Holu chiquitines! (? Bueno, como verán, acá traigo otro proyecto de FanFic, pero ésta ocasión vengo con un LysxSucrette! ¡Yei! xD Ahora y antes que nada, diré que me basé en ciertos pensamientos que había tenido y en una canción, cuyo nombre olvidé, que una amiga me mostró. La narración la estoy haciendo lo mejor que puedo y conforme a Lysandro, ya que, como habrán notado, es el protagonista, espero que les agrade y así.

Otra cosa que debo aclarar, es que las descripciones que haga más adelante de Su, no serán específicas, es decir, sólo daré a conocer ciertos detalles, ya que me gustaría que quienes lean esto, puedan plasmar a su Sucrette y no como en mi historia anterior que emplee a Lynn, ahora, sin más aclaraciones, espero que puedan disfrutar del primer capítulo de ésta marinola xD

ADVERTENCIAS:
-Amour Sucré no me pertenece, es propiedad de ChiNoMiko y Beemov. Yo sólo utilicé los personajes con fines de entretenimiento.
-Contenido lime y lemon más adelante.
-Si te gusta el NinaxLys, no lo leas.
-Hice lo posible por adecuarme a la personalidad de Lys, si no se parece, haré lo posible por mejorarla.
-Puede contener escenas sensibles(? más avanzada la historia.
-Si existe algún error en la ortografía o escritura, háganmelo saber.


Desde que la conoció aquella fría tarde-noche, no había podido sacársela de la cabeza, no entendía qué ocurría consigo mismo, ya que jamás había sentido tanta "afición y obsesión" por alguien, y mucho menos, por alguien a quien recién había conocido. Sus preguntas resonaban sin parar en su cabeza, impidiéndole seguir sus deberes diarias.

Él llevaba años viviendo en dicha ciudad, nunca antes, en tanto tiempo de residencia, había tenido esas sensaciones para con alguien, así que se le hacía completamente fuera de lugar, es decir, ¿será que simplemente quedó cautivado con la belleza de aquella jovencita? ¿O será que la reacción que tuvo ella al momento de mirarlo fijamente, le robó el corazón? Aún seguía dándole vueltas, buscando respuestas. Sus intentos nunca fueron fructuosos... Por el momento.

Rendido, cedió ante el sueño y la calidez de esa noche, claro, sin dejar de pensar en la chica de aquél día, frente al instituto.


-Por amor a... ¡lo que sea! ¡Lysandro, mírame! -Exclamó con fastidio al mismo tiempo que hacía muecas de desagrado y cansancio. Ahora sabía de lo que hablaba Leigh con respecto a su hermano menor.

Él sólo volvió la mirada sin ninguna preocupación, soltó un leve suspiro acompañado de una sonrisa sutil. -Lo lamento. -Se disculpó torpemente mientras seguía divagando. -Pero me parece que esto no es lo tuyo, Rosa. -Musitó sintiendo la piel del rostro cargada.

Hizo un puchero, para después darse por vencida. -Tienes razón. Dejaré de lado la idea de la cosmetología. -Dijo sonriendo. A continuación, observó al muchacho y se sintió algo culpable; la bella piel facial de Lysandro no podía distinguirse entre tanta crema y polvo, si bien él siempre tuvo una piel clara, ahora parecía una hoja de papel de tan blanco que había quedado. Le ofreció una caja de pañuelos acompañada de una sonrisa mustia.

-¿Tan mal me dejaste? -Preguntó divertido. Tomó la caja de pañuelos y se alejó en dirección al cuarto de baño. Sabía que los pañuelos de Rosalya no dejarían impecable su rostro, así que aprovecharía para tomar una ducha, después de todo, la necesitaba por el largo y agobiante día escolar que había tenido. Cuando finalmente llegó al cuarto de baño, puso el seguro y se desprendió de sus prendas; no se quedó en completa desnudez, ya que vivía en compañía de su hermano mayor Leigh y la novia de éste, Rosalya, así que tomó una toalla y la enrolló en su cintura mientras procedía a quitarse todas las capas de crema que le fueran posible.

Una vez hizo lo posible por limpiar su rostro, se metió de lleno a la ducha. Al principio se arrepintió, ya que el agua helada cayó de bruces en su espalda, pero con el paso de los segundos, la temperatura se arregló hasta llegar a una agradable y totalmente aceptable. Pasó unos cuantos minutos mojando todo su cuerpo y cabello, pensando en diversas cuestiones de su vida, por ejemplo, en los resultados de sus exámenes, su puntaje en clase de deportes, sus pasatiempos, las letras de canciones que debía componer, los poemas que debía escribir, pero sobre todo, lo que tanto le preocupaba a Leigh: el hecho de finalmente "sentar cabeza", es decir, conocer y elegir a una persona con la cual pasar el resto sus días. Él no estaba en absoluto convencido con esa manera de pensar de su hermano, aún era muy joven y tenía otras cosas en las cuales pensar. No era que no quisiera conocer a una chica con quien invertir tiempo y compartir muchas vivencias, pero por el momento -y según él-, no disponía de ese tiempo para nadie más que a excepción de sí mismo.

Suspiró y terminó su larga ducha, volvió a envolverse en una toalla; a continuación tomó otra más, comenzó secando desde su abdomen hasta el rostro, para finalmente dejarla en su cabeza y comenzar a secar su blanquecina cabellera. Luego de todo el proceso de la hora del baño, se colocó su ropa de dormir y fue en dirección a la cocina para cenar algo e irse directamente a la cama. Su clara monotonía de siempre ya comenzaba a atosigarlo un poco, mas aún lo soportaba de manera mínima; aún así, él siempre fue de la idea de que las cosas llegaban solas sin necesidad de presiones. Se fue a la cama luego de haber cenado un poco de fruta y una taza de té, eso sí, sin dejar de notar una extraña sensación. Tenía el presentimiento de que algo ocurriría en su vida, algo grande... sólo se sintió extrañado. Se limitó a cerrar los ojos suavemente y dejar que fuera lo que fuere, sucediera.

A la mañana siguiente, continuó con su monotonía: se levantó de la cama, preparó el desayuno, entre otras cosas cotidianas en su vida y rutina diarias. Terminó de todo aquello, se despidió de Leigh y se encaminó con Rosalya al instituto. El camino le pareció algo distinto, ya que generalmente el silencio entre ella y él era incómodo, pero no en esta ocasión -al menos, no para él-, es más, ni siquiera lo percibió, mucho menos al momento de llegar al instituto, ¿desde cuándo el camino de veinte minutos se hizo de cinco? Vaya que ahora no entendía nada, aunque... Recordó la sensación de la noche anterior, ¿será que el día había llegado? ¿El día en el cual la vida le cambiaría? No, imposible. Sacudió la cabeza levemente y despejó su mente de cualquier pensamiento de ésa índole.

Su día escolar pasó con normalidad, así como todos los demás días de las siguientes dos semanas. En las clases era lo mismo, con la diferencia de que su ausencia en presencia se hacía más notoria.

-Te he notado más ausente de lo normal, ¿ocurre algo? -Cuestionó cierto pelirrojo mientras observaba detenidamente y con extrañeza a su amigo.

El aludido sólo se limitó a renegar con la cabeza. Soltó un suspiro que acompañó de una respiración lenta y algo pesaroza. -No es nada. -Concluyó.

-Si tú lo dices... -Soltó para después volverse hacia la ventana que tenía a su derecha. -Aunque déjame decirte que deberás fingir siquiera que prestas atención a las clases de Farréz. Ése estúpido rubio ha estado observándote últimamente. Es probable que haya notado que no te concentras. -Murmuró para el de atrás suyo.

-Te lo agradezco, Castiel, lo tomaré en cuenta. -Dijo sin mucho interés al respecto. Volvió su mirada hacia la ventana de igual forma y recargó su barbilla en la diestra, así, hasta que finalizara la clase.

Al final del día, todos los alumnos tomaron sus cosas y se retiraron del instituto. Algunos aún conversaban, otros pedían ayuda a su profesor y otros más, divagaban de camino a la salida; él sólo permaneció inmóvil hasta que Castiel lo trajo de vuelta a la realidad.

-Señor Olvidos, es hora de irnos, despierta. -Rió divertido.

-¿Qué? Ah, sí, lo lamento, andando, tengo que hacer los deberes de física. -Resondió éste mientras se levantaba e iba en dirección a la salida junto con el pelirrojo.

Una vez en las afueras del insituto, cada quien fue para su lado. Ésta noche, él regresaría solo a casa, ya que Rosalya le había anticipado que iría a acompañar a Leigh, puesto a que le tocaba el turno de noche. Miró hacia ambos lados de la calle para poder cruzar, cuando se percató que era prudente hacerlo, caminó con tranquilidad con la mirada baja. Como siempre, volvió a hundirse en sus pensamientos, olvidándose de todo y todos a su alrededor, hubiera durado más su trance de no ser por un fuerte golpe que lo tumbó a la mitad de la fría acera de aquella noche igualmente fría. Se apoyó en sus codos para poder levantar parte del torso y observar al distraído que lo había hecho caer así, grande fue su sorpresa al descubrir de quién se trataba: una joven muchacha de complexión delgada, cabello sedoso a simple vista, dos ojos enormes de apariencia felina, piel clara, un olor muy particular y una manera de vestirse demasiado inusual; la joven se tomaba la cabeza torpemente con una mano, mientras que con la otra, hacía el pobre intento de ponerse de pie. Él se quedó sin habla y casi por completo petrificado, sus ojos parecían dos platos de tan abiertos que se encontraban, en tanto sus mejillas y pómulos, comenzaban a denotar un rosáceo color muy tenue.

-S-señorita... ¿se encuentra usted bien? -Preguntó hincándose frente a ella al mismo tiempo que le tendía su mano, eso sí, sin dejar de verla con detenimiento y encanto. Sabía de antemano que ambos se encontraban a mitad de la calle, pero no le importó en absoluto, así como tampoco prestó interés a todas sus cosas regadas por doquier.


¿Qué tal? ¿Merezco review? ¿Merece seguir la historia? ¿Qué hará Lysandro? ¿Leigh sí trabajará tan tarde? ¿Rosalya es una loquilla? ¡Al carajo las preguntas! Les agradezco el haberme leído y nos vemos hasta otro capítulo, ¡adews, los amo! :'D