El fic y algunos de sus personajes, son de mi autoría. Otros pertenecen única y exclusivamente a Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi, Candy Candy.

UNO

Ella una joven universitaria sencilla, con una cara preciosa y un cuerpo de infarto. Tiene una vida tranquila y vive con sus amigas en la ciudad de NY. El un hombre endemoniadamente guapo. Lo que toda mujer desea, un hombre de negocios, cansado de su vida de casado. Se conocen por una apuesta en una discoteca de LA , cuando se despiden, cada uno de ellos piensa que nunca volverá a ver al otro. Pero el destino tiene otros planes para ellos.

... _ ...

Como todos los días, después de finalizadas las clases. Las jóvenes amigas se reunían en el comedor a degustar sus almuerzos.

— Quien saque el papel que contenga una cruz roja, será la que cumplirá la apuesta.— había mencionado una de sus amigas mientras se encontraban sentadas en el comedor de la universidad.

— Es un trato…— Candy extendió sus manos a las de sus amigas, pensando que no iba a ser ella. Estaba segura, ya que la suerte, según ella siempre había estado de su lado...bueno, hasta ese momento.

Pero nadie es dueño de un futuro que no se puede ver.

Era una chica segun ella, normal. Solía vestirse con ropa de moda, nada vulgar pero sensual y elegante. Tenía buen gusto. No se sentía una diva, pero era consciente de que su cara y cuerpo llamaban la atención a más de uno.

Aquella noche como parte de la apuesta era ser quienes realmente no eran. Y Candy, por lo tanto, tenía que realizar ese gran papel en una discoteca de Los Ángeles, donde habían decidido pasar el fin de semana.

— La apuesta consiste en que debes coquetearle a quien nosotras te elijamos.— le había expresado Elisa mientras Candy intentaba llenarse de valor a si misma. Ella se encontraba allí por haber aceptado entrar en esa estúpida apuesta.

— Ve la parte positiva. Va a ser alguien que no vas a volver a ver nunca mas. Además solo estaremos este fin de semana en LA y ya el lunes de nuevo a NY. Y tu victima ni siquiera lo sabrá.— le había expresado Anny, mientras Elisa elegía a la victima.

— Lo único que les pido es que tengan consideración conmigo… Recuerden la amistad que tenemos.—dijo en un tono que aparentaba inocencia. Cuando en realidad era de suplica. No quería estar allí. Quería salir huyendo, pero había hecho una promesa. Y ella era una chica de palabra.

— Hmmm… Sera él… Sí, él es perfecto…—dijo Elisa, su amiga la pelirroja.

Cuando vio a quien había elegido. Una parte de ella, la más racional, intentó renunciar a aquella apuesta y pagar la penitencia.

— ¿Está bromeando, verdad?— expresó sorprendida. Ellas estaban locas si pretendía que ella hiciera el ridículo con alguien como él. ¡Por dios! ¡Era alguien importante! Sólo con ver su ropa,su porte y ver que estaba en la zona exclusiva de aquel local, decía más de lo que ella podía leer entre líneas.

— Hmmm… No. Él es perfecto y yo quiero ver esto…— le aclaró Elisa

— Elisa, eres mala.— le dijo Anny con picardía, mientras Candy se negaba—.Yo también quiero ver esto…

— No… No…y No ¡¿Están locas las dos?!

— Ve lo divertido del asunto… Sera alguien de la zona VIP… Además, de seguro no lo volverás a ver después de esta noche.

— ¡Eso tenlo por seguro!— respondió Candy en tono serio.

— Te informo que si no lo haces, tendrás que pagar con algo más vergonzoso. Y para una chica como tú… Bueno, no creo que lo aceptes.

— ¿Cuál sería mi penitencia, Eli?— dijo decidida a eso, que a acercarse a aquel hombre que habían elegido sus amigas para que ella le coqueteara.

— Hacer una especie de Striptease… ¿Viste la tarima que existe en aquel lugar?—le señalo— ¡Me parece estupenda!

— ¡Gracias a dios no me dieron el cambio a mí!— dijo Patty mientras Candy se encontraba entre la espada y la pared.

— Si existe alguna otra vez otra ocasión como esta, recuérdame el motivo de por qué no debo hacer una apuesta contigo…— le dijo mientras miraba la tarima y a aquel hombre apuesto. ¿A quien elegiría al fin?— Está bien, lo haré…Es solo una apuesta… Nadie va a salir herido por eso… Seré alguien quien no soy.

— ¡Usas tus encantos!— le expresó con ánimo, Anny.

— Sí, ¿Cómo cuales?... ¿El rubor de mis mejillas? ¿O el temblor de mis piernas?... Vamos a acabar con esto. Si he de hacer el ridículo esta noche, por lo menos que sea con él y no con toda esta multitud…

— Tus ojos verdes le encantaran…— le recordó Patty para animarla.

Había tomado el valor de acercarse a él. Respiró lo más hondo que pudo y se acercó a él, al verlo salir de aquella zona VIP, sin ninguna compañía.

Aquella noche ella usaba un top negro, dejando ver parte de su abdomen plano y bronceado junto a un pantalón de cintura alta ajustado del mismo color. Y tacones altos. Llevaba su cabellera rubia con una cola de caballo. Y se había maquillado como toda una profesional. Siempre tan sensual.

— Hola, ¿Me invitarías algo de beber?— dijo al acercarse a la barra en donde él se encontraba solo. Le sonrió coquetamente, mientras le ocultaba lo nerviosa que estaba. "Solo a mí y al pato Lucas le pasan cosas como estas… Recuerda, a partir de hoy, por qué no debes aceptar ninguna apuesta, ni nada a que se le parezca" se dijo para sus adentros.

Él giró y la miró con picardía. Estaba acostumbrado a eso, posiblemente, se dijo Candy al ver cómo él la miraba.

— Sí, por supuesto… ¿Qué desearías beber?

— Lo dejo a tu gusto…— sonrio seductoramente le extendió su mano derecha, recordándose que sólo era una apuesta y después de esa noche, no lo volvería a ver jamás—. Me llamo Andy…

— Hola, Andy… Soy Terrence…

— Es un gusto, Terrence, te estaba viendo desde lejos hasta que me dije que debía venir. Perdona si he sido algo atrevida…

— Para nada…— la estudió con la mirada, para luego posarla de nuevo en su mirada—. Ha sido lo mejor que me ha podido suceder esta noche…

Candy a pesar de sus nervios, prestó atención al acento de aquel hombre. No era americano. Era inglés, se percató sintiendo aquello como una ironía de la vida. Era un turista, sintió un alivio ya que pensó que sería la primera y última vez que lo vería.

Pidió su bebida, la bebió lentamente, manteniendo siempre su mirada en la suya. Debía ser alguien tan segura de si misma. Y no alguien que en realidad lo que quería era huir y tomar su avión a NY para desaparecer de una vez por toda, de allí.

— ¿Quieres bailar?

— Me encantaría…— respondió, mientras colocaba su bebida en la barra.

Él colocó sus manos en su espalda y se dirigió a la pista de baile. Dios, ¡Cuánto tuvo que controlarse para que las piernas no la traicionaran!... Ella no era esa clase de mujeres. No era tímida para nada pero tampoco era tan osada ni tan valiente como lo era en ese instante. Era como si interpretara el mejor papel de su vida.

— ¿Te han dicho que tienes unos ojos preciosos?

— Solo muy pocos.

— Una chica como tú debe tener una lista de admiradores. Y no creo que sean solo muy pocos que lo hayan notado.

— Hmmm… ¿Lo crees?— dijo, intentando ser picara, sin embargo, se ruborizó cuando miró la forma en que él la miraba, por lo que apartó su mirada de sus ojos.

— Lo creo… Es más estoy seguro…— le susurró al oído seductoramente.

— Entonces… Desde hoy lo tendré en cuenta…

Sus amigas la miraban aún más sorprendidas. No podían creer lo que sus ojos estaban viendo. Y desde ese día, seguro ese sería un tema que siempre se tocaría cuando pasaran los años y recordaran esa apuesta.

Bailaron toda la noche. Él no quiso dejarla ir, por lo que se ocupó de que ella estuviese con él, incluso para hablar y conocerse un poco. Aunque Candy nunca le dijo en realidad a que se dedicaba, ni su verdadero nombre ni mucho menos su edad . Ya que el aparentaba ser un hombre mucho mayor que ella.

Aquello sería fatal si alguna vez lo volvía a ver y él descubría a la verdadera Candy.

Luego se despidió de él, cuando sus amigas fueron a su rescate.

— ¿Lo besaste casi cerca de los labios?— expresó Anny aún más sorprendida, mientras Candy se encontraba sentada en el asiento de copiloto y Elisa conducía—. ¿Tú? ¡No lo puedo creer!

— Yo tampoco… Esto va para el libro guinness… ¡Nuestra gran amiga Candice White fue coqueta con ese hombre que estaba para comérselo…Y se despidió dándole un beso de media luna!

— Era parte de la apuesta, ¿O no?— expresó en su defensa, mientras se ruborizaba.

— ¡Sí, como no!… Y hasta conseguiste su número de teléfono…— le dijo Elisa con una sonrisa picara.

— ¿Lo vas a llamar?— le preguntó Patty.— ¿Le diste el tuyo?

— No… Y no me miren con esa cara. Recuerden que solo fue una apuesta… ¡Y por lo tanto, yo no pretendo volver a verlo!

— ¡Ese bombón se interesa en ti y vas a rechazarlo!…

— Elisa… Es… Una… Apuesta. Y sólo le interesó por lo coqueta que me comporte con el. Se interesó en este disfraz. ¡Por dios! En este look y en alguien que no existirá jamás…Creo que esta noche tendré que tomar algo para dormir.

Continuará...

Gracias por tomarte un minutos de tu valioso tiempo y leer mi historia.