Ok, necesito pedir algunas disculpas de tamaño descomunal a todas aquellas personitas que estaba siguiendo mi Fic de "Programa de Intercambio". En primera por no actualizar, pero tuve un cuadro de Tendinitis en la mano derecha (Hurra!) que me esta impidiendo un poco hacer algunas tareas y escribir con la misma rápidez. Y segunda por que este fandom es horripilantemente asombroso y me hace imaginar historias sin ton ni son.

Por desgracia ahora esta que les presento ha sido mi esquizofrenia personal durante semanas y ha estado absorbiendo toda mi inspiración. Asi que espero les guste y me lo hagan saber.

Ahora, son libres de leer :)

Summary: "Se renta cuarto para señorita" Así rezaba el estúpido letrero que había caído como de milagro para Lovina Vargas. ¿Qué importaba si tenía que compartir piso con un violador en potencia, un ego maníaco albino y un play boy sin cerebro? ¡Ella era una italiana y podría mantener las cosas bajo control! ¿O no?

Nota: Este fic contendrá parejas no yaoi, nyos y alguna que otra crack. Será básicamente Spamano, pero también habrá algo de Prumano y mucha metedera de mano de parte de nuestro querido Francis. Y como se que les gusta (y a mi también XD) incluiré Franadá, UsUk, RoChu, Belsuiz, PruHun y, por supuesto, GerIta. :3

Disclaimer: La obra original y sus personajes son propiedad de Hidekaz Himaruya. La historia es mía :D.

Y así...Come on!

...

El viento meció suavemente sus cabellos. Uno de sus rebeldes mechones pasó por su mejilla causándole un poco de cosquillas. Miró nuevamente hacía el frente, topándose con esa gran puerta de hierro frente a la cual ya había estado parada demasiado tiempo, tanto que pensó que si seguía ahí ese pedazo de metal desaparecería. Suspiró.

Dio un último vistazo al pedazo de papel que tenía en la mano y se preguntó si no estaría cometiendo un grave error.

Marcó un número en su celular.

-¿Aló?-La chica sintió un escalofrió recorriéndole la espina dorsal al escuchar la masculina voz por el auricular.

-Ciao.-Tragó saliva.-Soy Lovina, la chica que había hablado por lo del departamento.-

De una u otra manera sabía que tenía que recordarle a su interlocutor que ella ya había hecho previamente una cita, y algo dentro de ella rezaba por que a aquel galo no se le hubiese olvidado.

-Oh! Oui! Pero que inconsciente soy…-Se disculpó dramáticamente la voz.-…En unos segundos bajo mon cheri.-

Ella movió un poco incómoda sus pies, enfundados en unas ballerinas blancas que hacían resaltar sus tobillos tostados. ¿Qué clase de personas serían?

Y antes de poder preguntarse más cosas o de hacerse una imagen mental de sus "futuros" compañeros de piso, el conciliador francés al que había llamado hizo acto de presencia disolviendo sus dudas acerca de su aspecto. Era un hombre rubio de mirada felina, que ocasionó cierta incomodidad a Lovina, y llevaba sus cabellos largos tomados en una coleta que reposaba en la nuca. Tenía rasgos galos y masculinos que se veían enmarcados por el profundo azul de su costosa camisa de vestir y sus elegantes pantalones negros, y podría pasar por alguien sumamente joven si la descuidada y casi imperceptible barba no adornara su mentón. El sonrió.

-¡Oh lalá! Pero que petit más bella. Pasa por favor, mon cheri.-

A la italiana algo de su voz, su mirada y sus modos le daba algo de miedo, pero ella tenía que mostrar los fuerte y segura que dudosamente era. Subieron al elevador que se encontraba dentro del lujoso lobby mientras el galo pasaba uno de sus brazos por los hombros de la más pequeña.

-¿Podrías soltarme?-Pidió sin ninguna consideración. Ella se conocía, sabía que eraalgo miedosa por naturaleza, pero también estaba segura de que cuando alguien osaba invadir su espacio personal no tenía piedad en hacer todo lo posible por alejarlos.

-Oh, ma petit, tienes tanto que aprender...-Él sonrió y comenzó a acercarse a ella como un depredador a su presa.-...y tío Francis tiene tanto que enseñarte.-

Se sintió incómoda, más que incómoda. ¡La iban a violar en un jodido elevador y ella no podría hacer nada!

La puerta del aparto se abrió haciendo un sonido que le pareció a la chica el mismísimo canto de los angeles celestiales. Bajó corriendo, huyendo descaradamente del hombre rubio que se reía divertido a sus espaldas.

-¿Tienes alguna idea de lo que esto puede hacer en mi opinión sobre rentar el piso, idiota?-Dijo tratando se sonar lo más ruda posible.

-Ma belle, eres tan divertida.-Francis seguía riendo.-Claro que lo sé, pero una vez que veas dentro, ni el peor de los infiernos te hará dar una negativa.-

Ella iba a recistar, como era su costumbre. Francis abrió la elegante puerta de caoba negra del Penthouse, frenando todo posible ataqué de la italiana a su lado. Lovina no lo pudo creer.

Frente a ella se hallaba un departamento de lo más espacioso que alguna vez hubiera visto. Los muebles eran tan sofisticados y elegantes que Lovina pensó que si llegaba a tocarlos por error la acusarían de robo; los grandes ventanales hacían que la luz entrara sin dejar un solo espacio en las sombras, con una vista jodidamente impresionante y una arquitectura deliciosa. Entonces los notó y trago saliva.

En uno de los amplios sillones de cuero, frente al televisor, se encontraban jugando dos jovenes, no más mayores que ella, pero lo suficiente para que se replanteara si no se estaba metiendo a la boca del lobo.

-¡Antonio, Gilbo!-llamó el rubio atrayendo la atención de los inquilinos.-Preciosos, saluden a ma petit Lovina. Ella es la chica que quiere rentar un espacio en nuestro humilde hogar.-

La italiana estuvo a punto de soltar una risa sarcástica y preguntarle si acaso estaba de coña por decir con tanto descaro "su humilde hogar", sintiendose más campesina que sus antepasados italianos y rememorando su casa. Los jovenes le sonrieron.

El primero en levantarse para ir a saludarla fue el albino, quien le tomó la mano y socarronamente la besó. Lovina frunció el ceño.

-¡Ah! Mein Gott, du bist eine schöne Fräulein. Yo soy el awesome Gilbert Beilschmidt, pero eso seguro ya lo sabes.-

¿Que coño les pasaba a todos ahí?

-No, ni idea de quien eres.-respondió secamente. El albino abrió los ojos sorprendidos con una mueca de dolor inmensurable.-Y no vuelvas a hablar en ese asqueroso idioma.-

El chico comenzo a balbucear cosas inintendibles y ella pensó que lo mejor era darse la media vuelta y romper, a su pesar, con el trato que había hecho con el francés. Estaba a punto de hacerlo cuando escuchó una fuerte risa, de esas que no sabes si odiar o amar, con tintes de canela y rasgos gitanos, inundando la habitación.

Volteó ligeramente.

-Antonio Fernández Carriedo.-le extendió la mano a la chica que tenía frente a él.-Un gusto-

A sus espaldas un albino se quejaba dramáticamente con el galo quien lo abrazaba y trataba de consolarlo, pero teniendo bien fija la mirada en su "futura" inquilina y uno de sus mejores amigos. Lovina arrugó más las cejas y pensó que la sonrisa en la cara del moreno frente a ella lucía especialmente estúpida. Seguro es imbécil.

-Lovina Vargas.-recitó.-Y no estoy segura de poder decir lo mismo.-

El español rió divertido. Lovina confirmó sus sospechas sobre la estúpides del aludido. Francis sonrió a lo lejos.

-Dejame que te enseñé la azotea.-tomó a la chica de la mano, haciendo oídos sordos a sus reclamos y maldiciones. La guió por el amplio departamente y subió las escaleras hasta abrir la puerta, dejando que la luz del día les diera de lleno en el rostro.

Ella enmudeció.

Dió un giro sobre sus talones y se sentió nuevamente como una colegiala estúpida. A su alrededor se encontraba uno de las más hermosos jardines que hubiera visto en su vida, tomando muy en cuenta que la ciudad en la que vivían era especialmente complicado ver una obra de arquitectura paisajista de tremenda calidad. Joder, ¡si hasta tenían un lago artificial!

Se acercó caminando a la baranda que aseguraba que, por más idiota que fuera alguien, no cometiera un acto suicida desde ahí, ya que se encontraban en lo más alto del edificio. Lovina estaba ahí, y de alguna manera sentía que podría desaparecer solo con cerrar los ojos. Sintió la brisa fresca del aire recorrer sus labios húmedos hasta llegar a su pecho. Algo irreconocible le gritaba que estaba cometiendo una de las mayores tonterías de su vida, pero era ese mismo algo lo que le decía que no podía desaprovechar esta oportunidad. Lo supo y sonrió.

-Francis siempre dice que esto es como la joya del palacio.-escuchó Lovina al moreno que se había acercado a ella.-¿Te gusta?-

Ella volteó a verlo con expresión seria. Él la miró expectante. Ella se quedaba.

...

-¡P-pero, sorella!-

La menor la tomó del brazó, colgándose de ella como hacía cuando quería que la protegieran de algo. Lovina sintió un nudo en su estómago.

-¡Suéltame, maledizione!-le gritó.-Sabías que esto tenía que pasar algún día...-

Felicia retrocedió unos pasos debido al empujón de su hermana mayor. Tenía lágrimas que corrían por sus mejillas sonrojadas y no podía contener el sentimiento que la invadía. Vio a Lovina metiendo más ropa en una de sus grandes maletas y algo se rompió dentro de ella.

-¡Pero no tiene que ser así! ¡No ahora sorella!-la aludida no se diganaba a mirarla.-¡Podemos estar los tres, vivir juntos!-

Lovina soltó una risotada amarga.

-¿Y ser el tercio podrido? No, grazie.-

La menor doblo el rostro en un gesto de dolor, mientras su hermana luchaba por contener el mismo sentimiento tratando de esconderlo bajo su útil máscara de indiferencia. Siempre había sido así y no iba a cambiar esta ocasión.

Pero lo hizo.

-Joder Feli, ¿Por qué eres tan sensible?-preguntó más dolida de lo que le hubiera gustado sonar, mientras abrazaba a su hermana, quien ya se había a soltado a llorar como una magdalena, y luchando contra sus propias lágrimas.

Felicia se aferró fuertemente a su hermana. La adoraba. Le dolía la idea de que se fuera y ya no estuviese gritandole por cada error que cometiera, que ya no la abrazaría cada vez que ella temblara de miedo por cualquiera de las multiples cosas que la aterraban. Le dolía que dejarían de ser una sola.

-Sorella...-susurró.

-Sabes perfectamente que tu tomaste esta puñetera decisión y la respeto.-La menor escuchaba atenta, porque conocía a Lovina, y de ninguna manera estaba sonando despectiva...más bien trataba de tranquilizarla.-Solo espero que seas muy feliz.-

Le acarició el pelo a su hermana menor como cuando quería tranquilizarla y con esas miradas con las que desde pequeñas se comunicaban entre ellas se dijeron todo lo que no podían decirse de frente.

-Si te lastima, si te daña...si te hace derramar una sola puñetera lágrima, me va tener encima de él destrozándole hasta la herencia en menos de lo que parpadea. ¿Entendido?-la menor tembló un poco al escucharla.

-Sorella, Ludwig nunca me haría daño. Estoy segura.-

-Más le vale.-sonrieron.

No podía creer que su hermana, su gemela menor por 4 minutos que habían marcado la diferencia, estuviera ahora comprometida con un hombre que no terminaba de caerle en gracia, pero que se veía que la cuidaba con devoción y la amaba como si hubiera nacido para ello. Felicia, la menor, la más talentosa, la que siempre había acaparado la atención; la famosa cantante de ópera, la que la opacaba. Y la única que siempre había estado con ella. Sintió algo extraño invadir su pecho.

Trató de decirse a si misma que estaba nostálgica por su hermana, por los recuerdos de su niñez juntas y todo lo que habían compartido, como se habían hecho fuertes la una a la otra. Trató de hacerse a la idea de que lo que sentía no era envidia hacia Felicia; que el hecho de que ella nunca haya tenido ni una sola cita no tenía nada que ver. Porque ella no quería conocer el amor tanto como su corazón parecía decir.

Felicia pareció leerle los pensamientos.

-Algún día encontrarás a alguien que te hará inmensamente feliz, sorella.-

-Tendrá que ser un bastardo muy especial si es que quiere llevarme al altar.-le dijo con sorna a su hermana, rezando internamente por que la menor tuviera razón.

-Lo será.-

...

Cruzó las piernas mandando una mirada asesina al francés que no dejaba de desvestirla con la mirada desde el sofá que estaba frente a ella, con los tres hombre sentados a sus anchas. El albino la observaba fijamente y el español tenía esa sonrisa idiota que tanto la desesperaba.

-Muy bien-comenzó.-Pese a que odio toda esta mierda, creo que es necesario conocerlos para saber con que clase de gentuza voy a vivir.-

Había llegado en la mañana, después de golpear al macho patatas y hacerle jurar que cuidaría de Felicia, y sus maletas aún se encontraban cerca de la puerta. Desde que los había visto supo que estaba entrando a un negocio muy peligroso con esos tres sujetos, pero la oferta era de ensueño, el lugar magnífico y ella era italiana.

Si intentaba propasarse con ella ella sabría ponerlos en su lugar de inmediato. O eso creía.

Frunció el ceño.

-Fräulein, en serio.-comenzó el albino con una sonrisa coqueta que hizo enfadar un poco a Lovina.-Debes de conocerme. ¡Yo soy el awesome Gilbert Beilschmidt! Famoso actor...-

-Sigue sin sonarme.-contestó ella indiferente al gesto sorprendido del albino. Pasó revista a los otros dos indicándoles con la mirada que ellos seguían.

-Francis Bonnefoy. Diseñador de modas...a tu servicio mon cheri-

Lovina ignoró el guiño del francés.

-Antonio Fernández Carriedo. Soy músico y doy clases en el conservatorio. Espero que te agrade vivir aquí, Lovi...-

Lovina supo que se había echado la soga al cuello y eso se le hacía, sinceramente, muy poco inteligente para ser ella. Pero lo había hecho por su hermana y esa libertad que tenía que darle de vivir con su prometido ahora que lo había decidido. Aunque sospechaba que también era por su salud mental y el evitarse escuchar al macho patatas ese tirarse a su hermana en la habitación contigua sin ningún respeto por ella. Viéndolo así, ¿qué importaba si tenía que compartir piso con un violador en potencia, un ego maníaco albino y un play boy sin cerebro?

Suspiró derrotada.

-Lovina Vargas. Lovina.-

Y se estremeció al notar las tres sonrisas masculinas que parecían decirle "Bienvenida".

...

Muy bien! Esta es la parte en la que acepto tomatazos, bendiciones, viajes al infierno y lindas críticas constructivas. Anden! Ustedes hacen este fic :)

La historia puede ser un poco confusa ahora, pero es básicamente eso: Lovina, nuestra sexy tsundere favorita, compartiendo techo con el "Bad Touch Trio" y todos los peligros que eso implica. Jajajaja, la verdad me encantó la idea de solo imaginarlo.

Próximamente incluiré un cancionero, con todas las hermosas piezas que me acompañan a escribir cada escena, para que ustedes también puedan ambientarse en los cápitulos.

Agradeceré sus comentarios y sugerencias para la historia!

Arrivederci! :3