Guerreros del Viento
Capítulo 1
Vergüenza
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El observo los cielos con nostalgia, mientras trataba de olvidar la verdad, ¿Cuánto anhelaba ser capaz de tocar las nubes?, ¿Cuánto deseaba ser capaz de llegar más allá?, pero a pesar de contar con un par de alas sabía que le era imposible.
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Se dice que toda limitante o fracaso es aquel que nosotros mismos nos imponemos.
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Las palabras de sus hermanos continuaban frescas en su procesador, oraciones que jamás olvidaría.
-Es verdad después de todo- Susurro decepcionado.
El sol comenzaba a descender adornando el paisaje con el clásico carmesí que siempre admiraba, reflejando sus tonos en esa armadura plateada como el cromo; coloreando sus inmensas alas cual ave exótica e irreal. Pero eso era todo, una imagen. Una escena tan irreal como su origen, su objetivo, su existencia.
Ninguno de los suyos parecía preocupado, ninguno saldría a buscarlo. Su unión no era más que el producto de una creación; pero el respeto se perdía cada vez que el cielo les llamaba.
Una vergüenza, eso es lo que era. La desgracia en el aire, el repudio de su propia realidad. Infinidad de adjetivos adornaban esas negativas, con el dolor del fracaso contenido en reclamos que no deseaba replicar.
Avergonzado decidió continuar oculto en su soledad, ignorando la hora, o la señal de la vieja computadora que indicaba el momento de regresar. Nadie notaría su ausencia unos minutos más.
A lo lejos las siluetas de algunos de sus aliados resaltaban en el camino, recorriendo la tierra como si fuese única, la libertad en el movimiento de esos vehículos era envidiable, ¿Por qué no podía ser así?
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Todos estamos en el mundo por alguna razón, todos tenemos un objetivo que cumplir.
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Se supone que las cosas debían ser diferentes, se supone que aquellos atados a la tierra debían envidiar esas alas; pero en este caso él envidiaba esas llantas.
Deseaba poder disfrutar de la tierra como ellos, sentir esa superficie bajo su estructura, tener la seguridad del terreno.
-Patético- Esa sería la descripción exacta de sus hermanos si supieran lo que en realidad deseaba.
-Si tan sólo fuese como ellos no tendría problema- Exclamo admirando los giros tan exactos de los deportivos que se aproximaban, la manera en la que desafiaban la física con su gracia.
-Si tan sólo no hubiese sido construido de esta manera- Continuo ignorando lo que sucedía a su alrededor.
Las batallas siempre tenían el mismo resultado, mientras su maldición le acompañaba con la presencia de esos rivales que eran considerados ases en el aire, entes que desafiaban la gravedad con gracia, burlándose de aquellos que aún no contaban con la habilidad de ellos.
-Maldición- Pensó frustrado.
Deseaba superar los temores que le embargaban pero le era imposible de lograr, sin amigos que comprendieran el problema, sin aliados en su desgracia personal.
Decepcionado viro admirando la parte superior del volcán que recubría su base, incluso esa altura parecía inalcanzable. Avergonzado viro disponiéndose a entrar, sin percatarse de que alguien más le observaba sin hablar.
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A veces una simple vivencia puede hacer la diferencia en toda una existencia.
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Los carros pasaron a su lado lanzando la arena sobre su figura, con las risas desenfrenadas de sus dueños quienes sin detenerse le rebasaron.
Rojo y Dorado, igual que el cielo, eso fue todo lo que alcanzo a observar.
Su figura antes reluciente se recubrió de esa suciedad sin consideración por su estructura. La arena era uno de los elementos más difíciles de eliminar. En especial si el agua le acompañaba, creando esa mezcla pegajosa que ahora parecía integrarse a él.
Con exasperación el Jet maldijo su suerte comprendiendo que tampoco sería uno de ellos, resignándose a ese destino.
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-Genial- Ahora tendré que limpiar todo esto o Slingshot si que se divertirá- Gruño pasando su mano por el lodo intentando deshacerse del mismo sin resultado alguno.
-Sólo esto faltaba- Continuo alejándose de la entrada de la nave ocultándose detrás de las estructuras rocosas; lo que menos necesitaba era encontrarse con alguien más en ese estado, su autoestima ya estaba demasiado baja como para soportar algo más.
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Se dice que las cosas siempre suceden por algo. Aunque no por eso tiene que ser lo que deseamos.
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La oscuridad se hizo presente, envolviendo su forma entre las sombras que se acentuaban con la partida del astro que les iluminaba.
El Concorde continúo sacudiéndose cuando un sonido alerto sus sentidos, de inmediato su armamento se activo mientras olvidaba su problema actual, el silbido creado por la expulsión del aire a través de las turbinas en un tono minimizado se había hecho presente. No había manera de que los suyos emitieran tal sonido. Ellos eran voladores, pero sus viajes se limitaban a su forma alterna incapacitándolos para realizar vuelos en su transformación actual.
-No puede ser- Pensó virando en todas direcciones con el arma lista. Su radar se encendió rastreando los alrededores, pero el cazador fue más rápido; un golpe por un costado lo derribo, acompañándolo con el peso del atacante quien lo mantuvo contra el piso desactivando su transmisor. Los movimientos eran exactos, calculados de manera fría y efectiva para desarmar a un mecha como él con facilidad.
-¿Qué es lo que quieres Decepticon?- Exclamo forcejeando para intentar recuperar su libertad, pero el peso sobre su forma aumento, junto con la presión aplicada en sus alas, el Aerialbot maldijo su forma nuevamente mientras los alerones se movían en contra de su voluntad manipulados por el asaltante; su pecho rozo la superficie porosa medio enterando su frente contra la arena que les rodeaba. Al verse inhabilitado, la necesidad de gritar para pedir auxilio se hizo presente, pero su agresor le interrumpió como si pudiese leer su mente antes de que dijera algo más.
La voz grave resonó en sus audios con un toque peligroso y petulante, como si el destino se burlase de él nuevamente.
-¿Piensas gritar?- Resonó la pregunta con sarcasmo, -¿Piensas pedir ayuda a tus amiguitos nuevamente?- Prosiguió.
-No me extrañaría, después de todo ellos saben lo patético que eres; estoy seguro de que no les causará sorpresa un incidente más- Argumento el ente jugando con el poco orgullo que el avión aún conservaba.
-Vamos, grita pequeño Aerialbot o debería decir Autobot. No espera no hay definición para alguien como tú- Dijo el Decepticon apretando las alas nuevamente.
-Déjame, miserable - Replico el Concord intentando incorporarse sin resultado alguno.
-Realmente no entiendo ¿Por qué seguir resistiéndose?, ¿Por qué pelear?, después de todo eres la vergüenza de los tuyos, ¿Cómo es posible que un avión se niegue a volar?, ¿Cómo puedes faltarle el respeto a esas alas tan despreocupadamente? Te haría un favor si las arrancara, tal vez podrían darte esas malditas llantas que tanto anhelas- Amenazo el enemigo cambiando el tono a uno más agresivo, mientras su propia frustración se revelaba con ese enojo.
Era verdad que eran enemigos; pero para el Decepticon la actitud del Aerialbot era incomprensible, ¿Cómo puedes temer aquello que eres?
Silverbolt dejo de pelear, su asaltante había dado en el punto, era verdad lo que afirmaba, inútil para todo, forzado a someterse por esas malditas extremidades que tan sólo le estorbaban, para muchos eran el orgullo de esa existencia, para él la desgracia de existir.
La respuesta estaba justo ahí, sin justificaciones reales, sin más dolor. Todo fue una trampa, el escape, la salida a esa maldición que le acompañaba.
-No más culpas, no más juicios, nada- Se dijo en su mente pensando en aprovechar la oportunidad.
La respuesta fue directa e irrefutable, lo deseaba; lo necesitaba.
-Hazlo- Ordeno sin temor, la decisión había sido hecha, nadie cuestionaría un asalto del enemigo, nadie diría nada. Tal vez podría ser considerado una cobardía, pero ya no le importaba.
Su atacante se exalto al oírlo hablar, ¿Por Unicron?- Exclamo asustado, el peso sobre su víctima disminuyo notablemente, con la sorpresa que invadía su chispa.
El Concorde aprovecho virando para liberarse, alejándose un par de pasos del Decepticon después de incorporarse.
La oscuridad era total ahora, sin sol o luna, solo unas cuantas estrellas en ese cielo infinito les acompañaba.
Dos figuras aladas se enfrentaban sin más.
El Aerilbot reconoció la forma de un seeker, pero el color solamente dejaba ver la silueta camuflajeada en su propia estructura.
-¿Skywarp?- Dijo notando el gesto del otro volador quien sin más levanto sus rifles apuntando a sus alas. El Jet plateado sonrío cerrando sus ópticos preparándose para el final que jamás llego, solo un toque suave pero preciso, igual que el primer asalto.
El avión se dejo caer nuevamente pero esta vez no toco suelo. La familiaridad del viento se hizo presente obligándolo a reaccionar notando la altura que parecían alcanzar, sin más se aferro al F15.
No tenía palabras para defenderse, sin saber cómo reaccionar el temor volvió hacer presa de su ser.
-Lo odio, lo odio- Susurro desesperado.
Skywarp gruño al comentario pero no hizo más, sosteniendo con más fuerza a su cautivo quien reaccionaba como muchos de esos desagradables vehículos atados a la tierra.
El Aerialbot podía ser su enemigo, pero no soportaba ver a un avión que se negara a volar. Su misión no incluía tener en custodia a un rehén, pero después de observar al Concorde todo el día se vio obligado actuar.
-No hay Jet que se niegue a volar y si los Autobots son lo suficientemente inútiles como para permitirlo, lo Decepticons no. Él corregiría el camino, ese avión habría de volar, pues como él, era un guerrero del viento y por eso habría de volar.
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Notas del autor: A veces nos convencemos de que no somos capaces de enfrentar un reto o realizar alguna cosa, pero generalmente no se debe a la falta de habilidad.
