Hola amigos de fanfiction. Seguramente a estas alturas ya nadie se acuerda de mi, jeje, y no los culpo, lleva años que no me paso por esta sección para publicar algo. Pero bueno, luego de mil cosas que ocurrieron les traigo una nueva historia, la cual aclaro que se irá publicando sin ningún tiempo determinado. No puedo decirles que semanalmente, o al mes, o cada dos años publicaré un capitulo, ya que todo dependerá de mis lagunas mentales y otras actividades que me permitan escribir. Es la primera historia que publico sin saber bien hacia donde va a parar, así que no esperen una obra maestra, eh?

También quiero aclarar para los que no me conocen aún que mi estilo a veces puede ser un tanto extraño y oscuro, creo que las mejores historias de horror son aquellas donde nos atrevemos a pensar en lo impensable, así que ya saben, jojo. Les agradezco a todos los que lean esta tontería y en especial a la autora XxpekeraritaxX por inspirarme hace siglos a escribir esto, y mas recientemente, motivarme para sacarlo del cesto de la basura a donde lo había arrojado y traérselos a ustedes.

Sobra decir que El Tigre no es propiedad mío, sino de Jorge R. Gutiérrez (no se pierdan "El Libro de la Vida", eh?) y Sandra Equihua... demonios, como extraño esa serie... pero bueno. Felices pesadillas a todos ustedes!

Puede haber mil personas a tu alrededor, y aún así siempre estás solo.

Guardianes y Demonios

Capítulo 1: Sueño y Pesadilla

El gentil pero constante tic tac del reloj de pared era el único sonido que se percibía en la casa cuando Manny entró en ella. La puerta rechinaba un poco debido al tiempo que nadie le había dado manutención, y aunque él sabía que nadie más se encontraba en el recinto, entró con precaución como no queriendo despertar a alguien. Una vez adentro y comprobar que la puerta había quedado cerrada detrás de él intentó en vano encender las luces.

Sonrió por un breve instante al entender que la fuerza de la costumbre le había ganado de nuevo, era inútil apretar el interruptor cuando ni siquiera había focos que pudieran brindarle algo de luz. Sólo esa depresiva oscuridad ligeramente reducida por las luces del exterior que se filtraban por las ventanas. A pesar de que no era la primera vez que se encontraba ahí, en su hogar, sentía como si se estuviera adentrando a un mundo desconocido y peligroso en donde la perdición aguardaba.

Se acercó a la sala y se dejó caer en uno de los sillones, el que se encontraba frente a una empolvada e inservible televisión. Se quedó ahí un rato mirando su reflejo en la negra pantalla, sus ojos ya comenzaban a acostumbrarse a la oscuridad. En ese momento le pareció ver el reflejo de una figura femenina caminando detrás de él, a lo que rápidamente se incorporó y se volteó para encontrarla.

-¿Frida?

Unas pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos al no encontrar ahí a la muchacha de cabello azul. Sabía que ella no estaba con él, era imposible que en ese atroz y solitario edificio estuviera ella. Nadie más que él habitaba el lugar desde tres años atrás. Manny se dejó caer nuevamente en el sillón, ahora recostándose totalmente para tratar de dormir mientras tomaba uno de los pocos cojines que quedaba y lo abrazaba con fuerza. Últimamente ese lugar era mucho más cómodo que su cama.

Mientras el sueño lentamente lo iba venciendo, Manny apretaba cada vez más el viejo cojín contra su pecho. Aspiraba su aroma ya medio pútrido, engañándose a su mismo de que aquel olor no era el de suciedad y humedad acumulada, sino el dulce aroma del shampoo que su chica solía usar. Acercándolo mas a su rostro terminó dándole un beso mientras imaginaba que eran los labios de Frida los que hacían contacto con los suyos.

Era una rutina terapéutica que ya se había convertido en su vicio, sin duda se veía patético haciéndolo pero no le importaba, después de todo nadie más lo podía contemplar o burlarse, y el hacerlo era como la droga más eficaz para quitarle el dolor que lo agobiaba cada instante de su existencia. Un dolor que se mantenía en su corazón, uno que a veces parecía tan piadoso como un ataque cardiaco, pero a la vez tan malvado como un pequeño rasguño que de ninguna forma podría matarlo.

-Te extraño demasiado- susurraba –Ojalá estuvieras conmigo-

Esa idea desapareció de su mente tan rápido como había llegado. Su mas gran deseo era que Frida volviera a su lado y que todo regresara a como era antes, pero sabía que era imposible. Más que imposible, era incorrecto, todo se había ido al demonio para él porque así tenía que ser. Había sido su culpa, él era el único responsable por haber sido tan débil y tan estúpido. Ahora Frida estaba bien, todos estaban bien y eran felices… menos él. Sin embargo, así debía ser y por mucho que le doliera, era un acto egoísta anhelar lo contrario.

Además… sólo tenía que resistir un poco más y el dolor se acabaría para siempre.

Se consolaba al pensar que lo que hacía era un acto de amor puro, uno que quizá enmendaría su estupidez pasada. Aunque ciertamente era difícil estar sólo ante ese reto y saber que no sólo sus actos pasaban desapercibidos, sino que su imagen estaba más que arruinada ante el mundo… ante ella.

Había aceptado su destino, vería su existencia extinguirse lentamente mientras recibía el odio del mundo y no podía culpar a nadie. Sus recientes actos sólo podían tener como consecuencia el desprecio del prójimo, su propia familia lo había abandonado y ahora todos a los que amaba estaban inmersos en sus propios asuntos. Pero era lo correcto, tal vez él sufriría y sería olvidado, pero con eso su Frida encontraría la felicidad que tanto merecía y que él había jurado dársela, aunque ese no fuera el modo en que lo hubiera deseado.

Y así, escuchando solamente aquel tica tac relajante, acurrucado en el sillón y con la reconfortante calidez que el cojín le brindaba, a modo de cobija, sintió como sus ojos comenzaban a cerrarse por el cansancio. Quizá dormiría un rato, o toda la noche, al fin y al cabo no tenía ningún pendiente por el cual preocuparse. Sólo quería descansar unas horas y evadir su realidad, aunque fuera por un breve lapso.

-¿Manny?... Manny… ¿Estás dormido?

El muchacho abrió los ojos con dificultad por el cansancio justo para encontrarse frente a frente con su adorada Frida. La chica lo miraba entre preocupada y divertida, llevaba puesta su ropa de dormir y lucía aún más hermosa que de costumbre bañada por la luz de la luna. Fue en ese momento cuando Manny se percató de dos cosas, la primera era que se encontraba sentado en el balcón de Frida, y la segunda era que estaba totalmente empapado por la lluvia que se había desatado.

-¿Qué pasó?, ¿Qué hago aquí?- preguntó Manny confundido y muriéndose de frío.

-No te preocupes, papá ya se fue a acostar. No se dio cuenta de que habías venido- contestó Frida sonriendo.

Los difusos recuerdos de él visitando a Frida esa tarde, y de la llegada repentina de Emiliano aparecieron en su mente. Recordaba que se había metido a escondidas en la habitación de Frida y debido al temor que tenía por el jefe Suárez y a sus sabuesos, había tenido que quedarse oculto en el balcón hasta que pasara el peligro. No obstante, el sueño lo había vencido y a juzgar por el cielo nocturno que ahora coronaba las alturas, ya llevaba bastante tiempo ahí.

-Menos mal. Bueno, creo que mejor vuelvo a casa- dijo Manny.

-Espera, creo que lo mejor es que te quedes un poco más. Ya es tarde y los perros están merodeando el patio. Además estás empapado y si no te secas pronto te vas a enfermar- replicó Frida.

-Aún así mejor me voy, no quiero que tu padre venga y me descubra.

-No seas necio. Papá no se va a despertar, tiene el sueño pesado- dijo Frida en tono severo para luego cambiar a un casi suplicante –Quédate sólo un rato mas-

Manny no podía negarse ante esa mirada dulce que ahora le ofrecía, por lo que decidió aceptar la oferta de Frida. La muchacha cerró la ventana y las cortinas para luego abrir un cajón que estaba cerca buscando algo. Manny se sentía reconfortado al alejarse del frío exterior y estar en la cálida habitación de Frida.

-Lo siento, pero sólo tengo pijamas de niña para prestarte- dijo Frida divertida.

Manny se inquietó un poco ante esta frase. Al principio pensó que era una broma pero luego de ver a Frida sacando algunas ropas que sin duda le pertenecían comprobó que no había ningún error.

-¿De qué hablas?

-Tienes que cambiarte esa ropa. Está demasiado mojada- dijo Frida.

-¡Estás loca!, ¡No me voy a poner tu ropa!

-No tiene nada de malo, nadie se va a enterar.

-¡Pero es ropa de mujer!

-¿Y eso qué? No es como si lo hicieras por gusto, se trata de una emergencia. Además no tiene dibujos de florecitas ni nada de eso.

-Aún así no me siento cómodo con esto.

-Y yo no me sentiré bien con que te resfríes.

La discusión se extendió por varios minutos y aunque Frida no era de un carácter débil, terminó por aceptar que su amigo jamás aceptaría esa situación. De ese modo, derrotada buscó otras opciones.

-Por lo menos quítate la ropa mojada y te presto una toalla para que te cubras- dijo finalmente.

La idea continuaba siendo demasiado vergonzosa para Manny, aunque no desagradable, sin embargo se sentía con la obligación de ceder un poco antes las peticiones de Frida. Sin mencionar que ya comenzaba asentirse mal por el frío de sus prendas. Terminó por aceptar.

Frida le dio la toalla y le indicó que pusiera su ropa junto a la ventana. No había sol que pudiera ayudar a secarla, pero era lo mejor que se les ocurría.

-¿Puedes… voltearte?- preguntó Manny a la chica cuando estaba a punto de desvestirse.

Frida asintió algo apenada por no haber tenido ella esa iniciativa que, en teoría, era lo que el sentido común la hubiera obligado a hacer. Manny procedió a lo convenido y una vez que quedó sólo con la toalla amarrada a su cintura le indicó a Frida que ya podía ver. Ella lo hizo completamente sonrojada. Manny se habría burlado de eso de no ser porque él estaba igual. Sin saber que más decir, se sentaron en la cama mirando a la pared más cercana.

-Si tu padre entrara ahora… sin duda nada me salvaría- bromeó Manny tratando de romper la tensión.

-Ni lo digas- rió Frida –De por si siempre tiene ideas extrañas sobre nosotros-

-¿Ah sí?... ¿Qué clase de ideas?

-Ya sabes… ideas.

-No seas así, dime- Manny ya se estaba divirtiendo con esa conversación.

-Pues… pues… me ha preguntado si te considero sólo mi amigo o… que si hay otra cosa.

El corazón de Manny dio un vuelco en ese momento.

-¿Y qué le contestaste?

-¿Qué otra cosa?, lo obvio. Que sólo somos amigos.

Manny no pudo evitar sentirse defraudado entonces.

-Si… supongo que sí.

El silencio reinó por unos cuantos segundos. Entonces Frida volvió a hablar.

-Sólo amigos… tendría que decirle eso aunque no fuera cierto, ¿no crees?

-Cierto… y… ¿es cierto?

-¿Qué?

-Lo que dijiste… que sólo… ¿amigos?

Ahora era el corazón de Frida el que retumbaba dentro de su pecho.

-Pues… pues… pues sí. Pero no se… lo que tu pienses.

Ambos jóvenes estaban tan metidos en su diálogo que no se habían percatado que lentamente se habían ido acercando.

-Somos amigos… al menos eso entiendo. Ninguno de los dos ha pensado que fuéramos… algo más. ¿No?

-Seguro. Digo… para ser… algo mas… uno de los dos habría tenido que proponerlo al otro, ¿verdad? De hecho según la tradición… el hombre es el que usualmente lo hace.

De nuevo Manny estaba sorprendido y acorralado. Ya le estaba costando demasiado encontrar las palabras adecuadas.

-¿El hombre?... si… creo que sí. Lo malo es que… hipotéticamente hablando… si yo quisiera que tú y yo… fuéramos más que amigos… me sentiría inseguro de decírtelo por qué no sabría lo que tú me fueras a responder.

Frida sonrió, ambos comenzaban a entender a lo que llevaba eso.

-Pues… hipotéticamente hablando… a lo mejor si tú lo pidieras yo… no me negaría.

Los ojos de ambos dejaron de apuntar a la pared para verse entre sí. Ese contacto visual era intenso, lleno de emociones, ya todo estaba más que claro. Entonces Manny decidió arriesgarlo todo, era ese el momento.

-Frida… Eres muy importante para mí.

-Y tú para mi, Manny.

-Pero tú eres más que importante… podría decirse que… eres la chica de mis sueños.

-Yo… yo… pienso lo mismo de ti, Manny.

Sus manos se tocaron entonces.

-¿Hablas en serio?

-Muy en serio.

-Entonces… ¿te gustaría ser mi novia?

La respuesta de Frida fue repentina, se notaba que ya no quería esperar más.

-Ay Manny. ¡Pensé que nunca me lo pedirías!

Así sin más, Frida se arrojó a los brazos de Manny y lo besó apasionadamente. Manny por su parte correspondió el gesto sintiéndose totalmente dichoso.

-Quiero decir algo… pero me da pena- dijo Frida una vez que el beso terminó.

-Di lo que quieras Frida… lo que sea.

-Te… te amo, Manny.

-Y yo… también te amo, Frida- dijo Manny a la vez que comenzaba a abrazar y a acariciar a la muchacha mientras ella hacía lo mismo y sus prendas iban desapareciendo.

-…Manny

-…Frida

-…Ma… Manny

-…Frida… mi Frida…

-Frida… Frida… Frida.

Un fuerte golpe se escuchó por todo el lugar, concluyendo el maravilloso sueño que Manny estaba teniendo. El chico despertó de golpe encontrándose de nuevo en su sala y abrazando el sucio cojín. Aún llovía afuera, el clima perfecto para contrastar la tristeza que el muchacho estaba sintiendo al comprender que lo anterior sólo había sido un recuerdo del pasado. Un hermoso y cruel recuerdo de lo que había sido tiempo atrás.

Estaba a punto de romper en llanto debido a su frustración cuando otro golpe llamó su atención, era como si una cacerola se hubiera caído en la cocina causando un odioso eco metálico que llenó el silencioso ambiente. Manny se levantó de golpe pero no se acercó al lugar de donde provino el sonido, de todos modos ya sabía de lo que se trataba.

No era la primera vez que pasaba por eso, de hecho ya esperaba a "su visitante", sin embargo el terror que eso le provocaba no había disminuido para nada desde la primera vez que había acudido a él. Una parte de él le suplicaba salir huyendo de ahí, probablemente podría escapar a lo que seguía, pero no era posible. Sabía perfectamente que por muy desagradable que fuera, tenía que afrontarlo una vez más.

Caminó despacio hacia uno de los extremos de la sala, desde donde podía ver el pasillo que llevaba a la cocina y demás habitaciones de la casa. A estas alturas su vista ya se había acostumbrado a la oscuridad y notaba perfectamente lo que ahí sucedía, podía ver el pasillo vació frente a él. Sin embargo no pasó mucho antes de que algo apareciera al final de este.

Una tenue luz se asomaba por la última habitación del pasillo y se proyectaba en el piso y pared opuesta. Manny vio una sombra difusa que se proyectaba también de esa manera aparecer de pronto. Su respiración ahora era agitada y su corazón latía con fuerza, sudaba frío ahora y sus manos le temblaban. Todo su valor habitual se vio reducido de pronto y sólo se quedó con lo suficiente para permanecer de pie. No obstante, tuvo que cerrar los ojos por el miedo en cuanto vio una silueta oscura comenzar a emerger de la habitación, una figura que parecía estar cubierta por un manto negro del cual serpenteaban unas cosas similares a tentáculos.

Sin mirar a aquel ser, apretando sus parpados, dientes y puños esperaba el golpe. Podía oírlo arrastrarse hacia él, sus huesos chasqueando por el grotesco movimiento de la criatura que al avanzar parecía estarse dislocando cada parte de su cuerpo. Su respiración jadeante y aterradora, como el llanto de un osezno combinado con un gemido de dolor femenino. En verdad odiaba a ese demonio, le tenía más miedo que a la muerte misma, pero se mantuvo de pie.

De pronto sintió el nauseabundo aliento de la criatura golpeando su cara, ya era el momento. Manny bajó la cabeza deseando que eso terminara ya, pero aquel ser no actuaba, se quedaba de pie frente a él.

-Hazlo ya… por favor- susurró Manny.

Nada ocurrió, sólo el mismo olor, la misma sensación y el mismo sonido.

-¡Maldita sea, hazlo de una vez!

Como en respuesta a sus plegarias, todo terminó. El olor desapareció, el sonido se silenció y la sensación de tener a alguien frente a él se esfumó. Al parecer, el visitante había decidido retirarse. Manny suspiró aliviado sin abrir los ojos, aún así estaba extrañado pues aquella entidad jamás se iba sin llevarse o que buscaba. Respiró profundamente, como si acabara de terminar una dura y agotadora carrera. Quizá… sólo quizá, esa noche lo dejaría en paz. A lo mejor ya le había quitado todo lo que necesitaba.

Sonrió primero, luego soltó una leve risita, finalmente echó a reír. Estaba contento, aliviado, si tortura se había acabado por fin, era libre. Su cuerpo se relajó así como su alma. Ya mucho más tranquilo, estuvo listo para abrir los ojos.

Grave error…

La primera cosa que vio al levantar sus párpados fue el infame rostro de la entidad. Su boca abierta mostrando unos cuantos dientes podridos, la mandíbula fracturada y menándose como el péndulo de un reloj, dos orificios sin ojos de los cuales emanaba una especie de líquido negro y sangre, fluidos que no caían al suelo, sino que se dispersaban como vapor en todas direcciones. Sin rastro alguno de nariz, la piel pálida como el mármol y descarapelándose como una fotografía vieja.

Junto a la visión, un grito ensordecedor retumbó en los oídos de Manny dejándolo incapacitado de escuchar cualquier otra cosa. Los tentáculos lo rodearon por completo y sin que el muchacho pudiera hacer otra cosa, su rostro entró en la enorme boca del demonio.

Sin dejar de escuchar ese horrible sonido, sin poder respirar y deseando morir justo en ese instante, Manny sintió un fuerte dolor en su estomago y luego como algo en su interior se movía de lugar. Era como si una aspiradora estuviera jalando sus órganos internos, y precisamente eso era. No sabía que era, pero un pedazo de su cuerpo se acababa de desprender desde dentro y viajó por el estómago, el pecho, la garganta y finalmente salió por su boca. Literalmente estaba vomitando sangre y parte de sus entrañas.

No lo pudo resistir más y en medio de todo ese infierno en vida, Manny cayó desmayado. El grito del ente poco a poco desapareció como si se alejara y el muchacho dejó de sentir todo, el dolor, sus brazos, sus piernas, su cabeza, su existencia. Todo se tornó negro en un breve instante.

No supo cuanto tiempo pasó, pero debieron ser varias horas ya que al volver en si el sol ya comenzaba a salir en el horizonte. Era un bello amanecer, pero por desgracia no podía disfrutarlo. Se sentía fatal, totalmente débil. Sus ojos ardían y dolían al parpadear, su estomago dolía como si nunca en la vida se hubiera alimentado. El suelo estaba lleno de sangre, misma que aún escurría un poco por su nariz, boca y hasta oídos.

Había empalidecido de pronto, se sentía sucio y mareado. Estaba seguro que ningún humano había experimentado tanto dolor, ni siquiera las más desafortunadas víctimas de la inquisición. Aún así y con mucha dificultad se arrastró de nuevo al sillón, acaba de despertar pero en verdad necesitaba descansar de todo eso. Veía borroso y apenas podía sentir el frío suelo, movía su mano a tientas en el aire tratando de hallar algo de lo cual sujetarse.

Al final pudo sentir una delegada mano sujetando la suya. Aún no podía ver de quien se trataba, pero sabía perfectamente la identidad de aquel que le ofrecía ayuda para levantarse.

-Te dije que me dejaras tranquilo.

-¿Así es como agradeces que venga a ayudarte después de tu… sesión?

-No quiero que te sigas metiendo en mi vida. Es por tu culpa que tengo que pasar por todo esto.

-No, Manuel, la culpa es tuya. Si hubieras aceptado tu responsabilidad en primer lugar sería otro infeliz el que sufriría esto.

-¡Yo no hubiera tenido que elegir nada si tu no hubieras intentado matarnos a todos!- gritó Manny -¡Matarla a ella!-

-Supongo que sí, y he de admitir que por un lado me encanta verte así… derrotado… débil… agonizando-

-Ya no importa lo que me pase, de todos modos Frida va a ponerle fin a tu maldito reino de una vez por todas.

-El juego aún no acaba, Manuel. Sabes perfectamente que no te queda mucho tiempo, pronto vas a dejar de existir y cuando eso pase voy a tener el camino libre a tu amiguita y entonces voy a partirle el cráneo.

-No… voy a resistir lo que haga falta… le voy a dar todo el tiempo y protección que necesite. No me voy a ir hasta verla ganarte… y verla feliz.

-Que dulce eres- dijo sarcástico el acompañante –Que lastima que ella jamás entenderá cuanto la amas. O quizá si lo sabe, pero no le importa. Tú no le importas.

Manny comenzó a llorar en ese momento, esas palabras lo lastimaban demasiado.

-No importa… aún así… yo voy a darlo todo por ella.

-En fin, allá tu.

El acompañante ayudó a Manny a levantarse y dejó recostado en el sillón. Luego se dirigió a la salida.

-Eres un estúpido, Rivera… aunque debo admitir que no esperaba que resistieras tanto, muchos han flaqueado desde su primera vez con mi amigo.

-Lárgate.

-Ojalá pudiera decirle a todos sobre tu sacrificio, quizá te levantarían un monumento y hasta dedicarían un día festivo a tu memoria. Las escuelas tendrían tu nombre y serías uno de los héroes del mundo… pero no lo haré, jeje, prefiero ver como todos te ignoran y olvidan. Y recuerda que es entonces cuando los muertos de verdad se extinguen.

-¡Vete!

-Ya me voy, Manny, me voy. Te dejo descansar para que puedas seguir alimentando a quien tú ya sabes. Jajajajaja.

-¡Fuera de aquí!... ¡te odio!... te odio…

-No más de lo que yo te detesto a ti. Afortunadamente esta rivalidad está cerca de terminar. Nos vemos, Rivera- dijo el acompañante antes de irse dejando a un desconsolado y, literalmente, destrozado Manny.

-Te odio… te odio… te odio tanto, Django…

Continuará…

Espero les haya gustado y se aceptan todo tipo de criticas CONSTRUCTIVAS. Ya veremos cuando puedo traerles el capitulo dos. Y otra cosa que me faltó aclarar para los que les gustan las historias "bonitas". Aún no se en que va a acabar esto, pero créanme que adoro, amo de forma enfermiza, los finales tristes ;)

Saludos!