Pedí Tequilas —abro los ojos atónita. Ni siquiera estaba segura si iba a pedir un cóctel. Ella ve mi rostro alarmado y se echa a reír.
Veo como el barman toma la botella de Tequilla, dos vasitos pequeños y los sirve para nosotras, cuando nos lo entregan me da un guiño. Siento mis mejillas arder y más cuando Lily me da un codazo.
Agradezco la falta de iluminación, así no podrá notar mi intenso rubor.
—Vaya Rosie, apenas vas llegando y ya acabas de ligarte al barman —pongo los ojos en blancos y suelto un gruñido—. Bébetelo.
Me hace una señal de que nos los vamos a beber al mismo tiempo, suspiro hondamente y la escucho contar hasta tres, y me lo tomo de golpe. Siento mi garganta escocer y como todo se calienta dentro de mi como el líquido va haciendo su camino hasta mi estómago. Mis orejas se calientan y sé que se han puesto rojas.
—¿Lily? —A ella no le ha pasado lo mismo que a mí, y algo me dice que mi prima tiene mucha más experiencia en el alcohol que sólo unos cuantos meses.
No me hace caso, tiene los ojos cerrados y está moviéndose al ritmo de la música. No me gusta esto, pronto me pedirá ir a bailar con ella.
—Vamos a bailar —me dice canturreando, me toma de los brazos un poco más animada por el tequilla y me lleva hacia donde todos están bailando.
Me siento aún más estúpida. Yo no sé bailar, no sé cómo hacer esos movimientos exóticos y extraños que hace Lily con sus caderas y brazos.
—¡Muévete! —Me grita Lily por encima de la música. Ojalá el Tequila me hubiera dando un poco más de soltura como a Lily—. Sólo siente la música… —Canturrea sin dejar de moverse.
…
—Bébelo —me tiende otro shot de Tequila, la miro alarmada. Me he dicho que sólo bebería un coctel— y rápido —ella toma el suyo y espera a que yo haga lo mismo. Luego de pensarlo varias veces me decido que no me hará tanto daño, solo es el segundo.
Ella levanta su dedo índice susurrando: "A la una…", y así sucesivamente hasta tres, y me lo bebo de golpe.
Hago una mueca de asco e irritación. El licor me quema la garganta y me vuelve a subir hasta las orejas ¡Dios mío esto sabe horrible!, sabe asqueroso, pero luego me deja una sensación un poco… placentera.
—Quema —digo con la voz rasposa. Lily comienza a burlarse de mí. Siento mis mejillas arder más de lo que el licor ya ha provocado.
—¡Pues sí! —Me lo dice como si fuera… obvio. Mi sonrojo se vuelve más evidente.
El barman me ve de nuevo y me suelta una sonrisa, y sin que yo se lo pida me sirve otro Tequila. Yo niego con la cabeza, pero él insiste que no me queda otra más que tomármelo.
Lily pide una ronda de no-tengo-idea-qué, y para entonces creo que ya estoy bastante alivianada que hasta me permito reír de sus ocurrencias. Algo le está diciendo al barman que yo ignoro, simplemente veo como nos sirven unos shots arcoíris y me deslumbro de cómo es que ha podido hacer eso sin que los colores se hayan mezclado.
Vuelve al contar hasta tres y nos los volvemos a tomar de un trago. Me vuelve a quemar la garganta y las orejas, pero esta vez el sentimiento ya es más familiar.
De pronto estoy más suelta y sigo sin problema alguno a Lily hacia la pista de baile y no sé cómo demonios hago para moverme del mismo modo que ella. Me siento más feliz y me río por cualquier estupidez, Lily está igual que yo, o tal vez yo estoy peor que ella.
No, no puede ser. Yo soy la adulta responsable.
Me distraigo por un momento, cuando vuelvo veo que Lily está hablando con un castaño muy guapo. Sonrío como tonta. Lily es muy suelta con los hombres y segura. Quisiera poder ser así… vaya la está invitando a bailar. Ojalá no sea de a rato y puedan conocerse mejor y ¿Quién sabe? Empezar a salir…
…
Después de varios cócteles más y con el número del barman en mi celular, siento que ya no puedo. Todo a mi alrededor girar de manera alarmante, estoy tan mareada que no puedo seguir más de pie. Mi estómago está revuelto y mi cabeza me duele. Dios mío me siento fatal.
Me siento con esfuerzo en una mesa vacía, me tomo la cabeza entre las manos y cierro los ojos. Tengo que irme, tengo que irme a casa. Necesito decirle a Lily.
Subo la mirada en busca de mi prima, pero no la veo por ninguna parte ¿En dónde rayos está? Tengo que encontrarla, pero no sé si mis piernas puedan seguir soportando mi peso.
Demonios.
Me levantó con cuidado aferrándome a la silla, mis piernas tiemblan un poco por culpa de las zapatillas de tacón de aguja, y mi vista está borrosa. Me voy a la pista de baile y busco entre las personas, ninguna tiene las características de Lily. Se me ocurre ir al baño, pero antes de entrar me alejo, se me viene un sabor asqueroso a la boca y algo me dice que si entro vomitaré.
Odio vomitar, tengo una extraña fobia a eso. No, no puedo.
¡Maldita sea! ¡El celular!
Rápidamente me llevo la mano hacia mi bolso, es ahí cuando me doy cuenta que no tengo mi bolso… gimo en voz alta, ¡Perdí mi bolso! Ahí tenía todo, dinero, ID y mi celular. ¿Ahora cómo rayos encontraré a Lily?
Salgo del bar con la esperanza de poder encontrar a Lily, pero no es así. Sólo hay gente deseosa de entrar al bar y alguno que otro esperando por un taxi sin suerte alguna. ¿Qué hago ahora?
Suelto un respingo y cuando quiero entrar de nuevo, el guardia me pide mí ID. Empalidezco. Perdí mi bolso, ya no puedo entrar. Trato de explicarle que acabo de salir, pero no me cree. Doy un gemido y aún más temblorosa me voy caminando en busca de algún lugar para sentarme. Una jardinera.
—¿Estás sola? —Siento el vello de mi espalda erizarse. Alguien pregunta a mis espaldas y su voz no suena nada amigable.
—No-no, yo-o ya me iba —digo tartamudeando, parte borracha y parte asustada. Me levanto rápidamente lo que me trae un mareo de lo más horrible. Mi estómago se revuelve aún más.
—Me parece que sí —el hombre se acerca peligrosamente. Trago en seco, mi visión está distorsionada, parece que hay dos hombres… ahora uno… dos y medio…
Siento un tiró en mi brazo y me estampo contra un pecho grande y duro. Me da repulsión. Chilló muy alto y antes de que pueda hacer otra cosa más, ya me está besando.
Su aliento sabe a cerveza barata y cigarros. Intentó gritar y separarme de él, pero es inútil. ¡Qué asco! ¡Qué asco!
Una fuerza desconocida me separa de aquel hombre, yo me tambaleo en mis tacones y caigo de bruces en el asfalto. Oigo una segunda voz ajena reclamar, instantes más tarde un sonido sordo. Se están golpeando.
Por favor has que se detenga, por favor has que se detenga. Por favor llévenme a casa… quiero irme a casa ¿Dónde estás Lily?
—¿Estás bien? —Me pregunta mi rescatador. Sin embargo, me siento tan mal que termino vomitando sobre el piso.
Gimo en un lloriqueo.
—Ven —dice con un poco de repulsión. Me ayuda a levantarme y me lleva a la jardinera en la que estaba sentada. Me viene otra arcada, él me aparta el cabello de la cara y me deja vomitar una y otra vez hasta que siento que no tengo nada en el estómago.
Estoy llorando ahora, odio vomitar, no puedo respirar, siento que me ahogo.
—Por favor —sollozo con la voz entrecortada, cómo si él pudiera ayudarme. Me siento tan mal.
—¿Necesitas un taxi? —Me pregunta algo irritado, yo niego la cabeza, pero resulta peor, me da otra arcada y vomito— ¿Puedes levantarte? —Asiento un poco y cuando lo hago mis piernas me tiemblan como gelatina—. ¿Quieres que te lleve a casa?
—Sí —digo débilmente.
—¿Dónde vives? —mi mente se queda en blanco, no puedo recordar la dirección, apenas compramos el departamento. La única que se sabe la dirección es Lily, a la cual, eventualmente, no encuentro.
Parece notar en mi rostro lleno de preocupación que no lo sé. Suelta un respingo, lo sé, yo también estaría así si tuviera que cuidar a una estúpida que se pasó de copas.
—No tienes que hacer esto —le digo balbuceando por los efectos del alcohol— si no quieres.
—No digas estupideces —me corta tajante—. Te llevaré a mi departamento —mis ojos se amplían. No lo conozco, hace unos momentos un tipo trato de aprovecharse de mí y ahora él intenta llevarme a su departamento—. Sólo quiero ayudar.
—Pero… —no me deja continuar. Saca su celular y marca. Se aleja un poco de mí, pero sin quitarme el ojo.
No lo he observado bien, ni siquiera puedo verlo distinguidamente. Sólo sé que tiene cabello rubio, que viste bien y su perfume también.
—En unos minutos vendrán por nosotros —me dice sentándose a mi lado. Estoy tan mareada y cansada que podría quedarme dormida aquí mismo. Me he calmado un poco, ya no estoy llorando, pero sigo preocupada—. No te duermas —me advierte, lo miro a los ojos. Son grises.
—Me gustan tus ojos —digo sin pensarlo y con voz vaga, él pone la mirada en blanco.
…
Un carro negro llega. Es de esos autos costosos que jamás en la vida podría, ni siquiera soñar, tener. Él pone una mano bajo mi rodilla y la otra en mi espalda y antes de que me dé cuenta me está llevando en brazos en auto. Lo agradezco porque sé que no podría caminar sin caerme al auto, también porque quiero descansar. Él cierra la puerta y me mantiene así, en sus brazos.
Cierro los ojos, ignorando su advertencia de no quedarme dormida, pero lo hago. Lo último que soy consciente es del sonido del motor del auto.
Me despiertan sus movimientos al querer bajarse del auto conmigo en brazos. Gimo un poco, pero vuelvo a cerrar los ojos. Mi cabeza da vueltas y vueltas desde aquí arriba, podría vomitar de nuevo, pero me reprimo las ganas con todo mi ser.
Llegamos al elevador, aprieta unos botones y la sacudida me pone peor. Voy a vomitar, lo sé. Voy a vomitar.
Aprieto mis ojos y mi boca. Las puertas se abren y entramos a su departamento. Mantengo los ojos cerrados hasta sentir que me depositan en una cama y es ahí cuando realmente me desvanezco, lentamente hacia la oscuridad.
N/A: Hola soy yo otra vez. He estado pensado demasiado en este fic y es que cuando lo escribí la primera tenía 17 años, y era para un reto. Sin embargo ya tengo 21 y tengo un poco más de experiencia de qué pasa en los antros y sobre todo en Europa. O sea cuando escribí esto jamás había ido a un otro, si a caso a bar, pero antro no... son dos cosas bastante diferentes y el ambiente también.
En fin, he estado pensando y decidí corregir un poco los errores que había para hacerlo más realista, también porque una de las razones por las que dejé varado esta historia es que ya no se me ocurría que escribir, ahora ya tengo lo tengo claro.
No cambié mucho de la historia, planeo corregir el segundo capitulo y los pondré en seguida, como si nunca hubiera pasado nada.
