There Is Still Time

Si lo hubiera pensado mejor, habría sido una decisión realmente difícil; Rey aceptó el caso.

Ahora su vida pende de un hilo muy fino. Se ha infiltrado en la organización criminal más peligrosa y con más poder de todas las regiones galácticas. La Primera Orden no tiene quien le haga sombra.

Y, aunque ella sea la mejor, Kylo la tiene en su punto de mira. Para bien y para mal.

1. A Oscuras

Quién lo diría… pero después de unos cuántos puñetazos y un par de patadas, iban a darle el gustazo de sentarle en un silla. Con demasiado ímpetu, también es verdad. Y atarle las muñecas a los brazos de la silla también debía ser por procurar su comodidad, desde luego. Sonrió, sin tener verdaderamente ningún motivo para hacerlo – porque el simple placer de tocar las narices no solía ser un motivo de peso – y escupió la sangre sobre el pavimento, notando un diente flojo. Le pesaba la cabeza pero todos los presentes sabían que nada de aquello había terminado, sólo acababa de empezar. Poe cogió aire, sintiendo la queja en sus pulmones. Oh, sí, aquello iba a doler.

La había cagado a base de bien, le habían descubierto. Pasar información siempre era una misión de doble riesgo pero es algo que suele asumirse en cuanto aceptas infiltrarte en una organización criminal. No en una cualquiera, sino la Primera Orden. No lideraban el tráfico de armas hasta ridiculizar al resto de organizaciones, bandas y dinastías callejeras sin hacer evidente su poder y hasta dónde llegaba. Y lo tenían, joder si lo tenían. Ni siquiera se tapaban las caras, están seguros del control que ejercen, saben cuán cerrado tienen el puño tanto cómo saben mantenerse en la cima de la pirámide. Más allá de lo terrible, era incluso admirable.

Y Poe Dameron, agente experto en tráfico paramilitar de la JEDI, se había quedado solo ante el peligro en cuanto entró. Había sido jodido, le había destrozado los nervios. Demasiados trabajos, demasiados daños colaterales sin consecuencias. Y le habían descubierto en plena trasmisión de la última misión, con el trabajo casi terminado y la sensación de fracaso después de años de durísima implicación

Alzó la cabeza y miró al techo de aquella fábrica abandonada, en mitad de un descampado, entre la carretera nacional y las vías del tren. Le costaba ya ver por un ojo, sintiéndolo hincharse, y trató de disfrutar de aquella bocanada de aire. No iba a tener muchas más esta noche.

Sonrió por inercia. De todos los finales que años atrás había imaginado para él, fantaseando con millones de realidades posibles y situaciones complejas, este le parecía el menos original. El más inesperado... Pillado con las manos en la masa, desencadenando la muerte de los cuatro agentes JEDI que le acompañaban mientras a él lo atraparon para divertirse antes de darle el finiquito en ese duro trabajo que era la vida. Y se sentía traicionado consigo mismo. Esperaba algo más enrevesado, más propio de una película de acción de sobremesa que nadie aguantaba a excepción de él. Tiros, disparos, explosiones, seis vueltas de campana con el coche tras recibir un tiro limpio en una de las ruedas del vehículo... La sonrisa derivó en una suave carcajada mientras la cabeza se le caía hacia delante. Y rápidamente volvió a subir tras el duro puñetazo que le acababan de atestar.

-¡¿Te hace gracia!?- Y allá iba otro.- ¡¿Qué te hace tanta puta gracia!?- Y otro más, casi notando cómo el cuello el crujía ante la violencia de los golpes.- ¡¿Vas a seguir riéndote, capullo!?- Poe escupió sangre mientras alzaba la cabeza a duras penas. Alegrándose al pensar que aquella sería su última noche, sabiendo que no habría un mañana que implicara vivir el resultado de aquella sesión de interrogatorio. El cuello no le dolería precisamente poco. Y él llevaba muy mal tener el pescuezo resentido.

-La verdad es que sí, colega. Pero no por este patético circo de mierda que habéis montado, payasos... -Otro golpe casi le tira de la silla. Arrancándole definitivamente el diente. Cuando le enderezaron de nuevo en la silla Poe escupió el diente junto a un buen salivazo ensangrentado.- ¡Qué suerte! ¡Va a venir el ewok de los dientes!- el interrogador, ya cansado con aquel show, agarró a Poe de la camiseta, levantándole de la misma.

-Ya te digo que si va a venir... Cuando terminemos contigo dudo que tengas tan siquiera un condenado diente en la boca.- Aquel hombre salivó y le escupió en la cara. Provocándole a Poe una mueca amarga ante el tacto y el hedor a tabaco rancio que desprendía la saliva de ese asqueroso.

-Y aún así, seguirá siendo más bonita que la tuya.- El interrogador le atestó un cabezazo que le abrió una brecha en la ceja a Poe. Acto seguido le soltó, dejándole caer contra la silla. Un golpe en el coxis le hizo aguantar un quejido que ahogó en su garganta a duras penas.

-¿Para quién trabajas?- Poe le miró a duras penas, el moratón en el ojo empezaba a dificultarle la visión.- ¿A quién le estás pasando la información que nos estás robando?- Poe guardó silencio y allá vino otro golpe directo a su mejilla.- Creo que te he hecho una pregunta.

-¿Sí? Creo que no la he escuchado bien... ¿Podrías repetirla?- El puñetazo que recibió ahora en el estómago le cortó el aire de cuajo.

-¿Lo tienes claro ya?- Le replicó con la misma socarronería que empleaba Poe.- ¿O eso también quieres que lo repita?

-Si me haces ese favor… -Poe sonrió, o al menos sus labios se movieron como tal aunque el resultado no fuera más que la mueca de un demacrado. Tensó los abdominales y esperó el siguiente golpe. - No os recomiendo los puñetazos cerca de los oídos si luego no queréis repetir las pregunt …-El puñetazo le dio de lleno en la cara y estaba casi seguro de que no necesitaba que se lo repitieran para saber que el crujido que acababa de escuchar era su mismo pómulo recibiendo el golpe. Boqueó buscando aire y negándose a dar un solo grito, sintiendo cómo le hormigueaba toda la cara y el dolor se expandía como un rayo blanco.

-Si no vas a decir nada útil, no necesitamos que hables entonces -Sacó una cajetilla del bolsillo, llevándose un cigarro a los labios y prendiéndolo antes de volver a mirarle -Nos vale con que simplemente no vuelvas a decir nada más en tu vida.

-Oh, joder -Poe cabeceó, cerrando el único ojo por el que podía ver, tratando de alzar la cabeza de nuevo para poder aguantarles la mirada -Es que todavía no sé qué queréis que os cuente, tíos -Sintió cómo sus pulmones restallaban por un poco de aire -Esto es como las redacciones del cole. No sé si contaros el día más feliz de mi vida, mis vacaciones,… - El tipo le cogió del pelo en un puño, echándole la cabeza aun más hacia atrás antes de echarle el humo. Poe sintió que se ahogaba, sólo tragando aquella bocanada, sin poder toser ni respirar. -¿Qué pasa? ¿Es que nunca habéis ido al colegio? -Y entonces fue cuando sintió la primera quemadura contra el cuello, la colilla de aquel cigarro siseando contra su piel.

- ¿A quién le pasas la información? -Restregó la colilla hasta apagarla - ¿Quién la compra?

- Hablando de compras, ¿no os hará falta, por casualidad, un poco de jabón? - ¿Cuál es el límite de puñetazos que puede aguantar una cara antes de deformarse? Esa parecía la pregunta que estaba a punto de responder Poe esta noche.

Aquel tipo agarró esta vez el mechero, acercándolo a su barbilla antes de prenderlo. Todavía manteniéndole el cuello totalmente tensado gracias al agarre que ejercía con el puño enrollado en su pelo. Poe tragó saliva a duras penas y aquel condenado prendió el mechero, haciendo que la llama bailara nerviosa, quemando la piel de Poe y consiguiendo que una peste a pollo quemado inundara poco a poco las fosas nasales del agente.

-Que para quién trabajas, puta escoria...- Poe dejó de hablar, temblando. Salivando. Luchando impulsivamente por alejar la barbilla de la llama incesante que no hacía más que tirar con fuerza de sus nervios. El tiparraco acercó más la llama hasta hacerla rozar con su piel.

-Creo que no quiere hablar...- La voz de otro tipo hizo que el primer interrogador soltara a Poe totalmente, haciendo que las patas delanteras de la silla impactaran contra el suelo, haciendo que la silla trastabillara sin llegar a caerse. Poe respiró aliviado aún sintiendo el ardor en la cara.

-¿Has llegado a esa conclusión tú solo, Rogua?- El primer interrogador respondió con cierta molestia.

-Digo que no quiere hablar... Hay que hacer que quiera hacerlo...

-¿Qué es esto? ¿Un trabalenguas?- Todas las miradas regresaron a Poe, quién no hacía más que echar leña al fuego con tal de avivar la llegada de su final.

-¿Quieres que te trabe a ti la lengua, gilipollas?- El primer interrogador se adelantó sobre Poe, tomándole por la barbilla y haciendo presión sobre la herida quemada recién abierta. Poe contuvo el grito lo mejor que pudo.- ¿¡Es eso lo que quieres, cabrón!? ¡Dime para quién trabajas!- Otro puñetazo directo al pómulo malherido de Poe hizo que este soltara un escupitajo de sangre sin ser consciente.- ¡¿Quién te ha contratado!? ¡¿Para qué nos estáis robando información!?

-Quizá sea de alguna banda, Ortuggg...- Otra voz, sonó de fondo, sacando al interrogador de su trance rabioso. Haciéndole voltear.- Búscale algún tatuaje. Los del borde exterior son tan gilipollas como para marcar a los suyos.

-Estoy con Ghana.- Habló Rogua.- Quizá tenga alguna marca delatadora.

No tardaron en arrancarle la camiseta, buscándole marcas por la espalda mientras Poe sentía que recuperaba fuerzas... Y casi que lo odiaba. Odiaba estas "treguas" en mitad de una golpiza, donde el cuerpo se relajaba y los golpes recibidos empezaban a doler el triple mientras los nuevos por recibir dolían como cuatro o cinco veces más, hasta que el cuerpo se tensaba... Y vuelta a empezar.

-Nada. Está limpio.- Habló Ghana con decepción.

-No por mucho tiempo...- Añadió Ortuggg, prendiendo otro cigarrillo.

- Se va a llevar hechas todas las marcas –Rogua soltó una risotada que fue interrumpida por la risa de Poe. No fue más que un temblor en sus hombros pero los tres hombres se giraron hacia él.

- Vaya… - se acercó de nuevo Ortuggg a él – Resulta que estamos haciéndoselo pasar de puta madre al charlatán - se giró hacia sus compañeros, fingiendo una sonrisa de girarse hacia Poe, sin sonrisa ninguna.

-Siempre me ha parecido bonito cómo se giran las tornas en los juegos sin que lo veas venir –Poe vio cómo el rostro de su interrogador se convertía en una mueca, se separaba un poco de él, cogía impulso con la cadera y le estallaba la bota contra las espinillas. Poe se echó hacia delante por pura reacción, ahogando un grito sordo en la garganta. Sintió caérsele la cabeza sobre el pecho mientras se le saltaban las lágrimas de dolor, un dolor que le recorrió de los tobillos a la nuca, atravesándole como una vara de hierro. Se mordió el labio, conteniendo el gruñido.

-Eso sí que no lo has visto venir, eh – le cogió del pelo y le levantó la cara para enfrentarle. Esta vez, la sonrisa en su cara no tenía nada de fingida – Miradle – Rogua y Ghana se acercaron, cerniéndose sobre él – Le hace todo tanta gracia que se le saltan las lágrimas de alegría… - le sostuvo la cara pinzándole las mejillas con una mano y Poe siseó cuando apretó su pómulo roto - ¿Creéis que tendrá alguna broma más que contarnos?

- Oh, sí, tengo una buenísima -Ortuggg no le soltaba y cada palabra que decía, cada movimiento de su mandíbula, electrocutaba y paralizaba su boca de dolor al dejar de sentirse la cara.

- ¿Qué será? ¿Alguna broma sobre lo feo que estás? - Poe respondió con un risa que sólo le proporcionó otro apretón contra su pómulo? – Te veo venir, guaperas.

- Bueno… No me pillas en mi mejor momento.

- ¿Y por qué no me cuentas esas broma tan buena ya que parece que es todo lo que vas a decir?

- Yo, encantado, pero es sobre tu madre. – y el rictus en la cara de Ortuggg cambió por completo. Miró hacia Rogua y Ghana, que se movieron a su alrededor, sujetándole como si no lo estuviera ya bastante, y le metió tal puñetazo en el hombro que se lo sacó de su sitio sin miramientos.

- Eso lo ha sentido hasta su madre – Rogua cabeceó antes de soltarle y dejar que el cuerpo de Poe se echara de nuevo hacia delante, agotado.

Ortugg observó a Poe, echando el hombro impuluto hacia delante mientras el dislocado lo tenía totalmente fuera de control. Observó a Ghana y luego a Rogua antes de hacerles un gesto con la cabeza.

-Liberadle las manos y atádselas a la espalda... Me gusta más cuando le puedo hundir el pecho yo mismo a que ya lo traiga hundido por la pose.

Ghana sonrió mientras le arrancaba las bridas con una navaja, tomándole las manos y colocándolas detrás de su espalda, sosteniéndolas con otra brida que apretó sin miramiento. Poe gruñó, apretando los dientes y sintiendo que ya tenía flojos un par más. allá iba otro golpe de Ortuggg, otra colilla quemada en el brazo. Un puñetazo directo al pecho, otro en la clavícula, una patada en el estómago, un rodillazo en el esternón. Varios golpes a cada lado de la cabeza, impactando directamente en sus orejas... Pero Poe no osaba a abrir la boca para decir ni confesar absolutamente nada.

Ortuggg volvió a sujetarle por el pelo y fue a propinarle un puñetazo, quedando cerca de él para no perder detalle hasta que la puerta metálica del hangar vibró tras un par de golpes.

-¡Abajo la República!- Era el lema para indicar que era alguien del grupo llamando y no cualquier desconocido. Poe sintió que su cabeza quedaba liberada de toda tensión forzosa. Observando a aquel gamorreano marcharse hacia la puerta del hangar. Abriéndola y dando paso a una mujer alta y rubia que ya conocía.

-El Líder Supremo quiere saber si el impostor ha hablado.- Su voz sonaba fuerte. Tanto como ella. Poe agradeció que no fuera esa mujer quien le estuviera interrogando. Y entonces, como si les hubiera llamado mentalmente, ambos miraron en su dirección. Ortuggg y aquella colosal mujer. El primero se pasó la mano por la nuca, encarando a la mujer.

-Resulta que, aparte de impostor, es un payaso, Phasma.- La mencionada se mantuvo firme, sin doblegarse, sin cambiar el peso de pierna. Estática. Ortuggg vaticinaba algo que ya de entrada no le gustaba pero Phasma habló antes de que él pudiera añadir algo.

-¿Ha hablado o no ha hablado?- Ortuggg negó con la cabeza y Phasma sacó un walkie. Contactando con alguien de fuera del hangar.- Vamos a necesitar artillería pesada para que este gilipollas diga algo...- Les dedicó una mirada fría a todos los presentes en el hangar.- Avisad a Ren y a un equipo de saneamiento...- Phasma frenó en seco.- Y a alguien que sea capaz de deshacerse de un cadáver, cambio.- Quitó el dedo del walkie y esperó respuesta.

-Afirmativo. Ren llegará en diez minutos ¿Para cuándo necesitará el equipo de saneamiento? Cambio. -Phasma Tomó aire y pulsó el botón.

-Treinta minutos desde su llegada. No necesita más. Cambio.

-Afirmativo. Cambio y corto.

Phasma se relamió, mirando a Ortuggg antes de indicarle que al Líder Supremo no le gustaba perder el tiempo. Y Ortuggg y sus dos secuaces lo habían hecho. El gamorreano asintió mientras la mujer salía del hangar, cerrando la puerta. El silencio reinó hasta que la risa de Poe inundó el lugar. Ortuggg volteó, rabioso, empezó a encaminarse hacia Poe dando zancadas mientras este empezaba a burlarse.

-El jefe está aquíiiii –se mofaba con un tono cantarín que era más bien un graznido después de todos los golpes –Estará muy molesto por tener que hacer el trabajo que tres incompetentes no han logrado –y Ortuggg le cruzó la cara de un revés, haciendo tambalearse la silla.

- En realidad, son malas noticias para ti, desgraciado –Y Poe lo sabía. Joder, lo sabía de buena mano.

Había visto actuar a Ren, había estado presente en sesiones en las que alguien no decía lo que Ren quería oír. Nunca acababan bien, no para el que está sentado en sillas como esa. Había visto cómo le quemaban el cuerpo con lejía a un pobre miserable, o cómo le taladraban las manos a otro. Había visto cómo colgaban a un tipo de un gancho carnicero y balancearle tanto que la carne del hombro se desgarró y cayó al suelo como si sólo se hubiera desprendido por un velcro. El brazo había seguido colgando del gancho pero nadie nunca se enteró de nada porque luego había otro desgraciado que se ganaba la vida limpiando el desastre. Lo había visto, y jamás había vuelto a su habitación después de alguna de aquellas noches sin vomitar en el fregadero, beberse una botella de whisky de un trago hasta caer en el sofá y levantarse por la mañana rezándole a la fuerza por un día tranquilo.

Ren era un jodido artista en cuanto a ingeniarse un nuevo modo de llevar el interrogatorio a la categoría de monólogo. Eso o gritabas como si fueras cantante de ópera, así que más te valía tener algo que decir, lo que fuera.

Él tenía mucho que cantar y muy, muy pocas ganas de hacerlo. Fíjate, ya notaba la garganta resentida, qué lástima. Porque Poe sabía que de esta noche no pasaba, que su película de ciencia ficción y tiros terminaba esta noche. Era el efecto Ren, lo que aparecía antes del fundido en negro y los créditos. No iba a tener el gustazo de grandes explosiones y balas esquivadas por los pelos. Nadie se lo había comentado pero, al parecer, su papel era el de ser el saco boxeo del gilipollas del malo al que todo el mundo detesta. E iba a ser el mejor puto saco de boxeo porque no iba a decir ni una palabra que le delatara. La JEDI había sido su familia y su vocación, su vida. Y, por dramático que fuera su guión, prefería morir a entregarlos.

Con un poco de suerte, esta noche Ren tendría algo más que hacer que estar allí, un negocio que debatir, un trato que cerrar, una mujer esperándole o simplemente mirar las musarañas y pensar en sus movidas muy lejos de allí. Con un poco de suerte, sólo vendría a saludar, a tirarles de las orejas a sus matones y a darle a él su puñetero golpe de gracia. Con un poco de suerte, no tardaría mucho. Doliera lo que doliera, ya apenas sentía su cuerpo, pero estaba seguro de las capacidades de Ren para hacer que todas las hostias que llevaba encima le parecieran un masaje un poco bruta y nada más.

Un temblor sacudió el pavimento y no tardó en escucharse el chirrido típico de las vías del tren pasando cerca del lugar, su ruido típico más parecido a una apisonadora por cada vagón que corría. Poe echó la cabeza hacia atrás, de nuevo hacia el techo, fijando la mirada en un boquete que había en el techo por el que podía ver la oscuridad del cielo aquella noche. Ni luna, ni estrellas, ni botella de whisky. Sólo el tercer raíl asumiendo la electricidad de las ruedas del tren mientras cumplía con su horario llevando a la gente a su casa. Quizás algún desgraciado se estuviera librando de una paliza esta noche sólo porque él se las estaba llevando todas.

Sonrió como pudo, pensando en que hacía dos días que había mandado el último informe. Que mañana esperarían una actualización por su parte que jamás llegaría. Que le buscarían. Que alguien se encargaría del caso. Con suerte, alguien más listo y menos impulsivo que él y, sobre todo, con más suerte. Y esta gente, un día, estaría donde se merece, ni siquiera importaba qué lugar fuera ese.

Cuando todos oyeron el tren alejándose y su chirrido metálico atenuándose, pudieron escuchar el rugido de un motor acercándose, y Poe permaneció un segundo más oteando ese pedacito de cielo, buscando una estrella, sólo una, mientras sentía su pulso acelerarse con temor. Daba igual cuánto se preparara para este momento, daba igual cuánto lo hubiera asumido hace unos minutos, daba igual cuán aceptado tenía su propio final. Ahora, ante la inminente llegada del diablo, estaba aterrorizado.

Aquella preciosidad de dos ruedas hizo su entrada, con una frenada tan limpia y suave que casi no parecía que acabase de entrar una bestia a duras penas contenida, levantando algo de polvo antes de apagarla con un ronroneo. Sacó el pedal para sostenerla, plantó las botas sobre el suelo y aquella figura negra se irguió. Se dirigió hacia ellos con el paso amenazante, haciéndose cada vez más grande e imponente desde su perspectiva. Y hasta que no estuvieron frente a frente, Ren no se quitó el casco, cruzándole la cara con él a Ortuggg antes de que este sostuviera el mismo con las manos temblorosas.

-Ya lo sabéis- dijo, la voz profunda y grave de la autoridad, a sus matones –si tengo que hacer yo el trabajo, olvidaos de vuestra paga –Rogua boqueó pero se calló a tiempo. Los tres asintieron como perros de pelea bien adiestrados. Luego dirigió la mirada hacia Poe, y este sintió que se encogió ante el peso de toda aquella oscuridad. Ren chasqueó la lengua con desagrado – La próxima vez que montéis una fiesta BDSM, haced el favor de llamarme antes y curráoslo mejor porque esto es un jodido desastre. –Cogió a Poe de la cabellera, echándole la cabeza hacia atrás, haciéndole sisear cuando el movimiento restalló en su hombro dislocado. Ren se situó a su espalda, rodeándole como lo haría un león ante su presa herida y aun obcecada en huir, y se inclinó hasta llegar a su oído – Poe Dameron – Lo dijo como si ya pudiera paladear su sangre – Jamás creí que te vería a este lado de mis mejores noches.

-Bueno, todos nos estamos llevando muchas sorpresas hoy...- Kylo mantuvo el puño apretado, sosteniéndole el pelo sin moverse ni decir nada. Quizá esperando. Y aquella espera estaba matando de nervios al agente, quién tragó saliva mientras seguía observando aquel boquete en el techo.

-¿Ya has soltado todas tus gilipolleces o te queda alguna más?- Y Kylo le liberó la cabeza, apoyando ahora la mano en el respaldo de la silla mientras seguía situado a las espaldas de Poe, quién tragó saliva.

-Pues creo que con esa ya están todas pero... ¿Quién sabe?- Sintió la mano de Kylo bajar hasta atrapar sus dos muñecas.- Quizá me olvide de alguna...- Y el tonito guasón se difuminó en sus palabras cuando Kylo empezó a levantarle los brazos, haciendo que Poe se encorvara hacia delante debido a su complexión física. No era tan elástico como para poder poner los brazos en alto si el recorrido empezaba a sus espaldas. Y Kylo forzaba, forzaba sin despeinarse demasiado. Como si accionara una palanca s la que le faltaba un poco de aceite... Y allá iba el primer gritito de Poe, quejándose. Le dolía el hombro y aquel ejercicio de estiramiento no estaba ayudándole en absoluto. Kylo tenía la vista situada sobre Ortuggg, como queriendo darle una lección. El hombro intacto de Poe empezó a crujir.

-¡ESPERA, ESPERA, ESPERA, ESPERA!- Gritó el ex-agente con todas sus fuerzas. Haciendo que Kylo se detuviera, manteniendo los brazos en una pose forzada, a la espera de algo. Poe tragó saliva.- No sé si me ha quedado claro cuál es la palabra de seguridad...- A Kylo le tembló el pecho ante esa gracieta, sacándole una risa nasal que a Poe le causó un escalofrío.

-¿Palabra de seguridad?- Soltó los brazos de Poe, los cuales regresaron de nuevo a las espaldas de la silla, mientras se colocaba frente a él, de cuclillas para quedar a su altura.- ¿Qué te parece el nombre de tu contacto como palabra de seguridad?- Poe respiró aire profundamente.

-Me parece un poco cortarrollos.- Se intentó desentumecer un poco, estimándose en la silla todo lo que sus ataduras le permitían. Kylo no lo pasó por alto y arqueó una ceja.

-¿Qué? ¿Estás cómodo?- Habló con un tono de falsa preocupación. Levantándose y observando a Ghana haciéndole un gesto con la cabeza. Aquel grandullón desapareció en las sombras.

-Pues no mucho, la verdad... Creo que necesito estirar las piernas.- Kylo sonrió de medio lado y a Poe se le cortó el aire.

-Tranquilo. He pensado en ello...- Y allí regresaba Ghana con una caja de herramientas que depositó al lado de Kylo. Éste se venció un poco con tal de agarrar el mango de una maza que sobresalía.

Y no le dio tiempo para procesarlo. Allá que iba el primer mazazo contra su rodilla, arrancándole un grito de dolor en estado puro que provocó la carcajada de los gamorreanos, quienes no tardaron en recordarle que ya no se estaba riendo. Kylo se apresuró en darle otro mazazo, golpeando en vertical y haciendo que Poe notara su tibia quejarse y resquebrajarse.

-¿Mejor ahora?- Poe sentía que había dejado de respirar. Efectivamente los golpes de antes le estaban pareciendo un masaje. Kylo apoyó la maza contra el suelo, usándola como bastón para recargarse un poco en ella. Poe tragó saliva sin atreverse a añadir nada.- Me alegro.- Soltó la maza, haciendo que el mango golpeara contra el suelo, haciendo que el golpe resonara por todo el hangar.- ¿Para quién trabajas, Poe? ¿Acaso te paga más que yo?- Bromeó.

-Solo un poco más...- Se alzó de hombros como buenamente pudo.- También me paga la seguridad social...- Kylo alzó las cejas como si fingiera sorpresa.

-Vaya, ahora entiendo muchas cosas.- Y cuando cogió el cubo metálico junto al soplete, con el que Poe le había visto trabajar tantas otras veces, el ex-agente empezó a rezar para que en ese hangar no hubiera ningún nido de ratas womp. Y por suerte así era, lo vio en la mirada decepcionada de Ren... Pero luego sonrió, dirigiéndose hacia Poe y mirándole a los ojos.- Última oportunidad.-El agente contuvo la respiración.- Te doy una última oportunidad para que confieses y esto se termine aquí. Sin que lo alarguemos más. -El torturado ladeó la cabeza un poco, como si le prestara atención o estuviera dispuesto a hacer un trato.- Ya no te lo voy a preguntar más veces a partir de ahora. Esta será la última.- Poe asintió y Kylo se adelantó un poco más.- ¿A quién le estás pasando información?- Poe aguardó silencio. Pensando algo ingenioso, creando una tensión que estaba desesperando a Kylo. Tomó aire y alzó la cabeza.

-Es que es una sorpresa.- Kylo le mantuvo la mirada y Poe se aclaró la garganta.- No quiero fastidiarla.

Kylo tomó aire, desviando la cabeza antes de asentir. Y le colocó el cubo metálico en la cabeza mientras él se ponía en pie. Apuntando al mismo con el soplete.

-Pues siento decirte que lo has hecho.- Y prendió aquello, calentando poco a poco el cubo mientras Poe empezaba a tener espasmos.

Y los gritos inundaron el hangar.

El sonido del agua corriendo, ligera, tranquila, casi calmada, era un contraste exagerado con los gruñidos, golpes y gritos que se habían sucedido hasta hace apenas un momento.

Kylo torció el labio mientras dejaba que el agua tibia fluyera entre sus manos, limpiando la sangre que le llegaba casi hasta los codos. Se quedó un momento viendo cómo todo se teñía de rojo, sintiendo cómo todo su cuerpo dejaba de temblar con rabia, drenándose. Suspiró cuando le tocó centrarse en los nudillos, despellejados, doloridos, amoratados y llenos de sangre coagulada, tanto suya como de aquel cabrón.

-Agente de la JEDI ¿Eh?- Soltó al aire, sin esperar respuesta. Nadie iba a contestar a ello. Sus matones no tenían muchas luces pero iban lo suficientemente iluminados como para saber que no debían abrir el pico después del espectáculo que acaban de presenciar. Y el tipo que estaba atado a la silla ya no iba a responder más. Una pena para la Asociación de Payasos que seguro que echarían de menos su ingenio.- Había pensado en aquel grupo de rastreadores...-Se giró hacia su segundo al mando, su mano derecha en la organización, chasqueando los dedos como si no le saliera el nombre.

-¿REBE?- Sugirió Hux, sin inmutarse. Acababa de llegar y, pese a cargar con horas de sueño acumulado, se mostraba frío e inalterable, tal y como siempre solía verse. Kylo gesticuló dándole la razón.

-Pues resulta que a quien tenemos en nuestros talones es… -Se giró hacia el cuerpo que yacía sobre aquella silla, casi sin poder sostenerse por su propia cuenta. La cabeza de Poe Dameron caía inerte sobre su pecho y un hilillo de sangre y saliva llevaba ya largos minutos manchando el pavimento. Todas sus articulaciones tenían un ángulo tan innatural que realmente sólo se sostenía erguido gracias a las ataduras.-Ni más ni menos que la JEDI.-Se acercó de nuevo al cuerpo de Poe y le empujó, con sólo dos dedos de la mano, la cabeza hacia atrás para verle la cara por última vez, aunque estuviera deformada a golpes, e hizo un mohín de desprecio ante la visión.- Jurisdicción Espacial de Defensa e Investigación.- Dijo de carrerilla, como si estuviera escupiendo una maldición. Levantó la mirada hacia Hux y éste se la mantuvo, impertérrito.

-Traerá consecuencias.

-Cuento con ellas.- Cogió su cazadora, poniéndosela como si no hubiera pasado nada, caminando hacia su moto.- Que venga alguien a limpiar este desastre antes de que se nos caiga encima.- Hux asintió, con la mirada ya puesta en la pantalla de su teléfono, haciéndose cargo. Kylo se colocó el casco y su voz quedó distorsionada al instante.- Este hijo de puta ha sido un problema enorme estando vivo y va a ser uno igual de grande estando muerto.-Arrancó la moto, despertándose con un rugido feroz mientras las puertas se abrían y se levantaba una humareda de polvo bajo sus ruedas.

No pasó ni un segundo cuando Hux ya estaba al teléfono.

-Decidle que ya puede entrar…- Ordenó mientras abría la puerta trasera del coche de gama alta y el resto de matones se subían en el suburban. Sin embargo, él era un hombre eficaz y frío, no iba a irse hasta que viera entrar al miserable al que le tocaba trabajar esta madrugada. Apoyó los codos sobre el techo del vehículo y una de sus comisuras se alzó con desprecio al verle.- Quedan cuatro horas para que amanezca y tu falta de estómago no te va a hacer cobrar un extra.- El chico se giró hacia él y asintió antes de proseguir hasta el centro de aquel patíbulo.

Cuando entró, el cuadro que le había dejado Kylo le provocó una leve arcada. El olor óxido de la sangre le inundó la nariz de lleno, provocando que el chico, Finn, tuviera que llevarse el dorso de la mano para intentar no respirarlo demasiado tiempo si no quería terminar vomitando. Ya había pasado, y no una única vez, por eso estaba allí. Solo. Era una forma de reprimenda contenida que, según Phasma, le haría acostumbrarse a la sangre y al trabajo sucio.

Rápidamente se colocó una mascarilla mientras cerraba la puerta del hangar y se ponía a ello, pensando en si alguna vez alguien se llegaba a acostumbrar a un trabajo de dimensiones como estas. Retiró la bolsa donde habían metido al pobre infeliz al que habían pillado, con tal de quitarse elementos que pudieran estorbarle, y entonces empezó a verter los productos para proceder a limpiar. Usando cepillos de cerdas gruesas y metálicas, cubos de agua que lanzaba por el desagüe antes de volver a rellenar con agua limpia.

Deseó en más de una ocasión que aquel hangar tuviera una manguera para facilitar el trabajo tras los interrogatorios. Alzó la vista, intentando no pensar demasiado en todo lo que aquellas paredes metálicas, oxidadas y agujereadas habrían podido ver y escuchar.

Un escalofrío le recorrió antes de aclarar el suelo con el último cubo de agua que tenía pensado lanzar para despejarlo todo de jabón, lejía y sangre. Lo condujo todo con el cepillo hasta el desagüe situado en el centro del recinto, cerca del lugar donde los matones y Kylo habían procedido a la golpiza. Y luego se levantó, quitándose la mascarilla y pasándose el antebrazo por la frente, apartando el sudo antes de voltear hacia aquel saco.

Retiró los productos, colocándolos en el maletero de su mugrosa y cutre furgoneta negra con la que más tarde debía regresar al lugar clave. A la espera del visto bueno de Hux tras su trabajo para poder cobrar por él.

Lo último que cargó fue la bolsa y antes de cerrar las puertas del maletero se quedó observando el interior de éste. Oteando la bolsa negra que cargaba con el interrogado que no tardaría en ser el desayuno de aquellos perros infernales en aquella hacienda de pesadilla.

Finn se pasó la lengua por los dientes y cerró primero una compuerta, tomándose su tiempo para cerrar la otra hasta que aquella bolsa se removió un poco. Frenándole los pies al chico, quién volteó la cabeza, comprobando que no había nadie alrededor. Y se punteó el pulgar, pensando. Estaba dudando. Dudando mucho. Ya llevaba semanas pensando detenidamente acerca del propósito de su vida y para nada le agradaba cómo se estaba desarrollando esta.

Negó con la cabeza, recordándose la falta que le hacía el dinero. Lo bien que le venía el trabajo, al menos sólo limpiaba y se deshacía de la basura, como decía Hux… Y entonces otra bocanada de aire por parte del interrogado hizo que el saco se moviera un poco, apenas nada.

Pero Finn negó de nuevo y cerró las puertas del maletero. Subiéndose al asiento del conductor, colocándose el cinturón y arrancando el coche mientras se dirigía al bosque. Sobre-revolucionando el motor casi tanto como lo estaba haciendo con su cabeza, pero no tardó en sacudirla, apartando aquellas ocurrencias. Con un poco de suerte, aquel infeliz se habría muerto de camino al bosque y él quedaría "libre" de homicidio… De alguna manera. Pero arrojarle a los perros mientras aun respiraba… Se estremeció. Y de golpe ninguna de las opciones le parecía apetecible. Ni tan siquiera llegar con el interrogado totalmente muerto. Y frenó.

Frenó en aquella carretera comarcal, dejando la furgoneta en el arcén para bajar él del vehículo, encaminándose al maletero y abriéndolo rápidamente. Sin querer pensar. Sin querer darle demasiadas vueltas.

Se arrodilló al borde del maletero y arrastró la bolsa hasta dejarla cerca de él. Condujo su mano hasta la cremallera y la abrió lentamente. Muy, muy despacio. Viendo cómo la leve respiración del saco se iba apagando. Y entonces apartó la tela del envoltorio, dejando al descubierto una imagen que le provocó otra arcada, esta vez más exagerada.

Aquella cara desfigurada, ensangrentada y levemente hinchada seguía respirando. Y el ojo que tenía entreabierto viró hasta dar con él, quién se heló de golpe ante el contacto visual. Un parpadeo por parte del interrogado y una decisión tomada por parte de Finn. Éste tragó saliva.

-¿Eres de la JEDI?- Susurró. El interrogado le miró, casi a punto de quedarse inconsciente, sin saber en realidad qué estaba ocurriendo.- Parpadea una vez si es así…- Y así lo hizo Poe, provocando que Finn se enfundara valor, finalmente. Y se relamió antes de volver a comprobar que estaba solo.- Voy a sacarte de aquí ¿Vale?- Y Poe entreabrió la boca, quizá queriendo decir algo que nunca llegó, quizá porque ya no controlaba su mandíbula… O quizá por una razón que Finn jamás conocería.- Voy a sacarte de aquí ¿Vale? Aguanta. Aguanta, por favor…- Y Finn recolocó la bolsa en una posición que le resguardara de golpes y movimientos bruscos, afincándola a la furgoneta con un par de sujeciones. Y antes de cerrar las compuertas del vehículo, miró a aquel agente por última vez.- Soy Finn… Y Voy a sacarte de esta.- Entonces se detuvo y en voz baja, como quien eleva una oración, volteó de nuevo hacia la bolsa.- Y tú me vas a sacar a mí.

...

Como una no puede estarse quietecita allá va otra historia a la que se le están poniendo muchas ganas, mucha ilusión, mucho mature content (wait for it, porque madre mía), mucho cine y muchas vueltas de tuerca que terminarán de ajustarnos las que tenemos medio sueltas.

Aquí va un primer capítulo que espero que os deje con ganas de que vuelva a ser lunes otra vez porque, sorpresa, arrancamos de nuevo.

¡Hasta el próximo lunes!