Es una extraña costumbre
Sofía Cuevas
"Tenemos que hablar"
Naruto nunca imaginó que la típica frase con la que en las novelas los personajes terminan una relación también sería la misma frase con la que lo botarían de una relación de tres años. Y con el rompimiento de su primera relación, casi como si fuera una maldición, desde entonces se había acostumbrado a que todas sus relaciones terminaran en fracaso.
Esta vez no sería una excepción, y lo supo en el momento en el que su actual novia le habló por teléfono luego de haber estado casi dos semanas incomunicados, mas por culpa de que ella no contestaba el celular. Y, siguiendo lo que ahora se había convertido en una costumbre, encendió la computadora y buscó en el navegador las fechas de lluvia, entonces le envió a su novia un mensaje con la dirección del restaurante donde sería su próxima reunión.
―No lo sé, Naruto. Me gustas mucho pero... siento que no es lo mismo.
Maldiciendo interiormente, el rubio de mordió la lengua. Siempre era lo mismo, todas llegaban con diferentes razones pero siempre transmitían el mismo mensaje: "debemos romper". Miró a través del ventanal. Incluso el hecho de pedir la mesa en esa esquina era parte de la costumbre, esperó un poco hasta que por fin vio las primeras gotas caer y su sonrisa llegó.
―¡Claro que lo entiendo! No te preocupes.
Pagó la cuenta y salió de ahí. ¿Qué es lo que pasaba con él? Las lágrimas de frustración, odio y decepción comenzaron a brotar. Miró al cielo con los labios apretados. ¿Hasta cuándo pararía todo?
―Es una extraña costumbre.
―¡¿Pero qué...?
Dio un salto de casi un metro al escuchar una voz a su lado y un escalofrío lo recorrió. Sus ojos azules chocaron con unos ojos aburridos, jóvenes pero de alguna forma sabios.
―Eso de llorar... ¿Piensas que porque llueva nadie se da cuenta?
Naruto frunció el ceño, claro que lo había pensado pero no le daría la satisfacción de que se burlara de él. ¿Qué más podía hacer? Después de romper se sentía tan mal que tenía ganas de llorar, pero siempre se tragaba sus lágrimas, y esa fue la única forma que encontró para llorar silenciosamente.
―¿Por qué eres tan tonto?
―¡¿Y a ti qué mas te da lo que haga o deje de hacer?
El rubio sintió todo su enojo acumularse, quería golpearlo por burlarse de él.
―Es una extraña costumbre ―repitió.
Naruto iba a abrir la boca para responderle, pero el otro chico solo bostezó, dio media vuelta y comenzó a caminar.
―¿Qué...?
Se quedó quieto, viendo en la dirección en la que el chico se había ido, hasta que escuchó un trueno y despertó de su trance. Ya no estaba llorando. Las lágrimas que antes quería confundir con agua ya no estaban ahí. Estaba empapado y con frío... pero ya no estaba llorando.
Comenzó a reír, sin darse cuenta de que era observado.
A Shikamaru siempre le habían gustado los días nublados, siempre observando las nubes, pero cuando llovía se había dado cuenta de algo muy interesante.
Bostezó otra vez, estaba cansado de que el rubio siempre llorara después de salir del restaurante que estaba frente su casa.
Sonrió al ver al rubio carcajearse.
―Mas te vale que no vuelvas, Naruto.
