— Nick —Lo llamó Judy con una sonrisa satisfactoria al tenerlo aprisionado en una pared. Apoyo su pata a un costado del zorro y esbozo una sonrisa mitad seductora, mitad amenazadora— ¿No crees que tenemos un asunto que platicar? —Preguntó acercándose peligrosamente a su rostro.
— ¿Y lo quieres hacer aqui? —Cuestionó sin intimidarse y disfrutando de la situación como lo indicaba su sonrisa ladeada— ¿En el pasillo que da la oficina de Bogo?
— Es para asegurarme de que no huyas.
— Nunca huiría de ti, preciosura.
— ¿Es así? ¿Realmente es así, Nick? —Le interrogó— ¿Aunque este realmente furiosa?
— ¿Lo estás? Debo decirte que te favorece, cariño —La coneja se sonrojo— Te ves arrebatadoramente seductora —Añadió, provocándole que saliera humo de sus orejas.
— ¿No vas a preguntar la razón? —Preguntó a los segundos intentando disminuir su vergüenza— ¿O no lo vas a hacer porque lo sabes?
— Me tienes intrigado, Zanahorias —Y es verdad, él no sabía de lo que hablaba, aunque se le estaba formando una idea.
— ¡Ya confiesa! —Exclamó la coneja chocando la palma contra la pared. No teniendo intenciones de aguantar sus evasivas — ¡Confiesa, lo que hiciste mientras dormía!
Los ojos de Nick se dilataron brevemente por la impresión de lo dicho, antes de que lo entrecierre.
— ¿Qué quieres que confiese? —Le preguntó sonriendo seductoramente acortando la distancia, por lo tanto sus hocicos estaban a punto de rozarse— Hay muchas cosas que puedo confesar —Torciendo más su sonrisa.
Ella se quedó petrificada ante la aproximación que Nick tomo y por lo que dijo.
— Zorro astuto —Espetó y le clavo su desafiante mirada— ¡Confiesa! ¡Confiesa que comiste la última dona!... Que por cierto era mía.
El aludido alzo una ceja escéptico echando la cabeza hacia atrás. ¿Todo el asunto era por eso? Por un momento creyó que lo sabía. Al menos ahora estaba seguro que estaba realmente durmiendo cuando decidió besarla. Suspiro internamente aliviado, al darse cuenta que no estaban hablando de lo mismo, aunque una parte de él no le hubiera importado si ella se enteraba.
No obstante, al observarla tan enfadada, rectificaba que quedaba el pequeño inconveniente de ese asunto. Porque Judy con su mirada tan feroz no aceptaba: Uh... perdón me comí tu última dona.
Al parecer iba a estar acorralado un bueeen rato (Que bueno que para él no sea tan horrible) porque aún (y seguramente nunca) no tenía planeado confesar su crimen y mucho menos si podía disfrutar de esta pero tan agradable cercanía de su linda coneja.
