© Hajime Izayama ©


Título: El secuestro
Pareja: Eren&Levi (EreRi)
Clasificación: T |Aunque contiene Lemmon entre otras cosas ._.U XD|
Género: Romance
Advertencias: Lenguaje obsceno—vulgar| OoC (Nunca estoy exenta de ello DX)| Escenas de sexo explícito entre hombres | Insinuaciones sexuales |
Aclaraciones: Este fic va a ser una historia corta. A lo mucho contará con dos a tres capítulos ;.;

El secuestro

By:

~ Tomato-chan NS ~

Capítulo I; Vida ''pacífica''; el secuestro

Cuando los rayos del sol dieron como dagas afiladas contra sus párpados, pensó que no quería levantarse. Debían ser poco más de las seis de la mañana, y él anoche no había dormido por culpa de cierto mocoso de veinte años con su lívido por los cielos. Suspiró un poco, acurrucándose mejor debajo de las mantas y la gruesa colcha. Todos los músculos de su cuerpo se sentían agarrotados, e inclusive flojos. Las piernas le parecían gelatina cuando intentaba moverlas. Se sentía como una blanda medusa marina. Jodido niño de mierda que no entendía que ÉL ya no era TAN joven así que no podía tener la ajetreada vida sexual de uno.

Gruñó enfurruñado, de mal humor, contra una de las almohadas.

«—Ese niño te traerá muchos dolores en el trasero Rivaille, y de forma literal», le había dicho una vez Hanji sofocándose luego con una risa demasiado exagerada. «—Caerás ante un niño, Le-vi»

Eso había sido en el comienzo, cuando se había ofrecido a ser el mentor de aquel barista de la cafetería que él y su amiga siempre iban. Eren lo había admirado siempre, y como se veía distinto a los demás —tenía algo que lo intrigaba— había decidido que le ayudaría a pagar sus clases universitarias recién comenzadas —el chico solo tenía 18 años— a cambio de que le hiciera los quehaceres en el patio de su casa, haciendo de jardinero luego de salir de la cafetería por la tarde, puesto que sus clases solo las tomaba por la mañana.

«—Vete a la mierda, estúpida cuatro ojos», le había gruñido de mala forma esa vez, tomando un sorbo de su té, viendo de lejos como el amable y atento chico atendía a las personas tras la caja registradora.

¿Caer él por un simple mocoso? Ja. Eso jamás. Él era Levi Arckerman, no cualquier imbécil de por ahí. Además, el no buscaba tener una relación, y menos con alguien tan desesperante como el ojiverde. Jamás…

Pero nunca se imaginó que la cuatro ojos tendría razón. Un par de meses después de que Eren fuera a su casa y se quedara con él hasta tarde —algunas veces a dormir—, comenzó a sentirse extraño por el chiquillo, por las sonrisas que le enviaba, por su inocencia, por la cercanía que tenía a con él pese a que lo pateara cuando estaba demasiado cerca. El ojiverde se fue adentrando capa, tras capa, hasta llegar a su frío y amargo corazón. Entonces pasó lo que pasó. Eren se volvió un dolor de trasero palpable, se volvieron amantes, novios, pese a que tenía un poco de complejo debido a la edad, eso a Eren le importaba en lo más mínimo. Hanji había tenido razón, y lo peor de todo es que él no había podido resistirse a la seducción del menor, quién lo desinhibía a base de besos y caricias. Le hacía perder todo rastro de conciencia racional y moral.

El muy maldito era jodidamente bueno en lo que hacía.

Demasiado bueno.

Era un estúpido, también.

Pero así lo… amaba.

Su rostro se tornó levemente rojo al tener ese pensamiento. Ese niño lo había cambiado poco a poco. Un suspiro extraño se escapó de sus labios. Ese mocoso…

Levi escuchó la puerta abrirse y volvió a gruñir en tono de amenaza al reconocer el silbido infantil de su novio, junto a sus toscos pasos acercándose a la cama.

—¡Hora de levantarse!— escuchó que lo llamaba.

Se zafó lo más que pudo de la gran mano que estaba contra su hombro, oculto bajo las mantas.

—Lárgate— dijo ácido.

—¿Así que estás despierto?—escuchó la risa de Eren, fresca y relajada, sin interferir con la calma de afuera, pero molestando al chico que se protegía como un gusano enroscado.

—No—volvió a contestar, agrio —, ahora déjame dormir, maldito mocoso animal de mierda—se hizo una bola en su lugar, refunfuñando y maldiciendo al menor. Sintió un dolor punzante en su baja espalda al encogerse —. Maldito bruto…

Eren solo mantenía una gran sonrisa en su rostro mientras miraba con sus grandes y brillantes ojos el bulto de mantas alejarse o más posible de él—a veces Levi actuaba, de forma inconsciente, completamente adorable e infantil—, así que, con una idea en mente —la cuan probablemente le costaría su vida luego—, se tiró sobre la gruesa masa de mantas, envolviéndola con sus brazos, apretándola con fuerza contra su duro pecho. Soltó unas cuantas risas al escuchar los insultos tan comunes de Levi hacia su persona.

Como amaba a ese adulto berrinchudo y refunfuñón.

Le recordaba a Gruñón, el enano de Blanca Nieves, solo que mucho más adorable y hermoso.

Escuchó más maldiciones dirigidas contra él, junto a peculiares formas de morir. Rodó los ojos entretenido.

—Sí, sí, amor, como digas— le dio un beso a lo que supuso era la cabeza de su amante, pero tan pronto sintió un codazo cerca de sus genitales desnudos, supo que se había equivocado.

Vio la cabellera negra-platinada tan característica de Levi emerger de entre el desastre de mantas, y seguida unos ojos filosos como dagas lo miraron de forma tétrica. De esa forma que aún lo hacía querer correr y chillar como una verdadera niñita de primaria.

—No me beses el culo, maldito perro pervertido, ¿no te basta con todo lo que hicimos anoche?— inquirió con esa voz ronca y masculina que hacía babear al menor.

Eren sonrió de forma idiota al recordar la noche pasada, se sentía caliente… Ardiendo… Cosa que Levi notó dura contra su mejilla.

—Estúpido libidinoso— insultó, pero sus pálidas mejillas tenían un leve –muy leve- color carmín.

El chico de los ojos verdes se rascó la nuca nervioso, mordiéndose el labio inferior levemente.

—¡Yo no tenía esas intenciones cuando le di el beso, capitán! ¡Lo juro! ¡Yo pensé que era su ca-cabeza!—tartamudeó al final, tentado a decir lo último en diminutivo –''cabecita''-, pero su novio estaba peligrosamente cerca de su hombría y no quería quedar castrado tan joven.

Todavía tenía que darle mucho amor a Levi… bien profundo.

En ambos sentidos, cabe aclarar.

Levi afiló lo más que pudo sus ojos, escudriñando la cara contraria, averiguando si decía la verdad, y, al parecer, así era. Eren tenía la cara colorada y sus brillosos ojos desprendían inocencia.

Suspiró con resignación. Su novio era un idiota… Un idiota completamente adorable.

Sonrió malvadamente para sus adentros.

—Bien, te creo— vio la cara de alivio de su novio y quiso reír malvadamente, pero se contuvo—, pero te debo un favor así que…

Eren alzó una ceja. ¿Favor? ¿Qué clase de favor…?

Vio a Levi inclinarse más hacia su costado, tomando con sus algo hinchados labios, la cabeza de su polla, mojándola levemente al repasar su algo áspera lengua por el glande.

Oh—suspiró.

Ese favor.

La máxima gloria.

¡Rivaille!


.

.

.


Ahora se encontraban en el comedor desayunando, a el más bajo de estatura no le importaba llegar un poco tarde al trabajo esta vez. Eran casi las ocho de la mañana, y Levi entraba a esa hora a trabajar en la compañía de armas en donde él era dueño. Eren le había dicho que tenía la mañana libre de la universidad, pero que por la tarde tenía examen de Historia para el cual se había estado preparando desde hacía más de un mes.

—Y entonces, ¿qué va a hacer hoy, sargento?—le preguntó Eren interesado, terminando de comerse sus lascas de tocino, y tomando más de una sartén.

Levi comía de forma calmada, al terminar tragó, tomó una servilleta procediendo a limpiarse las comisuras de sus labios y miró a Eren quién engullía su comida con emoción, como si fuera un niño. Aun se preguntaba por qué Eren le decía ''Sargento''…

«—Es que usted transmite ese respeto, y más cuando está haciendo el aseo», recordó la respuesta de Eren la vez que se lo preguntó. Ese mocoso era un jodido caso, siempre alabándolo como un cachorrito.

—No mucho; en realidad, lo mismo de siempre, salvo que por la tarde me voy a reunir en un café con Hanji. Ella me citó. Al parecer la loca inmunda quiere joderme la vida una vez más.

Jamás admitiría que la extrañaba, nunca. Ni aunque lo torturaran.

—¿Hanji?—repitió Eren, confundido—¿Y ella no estaba aislada del mundo por sus nuevos estudios y pruebas de lo que fuese con lo que estuviera experimentando?

Levi se encogió de hombros de forma indiferente.

—Ella es así de impredecible.

Eren repentinamente hizo un puchero.

—Chuuu… Al menos tú vas a poder salir, yo tengo que tomar ese estúpido examen que de seguro toma horas…

Él sonrió de medio lado, arrogante.

—Es tu responsabilidad, mocoso. Yo ya pasé por esa mierda, por eso tengo lo que tengo—se mordió la lengua en esa frase, porque iba a soltar algo estúpidamente cursi después de eso y su orgullo no se lo perdonaría después.

No, definitivamente no le diría algo como: «—Si lo intentas podrás tener incluso más que yo, cachorro». Nop, definitivamente ni hablar. Él no soltaría algo tan estúpidamente cursi y empalagoso como eso. Pese a que lo pensara con todo su corazón —estúpidos pensamientos cursis—.

De todas formas Eren lo abrazó —porque estaban sentados juntos— de forma repentina, dándole leves besos en la mejilla, haciendo que a Levi le apareciera un leve tic en el ojo, pero estaba acostumbrado a los mimos —ñoños— de su pareja. Aunque él no se iba a quejar por eso, en el fondo le gustaba que Eren fuera así de cariñoso con él. Tal vez por la falta de cariño que había tenido durante toda su vida, o porque era Eren, o simplemente una combinación de ambas cosas.

Su corazón dio un considerable vuelco en su pecho al pensar en eso, bombeando con rapidez.

—Pero eso es injusto, yo quiero estar junto al sargento.

Levi se separó de él, tomando los platos sucios para lavarlos con ese increíble jabón nuevo, el cual había comprado en oferta y olía a menta fresca.

Abrió la llave del agua, comenzando a enjuagar. Podía sentir unos ojos clavados en su espalda, pero no de forma que lo hicieran sentir incómodo.

—Ya estamos juntos, idiota—soltó la frase como quién no quiere la cosa, pero en su pecho su corazón retumbaba desbocado, agradeció el estar de espaldas pues así Eren no veía el monumental sonrojo que le coloreaba sin pena ni restricción alguna las mejillas pálidas.

Mientras el Jaeger tenía una gran sonrisa expandida por toda su cara. Que su Levi admitiera eso lo hacía muy feliz.


.

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Estaba molesto, completamente irritado, tras de que había llegado tarde a su trabajo por primera vez en toda su carrera —con casi hora y media de retraso—, tuvo que soportar las miradas sorprendidas y chismes que rápido surgieron de sus fieles —y atemorizados— empleados. Pero eso lo podía soportar, ya que con una de sus más gélidas miradas todos cerraban la boca y se disponían a seguir con lo suyo.

Ese ya no era su problema. Ahora su problema tenía nombre y apellido.

Hanji Zoe.

La maldita loca de mierda que lo había citado en aquel café francés, y que ya tenía una hora de retraso. La primera media hora se la dejó pasar porque se había distraído charlando —discutiendo— con Eren por textos, antes que este se despidiera —quejara— de que tenía que ir a tomar su examen.

Le mandó una última advertencia a Hanji, tecleando con rapidez.

De: Levi (Enano)(*1)
Para: Maldita loca
«Si no llegas en 15 minutos te juro que cuando te vea te arrancaré las uñas con mis dientes, estúpida cuatro ojos»

Lo envió y, aprovechando que se le acercó un mozo, le dijo que le trajera otro té. Cuando el chico moreno se fue, él se quedó mirando su celular, viendo su última conversación con Eren.

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)(*1)
«¡Amor! Ya llegué a la universidad, pero aun no tomo el examen… ¿Dónde estás?»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«No me digas nombres tan ridículos, me dan nauseas. Más te valía el haber llegado, al parecer el mocoso está madurando al fin. Y con respecto a donde estoy… no te interesa»

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)
«¡Sargento! ¡Usted es muy malo conmigo! :'( Y yo que lo quiero mucho… Bueno, lo amo~ Pero anda, dígame donde está, por favor~»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«No»

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)
«Wahhh, ¿por qué no? :'c»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«Si me hubieras prestado una pizca de tu jodida atención esta mañana en el desayudo, de seguro tu pequeño y estúpido cerebro haría contacto con tus dos micro-neuronas y sabrías donde carajos estoy, maldito perro de mierda»

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)
«¡Con Hanji-sama!... ¿Verdad? Awww, el sargento quiere toda mi atención. Eres tan adorable~»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«En primera, muérete»

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)
«¡Ey!»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«Y en segunda, sí, estoy en lo de Hanji. Aunque la malnacida aún no ha llegado»

De: Eren Mocoso
Para: Levi (Sargento Rivaille)
«Esa Hanji… Bueno, mi pedacito de corazón, me tengo que ir a tomar el examen. Nos vemos en casa. Te amo. XoXoXo»

De: Levi (Sargento Rivaille)
Para: Eren Mocoso
«Sí, sí, ya, como sea. Adiós»

Ese había sido su último mensaje, tiró el teléfono a un lado luego de bloquearlo. Le había traído su té hacía unos minutos, lo tomó de la mesa, aún humeaba un poco. Sonrió de forma imperceptible al oler el aroma suave de la bebida. Se llevó la taza a sus labios sorbiendo un poco de té, cerrando los ojos con placer.

Ya iba a casi terminar la taza cuando su celular vibró en la mesa, haciendo un ruido estridente, la pantalla brillando anunciando el texto de Hanji.

De: Maldita loca
Para: Levi (Enano)
«Ya voy Levi, estoy cruzando la esquina, no te desesperes. Me ocurrió un percance, por eso no pude llegar antes, pero casi ya estoy allí, enano»

Decidió no contestarle nada, en parte porque la quería tener de frente para casi matarla, y en parte —más por esta— que estaba comenzando a tener dolor de cabeza —una fuerte migraña—, a parte se sentía mareado y soñoliento.

Miró la taza de té vacía, con los ojos que le escocían debido a una repentina irritación en ellos. Gruñó, intentando agarrarse de la redonda mesa de caoba barnizada para no caer, el asiento redondo que la rodeaba —y en el cual él estaba sentado en una de las esquinas— parecía dar vueltas, causándole nanceas. Maldijo a Hanji por haberlo citado en ese lugar reservado del café. Se fue de lado, su cabeza quedando mullida y acojinada debido al suave sillón en donde se encontraba.

Sus ojos se cerraron de forma pesada, logrando que todo a su alrededor se volviera oscuro.

Había perdido la conciencia.


.

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Recuperó, no sabe cuánto tiempo después, el sentido, sintiendo como estaba apoyado —acostado— en algo blando.

«Una cama», se dijo.

Olisqueó el aire un poco. Era húmedo, como acuoso, con un toque ligero de polvo.

«Huele a encierro», frunció la nariz asqueado.

Comenzó a abrir los ojos de manera lenta, percatándose de que un paño de tela se los cubría. Solo esperaba que al menos estuviera limpio, aunque lo dudaba, quien fuera que lo había secuestrado —porque era obvio que lo habían hecho— no iba a preocuparse por eso. Es más, de seguro le había puesto el paño más hediondo y sucio que había encontrado. Ese pensamiento le provocó nanceas.

Intentó incorporarse para quitarse la venda de los ojos, pero al hacerlo se percató de dos cosas.

Uno; estaba amarrado de las muñecas por lo que parecían ser esposas de cuero ancho, que se sentían como fuertes muñequeras, pero que cumplían con su función de mantener ambos brazos atados a un tubo de metal sobre su cabeza.

Dos; no podía incorporar su torso debido a que tenía un cinturón —igualmente de cuero— apretado a su cintura para fijarlo en su lugar, pero las que sí estaban alzadas bien abiertas de par en par, eran sus piernas. Agradeció el aun llevar ropa.

Pero, maldita sea, ¡lo habían secuestrado! —Porque eso era más que obvio, tenía que volver a quejarse—.

Comenzó a gruñir y a zarandearse tratando de zafarse, pero sin llegar a tener éxito porque las correas de cuero realmente lograban su tarea de no dejarlo libre.

De pronto oyó el ruido de una puerta abriéndose y cerrándose casi al instante, luego unos toscos, y pesados, pasos se escucharon resonar por lo que supuso sería un piso chillón de madera vieja que crujía casi con dolor. Esos pasos que solo se detuvieron al llegar a un costado de la cama en donde estaba él. Una respiración pesada, húmeda y tétrica lo acompañaba, junto con un aura de descontrol total.

Su secuestrador, sin duda.

Levi gruñó otra vez, de forma amenazante.

—Maldito hijo de la gran puta, suéltame o te juro que te vas a arrepentir, cabrón de mierda. No sabes con quién te estás metiendo—amenazó con toda su valentía, demostrando que él no se dejaría amedrentar por nadie…

Pese a que estuviese atado, vendado y casi expuesto.

Esa misma valentía que se le fue al carajo cuando escuchó la risa del otro. Era ronca —quizás demasiado—, pausada, burlona, amenazante. Le provocaba escalofríos en la espina dorsal. Tsk, maldición.

—Te equivocas, Le-vi—le escuchó decir con una voz que le caló hasta los huesos—. Se perfectamente quién eres. Se absolutamente todo de ti.

Los cabellos de su nuca se erizaron al escuchar esa afirmación. Ocurrió un pequeño temblor en su columna, como advertencia.

Sintió como una mano callosa, áspera, se paseaba sin pudor por su mejilla. Quiso apartarse, pero no pudo, las ataduras no lo dejaban, y estaba comenzando a sentir un poco de miedo. Eso era malo.

Se sentía mal, no sabía qué hora era, pero presentía que ya debía de haber estado en su casa junto a su novio, recibiendo sus mimos, haciéndose el duro que no le gustan, ni los necesita, cuando es todo lo contrario… No debería estar siendo retenido contra su voluntad por un tipo como aquel. Un cabrón de mierda que de seguro, por su postura, no quería tan solo su dinero. Tipo asqueroso. Su cuerpo le pertenecía únicamente a un irritante chico de ojos verdes.

—Púdrete imbécil—escupió, ácido—. No me importa quién seas, maldito y putrefacto acosador mierdoso. Tengo novio y ahora mismo tiene que estar buscándome junto a la policía—volvió a amenazar—, y créeme que ese mocoso no descansará hasta hallarme, entonces tendrás tu merecido por parte de ambos.

No, él no se dejaría pisotear, usaría todas sus cartas hasta el final. Sus palabras eran verdad. Eren se preocupaba mucho por él, así que ya debería estar buscándolo junto a Irvin —el jefe de la policía de Sina, y uno de sus mejores amigos, por cierto—, estarían allí junto a él, y cuando lo desataran le patearía la entrepierna de ese hombre hasta saciarse, aunque su zapato de diseñador quedara manchado. Eso no le importaría. Podía simplemente botarlos luego, no es como si no tuviese otros.

Pero el hombre solo se burló de él con su risa escalofriante, haciéndole estremecer de forma inconsciente hasta la médula ósea, y no de una forma agradable. Se sentía amenazado nuevamente. Aquel hombre había ignorado casi todo lo que había dicho, como si sus palabras no valieran nada para él. Al parecer así era.

—¿Novio? Ja. Ese puto niño no nos molestará por ahora. No te preocupes, estamos solos…—dijo con la voz lasciva.

La furia creció dentro del más bajo, frunciendo el ceño de manera imperceptible debido a la venda.

—¡Malnacido! ¡¿Qué demonios le hiciste a Eren?!

Volvió a reír de esa forma burlona que estaba odiando con toda su alma.

«Maldito cabrón infeliz, si le hiciste algo juro que te mataré», pensó Levi con los dientes apretados.

—Digamos que está ''dormido'' en una cómoda jaula—la voz burlona estaba presente en todo momento.

Levi se desesperó ante esas palabras, preocupado por su novio. Sus labios se apretaron al sentir al estúpido hombre acariciándole las piernas de forma lenta, subiendo por la parte de atrás de la cabeza. ¡No, no, no! ¡A él solo lo podía tocar Eren!

—Pero ese mierdica inservible no es relevante en estos momentos. Esta noche seremos tú y yo—entonces desató la banda que cubría los ojos de Levi, arrancándola con un leve movimiento.

La oscuridad lo siguió rodeando pese a ya no tener la banda, mas unas flamas resplandecían en la oscuridad, rodeadas con la luz de la luna.

Levi al fin pudo ver su rostro, y se quedó tenso.

«No puede ser…»

—I-Imposible—tartamudeó.

Sus ojos grises se abrieron como platos del puro miedo ante la mirada siniestra y oscura de aquel hombre.

—¿T-Tú…?


(*1)Enano/Sargento Rivaille: Como el contacto de Levi está puesto en los celulares de Hanji y Eren respectivamente :'D


Nota de Tomato-chan NS: ¡Hola! Bueno, espero que les haya gustado n/n Es mi primer fic de este fandom, y con mi pareja favorita. Ojalá no haya quedado tan mal, y les guste aunque sea un poquito. Si es así, bueno, seré super feliz ;0;

Estoy escribiendo ahora el siguiente capítulo, el cual me está costando horrores pero bueno XD ¿Qué se le puede hacer?

Bueno, cuídense. Los quiero mucho~


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~EreRi RLZ~